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Violencia en BCS “¡¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde?!”: Obispo de La Paz

FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Sinceramente esperaba un sermón tibio, más apegado al Evangelio que a los hechos, en la misa con la que culminó la Procesión por la Paz convocada por la iglesia católica la tarde de este domingo en La Paz. No fue así. También, sinceramente, creí exagerada la expectativa de los asistentes a la marcha que realizaron los fieles desde el Santuario de Guadalupe hasta la Catedral de La Paz: ¡y no!, el poder de convocatoria fue enorme.

Lo que me pareció más destacado de casi cuatro horas de cubrir el evento fue el mensaje del obispo de la Diócesis de La Paz, Miguel Ángel Alba Díaz, que con crudos testimonios habló temerariamente de la violencia en BCS, cómo la oleada de sangre ha alcanzado a toda la entidad —desde Bahía Tortugas hasta Los Cabos—, de las víctimas colaterales y de la exagerada facilidad para asesinar hoy en día y por cualquier cosa; pero dejó sembrada la inquietud de que “es posible” un cambio de vida y la paz. Oró por alcanzar la justicia como único medio para garantizar la paz.

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Hacia las 4:30 de la tarde de este domingo citaron a los fieles católicos en el Santuario de Guadalupe. Allí, en breve entrevista, el padre Ponciano Álvarez, dijo que esta peregrinación llevaba diez años realizándose y que esperaban convocar de 6 a 8 mil ciudadanos; aunque no llevan una contabilidad, estima que el año pasado fueron 6 mil. De un primer vistazo, parecían ser menos de la mitad, pues las personas apenas llenaban una cuadra del templo minutos antes de arrancar la caminata. Pero nos adelantamos al malecón, y se fueron sumando miles más. ¡El total de los marchantes llenaban tres largas cuadras!

Según el párroco, estarían participando todos los sacerdotes de La Paz: más de 50, y alrededor de 100 religiosas. Y la invitación estaba hecha a todas las congregaciones de la Diócesis de La Paz. Contó que la intención era hacer un llamado por la paz en el Estado, en el país y en el mundo, y una “unidad de los cristianos”. Le comenté que me consta la escasísima afluencia en las marchas por la paz convocadas recientemente por la sociedad civil —a finales de 2017 hubo una que no llegaría a 20 ciudadanos—, y le pregunté si la iglesia católica como tal se sumaría a una organizada por civiles: “Sí, claro. La disposición está y estamos abiertos al diálogo; sería ponernos de acuerdo”, contestó.

La jornada se llevó a cabo en orden y sin ningún contratiempo, acompañados por policías y ambulancias, en un recorrido de hora y media. Miles de hombres y mujeres, la mayoría vestidos de blanco, caminaron contra el friyazo por el malecón, porque no era un simple frío: ¡era un friyazo!, como decimos acá. El fuerte aire no se quitaba ni caminando, pero a cambio nos regalaba el hermoso paisaje del atardecer paceño con un cielo de color vainilla con rosa.

Casi no había paseantes por el cenizo malecón que sigue, supuestamente, arreglándose. Los fieles doblaron por la 5 de Mayo hasta llegar a la Catedral de La Paz en punto de las 6 de la tarde, donde se realizó la homilía en la parte de afuera, frente al Jardín Velasco, con miles de sillas dispuestas para recibir al mar de gente. Allí se fueron acomodando personas de todas las condiciones sociales, desde la humilde mujer en muletas que pide limosna en la calle, a la más elegante y perfumada dama que yo tenía a un lado. Todos cantando No hay Dios tan grande como tú, en medio de banderas blancas.

Por más obvio que resulte decirlo, se trataba de un evento de la iglesia católica. No se trataba de una marcha de protesta ciudadana. Las mantas blancas aludían a mensajes de paz y justicia sin referirse a ningún caso en particular, ni contra ninguna instancia. En todo el camino hubo grupos musicales que tocaban las canciones de la iglesia hasta en ritmo de cumbia, y no faltaron las porras y pedir gritos de júbilo. No hay nada de malo en eso. Sin embargo, ¿dónde estaría el elemento crítico y de impacto para un tema tan sensible? Según la periodista Gladys Navarro, sólo en lo que va de enero, van 44 ejecutados en todo el Estado. Muchas personas critican que marchar no sirve de nada, y en efecto, algunas no han tenido el apoyo ciudadano. ¿No era esta una ocasión de emitir un mensaje contundente, ahora cuando los reflectores están olvidando a los muertos y se enfocan en quién se registra como candidato o cambia de partido para arañar el poder?

Y llegó el sermón de Miguel Ángel Alba Díaz quien dio un mensaje de denuncia —¡casi de desesperanza!— pero con las lecturas que se quieran tener, también acentuado en la urgencia de ser apóstoles de la paz, sin necesidad de ser sacerdote o religiosa: desde nuestras casas. En sus primeras palabras habló de la justicia como la vía para que haya paz, lo que quizá pasó desapercibido, pero bien puede ser otra manera de referirse a la impunidad, pues aunque en estas ciudades matan a diario: simplemente no hay detenidos. Se remitió a la preocupación por una posible guerra nuclear; y de los conflictos y tensiones entre Corea del Norte y Estados Unidos, Medio Oriente y Venezuela, tocando así el tema de los migrantes y refugiados, y entrando como humedad en el tema de BCS: “También nosotros somos racistas, también nosotros vemos con sospecha a quienes vienen de los lugares más pobres (…) a buscar un futuro a nuestras tierras, los explotamos, les damos los peores trabajos (…) construyen sus frágiles casitas en los lugares más vulnerables donde los huracanes barren con todo, y cuando cuando algo malo sucede en nuestras ciudades decimos ‘¡son ellos!”.

“Hasta hace pocos años la ciudad de La Paz le hacía honor a su nombre; hasta hace pocos años BCS era considerado uno de los estados más pacíficos, pero de pronto se encendió la mecha. La violencia de las armas se ha venido incrementando de una forma terrible, espantosa, en el número de víctimas. Ya no son eventos ocasionales, ya no son ‘casos aislados’, ahora son cosas de todos los días: uno, dos, cinco, siete, diez ejecutados. Ha crecido el espectro de las características de las víctimas, antes muchos se consolaban diciendo, ‘son miembros de distintos carteles que se matan entre ellos, déjalos’ pero hoy no nada más son miembros de los diversos carteles, hoy también hay victimas entre las fuerzas del orden que tratan de detenerlos, entre los familiares, amigos, policías, custiodios, guardianes, funcionarios públicos. Tristemente, duramente, las víctimas colaterales: el niño, la señora, el hombre que iba pasando, la persona que estaba en el lugar y momento equivocado y le tocó la balacera. La violencia se ha venido incrementando en descaro, ya no es sólo en la noche o en la madrugada, ya no es en lugares secretos o ocultos, ahora es a cualquier hora del día o de la noche, en cualquier lugar, en las plazas comerciales, en el malecón, en nuestras calles, en todas partes oímos, de repente, las armas (…) Se ha incrementado en crueldad y salvajismo: gente colgada en los puentes, cuerpos despedazados, cadáveres mutilados con signos de tortura. ¡¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde?!“. Y en las familias sudcalifornianas, “hay mucha indignación, mucho enojo, mucho resentimiento, mucho dolor”.

“Recuerdo una madre de familia en San José que me decía: ‘señor Obispo, yo sabía que mi hijo andaba mal, muchas veces lo quise retirar de ese camino, muchas le advertí ‘vas a acabar mal’ y yo estaba preparada para que acabara mal; pero nunca pensé que fuera a ver su cabeza en una hielera, sin ojos, sin orejas, mutilada. ¡No me explico tanta crueldad!”. Se refirió también a la violencia en los hogares, donde por “nimiedades” maridos, esposas e hijos se asesinan unos a otros. Dijo que “parece que nadie quiere oír” ante muchas cosas que se han hecho para detener la violencia, desde manifestaciones hasta cartas. Finalmente, que el mensaje de este día de la Procesión por la Paz es doble, en el sentido de que “tomemos conciencia del tiempo en que vivimos, descubramos que el tiempo apremia (…) La paz es posible, otra manera de vivir se puede, esta aquí al alcance de la mano; es una invitación al arrepentimiento y a un cambio en el estilo de vida (…) No nos dejemos arrastrar por el mal, intimidar por el mal, no nos encapsulemos en nuestros temores (…) Y que Dios busca profetas, entre todos nosotros, sacerdotes y seglares, busca profetas y apóstoles. ¿Quien puede ser capaz de mostrar su amor y preocupación? ¿Quién estará dispuesto a construir la paz?”.




De pie, ovacionaron el concierto ‘Alegría del mundo’ en Catedral de La Paz

FOTOS: ISC.

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En una ciudad donde a diario hay ejecuciones y en donde todos nos podríamos exponer a alguna balacera, presenciar un concierto que recuerda el nacimiento de Cristo —tengamos o no tengamos la religión que se quiera— y de este altísimo nivel, es como un bálsamo para el espíritu, y algo que francamente es necesario que ocurra más en nuestra media península, pues las actividades artístico culturales son también un alimento para la paz y la esperanza.

Fue el pasado viernes 15 de diciembre que se llevó a cabo el tradicional Festival por Navidades Alegría del mundo, organizado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC) y el Sistema Estatal DIF. Sólo unos minutos después de las 8 de la noche dio inicio el concierto de casi dos horas de duración, que logró convocar a cientos de personas en el interior y exterior de la Catedral de Nuestra Señora de La Paz, en esta capital.

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Desde una hora antes, es decir, a las 7:00 de la noche, el interior del templo ya estaba abarrotado. Quien esto escribe llegó todavía una hora antes —a las 6— para alcanzar asiento. Y es que el tradicional concierto siempre tiene una gran afluencia, y al no poder despegarnos del sitio, no pudimos observar bien la ocupación de medio recinto para afuera; en la parte de adelante no cabía un alfiler desde una hora antes. Esto parece una buena noticia, pero en realidad, ante la probada convocatoria del concierto navideño, quizá debiera replantearse el lugar. Sabemos que la Catedral de La Paz tiene excelente acústica y que se hace un año aquí y al siguiente en el Teatro de la Ciudad —en realidad, ambos sitios se llenan—, pero dejamos a consideración de los organizadores que el templo podría estar dejando a varios afuera, incluso, que por esa razón ya ni siquiera se tomen la molestia en asistir.

Por supuesto, el templo lucía pulcro y debidamente adornado, por lo que el ambiente navideño estuvo presente desde que alguien ponía un pie adentro. No hizo mucha falta ni probar el equipo de sonido —salvo afinaciones de último momento— ni las luces, lo que habla de que todo funcionaba como relojito desde temprano. La iluminación especial para este evento, tanto afuera como adentro, aumentaron el esplendor del espectáculo que se avecinaba. Así, en cuanto terminó una boda oficiada por el Obispo, alrededor de las 7:00, la gente se ubicó rápidamente. Aunque eran más las mujeres adultas, hubo personas de todas las edades atentas al espectáculo que ocurrió sin ningún contratiempo.

Inició con una introducción de unos quince o veinte minutos, donde se agradeció a las autoridades por la organización del recital musical de Navidad, y en donde se hizo mención de los padres combonianos que hicieron su labor religiosa en Baja California Sur; la explicación más detallada corrió a cargo de Francisco López Gutiérrez, presidente de la Asociación de Escritores Sudcalifornianos. Fue visible en primera fila el Gobernador y su esposa, la presidente del SEDIF, así como el Director del ISC, pero afortunadamente, no hubo necesidad de que ellos o por ellos se extendieran palabras de bienvenida.

Cantando las canciones a coro o como solistas —descritos por los organizadores como “cuatro de las voces jóvenes más importantes del arte lírico de México”—, Alegría del mundo tuvo la presencia de la soprano Patricia Santos y la mezzosoprano Rosa Muñoz, del tenor Alan Pingarrón y el barítono Amed Liévanos; fue éste último, con su magistral voz, quien primero levantó al público con aplausos, que en más de una ocasión ovacionó de pie a los cantantes que ejecutaron desde villancicos en español como Ay del chiquirritín hasta temas clásicos navideños como O Holy Night.

Haciendo la música para el concierto, estuvo el ensamble de cuerdas dirigidos por el maestro Josef Olechowski, con los músicos europeos Sebastian Kwapisz Padziorko, Pavel Koulikov Beglarian, Paul Abbott, Valentín Lubomirov Mirkov y Dwyght L. Bryan Pennington. No hubo un solo tropiezo en el concierto a nivel musical, absolutamente bien coordinado de principio a fin.

Hemos de confesar que tuvimos envidia a una niña del público que en las primeras canciones se sentó casi al frente en el piso del pasillo y escuchó atenta: quizá ella tuvo la mejor vista de todos los asistentes; pero no podía durar todo el concierto allí, y es que para sorpresa de los espectadores, alrededor de las 9:30 de la noche, caminaron por el centro “José” y “María”, para entrar detrás de ellos el Coro Infantil de la Orquesta Esperanza Azteca, dirigidos por José Manuel Romero, dando así, el cierre del recital, con ovaciones de pie. Sabemos que gracias a los avances de la tecnología, se contó con transmisión en pantalla de alta definición por radio y televisión en Internet.

Apenas se salía de la Catedral de La Paz, se escuchaban los rumores de gente maravillada por lo que acaban de oír, y el andar por los alrededores de la cuadra que lucía completamente llena de carros. Fue una grata experiencia, de verdad, en un año que tristemente es más abundante en nota roja que en lo cultural. Observar y escuchar las reacciones del público no dejan lugar a dudas que, más allá de nuestras creencias o falta de ellas, la música nos puede reunir con ternura y alegría, y puede ir más allá de la función estética a dotarnos de la necesitada paz que los sudcalifornianos ocupamos más que nunca.




Mañana en la Catedral de La Paz, el Festival de Navidad “Alegría del Mundo”

“Alegría por el mundo” en el Teatro de la Ciudad, el año pasado. FOTO: Archivo.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Mañana viernes 15 de diciembre a las 20:00 horas, se llevará a cabo el Tradicional Festival de Navidad Alegría por el mundo, que en esta ocasión se presentará en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz, ubicada en el Centro Histórico de esta capital; en el evento, completamente gratuito, se presentará la Orquesta Multinacional de Cámara compuesta por músicos de Polonia, Estados Unidos, Azerbayán, Canadá, Francia e Italia.

El Instituto Sudcaliforniano de Cultura y el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, organizadores del evento, informan del concierto navideño que en esta ocasión se dedicara a los misioneros combonianos, “en reconocimiento a que fueron los primeros en abrir al público las Misiones Culturales de la Secretaría de Educación Pública, en los años 50’s”.

Los solistas invitados a la edición 2017 de Alegría por el mundo son Alán Pingarrón (tenor) y Patricia Santos (soprano), ganadores de innumerables premios, y “jóvenes cantantes que ahora mismo están dando honor y reconocimiento a México en Europa como sus esplendorosas voces”. Estarán compartiendo este espléndido escenario la extraordinaria mezzosoprano Rosa Muñoz y el barítono Amed Liévanos. “Los cuatro cuentan ya con estudios profesionales y carrera internacional. Voces que son ya un referente en los escenarios que pisan”, se lee en la información.

El repertorio del concierto navideño está contemplado por selecciones musicales desde la época del El Barroco hasta las primeras décadas del siglo XX. Además, habrá la participación de sorpresa de músicos locales interviniendo en Posada de la tradición mexicana.

El Festival Tradicional de Navidad se realiza un año en formato sinfónico en el Teatro de la Ciudad —como ocurrió en 2016—, y al siguiente, en formato de música de cámara, en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz, a la que corresponde este año, y cuyo recinto se ubica en Revolución entre 5 de Mayo e Independencia, colonia centro de La Paz. “Una catedral vestida de luces de colores especialmente para recibirlos a ustedes, nuestro muy querido público por quienes trabajamos con tanto gusto y esmero. Usted no puede perderse esta noche plena en su música, en su tradición y en su cultura, tanto en la música de concierto como en la popular”.