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María Amparo Ruiz de Burton y su contundente crítica a la sociedad estadounidense del siglo XIX

FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  María Amparo Ruiz de Burton, nacida en el pintoresco puerto de Loreto, Baja California, en 1832, emerge como una figura destacada en la historia literaria como la primera mujer mexicoamericana en publicar sus obras en Estados Unidos. Su trayectoria se teje con un relato fascinante que va más allá de las páginas de sus novelas.

A los 17 años, emprendió un viaje crucial a California, acompañada de su madre, y poco después, contrajo matrimonio con el coronel Henry Staton Burton. Tras la muerte de su esposo, en 1869, se vio obligada a asumir la responsabilidad de su familia, administrando hábilmente un rancho de su propiedad de nombre El Jamul.

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Fue en 1872 cuando dio un giro audaz hacia la literatura, presentando su primera novela Who Would Have Thought It? (¿Quién lo habría pensado?), marcando un parteaguas como escritora mexicoamericana en los Estados Unidos. Esta novela no sólo cautivó a los lectores de la época, sino que también reveló una cruda crítica a la sociedad estadounidense del siglo XIX.

La trama de la novela se desarrolla principalmente en los estados de California y Washington, explorando temas candentes de la sociedad de la época. A través de personajes intrincados, arroja luz sobre las siguientes denuncias:

En el intrincado tapiz de la novela de María Amparo Ruiz de Burton, se despliega un drama que revela las sombras más profundas de la sociedad estadounidense del siglo XIX. La autora, con pulso firme, arroja luz sobre la hipocresía religiosa que permea la época, donde el menosprecio de los estadounidenses hacia la religión católica de los mexicanos se entrelaza con las acciones corruptas del pastor protestante, Sr. Hackwell. Este último, en su afán de apoderarse de la fortuna de Lolita, no duda en urdir engaños y fraudes, desenmascarando así la doble moral que subyace en la sociedad.

La narrativa se torna aún más intensa al exponer el desprecio hacia los indios y los mexicanos que permanecieron en sus tierras ancestrales tras la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo. Ruiz de Burton, a través de sus personajes, desentraña el tejido de discriminación racial que caracteriza a la sociedad estadounidense, mostrando un menosprecio palpable hacia los negros y los extranjeros. La idea de tener esclavos no es rechazada por algunos, evidenciando así la crudeza de las relaciones sociales de la época.

La codicia y ambición desmedida emergen como temas recurrentes en la trama. La novela denuncia la obsesión de los estadounidenses por la riqueza y las piedras preciosas, incluso si esto implica la destrucción de vidas y la perpetración de asesinatos. En este escenario, la obra cobra una dimensión crítica que desentraña las entrañas de una sociedad corrompida por sus propios anhelos desmedidos.

Los “héroes” de la Guerra de Secesión son objeto de la pluma crítica de Ruiz de Burton, quien cuestiona la validez de muchos líderes militares. La autora pone en duda el mérito de su ascenso, argumentando que algunos alcanzaron sus posiciones por casualidad o confusiones en el campo de batalla, desmitificando así la heroicidad de estos personajes.

La corrupción política emerge como un tema central cuando la autora exhibe la podredumbre de los congresistas en la Casa Blanca y el Capitolio. A través de personajes ficticios, se revela cómo la élite política se enriquece a costa de sobornos, negocios fraudulentos y tráfico de influencias, sugiriendo que los males de Estados Unidos se deben, en gran medida, a las acciones de sus legisladores.

La crudeza de la guerra se manifiesta en la novela de Ruiz de Burton, donde se exponen situaciones de acusaciones sin juicio justo y las condiciones inhumanas que enfrentaban los soldados. La autora descubre las heridas profundas que deja la guerra, desde la pérdida de extremidades por congelamiento hasta la desesperación que lleva a algunos a comerse a los perros para sobrevivir.

La doctrina del Destino Manifiesto, esa creencia ciega en la inevitable supremacía estadounidense, es confrontada y criticada por la autora. La justificación de la destrucción y el saqueo en nombre de un supuesto destino divino es presentada como una falacia que enmascara la ambición desmedida de una nación.

Las ideas sobre México también encuentran espacio en la narrativa, donde la autora aboga por la imposición de un rey o emperador francés en el país vecino. Considera que esta intervención extranjera podría mejorar las condiciones de México, planteando una perspectiva audaz sobre la geopolítica de la época.

Finalmente, María Amparo Ruiz de Burton devela su perspectiva feminista a lo largo de la novela. A través de sus personajes, expone la necesidad de que las mujeres asuman roles de poder para mejorar el servicio público del gobierno, señalando la arrogancia y violencia de los hombres como obstáculos para una resolución constructiva e inteligente de los asuntos importantes.

La obra de Ruiz de Burton se erige como un espejo crítico de la sociedad de su tiempo, revelando las grietas y contradicciones que yacen bajo la superficie de la supuesta grandeza de Estados Unidos. La autora se erige como un testimonio valiente y perspicaz que sigue resonando en la actualidad, recordándonos la importancia de la crítica constructiva para la evolución de la sociedad.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.



Cierra Gira Estatal de Golf Infantil

FOTO: INSUDE

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El Instituto Sudcaliforniano del Deporte (INSUDE) informó mediane un comunicado de prensa que. este fin de semana llega a su fin la Gira Estatal Infantil-Juvenil de Golf, con el torneo que se efectuará en el campo de golf del Club Campestre de San José del Cabo, donde se formalizará la lista de jugadores que representarán a Baja California Sur en el seccional zona pacífico en Hermosillo, Sonora, en los primeros días de febrero.

El presidente de la Asociación de Golfistas de Baja California Sur, Gustavo Escobar Sotelo, manifestó que luego de las tres fechas anteriores, básicamente se tiene definido el equipo que viajará a la capital del estado de Sonora a buscar el pase a nacional Lorena Ochoa, enfrentándose al factor climatológico al que deberán adaptarse los jugadores porque con el frio afecta el rendimiento y el vuelo de la bola.

Escobar Sotelo manifestó que los jugadores se han afianzado en el desarrollo del juego, sumando experiencia con cada torneo y eso da confianza para lograr un buen desempeño en el regional, donde habrán de enfrentar a lo mejor de los estados de la zona como son Sonora, Sinaloa y Baja California.

Finalmenete, el dirigente de los golfistas en el estado hizo especial reconocimiento a los padres de familia, porque son los principales impulsores para que sus hijos de desarrollen en este deporte, asegurando un futuro prometedores en las categorías menores para competir en eventos relevantes, como sucediera en fechas recientes con el joven Héctor Lagarda de Loreto, quien logró un tercer lugar en el torneo Kids Future Champions of Callaway en San Diego, California, concluyó el comunicado de prensa.




La Pastorela de San Miguel de Comondú. Herencia ancestral en la California 

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El inicio de la etapa jesuítica en la California data del año de 1697, con la fundación del Real Presidio y Misión de Nuestra Señora de Loreto-Conchó, encabezada por el sacerdote Juan María de Salvatierra y Visconti. Esta etapa se extendió por 70 años, durante los cuales los miembros de la Compañía se dedicaron a realizar una sistemática evangelización de toda la población indígena en el territorio peninsular hasta entonces conocido. Una parte de esta obra lo constituyó la implantación de actos de la cosmovisión de la iglesia católica, los cuales se llevaban a cabo a través de escenificaciones teatrales, tal es el caso de la pastorela que aún hasta el presente se sigue realizando en poblados como el de San Miguel de Comondú.

Las pastorelas son escenificaciones teatrales en las cuales se describe la peregrinación que realizaron la Virgen María y San José en su viaje hacia el pueblo de Belén. En el trayecto, se narra el nacimiento de Jesús, la reencarnación de la divinidad, así como las peripecias que sufren los pastores que tratan de llegar hasta el lugar del nacimiento, y son acosados por Lucifer y sus demonios, para evitar que lleguen a su destino. Toda esta dramatización finaliza con la derrota del mal por medio de la intervención de las huestes celestiales, y el arribo de los pastores al sitio donde ha nacido el hijo de Dios.

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De acuerdo a la tradición del catolicismo, la idea de escenificar el pasaje bíblico donde se narra el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, se le atribuye a San Francisco de Asís, el cual la realiza en el año de 1223 (siglo XIII) en Italia. Se dice que, para montar esta obra, San Francisco utilizó animales reales, así como feligreses a los cuales instruyó sobre el papel que tendrían que representar. En un principio su actuación se limitaba a permanecer estáticos, mientras que un narrador hacía una reflexión del suceso, de acuerdo a lo expresado en la biblia. Con el paso del tiempo, esta dramatización se fue extendiendo en diferentes reinos, y se le fueron incorporando personajes, así como dándole todo un contexto en el cual se describía la lucha entre el bien y el mal. 

Se cree que la primera escenificación de una pastorela en la Nueva España tuvo lugar en el año 1530 en el poblado que hoy se conoce como Cuernavaca. El sacerdote encargado de montarla fue el franciscano Andrés de Olmos. En un principio los diálogos entre los actores se realizaban en castellano, sin embargo, paulatinamente se fueron expresando en las lenguas que usaba la población indígena. Los jesuitas, como una de las órdenes más importantes al interior de la iglesia católica, retoman la dramatización, y realizan la primera de ellas, bajo su conducción, en el año de 1574. El propósito de que fueran los mismos indígenas los actores de este drama, así como que dijeran los diálogos en su lengua nativa, obedecía a la transmisión de la religión cristiana, así como la obediencia a la política del régimen español. También se procuraba la enseñanza de conceptos inexistentes en la cultura indígena, tales como el infierno y los demonios. 

No se sabe con exactitud cuándo se empezó a escenificar la primera pastorela en la California. La mayoría de los estudiosos del tema sostienen que fueron los jesuitas los responsables de preparar a los indígenas californios para representar la primera pastorela, y que esto pudo realizarse en los primeros años de la época jesuítica (siglo XVIII). También hay quienes creen que pudo haber ocurrido como mínimo en 1850. Esta escenificación también es denominada como Coloquio debido a que se basa en diálogos entre los diferentes actores.

La pastorela que ha pervivido hasta nuestros días se realiza en tres poblados del norte de la actual entidad de Baja California Sur, que por cierto fueron los primeros sitios colonizados por los jesuitas: La Purísima, Loreto y San Miguel de Comondú, siendo este último sitio en donde se tiene mayormente documentada esta escenificación, y en donde se ha practicado con mayor regularidad. De acuerdo a la información proporcionada por la Profesora Jackeline Verdugo Meza a su servidor, ella recuerda que, desde muy pequeña, en los viajes que realizaba con sus padres al poblado de San Miguel de Comondú, pudo presenciar a integrantes de la comunidad escenificando la pastorela, a la cual ellos denominaban Los pastores. Al paso de los años, fue conociendo la logística con la cual se realizaba este evento, la cual era totalmente asumida por los pobladores. A través de una tradición trasmitida de forma oral de padres a hijos, los pobladores asumían el papel de los diferentes personajes: Aparrado, Gila, Dina, Tebano, Felizardo, Florispes, Bartolo, Bato, Lucifer marcello, Asmadeo (Asmodeo), Ermitaño, Indio, feligreses y Tristán. Al inicio del mes de diciembre se daban cita en casas de algunos pobladores en donde podían ensayar los diálogos e incluso confeccionar el vestuario, el cual era sufragado por cada uno de ellos. Llegado el día 24 de diciembre, realizaban la escenificación de los Pastores o Coloquio de San Miguel en un lugar previamente acordado el cual podía ser el atrio de la iglesia o la plaza pública del poblado.

 

Gracias a diversas personas que se han preocupado por documentar esta pastorela, como son el Profesor Salvador Aguiar, Antonio Sequera Meza y Vicente T. Mendoza, se cuenta con la dramatización completa de la misma, la cual puede ser consultada en el libro El Coloquio de San Miguel de la autoría de José Antonio Sequera Meza, y editado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura en el año 2008. Podemos concluir con orgullo que San Miguel de Comondú es el pueblo pionero en la escenificación del teatro en la California del Sur.

De acuerdo a lo que he investigado, desde el año de 2016 no se ha vuelto a representar este Coloquio en el Poblado de San Miguel, debido a diversas causas como son la pandemia de Covid, pero también a la falta de personas que motiven e impulsen esta actividad en aquel poblado. Ojalá que las instituciones responsables de promover la cultura en nuestro estado impulsen acciones tendientes al rescate de esta representación.

Referencia

Sequera M., J. A. (2008). El Coloquio de San Miguel. Instituto Sudcaliforniano de Cultura.

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Apuntes de exploraciones españolas hacia la California

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Nuestra península de Baja California no surgió al conocimiento del mundo de la forma en la que actualmente lo hacen los lugares recién descubiertos. Actualmente, con la fotografía satelital, la facilidad para trasladarse a cualquier parte del mundo en unas cuantas horas e incluso, con los reportes que se comparten en redes sociales, youtube, entre otras, facilitan en gran medida la globalización de un hecho. Sin embargo en la antigüedad, el conocimiento de un suceso, o en este caso que trato, el descubrimiento de un nuevo lugar tardaba decenas o cientos de años en irse dando, era una construcción que muchas veces viajaba entre la fantasía y la realidad, tal como fue el caso de la California.

Para la mayoría de los que habitamos la península de Baja California, nos son comunes los nombres de Hernán Cortés, Sebastián Vizcaíno, Fortún Jiménez, y por lo general acudimos a su referencia cuando nos preguntan sobre la historia del descubrimiento de nuestra península, sin embargo es necesario precisar que durante los siglos XVI y XVII, el conocimiento de nuestra península realizaba un viaje pendular entre la fantasía y la realidad. Los primeros europeos que buscaron nuestras tierras venían cargados de ideas sobre las amazonas, la isla Califerne, la reina Calafia, las siete ciudades, etc., y a pesar de que desde el año de 1533-1534 ya se había conocido un poco de nuestra geografía, sus habitantes y algunas características de su flora y fauna, aún siguieron surgiendo leyendas y paradojas que contribuyeron a una idea distorsionada de los que habitaban el lugar y el medio en que sobrevivían.

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Una gran cantidad de misiones de exploración fueron enviadas hacia esta península buscando establecer datos reales y comprobables sobre su geografía así como los recursos humanos, materiales, etc. Que podían ser explotados. Algunos de estos viajes fueron productivos en cuanto a datos de la demarcación costera e informes sobre los primeros contactos con los grupos indígenas que poblaban esta tierra, sin embargo la mayoría de los viajes terminaron en un desastre económico y poco o nada contribuyeron a despejar las grandes incógnitas que se tenían. Fue hasta el establecimiento del primer enclave permanente en la California, el Real Presidio y Misión de Nuestra Señora de Loreto-Conchó en el año de 1697, que dio inicio el conocimiento pleno de esta península así como la eliminación de ideas fantasiosas que hasta ese tiempo existían.

A continuación mencionaré algunos de los viajes de exploración que se dieron durante los siglos XVI y XVII hacia la California, y una descripción breve de sus resultados.

Francisco de Ulloa (1539). Realizó la primera navegación que reconoció las costas orientales y occidentales de la media mitad sur de nuestra península. Afirmó que esta tierra era una península, y no isla, como se creía.

Hernando de Alarcón (1542). Solamente recorrió las costas de los actuales estados de Sinaloa y Sonora, llegando a la desembocadura del río Colorado.

Juan Rodríguez Cabrillo (1542). Realizó un recorrido semejante al de Francisco de Ulloa, sin embargo fue más hacia el norte. Murió en la actual bahía de San Francisco, pero sus hombres continuaron la exploración hasta los 43 grados.

Francisco Gali, Pedro de Unamuno y Sebastián Rodríguez Cermeño (1584,1587 y 1595). Partieron desde las islas Filipinas buscando un sitio en las costas de California donde establecer un poblado permanente que diera refresco a los exhaustos tripulantes del Galeón de Manila. No pudieron encontrar un sitio adecuado.

Tomás y Nicolás de Cardona y Juan de Iturbe (1615-1616). Su principal propósito al venir a la California fue la búsqueda de perlas. Sus viajes terminaron en fracasos.

Francisco de Ortega (1632-1636). Realizó 3 viajes de exploración sin embargo no logró establecer un sitio permanente para colonizar la California.

Luis Cestín de Cañas (1642). Realizó una breve y poco trascedente exploración a la California.

Pedro Portes y Cassanate y Alfonso Botello Serrano (1648). Exploraron las costas de la California llegando a las islas Tiburón y Ángel de la Guarda.

Bernardo Bernal de Piñadero (1662-1664). Llevó a cabo varios viajes de exploración pero con resultados casi nulos.

Francisco de Lucernilla (1668). Su expedición no dejó resultados de importancia.

Isidro de Atondo y Antillón (1683-1685). Logró establecerse por 4 meses en el puerto de La Paz, posteriormente se trasladó a un sitio que denominó el Real y Misión de San Bruno en donde permaneció por casi dos años. Al final tuvo que retirarse sin haber logrado su propósito colonizador.

Francisco de Itamarra (1694). A pesar de que realizó un viaje de exploración con recursos propios los resultados obtenidos fueron escasos.

Como resultados de estos viajes de exploración, de forma paulatina se fue construyendo la idea de lo que era la California para la mente, a veces alucinante, de los europeos. A pesar de que desde una etapa muy temprana se pudo comprobar que nuestra tierra era una península, con el paso de los años cobró gran fuerza la idea de que en realidad era una isla, e incluso muchos de los mapas que se hicieron durante el siglo XVII e incluso XVIII la dibujan como tal. Conforme se conocían datos sobre la pobreza de la tierra y la nula presencia del oro y piedras preciosas, tal como lo decía la leyenda de la isla Califerne, se aclaraba el panorama, sin embargo de forma recurrente volvían a salir a la luz estas leyendas e incluso, cuando los jesuitas fueron expulsados de la península, muchos soldados y colonos españoles se dieron a la tarea de buscar los tesoros ocultos en los templos Misionales.

Podemos concluir que la historia de nuestra California Mexicana es infinita en personajes, sucesos y fechas trascendentales, y es por ello que reviste una gran relevancia la tarea insoslayable de nuestro gobierno, y sus habitantes, por mantener viva la llama de la investigación y difusión de la misma. Es necesario que nuestras generaciones nóveles conozcan los sucesos del pasado en donde sus habitantes lucharon a brazo partido por hacer de esta tierra un sitio próspero donde hacer florecer su simiente, en donde se empecinaron en seguir siendo mexicanos a pesar de las circunstancias en donde lo más fácil, y redituable, era dejar de serlo. Esta herencia es lo que apuntalará la identidad de sus hijos e hijas para mantener la bandera de la independencia y la república en un futuro tan incierto.

Bibliografía

Altable, F. (2003). La California en los caminos de la expansión española, en Edith González Cruz (coord.). Historia general de Baja California Sur. Los
procesos políticos, La Paz, Plaza y Valdés Editores. Universidad Autónoma de Baja California Sur, 41-70p.

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La construcción de la California Misionera: fantasía y realidad

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando la Compañía de Jesús, logró que se le concediera su ingreso a la California a través de la licencia expedida por el virrey José Sarmiento Valladares en el año de 1697, iniciaron con el reclutamiento de misioneros que quisiera venir a dar su vida en esta península a cambio de evangelizar a sus pobladores. Muchos de los que llegaron durante sus 70 años de estancia tenían diferentes visiones sobre esta tierra y su potencial, lo que nos hace pensar en que en algunas ocasiones construyeron una “geografía fantasiosa de la California”.

Juan María de Salvatierra, Píccolo y Ugarte, que fueron los primeros misioneros en arribar a la California, tuvieron los sabios consejos de Eusebio Francisco Kino, el cual por dos años había habitado esta península en la fracasada expedición del almirante Isidro Atondo y Antillón. Sus experiencias al recorrer cientos de leguas hacia diferentes puntos de la península les permitieron dibujar en su mente los paisajes que había descubierto, y al mismo tiempo, cuando llegaron a la California en 1697, y empezaron a  explorarla, a aceptar los escenarios que se les presentaban.

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Sin embargo, aún con lo anterior, muchos de los sacerdotes que llegaban a esta tierra, lo hacía “con un ánimo fresco, capaz de forjar espejismos en las mentes de aquellos pioneros” (La economía misional de Francisco Altable). Y es que la fe y la razón en muy pocas veces se ponen de acuerdo en la mente de los hombres. Todos estos sacerdotes habían sido forjados en colegios en donde se les hacía creer con todas sus fuerzas que el suplicio y el martirio por lograr prosperar la misión a la que se les enviara, era lo máximo a lo debían dirigir sus anhelos. Durante años escuchaban testimonios de misioneros que eran asesinados por grupos de indígenas, y que al regar con su sangre la tierra donde fueron enviados, era la antesala al ingreso a la gloria eterna. Su mente estaba entrenada para ver fértiles campos entre las espinas y cardones, y a saborear deliciosos platillos cuando apenas podían llevar a sus estómagos un pedazo de pan rancio y una sabandija cazada con miles de penurias.

Y es que sólo con tener personas con este tipo de entrenamiento, que fueran capaces de venir a pasar hambres, grandes sacrificios, soledades e incomprensión, sin recibir nada a cambio más que la promesa de una vida llena de felicidad después de su muerte, fue posible el que se conquistara la agreste California. Muchos de estos misioneros realizaron grandes recorridos por mar y tierra en toda la península con la esperanza de encontrar “el oculto edén” detrás de cada cerro, en la siguiente cueva o en la ensenada que se veía a lo lejos.

Un ejemplo claro de lo anterior lo leemos en la crónica que realizó el padre Ignacio María Nápoli en el año de 1721, cuando fue enviado para establecer la misión que posteriormente llevaría por nombre del Apóstol Santiago. El sacerdote mencionaba, que a su paso por las regiones australes de la California, había visto parajes en donde se podían sembrar cientos de almudes de maíz y trigo, y recoger cientos por uno de ellos que se sembrara, que los bosques y ríos que ahí se encontraban podían dar de comer a todos los habitantes no sólo de la península sino de la Nueva España. Es verdad que el padre realizó su viaje durante el mes de agosto, y en un año que particularmente había sido muy benéfico en precipitaciones pluviales, pero de ninguna manera se podía asemejar a los que el sacerdote Nápoli veía en su fantasiosa imaginación, y que registró en su informe.

De igual forma, el sacerdote Francisco María Piccolo, S. J., da cuenta en un informe titulado Informe Del Estado de la Nueva Cristiandad de California, el cual fue elaborado en 1702 y llevado a la ciudad de Guadalajara, en donde menciona los inmensos placeres perleros y la gran cantidad de recursos con los que se contaba en la California, por lo que solicitaba el apoyo de sus superiores de la Orden para continuar con su benéfica conquista espiritual. Lo cierto es que cuando Píccolo realiza este viaje, Salvatierra y Ugarte —que eran sus hermanos de orden que quedaron en la California—, estaban a punto de morir de hambre por no tener ya nada de provisiones para alimentarse, y se veían en la necesidad de acudir al monte, al igual que los soldados que los acompañaban, a recoger plantas y sabandijas como lo hacían los californios, para subsistir. Sin embargo en la correspondencia e informes que enviaban fuera de California, insistían en la presencia de grandes posibilidades para obtener alimento y hacer florecer el desierto.

“La fe religiosa” que demostraron la mayor parte de los misioneros, sobre todo la primer generación que llegó, encabezada por Salvatierra, Píccolo y Ugarte, fue pieza fundamental para el establecimiento y puesta en marcha del proyecto misional en estas tierras. Su “sincera religiosidad”, como quiera que este concepto se pueda interpretar por el Lector, permitió que decenas de acaudalados mecenas de la Ciudad de México y otros sitios de la Nueva España, accedieran a desembolsar grandes cantidades para seguir manteniendo y expandiendo las misiones en la California. Los sacerdotes jamás vieron su estancia en esta tierra como lo hacía un soldado o un explorador, los cuales acuden a estos lugares movidos por la codicia o por el precio de su paga, y que tras encontrar los primeros obstáculos o simplemente al acabarse el alimento y las remesas de dinero, de inmediato piensan en regresar y abandonar la misión. Fue por ello que después de la llegada de Hernán Cortés a la California, en 1535, se sucedieron varias decenas de exploraciones, las cuales acabaron en rotundos fracasos. Lo anterior se debió por el argumento que acabo de mencionar. Incluso, España llegó a tomar la decisión de considerar la península como “tierra inconquistable” y por lo mismo suspendió cualquier expedición hasta este destino durante muchos años.

Finalmente es importante mencionar que, si bien es cierto que los sacerdotes eran capaces de percibir la esterilidad del suelo peninsular cuando no había lluvias frecuentes, así como la resistencia permanente de los californios para seguir sus instrucciones y cambiar su forma de vida, se cuidaron muy bien de que estas situaciones no se vieran reflejados en sus informes. Todo lo contrario, pintaban un panorama prometedor, y a unos pobladores en un estado casi “edénico” y siempre dispuestos a cooperar con ellos, o por lo menos así lo escribían en sus informes en la primera veintena de años tras su llegada. No podían perder la confianza de las autoridades virreinales así como de los mecenas que les proporcionaban los recursos económicos para sostener sus misiones, por lo que debían de sostener sus visiones fantasiosas a como diera lugar. Un ejemplo delo anterior se percibe en una carta escrita por el sacerdote Juan María de Salvatierra en donde menciona que el pasto que se daba en Loreto “era de tal bondad que el poco ganado que tenía había engordado y que la tierra circundante se reconocía como buena para las actividades pecuarias”.

Hombres de fe y de decisiones, los misioneros jesuitas fueron la piedra fundamental que estableció las bases firmes de la colonización de la península de California. Bien haríamos los actuales habitantes en reconocer su benéfica y trascendental obra a través de monumentos, nombres de calles, títulos de bibliotecas y demás espacios para la cultura, las artes y la ciencia con nombres de todos estos misioneros que forjaron nuestro presente.

Bibliografía:

Historia General de Baja California Sur. I. La economía regional. Dení Trejo Barajas (Coordinación general). Edith González Cruz (Editora del volumen).

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