Mauricio Castro Cota, un héroe entre las sombras y el olvido

FOTOS: Cortesía.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Baja California Sur, en la actualidad, es una tierra que goza de una tranquilidad y progreso envidiable. Sus habitantes disfrutamos de oportunidades de desarrollo, tanto en el campo laboral como en el de los estudios, que difícilmente se tienen en otras partes de la geografía mexicana. Sin embargo, esto no siempre fue así, el gozar de estos frutos fue producto del esfuerzo y tesón de sus habitantes, así como el arrostrar peligros y pagar su cuota de sangre cuando las circunstancias así lo requirieron.

Uno de los sucesos más lamentables que ocurrió en el devenir histórico de nuestra península sucedió durante la injusta guerra de invasión que llevó a cabo el ejército de los Estados Unidos de América sobre nuestra nación, la cual, apenas 26 años antes había alcanzado su independencia del Imperio Español y aún cargaba con las pesadas cadenas de las luchas intestinas y una economía incipiente y malograda por los efectos de casi una decena de años en batallas.

También te podría interesar: La balandra El Triunfo de la Santa Cruz, una obra de ingeniería californiana

Lo anterior, lo supieron capitalizar los yankees al promover una lucha injusta y desigual que desembocó en la pérdida de más de la mitad del territorio que nos fue heredado tras la lucha independentista. Fueron tiempos aciagos y muy difíciles, sin embargo, es en esos momentos en que salen a relucir los temperamentos heroicos de los grandes patriotas, tal fue el caso de Mauricio Castro Cota, el cual no dudó un solo instante en organizar la resistencia de los sudcalifornianos que no deseaban verse bajo el yugo opresor de una fuerza extranjera.

Castro Cota nació en el pueblo de San José del Cabo el 22 de septiembre de 1806. Poco se sabe sobre su infancia y juventud, sin embargo, es muy probable que la haya vivido en la apacible tranquilidad de su pueblo natal, correteando entre las grandes huertas de mangos y naranjas, y, ya en sus años de juventud, ayudando a su familia en las labores del campo, las cuales combinó con sus estudios.

De acuerdo a documentos que se encuentran en el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” del Gobierno del Estado de Baja California Sur, en el año de 1847, Mauricio Castro se encontraba desempeñando el cargo de Primer Vocal de la Diputación Territorial de Baja California. Lo anterior nos hace suponer que era un ciudadano que se había destacado por su positivo desempeño cívico e inteligencia, y era reconocido por los ciudadanos prominentes de este territorio al elegirlo como su representante, dentro de una de las mayores investiduras con las que se había dotado a nuestras tierras de California.

Debido a los funestos sucesos ocurridos en Texas, el gobierno yankee declaró la guerra a nuestra joven nación el 14 de septiembre de 1846, pero fue hasta la primavera del año siguiente que iniciaron acciones de invasión hacia la Baja California. Por mar llegó una escuadra de barcos al mando del comodoro William Shubrick, la cual conducía un contingente de más de 300 soldados que tomaron posiciones en los poblados de La Paz, San José del Cabo,  Cabo San Lucas y Loreto.

En aquel entonces, el gobierno del Distrito Sur de la Baja California estaba en manos del jefe político Francisco Palacios Miranda, el cual, atemorizado por la fuerza destacamentada del ejército invasor, se apresuró a declarar al territorio bajo su mando como neutral, prohibiendo realizar cualquier acción de defensa del territorio. Es importante mencionar que esta decisión fue respaldada por varios grupos de comerciantes y aristócratas que vivían en La Paz y otras importantes cabeceras de los municipios del Distrito de Baja California, los cuales vieron la oportunidad de una probable anexión de estas tierras al país del Norte, y con ello ver incrementadas sus fortunas.

Sin embargo, el sentir de los rancheros, de los trabajadores de las fábricas, de las huertas, los marineros, los trabajadores de los trapiches, es decir, de la mayoría de los habitantes de esta California indómita, no era el mismo. Los californianos de pura estirpe se sentían lastimados en sus sentimientos de libertad y soberanía, y no dudaron ni un momento en unirse para ofrecerle resistencia a uno de los ejércitos más poderos del mundo. Fue en esos momentos que surge la necesidad de investir a un sudcaliforniano para que comande las fuerzas en rebeldía, y el candidato natural fue el señor Mauricio Castro Cota, el cual, sin dudarlo y sin temor a arrostrar la muerte o la cárcel, tomó la bandera de la libertad que en esos momentos le entregaban las fuerzas insurgentes de la media península.

Fue el 15 de febrero de 1847, en una reunión realizada en la clandestinidad, en el poblado de Santa Anita, cerca del pueblo que vio nacer a este héroe, que se le dio posesión del cargo ya mencionado. Al recibir este grande honor, Mauricio Castro pronunció esta frase que fue su divisa durante la lucha de resistencia que encabezó: “Estos pueblos han decido unirse a sus ruinas, antes de aceptar el yugo extranjero”.

De inmediato empezó a organizar a grupos rebeldes, integrados en su mayoría por venaderos de los ranchos del sur de la California, los cuales, a través de la guerra de guerrillas, causaron una gran cantidad de bajas al ejército invasor y, a lo menos, el incomodarlos frecuentemente ya que los mantenían en zozobra sin saber en qué momento o lugar recibirían una bala que les cegaría la vida. Mauricio Castro se mantuvo en comunicación con los comandantes de los ejércitos que sostenían la soberanía de nuestra nación, luchando en otros puntos de la geografía nacional. A través de esta correspondencia fue enterado que el Capitán Manuel Pineda Muñoz llegaría a nuestras tierras a conformar un ejército para seguir haciendo frente a los invasores.

Bajo el mando de Mauricio Castro, Manuel Pineda logró vencer al ejército yankee en el poblado de Mulegé, siendo la única victoria lograda por el ejército mexicano en el noroeste del país. Posteriormente, se reunieron ambos en el poblado de San Antonio donde continuaron integrando un contingente, el cual alcanzó la cantidad de 500 combatientes, mismos con los que organizó el ataque a la fuerza invasora en el poblado de La Paz los días 16 y 17 de noviembre de 1847; posteriormente, se trasladaron a San José del Cabo para tratar de capturar este importante bastión.

Los combates fueron cruentos durante los días del 18 al 20 de noviembre. Lamentablemente, este último día es herido mortalmente el Capitan José Antonio Mijares, el cual fallece al día siguiente.  A partir de esa fecha se refuerza el cerco que establece el ejército yankee sobre los rebeldes, hasta que a finales de ese año caen presos Mauricio Castro y Manuel Pineda, con lo que cesa la lucha de resistencia.

A pesar de que en el mes de febrero de 1848 se firma el acuerdo de rendición del ejército mexicano con los estadounidenses, éstos últimos permanecen durante varios meses en los puertos de Baja California, tal vez esperando que en un golpe de suerte el gobierno mexicano ceda estos territorios y ellos puedan tomarlos como botín de esta cobarde y desigual invasión que llevaron a cabo. Afortunadamente, para mediados de ese año, el ejército yankee abandona nuestras tierras, llevándose consigo más de 300 familias de sudcalifornianos traidores que los apoyaron durante todo el tiempo que invadieron nuestras tierras y que, ante el temor de ser enjuiciados una vez que no tuvieran la protección de los invasores, prefirieron salir huyendo bajo la bandera de las barras y las estrellas.

Una vez en libertad, Mauricio Castro Cota regresa a sus ocupaciones cotidianas y a hacerse cargo de su rancho San Vicente, cercano a San José del Cabo. 17 años después, en 1865, cuando se encontraba desempeñando el cargo de diputado de la Asamblea Legislativa, cuya función era la de coadyuvar en la correcta administración del la península bajacaliforniana, de la cual Félix Gibert era su jefe político, se tuvo conocimiento que el ejército invasor francés se encontraba ya en el estado de Sinaloa y que era inminente que en cualquier momento se decidiera a cruzar el Golfo de California, e iniciar la invasión de esta península. Ante esta alarmante noticia, el sr. Gibert citó de forma urgente y extraordinaria a los integrantes de la Asamblea, con el propósito de analizar las posibilidades de éxito que tendría el organizar una defensa del territorio. Varios diputados exigieron al jefe político que iniciara, con los recursos que se tuvieran, las acciones de defensa y que destituyera al jefe de Hacienda por considerarlo que hacía un manejo inadecuado de los recursos. Mauricio Castro y otros diputados se opusieron a tal decisión, aduciendo que no existían elementos para sostener la acusación y además que la asamblea no tenía estas atribuciones.

Mientras esto ocurría, Félix Gibert negociaba con el representante que había designado el gobierno usurpador de Maximiliano de Habsburgo para nuestro territorio, el sr. Rafael Espinoza, y le solicitó que le enviara toda la documentación necesaria para la adhesión de nuestro territorio al Imperio, para que la Asamblea Legislativa, los Ayuntamientos y el Tribunal Superior de Justicia las analizaran y, en su caso, decidieran el rumbo a tomar. Al final, la mayoría de los consultados decidieron firmar los documentos de adhesión dejando firmemente asentado en un Acta que estaban convencidos de sus sentimientos, claramente a favor de la República, pero en aras de no provocar un derramamiento inútil de sangre californiana ante un ejército mejor armado, mejor entrenado y más numeroso, se veían ante la grave decisión de reconocer la autoridad del imperio francés.

Es necesario hacer constar que hubo diputados como Manuel Navarro y Tirso Hidalgo que se declararon en franco desacuerdo y rebeldía, y convocaron a los ciudadanos a levantarse en armas ante la probable invasión del ejército monárquico.

Fue en el mes de octubre de 1865 que Rafael Espinoza llegó a La Paz buscando, junto con su aliado Félix Gibert, el convencer a todos los representantes populares de la firma de estos Exhortos de Adhesión al Imperio, sin embargo, los diputados disidentes conformaron una contraofensiva armada, la cual hizo huir apresuradamente del territorio a ambos políticos entreguistas. Meses después, la Asamblea Legislativa elije a Antonio Pedrín como jefe político y de inmediato emite una valiente negativa a las fuerzas de Maximiliano para reconocerlo como gobierno legítimo de la nación. Pasaron meses de grandes zozobras, sin saber si ocurriría la tan anunciada invasión, hasta que, en  febrero de 1866, llega la tan anhelada noticia de que el ejército francés huía en franca retirada tras la reconquista de los territorios por el ejército de la República.

Considero que la actuación de Mauricio Castro Cota en esta situación tan comprometida y azarosa, buscaba el bien común de los bajacalifornianos y en ningún momento cruzó por su mente el deseo de apoyar a un gobierno extranjero por encima de la República Legítima que representaba el presidente Juárez.

Eran momentos difíciles, en donde había una ausencia casi total de armas, municiones y personal que pudiera hacer frente a una probable invasión de un ejército bien pertrechado y adiestrado en las artes de la guerra. Hay decisiones que se deben de tomar sin pensar en la incomprensión de las generaciones venideras o en el inexorable fallo de la historia.

Con la tranquilidad de haber servido a su patria y a su tierra natal y contando con el afecto y reconocimiento de todos sus conciudadanos, fallece el 11 de junio de 1879 a la edad de 76 años.

Los grandes hombres como Mauricio Castro Cota, son como las carretas que van cargadas, no hacen ruido. Las ruidosas son aquellas que van vacías y que para hacerse oír hacen alharaca y escándalo, sin darse cuenta que eso los delata y los afrenta. Sirva este espacio para hacer un llamado al pueblo y al gobierno y que se rescate de las sombras y del olvido a este gran prohombre sudcaliforniano.

Hago eco del grupo Raíces de Los Cabos, los cuales el 19 de abril del presente año solicitaron al representante del Gobierno del Estado de B.C.S. en el Municipio de Los Cabos, el reinhumar los restos de este gran patriota en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres.

Mauricio Castro, con su vida, sus obras y su ejemplo, ha pagado su derecho para poder reposar entre estos grandes hombres y mujeres de la California del Sur.

 

Bibliografía:

Historia de la Baja California – Pablo Leocadio Martínez Márquez

Guía Familiar de Baja California 1700-1900 – Pablo Leocadio Martínez Márquez

 

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




William Walker, un yankee sin futuro en la imponente California

FOTO: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Baja California Sur siempre ha sido una tierra codiciada. En la época colonial, por considerar que existían ricas ciudades donde sus casas estaban construidas de oro y piedras preciosas, además de haber, en sus costas, grandes placeres perleros; posteriormente en el siglo XIX y XX, por ser un punto geoestratégico muy importante para el dominio del Océano Pacífico y los países cercanos. El deseo de conquista de nuestras tierras por parte del gobierno imperialista de los Estados Unidos de América, quedó demostrado con una especie de invasión que pretendió el filibustero William Walker, pero que fue frustrado principalmente por el valor californiano, sin el apoyo del Gobierno Federal, sino solamente con la fuerza y la sangre de los honorables hijos e hijas de este brazo de la Patria.

A mediados del siglo XIX, en Estados Unidos existía una efervescencia en cuanto a las doctrinas expansionistas que promovían diferentes grupos de poder dentro del gobierno. Entre ellas, la más sobresaliente era la doctrina del Destino Manifiesto. Tal ideología, expresaba que el país se expandiera sobre los territorios no conquistados de Norteamérica y, en general, sobre el hemisferio occidental. De acuerdo con este ideario, no bastaba la ocupación de territorios extranjeros como Texas o California, también era justificable conquistar países como Canadá, México, Cuba o los de Centroamérica. Cualquier medio era justificado para alcanzar este objetivo, desde la adquisición por compra, hasta la vía militar.

También te podría interesar: Los conflictos entre los Californios y los sacerdotes Dominicos

Esta doctrina no estaba exenta de racismo, pues consideraba que los habitantes estadounidenses eran superiores a los mestizos de los países vecinos ubicados al sur de la frontera, por lo que debían ser regenerados. Sin embargo, la idea del Destino Manifiesto no era interpretada de igual manera por todos, pues algunos intelectuales del norte del país opinaban que lo mejor era expandir los ideales de democracia y libertad; distinto a los ideólogos de los estados del sur, quienes defendían el objetivo de expandir su territorio junto a la institución de la esclavitud, pues los propios ciudadanos estadounidenses no serían suficientes.

Fue en este período que aparecieron los llamados filibusteros, entre los años 1840 a 1860. Estos sujetos, organizaron cuerpos militares privados, que provocaban guerras no autorizadas (o por lo menos, no autorizadas explícitamente o reconocidas por el gobierno de Estados Unidos, pero sí alentadas por su indolencia al castigar a los culpables de la misma), y emprendían campañas contra territorios normalmente en estado de paz con Estados Unidos. Este fue el tipo de filibustero en el que encaja perfectamente el perfil de William Walker.

William Walker, médico, abogado, periodista y político estadounidense, desde muy joven demostró mucha propensión hacia los estudios, logrando un desempeño sobresaliente. Debido a la posición acomodada que gozaba su familia, viajó a diferentes países de Europa en donde se afianzaron sus ideas políticas imperialistas y propensas al esclavismo.

Su inicio en la campaña filibustera, que lo trae a colación con la Baja California, fue cuando, el 16 de octubre de 1853, apenas 5 años después de finalizada la ignominiosa guerra de invasión de Estados Unidos de América contra México, y en donde nuestro a nuestro país le es arrebatada más de la mitad de su territorio, se embarcó en el puerto de San Francisco hacia México con un grupo de medio centenar de reclutas, la mayoría de ellos vagabundos y borrachos que habitaban los muelles californianos, con la intención de invadir en un principio el estado de Sonora, sin embargo, haciendo una evaluación más sistemática de sus posibilidades de triunfo, se dio cuenta que no fue bien recibido en aquellos lugares cuando, meses antes, hizo una pequeña incursión en el puerto de Guaymas, por lo que se decidió por invadir la Baja California, ya que era un territorio escasamente defendido por el gobierno mexicano, y en donde algunos sectores sociales se manifestaban a favor de unirse a los Estados Unidos. Zarpó rápidamente a bordo del barco Caroline, con pertrechos militares, ignorando la ley de neutralidad de su país. También sumó a su aventura una goleta llamada Arrow.

Su primera operación fue realizada en la localidad de Cabo San Lucas, a donde llegó el 28 de octubre de 1853. Al darse cuenta que el jefe militar y la sede del Gobierno de este territorio estaba en el puerto de La Paz, decide trasladarse a este sitio, al cual llega en su barco Caroline el 3 de noviembre. Antes de llegar al puerto, decide utilizar una estratagema chapucera y totalmente en contra del honor y valor naval, iza en el pabellón más alto del barco una bandera mexicana, a efecto de engañar a las autoridades y que creyeran que era un barco de nuestro país. Al franqueársele la entrada, de inmediato ordenó a su tropa desembarcar y tomar prisionera al Jefe Político Rafael Espinoza.

Al finalizar esta acción, izó una bandera con dos franjas rojas y dos estrellas, emblemas de los estados de Baja California y Sonora, los cuales, en su calenturienta y afectada mente, ya los hacía parte de su supuesta República. En ese acto, proclamó que Baja California era libre, soberana e independiente. Después de una victoria sobre un pequeño contingente mexicano, la opinión a favor de la expedición creció en los Estados Unidos, y nuevos refuerzos partieron de aquel país en el bergantín Anita, con 230 aventureros. El primer acto de Gobierno que celebró Walker, fue una junta, en la cual sus hombres lo eligieron presidente de la nueva República; ahí mismo, el filibustero determinó quiénes conformarían su gabinete y realizó el decreto en donde “el código constitucional por el que se regiría su República sería el del estado de Luisiana, que aceptaba la esclavitud y abolió todos los derechos aduanales sobre la importación y exportación de mercancías”.

El día 5 de noviembre, avistaron en las cercanías del puerto de La Paz un barco y, ante el temor de que fuera una expedición militar mexicana de liberación del puerto capturado, se embarcaron de inmediato llevándose al barco Caroline al jefe político Rafael Espinoza, así como la totalidad de los archivos del Territorio. Sin embargo, pronto se percataron que el barco era civil y que llevaba entre sus pasajeros a Juan Clímaco Rebolledo, el cual sustituiría en su puesto al anterior jefe político del territorio. Capturó el barco y tomó a ambos políticos como prisioneros. En el transcurso del día, las fuerzas de Walker no pudieron hacerse a la mar debido a que no había viento favorable.

Mientras tanto, los ciudadanos del puerto se habían organizado en guerrilla y ofrecieron férreos combates para tratar de sacudirse la presencia de estos invasores filibusteros. Se mencionan los siguientes nombres entre algunos de los bravos defensores del puerto: Manuel Pineda, Jesús Urbano, Susano Rosas, Salvador Calderón y Félix Gibert.

Ante esta nueva e inesperada situación, y por el temor de que el Gobierno Nacional enviara a algún barco a liberar el puerto, el día siguiente, 6 de noviembre, William Walker parte en su barco con la intención de trasladar su ridículo gobierno al puerto de Cabo de San Lucas, sin embargo, es alertado de que en varios lugares del sur del territorio ya se habían armado contingentes y que estaban listos a luchar contra ellos. Es entonces que decide retirarse en franca huida hacia el puerto de Ensenada. Con el paso de los días y ante la falta de un Jefe Político que coordinara las acciones de defensa del territorio sur de la Baja California, es electo por representantes ciudadanos, en el poblado de San Antonio, el ganadero Antonio Navarro. Posteriormente, Rebolledo y Espinoza logran fugarse del cautiverio y regresan a esta ciudad de La Paz. Es hasta el mes de marzo de 1854, que el Gobierno Federal envía un barco con 600 soldados y un nuevo jefe político para dar salvataje a los pobladores de estas tierras. El nuevo jefe político que llegó a estas tierras fue José María Blancarte.

Es en este momento en que se pone punto final a la operación filibustera de William Walker en tierra sudcaliforniana, sin embargo, para no dejar en la expectativa a los lectores les haré referencia el final que tuvo esta aventura punitiva. Al llegar al puerto de Ensenada de Todos los Santos (que era el nombre con el que se conocía a este sitio del Norte de la Baja California, del cual sólo sobrevivió hasta nuestros días la primera palabra), las tropas de Walker se dedicaron al bandidaje y saqueo.

Los lugareños, hartos de tantas vejaciones, se organizan bajo las órdenes de Antonio María Meléndrez, y arrojan a esta pandilla de malvivientes hacia el territorio de Sonora. Durante su huida por el desierto, sufren una gran cantidad de muertes a manos de los indios Yakis y, al final, Walker y los pocos sobrevivientes hambrientos, desmoralizados y casi desnudos, deciden huir de manera vergonzosa hacia su país, en donde son sometidos a una farsa de juicio, siendo absueltos de cualquier delito o responsabilidad económica por haber realizado la invasión filibustera a el territorio Mexicano.

Como nos hemos podido dar cuenta, no sólo los piratas son aquellos tipos temerarios y violentos que cometen robos y saqueos, por el simple hecho de sostener un estilo de vida libre de ataduras y escapando de la moralidad y los convencionalismos sociales. En el caso de este filibustero, William Walker, demostró que también pueden ser personas de orígenes aristocráticos y con ambiciones políticas y de estadista. Lamentablemente, en casi todos estos casos, terminan frente a un paredón de fusilamiento (como fue el caso de Walker, en la ciudad de Trujillo, Nicaragua, un 12 de septiembre de de 1860), cubiertos por el olvido.

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Se confirman cambios en el deporte nacional para el 2020

FOTO: Insude

La Paz, Baja California Sur (BCS). Contando con la presencia de funcionarios de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), así como los directores de institutos del deporte de la Región I que comprende los estados de Baja California, Sonora, Sinaloa y Baja California Sur, se presentó el nuevo modelo de competencias para el 2020, donde destaca la configuración de los Juegos Nacionales que sustituye a la Olimpiada Nacional, informó el Instituto Sudcaliforniano del Deporte (Insude).

El director general del Insude, José Ávila Geraldo, estuvo presente en la reunión que se realizó en la ciudad de Tijuana, Baja California, donde se dieron a conocer de manera general los ajustes que se aplicarán a partir del próximo año al programa deportivo, mismos que tendrán que ser validados en la reunión del Sistema Nacional del Deporte (SINADE) que se efectuará en septiembre.

Entre los puntos destacan la nueva estructura de regiones, que para este caso, la Región I ahora será la zona norte y quedará integrada además de los 4 estados ya conocidos, por Chihuahua, Durango y el Instituto de Mexicanos en el Exterior, definiéndose además los sistemas de clasificación, normatividad, convocatorias y demás.

Se confirmó la reducción de disciplinas para los Juegos Deportivos CONADE, 5 de ellos serán con clasificación de las 16 mejores marcas nacionales a partir de la etapa estatal, y son atletismo, canotaje, racquetbol, remo y triatlón; 12 más a través de nacional clasificatorio, tal es el caso de aguas abiertas, bádminton, ciclismo, clavados, esgrima, frontón, judo, kárate, natación, natación artística, pentatlón moderno y squash.

Por medio de regional, se otorgarán lugares en los deportes de básquetbol, básquetbol 3×3, béisbol, boxeo, fútbol, handball, luchas asociadas, softbol, taekwondo, tenis, tenis de mesa, tiro con arco, voleibol y voleibol de playa; otro grupo de deportes serán organizados por sus federaciones y sus resultados se contabilizarán en el medallero, aquí están gimnasia artística, gimnasia rítmica, gimnasia de trampolín, hockey sobre pasto, levantamiento de pesas, patines sobre ruedas, polo acuático, rugby, tiro deportivo y vela.

El próximo 27 de septiembre es la fecha de la reunión extraordinaria del SINADE, donde se tomarán los acuerdos definitivos para la implementación de los cambios anunciados por la CONADE, con el fin de que los Estados inicien con los procesos correspondientes de selección de los atletas para llegar a la etapa nacional.

 




Analizarán en Tijuana nuevo modelo deportivo de Conade

FOTO: Insude

La Paz, Baja California Sur (BCS). En reunión extraordinaria de la Región I, a celebrarse este jueves en Tijuana, Baja California, se analizará el nuevo modelo de Juegos Deportivos Nacionales que implementará la Conade a partir del 2020 y que sustituye a la Olimpiada Nacional, donde destacan una rezonificación, la reducción de deportes y el nuevo sistema clasificación, dijo el director general del Instituto Sudcaliforniano del Deporte (Insude), José Ávila Geraldo.

De acuerdo al comunicado del propio Insude, el funcionario explicó que de acuerdo al proyecto que será analizado en esta reunión, Chihuahua, Durango y el Instituto de Mexicanos en el Exterior se integrarán a la Región I de la que ya forman parte Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur, lo que significa que habrá mayor competencia y solo falta saber cuantos atletas o equipos podrán clasificar a la etapa nacional de esta zona.

La reunión será presidida por los subdirectores de cultura física de Conade, Oscar Raúl Juanz Rousell, de deporte, Adolfo Fierro Rodríguez y el director de eventos deportivos nacionales y selectivos, Miguel Navarro Ramírez, quienes se encargarán de presentar el proyecto diseñado por la dependencia federal como resultado de la reunión extraordinaria del SINADE.

José Ávila comentó que en la nueva estructura se consideraron 5 deportes que se clasificarán por marcas de manera directa al nacional, entre ellas atletismo, remo y canotaje; 12 en nacionales clasificatorios como ciclismo, clavados, karate, entre otras, y 14 en la fase regional entre las que se encuentran los deportes de conjunto, además de boxeo, luchas, taekwondo, tenis y tiro con arco.

También, aclaró, que otros 10 deportes que están fuera del programa de los Juegos Nacionales de Conade, serán convocados a través de campeonatos nacionales de federación entre los que están levantamiento de pesas, polo acuático y tiro deportivo, pero si contarán en el medallero.




Viajan softbolistas sudcalifornianas a concentración con preselección nacional

FOTO: Insude.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Andrea Sarahí Rodarte Ramírez y Jéssica Núñez Romero se trasladaron este lunes a la ciudad de Ensenada, Baja California, para tener una primera concentración con la selección nacional, preparando la participación en el Campeonato Panamericano Juvenil Sub-18 a celebrarse en Guatemala en el mes de noviembre, informó el Instituto Sudcaliforniano del Deporte (Insude).

Serán dos días de entrenamientos en los que ambas jugadoras serán evaluadas por el cuerpo técnico del equipo, tanto en el aspecto físico como en lo técnico, el objetivo es lograr la calificación al mundial de la categoría del próximo año.

Ambas jugadoras fueron consideradas luego de haber participado en la etapa regional de la Olimpiada Nacional que se realizó en el mes de marzo, teniendo un buen desempeño en el terreno de juego con la selección de Baja California Sur, estando ahora en posibilidad de vestir por primera vez el uniforme de México.

Andrea Ramírez y Jéssica Núñez se convierten en las primeras jugadoras del estado en ser llamadas a la selección nacional, lo que alienta al resto de sus compañeras a seguir trabajando fuertemente para en el futuro también recibir la oportunidad de participar en torneos internacionales.