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Redes tróficas en la Bahía de La Paz

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

La Paz, Baja California Sur (BCS). Las redes tróficas se representan comúnmente con tres niveles tróficos. Sin embargo, en la naturaleza, las redes tróficas son intrincadas y complejas. Las interacciones directas e indirectas entre las diferentes especies se representan como una red imbricada, por jerarquías entre las especies dentro de los mismos niveles tróficos y por especies omnívoras que se extienden simultáneamente a través de varios niveles (Polis y Strong 1996).

Los depredadores topes se definen como una especie que ocupa el nivel trófico más alto dentro de una comunidad. De manera frecuente son cazadores especializados con cuerpos grandes. Los mesodepredadores ocupan niveles tróficos justo debajo de los depredadores tope. Sin embargo, las definiciones de depredadores tope y mesodepredadores son relativas y medidas a un contexto de dependencia ecológica (Ritchie y Johnson 2009). Por ejemplo, en algunos ecosistemas, los coyotes Canis latrans se consideran depredares tope (Crooks y Soulé 1999), pero en otros son mesodepredadores y esta posición depende si en su ecosistema hay lobos Canis lupus o no (Berger & Conner 2008).

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El fundador del concepto de cadenas tróficas (del griego τροπηοσ, nutrir) fue Charles Elton (1927) quien pensó en que los modelos de las interacciones tróficas, a los que llamó cadenas alimenticias o ciclos tróficos. Según él, estos modelos ofrecen el mejor contexto para entender cómo funcionan los ecosistemas. Posteriormente se amplió la perspectiva de las cadenas tróficas al servir como modelo de flujo de nutrientes y por lo tanto desde un prisma energético (Lindeman, 1942).

Una red trófica es un modelo, una representación abstracta de las relaciones alimentarias entre las especies de un ecosistema. La posición de los organismos de la red se le denomina nivel trófico. Esta posición se define por la manera en la cual cada especie obtiene su energía.

La base de la red son organismos autótrofos- que sintetizan su propio alimento-, fotosintéticos o quimiosintéticos; a los cuales se les denomina productores primarios. Estos, junto con el detritus constituyen el primer nivel trófico. En el mar algunos organismos de ese primer nivel son la cianofitas o bacterias fotosintéticas, algas, todas las especies constituyentes del fitoplancton, los pastos marinos y en los fondos de los mares las bacterias quimiosintéticas. El segundo nivel lo constituyen los consumidores primarios, como los organismos que constituyen el zooplancton, los cuales se alimentan de fitoplancton. Los consumidores terciarios a su vez se alimentan del zooplancton y así sucesivamente aumentan los niveles tróficos hasta llegar a los depredadores tope como las rocas, algunos tiburones, delfines y aves marinas. Complementa la red el grupo de los descomponedores, organismos carroñeros que se alimentan de los cadáveres y los descomponen como peces agnatos, bacterias, hongos, etc.

Existen varias fórmulas de calcular los niveles tróficos, todas ellas toman en cuenta variables como las presas que consumen, su tamaño, índices de diversidad, etc. Por ejemplo, el pasto marino tiene un nivel trófico de 1; la mayoría de los moluscos excluyendo los cefalópodos tienen un nivel trófico de ± 2.1, las tortugas marinas ± 2.4; los decápodos como camarones o langostas ± 2.5; la ballena azul Balaenoptera musculus 3.2 al igual que la sardina Sardina pilchardus y los cefalópodos como pulpos y calamares; la raya torpedo 4.2; las orcas Orcinus orca 4.5 al igual que el tiburón blanco Carcharodon carcharias (Pauly et al 1998; Cortés 1999; Stergiou y Karpouzi 2002).

Se han registrado grandes contrastes entre los ecosistemas marinos y otros ecosistemas. Las redes tróficas marinas tienen más conexiones por especies y las longitudes de sus eslabones entre niveles tróficos son más largos. Estas diferencias pueden deberse a que en el mar hay un número mayor de depredadores omnívoros y organismos generalistas que ocupan niveles altos (Cohen 1994; Link 2002); además poseen una alta riqueza en la interacción de los niveles superiores.

La gran conectividad entre organismos en las redes marinas hace que los ecosistemas marinos sean muy robustos, pero esto ocasiona que un efecto en la red se disperse de manera muy veloz a través de la red.

Las representaciones de las redes tróficas pueden ser muy sencillas, modelos casi meramente ilustrativos, hasta muy complejos, en donde cada conectividad entre los organismos puede ser representada (Figuras 1 y 2).

 

 

Figura 1 – Modelo simplificado de red trófica marina (tomado de Educaixa.com)

Figura 2 – Modelo de red trófica y sus complejas conectividades (tomado de Jordán 2009)

 

La bahía de La Paz, Baja California Sur se considera el ecosistema costero más grande de la zona occidental del golfo de California, con una superficie cercana a los 1200Km2 (Roberts, 1989). Es un ecosistema marino de gran debido a que alberga una gran biodiversidad. Esto hace que las redes tróficas sean muy complejas e imbricadas.

Por ejemplo, Hernández et al. (2019) registraron 287 especies de poliquetos. Tan solo respecto a la ictiofauna González-Acosta et tal. registraron 533 especies de las cuales 73.3% corresponden a condrictios (tiburones y rayas) y 56.7% a teleósteos (peces óseos). Tan solo en el golfo de California se han descrito más de 6 mil especies nominales de macrofauna. La costa suroccidental del golfo entre Isla Espíritu Santo y Cabo San Lucas, es la región con mayor riqueza en especies de cetáceos de las costas mexicanas. Se han registrado tres familias y siete especies de misticetos, y cuatro familias y 19 especies de odontocetos (Ramírez-Urbán et al. 2012).

Toda esta diversidad hace que las redes tróficas sean bastante complejas. No es tan fácil que el pez grande se come al chico, como reza el adagio, sino que muchas criaturas pueden devorarse entre sí dependiendo su talla, hábitat o estado de desarrollo en que se encuentren. En muchas especies se da un cambio ontogenético de su dieta, otros son caníbales como los calamares, hay depredadores especialistas y generalistas oportunistas y cuando la ocasión amerita, hasta carroñeros.

A continuación, se presenta una tabla con algunas de las especies de la bahía de La Paz ordenadas según el nivel trófico, donde el máximo nivel corresponde a las orcas y el tiburón blanco, megadepredadores que, cuando adultos, se alimentan principalmente de mamíferos. Luego siguen diversas especies de tiburones y cetáceos, principalmente ictiófagos y que degustan grandes bancos de calamares. La base de toda red es el fitoplancton y organismos fotosintéticos.

 

Sólo el 10 % de la energía de un organismo se transfiere al que lo devoró. Un consumidor con un nivel trófico alto vive gracias a miles de consumidores primarios y millones de productores lo que forma una pirámide energética. Así, la energía de un bocadillo de 100 g de atún que usted se come equivale a 1 kg de atún que a su vez equivale a 10 kg de peces ingeridos por los atunes; a su vez 100 kg de peces pequeños o sea 1 ton de zooplancton y 10 ton de fitoplancton.

Un lobo marino devorando a un tiburón azul (Tomado del Smithsonian)

El mar no sólo un paisaje tranquilo o tempestuoso, también es un campo de batalla, un coliseo donde millones de seres se devoran unos a otros sin piedad y en concierto. Así, la voluntad de sobrevivir es el único objetivo de la materia ordenada que lucha contra la entropía inmisericordemente.

Referencias

González-Acosta, A. F., Balart, E. F., Ruiz-Campos, G., Espinosa-Pérez, H., Cruz-Escalona, V. H., & Hernández-López, A. (2018). Diversidad y conservación de los peces de la bahía de La Paz, Baja California Sur, México. Revista mexicana de biodiversidad, 89(3), 705-740.

Hernández, M. A. T., Salizar, P., & de León González, J. A. (2019). Lista faunística comentada de gusanos poliquetos en la bahía de La Paz, Baja California Sur, México (Annelida: Polychaeta) y nuevos registros. Revista Mexicana de Biodiversidad, 90(4), 1-25.

Jaime-Rivera, M., Labrada, V., & Hernández, P. (2018). Bioacumulación y trasferencia de metales y contaminantes emergente a través de las cadenas tróficas marinas.

Pauly, D., Christensen, V., Dalsgaard, J., Froese, R. and Torres, F. Jr. (1998) Fishing down marine food webs. Science 279, 860–863.

Pauly, D., Trites, A. W., Capuli, E., & Christensen, V. (1998). Diet composition and trophic levels of marine mammals. ICES journal of Marine Science, 55(3), 467-481.

Polis GA Strong DR . 1996. Food web complexity and community dynamics. American Naturalist 147: 813–846.

Ramírez, J. U., Hinojosa, G. C., & Gómez-Gallardo, A. Los cetáceos de la costa suroccidental del Golfo de California.

Ritchie, E. G., & Johnson, C. N. (2009). Predator interactions, mesopredator release and biodiversity conservation. Ecology Letters, 12(9), 982–998. doi:10.1111/j.1461-0248.2009.01347.x

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23 días de muerte. La expedición de Clemente Guillén al puerto de La Paz

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la actualidad, cuando se recorre la carretera transpeninsular que une los principales puntos de esta California del Sur, se llena de tedio y cansancio al contemplar cientos y cientos de kilómetros de desierto desde la comodidad de un automóvil o un camión de pasajeros. Sin embargo ubiquémonos 300 años atrás, 1720, en la época misional, en donde llegar a este punto de la geografía californiana, La Paz, era poco menos que retar a la muerte debido a que, después de la Misión de San Juan Malibat o Ligüí, no existía un punto tocado aún por un asentamiento permanente colonial.

Es aquí donde surge la leyenda del sacerdote Clemente Guillén, quien hizo esta travesía por inhóspitos parajes y constantes amenazas de muerte a manos de los Guaycuras.

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Hacía 3 años que había muerto el Apóstol de las Californias, el sacerdote jesuita Juan María de Salvatierra (un año antes de que esto ocurriera, en 1716, Salvatierra había intentado de forma infructuosa el llegar al puerto nombrado por Vizcaíno como La Paz. Lo difícil del terreno, pero sobre todo el carácter huraño y agresivo de los Guaycuras, hizo imposible su llegada y tuvo que regresarse con grave riesgo de un levantamiento de estos californios en contra de él y la gente que lo acompañó en la expedición), el explorar el territorio austral de la California se había convertido, de nuevo, en una petición importante de las autoridades españolas a través de las epístolas que enviaba el Virrey Don Baltasar de Zuñiga y Guzmán, duque de Arión, marqués de Valero. El motivo de ello era el encontrar y colonizar un punto en estas latitudes que sirviera para dar refresco a los pasajeros y tripulantes del Galeón de Manila, los cuales llegaban a este punto sumamente cansados y enfermos.

Fue entonces que se decidió que los sacerdotes Jaime Bravo y Juan de Ugarte realizaran una incursión por mar, utilizando para ello la Balandra “El Triunfo de la Santa Cruz”, el primer navío construido totalmente en la California, hasta llegar al puerto de La Paz. Sin embargo, esto no era suficiente, se necesitaba que otro sacerdote realizara el viaje por tierra para encontrar una ruta por la cual pudieran llevarse el bastimento y la gente necesaria para dar apoyo a la futura Misión que se estableciera. En ese tiempo los barcos eran sumamente frágiles, además de que quedaban a merced del clima, por lo que depender únicamente del apoyo por mar era sumamente arriesgado y nada prudente. El sacerdote ideal para realizar esta labor era Clemente Guillén. La razón de ello era que Guillén había realizado un recorrido desde Loreto hasta alcanzar Bahía Magdalena en el año de 1719, lo cual fue un hecho sumamente importante porque conoció por lo menos el cincuenta por ciento del camino para llegar a la ensenada de La Paz además de que dejó hechas amistades con algunas rancherías que habitaban en esos sitios, lo cual le resultó muy ventajoso.

Clemente Guillén nació en la ciudad de Zacatecas en el año de 1677. A los 29 años fue ordenado sacerdote en la ciudad de Oaxaca y, hasta el año de 1713 fue profesor en el colegio jesuítico de ese lugar. En el año de 1714 llega a la California y fue destinado a la Misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí. Realizó diversas expediciones de exploración de la California entre las que destaca la de Loreto a Bahía Magdalena, San Juan Bautista Malibat a La Paz y La Paz a Cabo de San Lucas. En el año de 1721 funda la Misión de Nuestra Señora de los Dolores y se traslada a esta una vez que se tuvo que cerrar la de San Juan Bautista Malibat o Ligüí por falta de naturales. En el año de 1732 fue nombrado visitador de las Misiones de California. En el año de 1746 se retira a Loreto ya viejo y cansado, en donde fallece en 1748 a los 71 años de edad.

El inicio de la expedición de Guillén fue el 11 de noviembre de 1720, diez días después de que partieran por mar los sacerdotes Ugarte y Bravo. Las grandes penurias y dificultades que tuvo durante su viaje se debieron a que escogió el camino más escarpado para llegar a La Paz, el cual es el que se encuentra en la parte occidental de la Sierra de La Giganta, adyacente al Golfo de California. Toda esta parte de la sierra es un terreno de gran dificultad y en la actualidad pocas personas se atreven a transitar por él, menos arriando un ato de mulas y en ellas una buena carga de bastimento para el trayecto. El sacerdote Guillén comenta que todo eran cuestas y mal camino, playas pedregosas y cerros sumamente empinados en donde era común que resbalara la carga y las mulas se desbarrancaran.

Durante las largas jornadas siempre encontraron agua, pero en la mayoría de los lugares era salobre y muy mala para tomar, tanto que incluso ni los mismos animales  la querían probar. Fue común durante estas jornadas que se avanzara unas leguas (una legua igual a 4828 metros) y se tuviera que retroceder todo ese trecho debido a que se topaba con barrancos o montañas encumbradas. En varias ocasiones el sacerdote Guillén reporta que los californios que llevaron de Loreto para que les sirvieran de guía huían a la menor oportunidad, espantados, por un lado, por las penurias de hambre, sed y cansancio, pero por otro por el miedo que les inspiraban los Guaycuras que constantemente los asediaban en el trayecto.

El día 28 de noviembre, cansado todos de tantos contratiempos, sin agua y con muy poco bastimento, hicieron una junta en donde decidirían el destino de la expedición. Después de múltiples deliberaciones decidieron proseguir hasta el punto donde ya les fuera imposible avanzar y que en ese momento regresarían a Loreto alimentándose de la carne de la caballada y de los mezcales que pudieran conseguir en el camino. Afortunadamente, a poco de andar unas 12 leguas encontraron una salida de esta sierra y dieron con terreno llano en donde a poco encontraron unas pozas de agua con las cuales satisfacer la sed que ya los venía extenuando. Fue entonces cuando los pocos Californios que los acompañaban decidieron abandonarlos aprovechando un descuido.

Es interesante leer cómo los soldados que acompañaban a Guillén eran diestros para realizar el famoso batequi. Hacer batequi es una frase que aún emplean algunos rancheros sudcalifornianos en la actualidad y se refiere a los pozos que hacen en los cauces de arroyo, en la búsqueda del agua superficial que ha quedado después de las lluvias. Muchos rancheros aseguran que en los cauces de arroyo donde abundan los árboles de mezquite, es casi seguro que hay agua a poca profundidad. Estos conocimientos fueron los que mantuvieron con vida a la expedición en más de una ocasión durante esta travesía.

Para el día 4 de diciembre llegaron a un sitio donde descubrieron un arroyo muy pequeño pero con agua suficiente para calmar su sed, además en sus orillas crecía bastante zacate el cual ayudó en mucho a sosegar el hambre que tenía la caballada. El día siguiente llegaron a una parte de la Sierra de la Giganta que cae al mar y pudieron seguir su camino hasta donde unos cantiles (acantilados) se los impidieron, sin embargo, era tanta su desesperación que decidieron sortear este obstáculo con la firme creencia que tras de él se encontraría el seno califórnico, esto es, la Bahía de La Paz.  El trasponer estos acantilados no fue tarea fácil y mucho menos empujando o jalando a las mulas las cuales estaban cansadas al igual que los exhaustos soldados.

Finalmente el día viernes 6 de diciembre de 1720 llegaron a la parte occidental de la Bahía de La Paz, probablemente donde hoy es el poblado de El Centenario y, desde allí divisaron la balandra que ya había llegado desde más de 33 días antes a este sitio (3 de noviembre). Hicieron señas y gran gritería para que los vieran sus compañeros y unas horas después pasaron en la balandra a todos los expedicionarios y una parte de la caballada, el resto la pasaron el día siguiente, para reunirse en el punto final.

El padre Clemente Guillén permaneció en La Paz hasta el día 10 de enero de 1721 en que emprende el regreso a su misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí, sin embargo lo realiza por un camino diferente. Durante los días que permaneció en La Paz despachó a un grupo de soldados los cuales buscaron un camino menos penoso que el que habían tomado para trasponer la sierra y encontraron uno por el lado de a Mar del Sur (este camino es el que siguió para su trazo la carretera Transpeninsular), el cual era menos dificultoso y por lo mismo garantizaba un retorno más rápido. Si bien es cierto que durante la marcha de regreso no enfrentaron los obstáculos de la orografía que se les habían presentando anteriormente, aquí los peligros estuvieron con los californios de la ranchería de Jesús Remeraquí, los cuales se mostraron hostiles con ellos en todo momento creando una atmósfera muy tensa en buena parte del camino, con riesgo inminente de sufrir un ataque.

En uno de los encuentros con estos Guaycuras escucharon que les gritaban algunas frases que los soldados y el padre Guillén no entendieron, pasadas unas horas los intérpretes que llevaban con ellos les dijeron que les decían insultos buscando que se enojaran y se fueran a las armas. Algunos de estos insultos eran “¿Por qué no tienen arcos esos advenedizos? quizás son mujeres”, “estos tienen miedo, si tienen miedo, ¿para qué vienen a nuestras tierras?”. Afortunadamente, gracias a los llamados a la calma y a ser pacientes por parte del Padre Guillén a los soldados, a que los Guaycuras no se decidieron a lanzarse sobre los expedicionarios y a que el martes 21 de enero llegaron a la ranchería de Santa Cruz Udaré en donde el cacique era amigo del padre Clemente, pudieron desanimar cualquier ataque hacia ellos. Incluso el cacique amigo les llamó fuertemente la atención a los Guaycuras belicosos reprochándoles la forma tan vil en que habían tratado a sus amigos. Finalmente el jueves 23 de enero el sacerdote Clemente Guillén llegó a su misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí y poco después, los soldados que le acompañaron al Real Presidio de Loreto.

Durante el trayecto del padre Guillén en su expedición logró bautizar algunos sitios de los cuales en algunos casos el nombre aún persiste y en otros fue sustituido. Algunos ejemplos son: San Juan Bautista Malibat (Ligüí), Catechiguajá (?), Pucá (Agua Verde), Santa Daría Acuré (Santa Marta), San Carlos Aripaquí (San Carlos), San Gregorio Asembabichi (Tembabichi), Santa Isabel Cahué (arroyo de Montalvá),  San Félix Acuí (arroyo Punta Blanca), A paté (Los Dolores), Nuestra Señora de los Dolores (Los Dolores),  Sierra del Tesoro (cuesta de los Burros), La Presentación de Devá (Kakiwi), San Martín Quaquihué (Kakiwi),  San Eugenio lchudairí (llano Mezquitito), Santa Cecilia Caembehué (arroyo San Francisco), Santa Felícitas (arroyo San Francisco), San Chrysogono Arecú (rancho El Potrero), Santa Catalina de los Miradores (arroyo La Soledad), Los Desposorios de Nuestra Señora (arroyo Santa Rita del Coyote),  San Andrés del Paredón (rancho El Caracol), San Saturnino del Pedernal (El Pilar), etc.

De lo acontecido en este viaje tenemos la suerte de que se haya consignado por el sacerdote Clemente en un diario el cual tituló: “Expedición por tierra desde la misión de San Juan Malibat a la bahía de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén”. El mencionado documento se conserva en la Biblioteca Nacional de México, archivo franciscano, caja 3, documento 49 .1 y se ha impreso en varias ocasiones tanto en español como en inglés.

El difundir las exploraciones de estos Misioneros, más allá de caracterizarlos en ese instinto maniqueo tan humano de lo bueno y lo malo, nos permite conocer más sobre la Antigua California y sus habitantes desde diversas perspectivas que van de lo antropológico, lo biótico, lo botánico, etnográfico, etc. Es grande la tarea de los historiadores aún ya que esta es la punta del iceberg de la gran historia de esta tierra.

 

Bibliografía:

Diario “Expedición por tierra desde la misión de San Juan Malibat a la bahía de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén”.

La Primera Entrada. Descubrimiento Del Interior De La Antigua California – Carlos Lazcano Sahagún.

“Tres Hombres Ilustres De Sudcalifornia, Jaime Bravo, Manuel Márquez de León y Agustín Arriola Martínez” – del Prof. Leonardo Reyes Silva

“La Paz, ciudad y puerto mexicano: Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos” del Prof. Gilberto Ibarra Rivera

Efemérides Sudcalifornianas – del Prof. Eligio Moisés Coronado

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La supuesta estancia de Francis Drake en la California

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La estancia de Francis Drake en la antigua California, como parte de su ruta hacia lo que hoy se denomina como la Bahía de San Francisco —a la cual bautizó como Nueva Albión, antiguo nombre de la Isla Inglaterra—, es algo muy cuestionado y discutido. Si bien es cierto que tuvo que pasar con su barco cerca de nuestra península, para llegar a este destino, no existe evidencia de que haya desembarcado en el lugar que hoy se conoce como Puerto de Pichilingue; simplemente, existen las narraciones en el imaginario popular, que son las que dan cuenta de este hecho, como muchas otras leyendas antiguas y contemporáneas.

Francis Drake Mylwaye nació en Tavistock, Inglaterra. Su padre fue un granjero y predicador protestante, el cual, conociendo la afición de su hijo por los barcos y los viajes por mar, decide emplearlo como marinero a la edad de 13 años. Debido a sus habilidades en las artes marinas y su gran inteligencia, rápidamente asciende en los puestos de responsabilidad hasta que queda encargado como capitán de su primer barco. Realiza un viaje hacia las costas de África, donde esclaviza a 200 de sus pobladores, y a los cuales vende en islas del atlántico americano. Posteriormente, realiza diferentes viajes con fines de piratería (corsario) en las costas de Nueva España, centro y sur de América. Fue en el año de 1578 que la reina Isabel I lo pone al mando de 6 barcos, con el propósito de que asalte y se apodere del todas las riquezas posibles, en las costas de América dominadas por la corona española. Durante su travesía, hasta llegar a los puertos de la Nueva España, pierde 5 de los barcos en diferentes hechos, y se queda sólo con la nave insignia la cual llevaba el nombre de Pelican y que en el trayecto rebautiza como Golden Hind (Cierva Dorada).

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Corría el año de 1579, en que el Corsario Drake se encontraba en un viaje rumbo al norte del continente americano, buscando una ruta llamada El paso del noroeste (que no es más, que un mítico e imaginario pasaje que, supuestamente, aseguraban, se encuentra atravesando el océano ártico, para desembocar en la parte nórdica del océano atlántico, lo cual lo llevaría por una ruta corta y directa hasta su país natal, Inglaterra).  Todo este viaje lo realizaba cargando un gran botín de piezas de oro, playa y joyería, las cuales había obtenido al atracar ciudades y barcos, en su ruta a través de las costas de Chile y Perú.

Según lo que consigna en su documento La Leyenda del Tesoro de Pichilingue de Paco Castillo, expresa lo siguiente: “Francis Drake, quien  en el año 1578 recorrió todo el litoral del Océano Pacifico, atacando y saqueando puertos, apoderándose de buques españoles, el botín así adquirido fue muy valioso, sobre todo por el oro y la plata que contenía. Uno de los barcos que asaltó fue la Nao “Santa Fe” a la altura de Cabo Corrientes, que llevaba en su interior un riquísimo cargamento de monedas de oro, perlas y joyas. Perseguido de cerca por dos embarcaciones españolas, se dirigió al norte de la Península de California, penetró en la Bahía de La Paz y fondeo frente a la isla de San Juan Nepomuceno, que enmarca la Bahía de Pichilingue; ahí, ante la amenaza de sus perseguidores, Drake decidió esconder el tesoro; amparado por las sombras de la noche y acompañado de tres hombres de su entera confianza, bajó a tierra, y en uno de los declives de la isla, sepultó los cofres del tesoro, no sin antes tomar las debidas referencias geográficas para su posterior recuperación. En ese lugar pasó cinco días en espera de que pasara el peligro, al cabo de los cuales el barco desplegó sus velas y enfiló al sur, con el fin de pasar por el Estrecho de Magallanes y retornar a su patria, llevando en sus bodegas parte de las riquezas obtenidas en sus correrías por los mares y costas del continente americano”.

El relato antes mencionado tiene imprecisiones en cuanto a fechas, ya que el año en que debió pasar Drake por las costas de la antigua California, fue el de 1579 (aproximadamente en los meses de mayo o junio). Finalmente, es importante recalcar que, una vez que Drake fundó el puerto de Nuevo Albión, regresó a Inglaterra, pero por una ruta que trazó a través del océano pacífico, el océano índico y de ahí bordeando África hasta llegar a Europa. No regresó al sur del continente Americano, o por lo menos, no en ese viaje.

De ahí en fuera, en la mayor parte de la bibliografía consultada, son muy cautos en mencionar si Drake visitó las aguas de la Bahía de La Paz, o si acaso desembarcó en las playas de este destino, simplemente hacen mención de que “En 1579 se supo de los merodeos en aguas californianas de Francis Drake, aunque este no logró asestar el golpe por entonces” (Historia general de Baja California Sur: Los procesos políticos Dení Trejo Barajas, Edith González Cruz). También en el libro Baja California Sur. Historia breve de Ignacio del Río Chávez y María Eugenia, sólo mencionan “El primer recorrido de salteo lo hizo en 1579 el pirata Francis Drake, quien pasó finalmente a California y de ahí enfiló sus proas en dirección al Asia”.

Pero hay otros escritores que mencionan “Sir Francis Drake mismo, navegaba las aguas de Cabo San Lucas en 1578” (Pericúes Piratas y Sacerdotes: La historia de Cabo San Lucas Casimiro Gardea Orozco) y “1579 junio. Drake arriba a las costas de San José del Cabo, en su navío llamado “The Golden Hind” (Cierva Dorada) de 120 toneladas, 37 metros de eslora y bandera inglesa, la intención era abastecerse de agua, reparar su nave y seguir su ruta hacia el norte de California y, posteriormente, a Inglaterra. Drake saqueó los puertos del litoral del pacífico y los barcos españoles desde Chile hasta México.” (Apuntes cronológicos de Baja California Sur y Los Cabos. RecopilaciónFrancisco Holmos Montaño).

Más allá de quién pudiera demostrar tener documentos que avalen la supuesta estancia de Francis Drake en la mítica California, no cabe duda que, nuestra península fue una tierra fructífera para leyendas sobre estos Corsarios que dejaron huella en la historia.

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