1

Pa´, me dijeron que te escribiera una carta

FOTO: Cortesía

 

Especial Día del Padre

 

Carta ganadora del Tercer Lugar del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Ana Silva Yuen Fiol

 

Pa´, me dijeron que te escribiera una carta, pero no me sale. Aun así, lo intentaré con todas mis fuerzas, expresar en unas cuantas líneas todo el sentido que le ha dado a mi vida, el que Dios me haya elegido tu hija. Pero, a veces las líneas se quedan cortas, no me alcanzan los dedos, ni me alcanza el tiempo.

Si pudiera conocer ese poder superior que manifiesta el amor inefable que surge desde mis entrañas, por el simple hecho de ser tu hija, no me alcanzaría mi existencia para agradecerle.

Y es que puedo encontrar a través de cada día, una expresión de vida, y es ahí donde nace mi sentido de pertenencia al mundo que me trajiste, pa´.

Cuando mi edad avanza, me percato que el lugar donde me diste la vida fue elegido con un objetivo. Porque al visitar cada rincón incierto, te siento. Siento que pertenezco al sonido de cada ola del mar, como si estuviera aún en el vientre de mi ma´, siento que al escalar cerros y montañas puedo llegar a volar como las torcacitas que me gustaba corretear, y es ahí donde ahora encuentro mi libertad; y cuando el sol se funde en su más grande radiación, es donde el calor me hace sentir viva, y te recuerdo a ti, pa´, como un cálido día de verano en cualquier extensión de playa del mar Bermejo, donde íbamos y veníamos, recordando alguna vez, mi infancia llena de intrepidez.

Tu peculiaridad que te caracteriza, esa carga de energía que transmites con ímpetu y que vas derramando por tu paso en esta tierra, no te basta hacer tan poco dentro de lo complicado que la vida te va presentando, no te basta enfrentarlo, no te basta caerte y levantarte, si no compartes la lección aprendida con los seres que te rodeamos, es como si no vivieras la caída. Tus ásperas manos, con las que enfrentaste la escuela de la vida y te enseñó infinidad de trabajos, tu piel tostada y llena de cicatrices que me inspira aventurarme por el universo, ese eres tú, mi pa´, con un cúmulo de historias que contar, y una que otra vez, de exagerar, para presumirle a tus amigos lo bien que te ha tratado la vida. Tu voz firme y crítica, que en algún momento me impusieron y llenaron mis ojos de lágrimas, pero con una expresión siempre llena de afecto.

Hoy que soy una mujer adulta, me cuestiono todo y reflexiono, en este mundo tan maravilloso e injusto, tan incierto y versátil, ¿Cómo es que saliste adelante, con tan grandes retos? He de confesarte que alguna vez, fui tu propio juez. Te llegué a juzgar sin saber, ni comprender, pero reconocí que tuviste tu propia historia y hoy admiro las decisiones que tomaste, aun siendo tan joven, eternamente pusiste a tu familia en primer lugar. Y es que eso es un padre, una prueba de las acciones que conllevan muchos errores, pero que van acompañadas del amor más leal y puro que existe.

Pa´, me duele escuchar que, al nacer una niña, se espera más sufrimiento por su vida, que su felicidad. Y quizá, si me he enfrentado a un mundo desalentador por vestir de rosa y portar moños, tanto que, me llegué a sentir indefensa y abatida por la incertidumbre e injusticia de mi género, pero constantemente estuviste tu ahí, velando mis temores y alentando mis capacidades. Creo firmemente que la seguridad que me diste, al cubrir mi espalda y fomentar mi valor con firmeza, me impulsan a seguir de pie en la lucha por un sociedad más justa y libre.

Estamos en épocas de reconocer el camino recorrido, sanar heridas pasadas, y desaciertos cometidos, que nos han valido nuestra salud mental. Por lo tanto, reconozco que un padre hace todo lo que está en sus manos con las herramientas y recursos que tuvo a su alcance, dejando su vida de lado, y viviendo a través de su hijo, aceptando el reto de cambiar patrones pasados para no repetir historias, educar con el constante cambio que demanda la sociedad, admiro y aplaudo a cada uno de esos padres.

¿Quién soy yo? Tu hija, la vida que creaste con paciencia y ahínco, junto a lado de mi ma´ y hermanos, formaste ese árbol de raíces fuertes, con la firme convicción de que tu legado será el fruto de la afortunada educación que nos dedicaste, la cual se muestra con el significado de como tus hijos percibimos y enfrentamos la vida, con esa avidez de perseguir nuestros sueños.

Eres mi centro de carga y sótano de confesiones, donde mis miedos salen, pero me cobijas y proteges al instante. Me guías como un buen marinero a su tripulación, me señalas el cielo, recordándome que es el límite de mis talentos y habilidades, y si tenemos que luchar juntos, lo haces con seguridad y valentía.

Cada año te veré más cansado y viejo, más canoso y caprichoso, pero estoy muy segura que tu espíritu libre perdurará permanentemente, solo pido que me alcance la vida para regresarte ese amor incondicional que me brindaste, y si no nos alcanza el tiempo, no me preocupo, porque estoy muy segura que nos veremos en alguna parte del inmenso mar, ahí estarás tú, guiando las mareas y protegiendo la fauna marina, por fin veremos ese misterio que siempre quisiste ver en los océanos, y en algún momento nuestras almas se fundirán en un solo abrazo, con collares de perlas brillando, corales hermosos y una revolución de peces de colores revoloteando sin cesar.

Pa´, siempre si pude escribir la carta, me di cuenta de que no hay tiempo que perder, hay mucho que expresar acerca de mi sentir y amor hacia el ser que me obsequió la vida.

Hoy más que nunca, celebro y reafirmo, desde mi gratitud, por la vida simple, afortunada y grandiosa que hoy me ha tocado vivir, y todo es gracias a ti, pa´.