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Las adicciones y su relación con el dolor

Sexo + Psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hablar de adicciones es hablar de prohibiciones: lo que no se permite hacer, usar o sentir. La mayoría de nosotros tiene muy bien identificado aquellas sustancias peligrosas que no deben de ser consumidas como la marihuana, cocaína, heroína y pegamento, entre otras. Sin embargo, no solemos catalogar a otras sustancias y/o acciones —igual de adictivas o más— como drogas ya que son comúnmente utilizadas como el tabaco, el alcohol o el azúcar. ¿Qué pasaría si, en vez de volvernos adictos a la sustancia, nos volvemos adictos a escapar del dolor?

Las adicciones, como los trastornos mentales, tiene síntomas, curso y pronóstico claros. Pese a esto, es interesante notar cómo están considerablemente influidas por el contexto en el que se desarrollan. Las características políticas, económicas, lingüísticas, mediáticas e históricas de lo que en un sentido amplio podríamos entender como cultura, pueden ser determinantes del tratamiento y del curso del trastorno1. De esta manera, tienen un componente social y cultural que no podemos pasar por alto.

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Los adictos —a alguna sustancia, al juego o a una persona— pueden presentar conductas antisociales de dos tipos. En primer lugar, se encuentran las conductas relacionadas para obtener la propia droga. Legalmente, el tráfico de drogas está tipificado como delito contra la salud pública. El adicto debe recurrir a la compra y venta de drogas, una sustancia ilegal, para consumir y/o para financiar su consumo y, en algunos casos, se relaciona con mafias y cárteles establecidos. De esta forma, en el inconsciente colectivo, el consumidor, el drogadicto, es un traficante. Otro tipo de conducta antisocial son los delitos contra la propiedad: hurtos, robos con o sin violencia en cosas o personas encaminados a obtener dinero para comprar una sustancia de elevado precio. Así, el inconsciente colectivo forma la pareja droga-delincuencia2.

Por lo tanto, no es de extrañar que a los adictos se les tenga en tan baja estima y se les trate como un problema. El detalle es que, efectivamente es un problema, pero del ámbito social. Eckhart Tolle, escritor alemán, menciona que toda adicción surge de una negativa inconsciente a enfrentar el dolor y salir de él. Toda adicción comienza con dolor. No importa a qué sustancia sea usted adicto: alcohol, comida, drogas legales o ilegales o una persona. Usted está usando algo o alguien para ocultar su dolor.

A su vez, el doctor Gabor Maté, médico y escritor húngaro-canadiense, especialista en el estudio y tratamiento de las adicciones, menciona que la base de su teoría es que toda adicción está arraigada en el trauma, pero nosotros sólo vemos lo externo, la decadencia y no lo que llevó a esa persona a estar en ese estado. Para Maté, todos las poseemos en alguna medida y sostiene que surgen de nuestro propio núcleo emocional. Así, dice que, de una manera u otra, todos cabemos en el espectro del comportamiento compulsivo que podría ser definido como adicción, y como este término no sólo se aplica al consumo de sustancias ilegales como las drogas, sino que también a comportamientos compulsivos como el sexo, ir de compras, comer, ver televisión, ciertas lecturas, mantenerse distraídos, etcétera.3

En su libro El reino de los fantasmas hambrientosencuentros cercanos con la adicción, Maté propone que todas las adicciones, ya sea a sustancias o comportamientos compulsivos, nacen del dolor y nos dominan mediante la explotación del miedo innato que tenemos todos a reconocerlo y aceptarlo. Las adicciones se convierten entonces en una forma de matar el dolor o alejarse de él; sin embargo, por más que nos esforcemos por llenar ese vacío interior con algo externo, no lo lograremos, ya que no necesitamos cosas, sustancias o personas. Lo que necesitamos es sanar. Dice Maté: la pregunta no es por qué la adicción, sino ¿por qué el dolor?

Mientras no cambiemos nuestra visión sobre las adicciones, seguiremos conviviendo codo a codo con nuestros demonios internos materializados en una adicción, ya que una vez los efectos de lo que sea que nos distrae pasan, tendremos que volver a enfrentarnos con nuestros miedos y heridas o repetir e incrementar la dosis. He aquí la base fisiológica de la adicción, generar tolerancia a una experiencia o sustancia. En decir, me vuelvo adicto a equis cosa porque no quiero sentirme mal o quiero escapar de mi realidad, pero al no resolver lo que me hace sentir así solo estoy mareando el vacío interior y una vez que el efecto acabe, necesitaré una dosis más fuerte para conseguir el estado de olvido, incomprensión o lo que sea que sienta que me aleje de mi malestar.

Si tomamos en cuenta que el problema de la adicción es debido al dolor emocional y no al uso de la sustancia en sí, podremos ser capaces de ver a la persona que sufre de dolor y no sólo al adicto. Podremos ver un sistema social que nos aísla y condena al ostracismo por el ritmo de vida tan acelerado que llevamos. Al igual que seremos capaces de observar la falta de conexión entre las personas, la dificultad de armar redes de apoyo sólidas y sanas, así como la complejidad para hablar de nosotros mismos y nuestras emociones.

Y tú, ¿a que eres adicto? ¿al celular, al juego, a las mentiras, a una persona…? ¿Qué dolor se esconde detrás de esa adicción? Y una pregunta más, ¿por qué es más fácil mantener esa adicción que intentar sanarla? Muchas veces somos conscientes del daño que hacemos a los demás y a nosotros mismos, sin embargo, el saberlo sólo es el primer paso, y no es el más difícil. El cambio ocupa voluntad, pero también necesita ayuda, cobijo, comprensión, tolerancia y un espacio seguro. No caigamos en la trampa de ser jueces de los demás. Cada uno carga sus propios dolores y lo manifiesta de la única forma que sabe o que tuvo la oportunidad.

Bibliografía

1 y 2- Sánchez-Carbonella, X. (2004). Contexto cultural y consecuencias legales del consumo de drogas. Facultad de psicología. https://www.elsevier.es/es-revista-trastornos-adictivos-182-articulo-contexto-cultural-consecuencias-legales-del-13056396

3- Rodriguez, A. (2015). El reino de los fantasmas hambrientos, encuentros cercanos con la adicción. https://es.sott.net/article/41527-Exclusiva-SOTT-En-el-reino-de-los-fantasmas-hambrientos-encuentros-cercanos-con-la-adiccion

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UABCS busca ser ‘Espacio 100% Libre de Humo de Tabaco’; trabaja en certificación

FOTO: Internet / Interior: UABCS

La Paz, Baja California Sur (BCS). De acuerdo con el rector Gustavo Cruz Chávez, actualmente en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) se trabaja en el proceso de certificación para que sus instalaciones sean reconocidas como “Espacios 100% Libres de Humo de Tabaco”; lo cual podría ocurrir en el mes de mayo, informa en un comunicado la UABCS.

Esto lo dio a conocer el Rector durante una plática informativa a cargo de personal de la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios y del Centro Estatal de Salud Mental y Adicciones, en la que participaron jefas y jefes de grupo de los diferentes programas educativos.

Mencionó que apegada a su responsabilidad social y con objeto de que la institución sea un lugar más saludable, se pretende cumplir con la normativa que establecen la Secretaría de Salud y la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), para considerar un espacio como 100% libre de humo de tabaco.

Para ello se han llevado a cabo diferentes acciones, como destinar sitios exclusivos para las personas que tengan el hábito del cigarro, evitando de esta forma que lo hagan en áreas comunes donde pueden afectar a terceros; “esto se ha hecho a partir de la reglamentación y normas propuestas por la propia Secretaría de Salud”, enfatizó Cruz Chávez.

Asimismo, dijo que se han realizado campañas de sensibilización, con el apoyo de expertos en el tema, para que la comunidad universitaria conozca los riesgos que existen por consumir tabaco; ya sea como fumadores activos o pasivos, con lo cual se pretende aportar a la salud integral de los universitarios, evitando que desarrollen aquellas enfermedades que se derivan por fumar o, incluso, por tan sólo inhalar los químicos que contiene el humo.

Por ello se exhortó a los jefes de grupo a compartir la información en sus respectivos salones para que se respeten los espacios catalogados como “libres de humo de tabaco” en el Campus, con la intención de que toda la comunicad universitaria resulte beneficiada con dicha iniciativa, tanto alumnos como trabajadores; concluye así el comunicado de la UABCS.




Adicciones, el problema olvidado en las campañas

FOTO: Valente Rosas /El Universal.

Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Si el comercio ilícito de sustancias psicotóxicas es ya un problema de seguridad nacional, por la vinculación directa de estos mercados a la delincuencia organizada, el incremento constante del número de adictos constituye un grave problema de salud púbica.

Históricamente, la respuesta del órgano gubernamental a los problemas de las drogas y las adicciones ha sido tardía. A la fecha, existen en el mercado sustancias de abuso de fabricación sintética, que no se encuentran registradas en el catálogo de la Ley General de Salud, o que estando registradas, se permite su uso para fines médicos, se permite su venta, pero no se lleva un control adecuado de su comercialización.

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En el campo de la lucha contra las adicciones, la entidad gubernamental no ha pasado del discurso. Suman ya en la entidad millares de adictos, que no encuentran en el sector oficial un mecanismo terapéutico que les permita liberarse del infierno que padecen, atrapados en ese tobogán de círculos consecutivos de intoxicación, incremento en la tolerancia al efecto de la droga, síndrome de abstinencia, y dependencia psicofísica de la ingesta del producto nocivo, que deviene en un incremento en la dosis de consumo.

Cocaína. FOTO: Internet.

Ante la inactividad gubernamental, y la incapacidad de los farmacodependientes y de sus familiares para lidiar con la problemática de sus adicciones, desde la iniciativa privada han surgido los llamados centros de rehabilitación, que ante la falta de reglamentación, operan libremente, sin ningún tipo de control sanitario, administrativo o fiscal.

En muchos de estos centros, la violación a los derechos humanos de los adictos que son internados en la mayoría de los casos contra su voluntad, es una constante. Este problema ya es materia de estudio para la Suprema Corte, pues estamos en presencia de violación a los derechos humanos de un particular, cometida por otro particular. Todo el aparato proteccionista de los derechos fundamentales, está estructurado a partir de combatir abusos de órganos de autoridad, no de particulares. En tanto la Corte resuelve el dilema, día a día son violentados los derechos fundamentales de los enfermos, que son tratados como criminales.

La mayoría de estos centros, operan funcionalmente como centros de reclusión. Su estructura arquitectónica es una adaptación de rejas y más rejas. Operan empíricamente siguiendo el modelo Minnesota, bajo el presupuesto de los 12 pasos y terapias de grupo, pero sin el enfoque integral y multidisciplinario, supervisión médica ni sanitaria, sin un régimen alimentario, sin control fiscal, pues nadie sabe cuánto pagan los familiares de los internos, ni a dónde van a parar las ganancias. No es de extrañar que la mayoría de los internos padezcan desnutrición,  y que la misma se incremente en ocasiones a niveles crónicos, por la pésima alimentación que reciben.

Y el grado de reincidencia es altísimo. A nadie entusiasma la estadística informal que arrojan los centros de rehabilitación en Baja California Sur.

En contrapartida, existe un modelo, operado por particulares, que cobra cuotas de recuperación acordes a la capacidad económica del adicto en recuperación, que cuenta con instalaciones adecuadas, sin rejas, avalado por la CONADIC, que se ajusta a los programas elaborados por la Organización Mundial de la Salud, a la norma oficial mexicana NOM-028SSA2-2009 y lo mejor de todo: tiene las tasas de recuperación más altas del país, con el nivel de reincidencia más bajo a nivel nacional.

Nuestra propuesta

El centro Kumi, como se denomina, es un ejemplo a seguir en la propuesta de atención al adicto. No es Oceánica, pero ofrece mejores resultados. La clave está en la profesionalización, la capacitación, la especialización de todo el personal que atiende en el proceso de atención al adicto en recuperación, y lo más importante: el adicto se inscribe al programa por su propia voluntad.

La operación y resultados del centro Kumi, ONG sin fines de lucro, deben ser el modelo a seguir.

Además, el Congreso del Estado debe reglamentar la operación y funcionamiento de las cárceles privadas que operan como centros de rehabilitación, y que carecen de supervisión sanitaria, fiscal, administrativa, psicológica y nutricional.