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Aire negro sobre La Paz: la aritmética real de la “transición” energética

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Vientos de Pueblo

José Luis Cortés M.

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). La noche paceña a veces huele a sal, otras a combustión. Ese contraste resume una paradoja: en tiempos de autos eléctricos, La Paz todavía depende de combustibles pesados para sostener la demanda, especialmente cuando el sol se esconde. No es una figura retórica: Baja California Sur opera como sistema eléctrico aislado, desconectado del resto del país; la electricidad que se consume debe generarse localmente, en tiempo real.

En ese tablero, dos piezas pesan más que el resto en el municipio de La Paz: la Central Termoeléctrica Punta Prieta y la Central de Combustión Interna Baja California Sur. Documentos técnicos y diagnósticos estatales describen que su operación se basa en combustóleo y diésel; una herencia que se respira. Programas de calidad del aire han asociado episodios de SO₂ con la actividad de estas centrales cuando el viento sopla desde el Noroeste hacia la ciudad. No es capricho climático: es química atmosférica funcionando en nuestra contra.

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La evidencia más reciente afinó el lente: mediciones mini-DOAS cuantificaron directamente las plumas de las chimeneas. En el municipio de La Paz, Punta Prieta liberó en promedio 65.67±77.80 toneladas/día de SO₂ y 6.66±12.57 t/d de NO₂, mientras que la CCI Baja California Sur emitió 44.72±5.37 t/d de SO₂ y 8.27±1.72 t/d de NO₂. Estos gases no son abstracciones: se asocian con crisis asmáticas, bronquitis crónica y eventos cardiovasculares. Aire negro, pulmones cansados.

Entonces, ¿los autos “limpios” se cargan con humo? La respuesta honesta es: a menudo sí, sobre todo de noche, cuando la generación solar cae a cero. La plataforma Aura Solar —y su versión con baterías (BESS)— aporta energía y algo de flexibilidad, pero no cubre la base nocturna del sistema; sin suficiente almacenamiento, la red vuelve a las plantas fósiles. La aritmética es simple: si no hay sol y no hay reservas limpias, lo que mantiene encendida la ciudad sigue siendo el combustóleo o el diésel.

Hay, sin embargo, movimientos de transición. En el puerto de Pichilingue opera una terminal de gas natural licuado que abastece a centrales y clientes locales. El operador reporta que la instalación ya está en servicio y que el gas alimenta plantas de La Paz, con la expectativa de desplazar combustibles más sucios. Gas no es limpio, pero reduce SO₂ frente al combustóleo y permite ciclos más eficientes: es un puente, no el destino.

El horizonte inmediato también apunta a almacenamiento térmico. El gobierno federal anunció dos plantas termosolares para Baja California Sur —tecnología capaz de generar después del atardecer gracias al calor acumulado—, con inversión pública y ejecución a cargo de la CFE. Serían las primeras de su tipo en el país. De momento, no hay sitio ni licitación definitivos; la promesa existe, el cronograma todavía no. Si se concretan, por fin habría reserva nocturna limpia en un sistema frágil y caro como el nuestro.

Mientras tanto, el costo sanitario de seguir como estamos es tangible. La OMS estima que la contaminación del aire —exterior e interior— se asocia con 6.7 millones de muertes prematuras al año. No hace falta extrapolar demasiado: cuando una ciudad depende de combustibles con alto azufre, la carga sobre los servicios de salud y los hogares se multiplica, sobre todo en olas de calor donde cada kilowatt se vuelve imprescindible. La transición energética es, ante todo, un asunto de salud pública.

¿Qué hacer ya, sin esperar la foto de inauguración? Tres pasos concretos y verificables: 1) Eficiencia y ahorro en los mayores consumidores (hoteles, comercios y edificios públicos) con metas auditables; 2) Almacenamiento distribuido y gestión de demanda para planchar picos nocturnos (BESS en techos comerciales, tarifas horarias reales, incentivos a microrredes); 3) Reconversiones de corto plazo: mientras llega la termosolar, sustituir combustóleo por gas donde sea técnicamente viable —con monitoreo independiente y metas de SO₂ y NO₂ a la baja— y publicación en tiempo real de datos de emisiones. Nada de esto es glamoroso, pero es transición de verdad.

La Paz no necesita discursos épicos: necesita aire que no duela y luz que no apague la noche. Si la transición ha de llevar nuestro nombre, conviene decirla sin adornos: hoy muchos autos “limpios” se cargan con humo viejo. Mañana puede ser distinto si alineamos ciencia, presupuesto y coraje cívico. Un futuro sin combustóleo no se espera: se construye a pulso, con el cielo despejado y la mirada de frente.

Referencias y enlaces consultados

PRODESEN 2022, Cap. 5: aislamiento del SIBCS.
base.energia.gob.mx
CERCA (2021), Diagnóstico de Energía y Calidad del Aire en La Paz: combustibles usados en centrales locales.
Rivera-Cárdenas et al. (2024), Emissions to the atmosphere by power plants in BCS (mini-DOAS, SO₂/NO₂).
Gauss Energía / PV Magazine: Aura Solar y Aura Solar III con baterías.
New Fortress Energy y Global Energy Monitor: terminal GNL de Pichilingue.
Presidencia / Gobierno de BCS / prensa especializada: anuncio de dos plantas termosolares en BCS.
Gob.mx
bcs.gob.mx
OMS, Hoja informativa: contaminación del aire y salud (6.7 millones de muertes).

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