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Generando impunidad

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Ius et ratio

Arturo Rubio Ruiz

La Paz, Baja California Sur (BCS). La actual legislatura sudcaliforniana, pasará a la historia como una camarilla al servicio de la minoría privilegiada que se abandera con el arcoíris. Pese a que la entidad arrastra un retraso histórico de más de 20 años en el quehacer legislativo, y enfrentamos el grave problema que implican los vacíos y contradicciones en el marco legal estatal generado por la falta de armonización, actualización, adecuación y sistematización funcional del compendio normativo aplicable, nuestros diputados locales han destinado el 76% del quehacer legislativo, a generar reformas que exclusivamente benefician, protegen y privilegian a la minoría empoderada que enarbola el estandarte multicolor y que sistemáticamente es beneficiada por la actual legislatura.

Ya sea por consigna partidista, convicción personal, compadrazgo, amiguismo o pertenencia, aquellos que mueven los hilos del poder al seno del Congreso estatal, no conformes con dedicar a dicha minoría privilegiada el grueso de su esfuerzo de producción normativa, ahora pretenden pasar del proteccionismo y empoderamiento, a la impunidad.

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Disfrazada de iniciativa ciudadana (formato que utilizan los diputados progres comprometidos con la agenda homosexual, para argumentar ante la sociedad que no son ellos, sino la ciudadanía la que propone) el 01 de septiembre retropróximo se presentó un proyecto de decreto que pretende derogar en la entidad el artículo 168 del código penal estatal, que previene y sanciona el delito de peligro de contagio, bajo el peregrino argumento de que ese tipo penal criminaliza y discrimina a las personas que padecen el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) El texto del artículo en comento es el siguiente:

Artículo 168. Peligro de contagio.  A quien con conocimiento de que padece una enfermedad grave y transmisible, ponga en peligro de contagio la salud de otro, por relaciones sexuales u otro medio transmisible, siempre que la víctima no tenga conocimiento de esa circunstancia, se le impondrán de uno a cuatro años de prisión y multa de cincuenta a trescientos días. Si la enfermedad fuera incurable se le impondrá al sujeto de dos a diez años de prisión.

Este delito se perseguirá por querella de la víctima u ofendido. El tipo penal en comento, ni criminaliza ni discrimina a ninguna persona en particular, se trata de un presupuesto normativo que sanciona la puesta en peligro de la salud pública -en lo general, – y de la víctima específica en lo particular, sancionando a quien de forma dolosa (sabiendo y queriendo) genere un peligro de contagio. El tipo penal no especifica sexo biológico ni preferencia sexual del activo, ni lo sanciona por padecer una enfermedad contagiosa. Lo que se penaliza es la puesta en peligro de quien, estando sano, es expuesto por el activo, cuando este último está consciente de su condición y el pasivo ignora la misma.

Refiere la iniciativa que penalizar el peligro de contagio no cambia comportamientos ni previene nuevas infecciones. Bajo ese argumento, deberíamos despenalizar el robo y el homicidio, pues ambas estadísticas mantienen una incidencia alcista.

El marco legal del derecho punitivo no debe verse de manera sesgada. Si bien cumple con una función preventiva e inhibidora, la más relevante es la sancionadora, y si no es suficientemente eficaz en el ámbito de la prevención e inhibición, lo que debemos hacer como sociedad es ampliar el espectro de labores preventivas en las áreas de salud y educación, ubicando adecuadamente al marco punitivo como la ulterior herramienta de protección a la víctima y única herramienta sancionadora -en el caso- del daño o puesta en peligro de la salud pública en lo general, y de la víctima específica, en lo particular.

No puede seguir el Congreso local desatendiendo a sus labores fundamentales, para privilegiar la atención de los requerimientos de una minoría que busca pasar del proteccionismo y privilegios de que actualmente gozan, al estatus de impunidad que buscan con esta iniciativa de reforma legal La salud pública como bien jurídicamente tutelado, no puede quedar desprotegida solo porque una minoría se siente discriminada o criminalizada.

Existen los mecanismos que adecuadamente aplicados generan las políticas públicas para proteger y tutelar a las llamadas minorías, pero nunca a un costo social que implique poner en peligro la salud pública con tal de que dicha minoría no se sienta estigmatizada.

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Poliamorosos en La Paz. Una opción con más de una opción

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El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los amorosos callan… inicia uno de los poemas más sagrados de México. Aquí, los poliamorosos hablan —y hablan mucho— para explicar sus formas de relacionarse que se salen de la normativa de la monogamia. Ellos y ellas se involucran amorosamente con más de una persona al mismo tiempo, y todos saben de la existencia de uno/as y otro/as.

En entrevista para CULCO BCS, estos poliamorosos en La Paz son: Mara Kristal García Martínez, de 32 años, oriunda de La Paz, quien trabaja en redes y telecomunicaciones; y Emmanuel Bustamante, de 45 años, nacido en el Distrito Federal, pero viviendo en esta capital desde hace 26 años, dedicado al área de turismo; así como la actual pareja de él, Jessica Sánchez Ruiz, de 42 años, médico de profesión.

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FOTO: Cortesía

“No manejo exclusividades”

Hace aproximadamente cinco años, Mara terminó una relación monógama, en la que se sentía asfixiada, y comenzó a informarse sobre las relaciones no monógamas. En mi caso, estuve en una relación monógama, de exclusividad, por unos cuatro años, pero desde el segundo año yo me sentía muy asfixiada, muy ahogada, y no es que no quisiera a la persona con la que salía, pero sí me sentía ahogadísima. Había otras personas que me interesaban y me gustaban, pero yo me quedaba así, de que no podía. Así duré otros dos años. A los cuatro años yo entré en una crisis donde definitivamente ya no podía continuar con la relación. La terminé. Quería mucho, amaba mucho a la persona, pero no podía continuar sintiéndome así de ahogada.

Terminando empecé mi proceso de empezar a salir con otras personas. Sin quererlo, fui a dar en YouTube con una divulgadora muy popular entre los que somos poliamorosos —se llama Noemí Casquet—, quien habla mucho sobre temas de sexualidad. Ella en ese tiempo subía mucha información sobre prácticas sexuales no convencionales. Ella empezó a platicar de sus experiencias como no monógama: cómo se sentía, cómo se asfixiaba con ciertas relaciones, qué era lo que ella padecía antes de abrirse a relaciones abiertas, y yo en mi caso, empecé a palomear cosas, “¡ésto me coincide!”, dije.

Por Tinder, Mara conoció al primer hombre con quien vivió una relación poliamorosa, pues él tenía otra novia en ese momento, y aunque ella no tenía otros novios, le es complicado expresarlo, pero dice que en ese momento mantenía otras relaciones cariñosas con otras personas. Al parecer, se sintió bien en este tipo de relación, así que actualmente vive una de esta manera.

Ahorita, sentimentalmente, estoy involucrada con dos personas. Una situación es más complicada que la otra. Con la Persona 1 con la que ya tengo dos años saliendo, él tiene a su vez otra pareja, con él hay mucho cuidado, batallamos un poco para vernos porque no vivimos en la misma casa, él vive con su pareja, yo vivo sola. Su pareja sabe de mí. Está completamente de acuerdo. Es fácil gestionar esa situación de los celos. Tengo otra pareja de hace como tres o cuatro meses para acá. Están enterados uno del otro. Con la Persona 1 siempre hay como que esa necesidad de saber, y no por una cuestión de celos, sino un gusto por saber si uno está bien, de chismear un poco. No siento yo que tenga esos celos de ‘Ella es mía y nada más mía’. Ni al caso. Es más de compartir, ‘Quiero saber cómo te fue, ¿qué hiciste? con tal persona’ (…) Con la “Persona 2” ha sido más complicado. Lo que sí, tuve con él fue de decirle: la situación conmigo es de que yo no manejo exclusividades, yo no puedo con ellas, porque ya las he intentado y no es para mí. Él aceptó bajo estas condiciones. Sí se le nota, de repente, que se salen las actitudes posesivas.

Con la pareja de su “Pareja 1”, Mara dice que se llevan bien, son amigas, y de repente van a comer juntos o a la playa. ¿Hubo alguna declaración? Siempre nos hemos dicho que somos noviecitos. Es complicado, debido a que a uno le meten tanto lo de la monogamia en la cabeza, que yo todavía no me siento así de es mi novio.

Mara admite estar abierta a una relación con una mujer, pero tiene sus reservas: Sí. Sí la he buscado, pero siento que entre mujeres es más complicado. Es algo que a lo mejor yo traigo porque vengo desde la convencionalidad, de ser educada como mujer, que los hombres les enseñan a darte a desear, a que te procuren. Por eso a mí me ha sido más complicado por ese hecho, de que te busquen ellos. Y uno también cuando piensa en otras chicas, también es de que tampoco quiero invadir tanto. ¿Cómo le llego?, siempre es más complicado y siempre me he sentido más tímida en ese sentido. Ha sido más difícil, pero no lo descarto.

“Todos eran bisexuales y poliamorosos”

Emmanuel tenía 30 años y su pareja también, cuando la segunda realizó un estudio de maestría en Londres; ella conoció a una mujer, se enamoraron, y fue esta segunda mujer quien le habló del poliamor; a su regreso a La Paz, la pareja de Emmanuel le platicó sobre esta nueva forma de relacionarse y a ambos les gustó tanto la idea, que luego de cuatro años de noviazgo decidieron formar una pareja abierta. Me di a la tarea de empezar a leer y fue ese el primer encuentro, leer y descubrir que era cierto, porque empecé a descubrir que yo también tenía la capacidad de amar y que, de hecho, amaba a más personas.

Al preguntarle ¿hasta con cuántas parejas has andado simultáneamente? Emmanuel contestó: En algún momento tuve una relación de las que se llaman “de red”, cuando ya somos más de cuatro personas. En la cual llegamos a ser de manera simultánea entre cuatro chicas y nada más yo, ahora que lo pienso, éramos yo y éramos como cuatro o cinco chicas. Seis en total. O sea, yo y ellas. Era una relación poliamorosa abierta, nos definimos como “red”. Fue un momento hasta onírico. ¿Por qué? Porque no seguíamos el dictado de nadie. Nadie nos decía cómo debía ser la relación. No existen, realmente —aunque ya hay libros—, no hay manuales sobre esto. Entonces lo vivíamos como lo sentíamos y lo expresábamos de una manera muy inocente y muy pura. No fue secreto, tampoco es que fuera explícitamente público, pero sí salíamos, convivíamos, nos íbamos a la playa. Fue muy interesante y muy bonito. No siempre coincidíamos todos, pero llegábamos a coincidir todas y todos en un momento, pero a veces estaba Persona A, B, C; luego estaba A, C, D; luego estaba A y B; luego B, C, D. Cada uno teníamos nuestra vida, nuestro trabajo, nuestra profesión y nuestra casa. Era como un noviazgo muy libre.

¿Alguna vez llegaron a vivir más de dos en una misma casa? Mi expareja y yo, vivimos con otra chica por siete años. Mira, esa era una relación de amor. Pero fíjate, esto es para que exista idea de cómo pueden ser las relaciones poliamorosas. Vivimos juntos siete años con esa chica. Con amor, cariño. Salíamos a la calle, nos besábamos en la boca, nos llegamos a agarrar las pompis, nos fuimos a la playa desnudos los tres, de todos los fines de semana. Vivimos juntos siete años. Vivíamos en la misma casa, como se vive en pareja, pero éramos tres con todas las mismas confianzas y conflictos que puede haber a veces. Pero ¿sabes? Yo nunca tuve relaciones sexuales con la Chica C, solamente ellas dos tenían relaciones. Pero era amor. Sí, nos amábamos. Finalmente, eso pasó. Después viví otra relación. Pero fíjate qué curioso, aun así, había confianza e intimidad. Pero yo nunca tuve nada que ver con la Chica B. Jamás. Cuando Chica B con la Chica A, sí. Pero con la chica B no, ellas dos sí. Entonces fíjate que entonces yo con A sí; B con C, sí; pero yo no.

Hoy en día, Emmanuel está en una relación poliamorosa abierta donde tanto él, como Jessica, su novia, son bisexuales. Él es consciente que su orientación sexual fue así desde la infancia, y de hecho, un tiempo se planteó la posibilidad de ser homosexual, sin embargo, también le atraen las mujeres y hasta el momento sólo se ha relacionado con ellas, incluyendo una experiencia con una mujer trans. Tengo claro que soy bisexual, que lo he entendido, que desde mis 27 años entiendo que ser bisexual no me hace ni mejor ni peor persona que nadie.

Sin embargo, no ha estado cerrado a una relación que involucre a otro varón. No lo descarto. Claro que sí. (…) Con mi anterior pareja, durante 11 años, siempre deseamos involucrar a un hombre bisexual activo a nuestra relación. Para esto, abrimos perfiles de Facebook, conocimos, salimos en citas con personas, es decir, durante 11 años de forma regular y activa buscábamos a un hombre, porque era nuestra máxima, era nuestro deseo, un anhelo, una posibilidad que concebíamos como algo que deseábamos. Pero en 11 años, nunca logramos conocer a ningún hombre que, en nuestra opinión, valiera la pena. ¿Por qué? El tema fue honestidad. ¡Nunca conocimos a un hombre de verdad, nunca en 11 años! No es que no quisiéramos. Nunca conocimos a un hombre. Podría tener todas las demás cualidades. Pero, ¡carambas, honestidad! (…) Se nos acercaban hombres que parecían perfectos, pero nos decían “pero tengo mi pareja y ella no debe saber”. Esa cantaleta era el 99% de los casos. Otros que conocimos a alguien que nos parecía ideal, perfecto y nos gustaba y todo, y descubrimos dos años después que nos había estado mintiendo: era casado, nos lo había estado ocultando.

¿Cuántas personas y/o parejas conoces que practiquen el poliamor en esta ciudad? Por supuesto, Emmanuel no tiene una respuesta exacta, pero sí un indicador con experiencia: él ha conocido, al menos, una veintena de poliamorosos en La Paz, en los 16 ó 17 años que él ha practicado este tipo de relación. Llegó un momento en el cual todas las personas que yo conocía, con las que convivía, todas, todos eran bisexuales y poliamorosos (…) Ahorita aquí en La Paz yo te podría decir… Bueno, es que no sería un número exacto de personas de La Paz, a los que yo conozco que aún quedan, o sea, de mis conocidos, más de una veintena.

“Me agradó la idea”

Jessica es la actual pareja de Emmanuel y llevan dos años y medio de relación. A él lo conoció hace 26 años, aproximadamente, siendo su primer novio. Aquí en La Paz, ella llegó de Guadalajara, apenas en febrero de este año, pero ya viven juntos. Se trata, en su caso, de su primera relación poliamorosa.

Nunca nos dejamos de tener en redes sociales, siempre tuvimos contacto, yo tuve mis parejas, yo veía que él tenía también sus parejas, pero no sabía en realidad de su poliamor. En octubre del 2020 retomamos platicar, más constante y él me empezó a hablar de cómo era, cómo lleva su relación, que en ese momento estaba con Chica A viviendo juntos y yo ya no tenía pareja. Yo viví muchos años con una pareja. En ese momento ya estaba soltera y me empezó a hablar, a platicar y pues está interesante. Yo también siempre he sido muy abierta, de hecho, yo igual, soy bisexual. Mi última relación que fue de diez años fue con una mujer, y de ahí me dije ‘Bueno, ok, voy a intentarlo’.

Empecé yo a venir aquí de manera regular, más o menos cada tres o cuatro meses, aquí a Baja California Sur, a La Paz y pues me agradó la idea. De hecho, yo empecé allá también, honestamente, siempre hemos hablado Emmanuel y yo, yo también empecé a salir allá con personas, con chicos, principalmente, pero siempre yo les dije “¿sabes qué? Tengo mi pareja, podemos buscar algo ¿no? O sea, de manera afectiva”, porque salíamos y salí varias veces con una persona y sí, sí había afecto, pero no se concretó el decir “es mi novio”. Pero yo me siento muy contenta, porque creo que, incluso mis relaciones anteriores no era como que tan honesto.

¿Y el asunto de los celos? En el caso de Jessica, confiesa que sí llegó a sentirlos, especialmente al inicio de la relación, al ser su primera relación poliamorosa y que se veían en persona cada tres o cuatro meses. Si él salía, no sé, a lo mejor con alguna chica, con la Chica A —con su pareja—, ahí curiosamente jamás hubo ningún tema de celos, porque incluso ella y yo nos llevamos muy bien. Pero si Emmanuel salía con otras chicas, la Chica F, ¡oh, Dios mío, sí! Pero al final, considera haberlo superado: Lo he gestionado bastante bien. Sí ha costado trabajo. Sí costó muchas discusiones.

Emmanuel está convencido de que los celos a quien más torturan es al que cela, no al celado, y para el poliamor lo que podemos hacer es, en lugar de expresar los celos de forma trágica y terrible, se transforman en algo que conscientemente se llama compersión. La compersión son los celos, pero expresados en un proceso en el cual nosotros tratamos de mejorar nosotros mismos. Entonces, es ofrecerle a la otra persona lo mejor de mí: mi comprensión, mi comunicación, mi honestidad.

Finalmente, Mara: Cuando se expresa de decir, yo soy poliamoroso… Mucha gente lo primero que dice es: yo no podría por los celos. ¿Quién te dijo que los que estamos en una relación no sentimos celos? Creo que es mucho trabajo de seguridad en sí mismo, empezando por ahí. Tener bien en claro quién es uno y qué es lo que aporta uno a la relación con la que está (…) Eso de los celos, también los poliamorosos también lo hemos sentido, nada más que hay una cosa que los monógamos no hacen y que desde este lado sí, es abordar los celos, no se esconde, no se trata de huir, no es un tema tabú.

Qué es y qué no es

Para RTVE, Silvia Congost señala que el poliamor se da cuando un grupo de personas —de tres en adelante— mantienen una relación afectiva y sexual, que incluye lo emocional; además esta relación es simultánea y duradera, por lo cual, la regla de oro es la sinceridad: nadie le es infiel a nadie. “La clave del poliamor es que todos los que están involucrados en esa relación tienen que saber de la existencia del resto de personas”. Sin embargo, aconseja que nunca hay que convencer a alguien de participar en una relación de este tipo, si no cree en ello, ya que, al no buscar lo mismo en una relación, los involucrados irán directo al fracaso en su intento.

En ElMundo.Es se dice que no hay que confundir el poliamor con otros tipos de relaciones como la poligamia: cuando un solo hombre está casado con varias mujeres —o al revés; no son swingers, es decir, no es intercambio de parejas sexuales; y tampoco es una relación abierta donde hay una pareja estable y se tienen encuentros sexuales esporádicos con otras personas ajenas a la relación. “Los retos a los que se enfrentan las personas que viven en este tipo de relaciones se basan en la creación de un vínculo sano y en el que cada una de las partes está segura del “contrato” que se ha pactado”.

Si alguien desea saber más, en Facebook pueden encontrar el Colectivo Poliamor BCS.

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La polémica Ley de Infancias Trans en BCS. Una mirada desde la diversidad

FOTOS: Modesto Peralta

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La iniciativa presentada recientemente en el Congreso del Estado de BCS que, en esencia, permitiría que menores de edad puedan cambiar de nombre y de género en una nueva acta de nacimiento —ello con el consentimiento de los padres, pero también con una alternativa si ellos no lo aprobaran—, ha encendido los ánimos polarizando a la opinión pública. Quien esto escribe, apoya la iniciativa. Te invito a leer sobre este tema desde otro punto de vista que no se ha mediatizado mucho: desde la diversidad sexual.

La controversia se agudizó desde la semana pasada, cuando el Frente Nacional por la Familia (FNF), entre otras organizaciones, se han congregado en el recinto legislativo con su acostumbrado circo mediático tan lleno de pasión como de desinformación, para impedir la aprobación de esta iniciativa. Portan letreros con melodramáticas frases como Con mis hijos no te metas o A mis hijos los educo yo —señor/a: edúquese Usted primero en el conocimiento y respeto a la diversidad—, entre otras que, como también es tradición, oponen la niñez a la diversidad sexual como si fueran antagónicas. Usan a niños y niñas como estandarte de su homofobia. ¡Pobres menores —y adultos— que sientan ser de la diversidad sexual y estén dentro de esas familias, cuánta represión sufrirán!

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Qué dice la propuesta

El dictamen que presentó la Comisión de Puntos Constitucionales —encabezada por el diputado José María Avilés Castro, donde también están Paz del Alma Ochoa Amador y Luis Armando Díaz—, fechado el 30 de mayo, señala que se trata de una iniciativa ciudadana presentada por Sasha Ceseña Guillins, José Raúl Pérez Aguilar y Ángel Fabián Gaxiola Infante. El proyecto de decreto propone reformar el Artículo 144 Ter y el 144 Quáter del Código Civil del Estado para que una persona no tenga que esperar hasta los 18 años para cambiar su nombre y género en el acta de nacimiento, si así lo quisiera.

La modificación en el Código Civil (Art. 144) diría que: “Pueden pedir el levantamiento de una nueva acta de nacimiento para el reconocimiento de la identidad de género y cambio de nombre, previa la anotación correspondiente en su acta de nacimiento primigenia, quienes requieran el reconocimiento de su identidad de género. El reconocimiento respectivo se llevará a cabo ante las instancias y las autoridades correspondientes del Registro Civil del Estado (…) Se entenderá por identidad de género la forma como cada persona se percibe y, por tanto, se da a sí misma, como consecuencia de asumir la convicción y autodefinición de pertenecer a un género determinado, en relación con las construcciones sociales de masculinidad o feminidad”. Se deberá presentar: “Original y copia fotostática de su identificación oficial, excepto cuando se trate de menores de edad, en cuyo caso se deberá presentar la identificación del padre, la madre o persona que tenga la custodia legal y con expresa conformidad de la persona menor”.

Sigue: “Tratándose de personas menores de edad, el Registro Civil con el apoyo de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado, deberá recabar su consentimiento en el que exteriorice su deseo y conozca los alcances del trámite. Cuando la autoridad del Registro Civil o la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado adviertan que el desarrollo evolutivo, cognoscitivo y madurez de la persona en cuestión no sea el óptimo conforme a su edad deberá recabar un dictamen de un especialista médico psicológico solo para el efecto de determinar si comprende el significado y alcance de lo que pretende realizar a efecto de que no sea manipulado. Cuando por cualquier causa se niegue o sea imposible obtener el consentimiento del padre, la madre o la persona que tenga la custodia legal de la persona menor de edad, ésta podrá acudir ante la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado, la cual deberá prestarle asistencia legal para recurrir a la vía jurisdiccional”.

Se ha anunciado ya en diferentes medios, en voz del diputado Avilés Castro, que se harán modificaciones para garantizar la presencia de los padres y que no pierden su patria potestad, y ratificar la asesoría psicológica y legal en el proceso.

Qué dicen (y qué no dicen) los opositores

Los expresivos repudios en contra deforman y mal informan de qué se trata. Parece absurdo decirlo, pero ¡no es una obligación! Es facilitarle este cambio de identidad a un/una menor de edad en la media península, como ya es vigente en otros estados. No se afectan los derechos de los niños, niñas y adolescentes cisgénero —personas que se identifican con el sexo biológico con el que nacieron—; al contrario, se suma un derecho a personas transgénero, que no sienten pertenencia al sexo con el que nacieron. Y que las hay en Sudcalifornia, como en todo el mundo.

Otros han esgrimido en contra que, si un menor de edad no puede comprar cigarros o alcohol, porqué la prisa de que sí puedan cambiar su documentación, cuando se trata de eso: de documentos, pero que son importantes, por ejemplo, para continuar sus estudios y no representen una traba al cambiar de grado o de plantel. Además, para este proceso ni siquiera sería requisito cambiar su apariencia, aunque tampoco se opone a quien así quiera hacerlo. No es irreversible: la persona sería libre de asumir su identidad y también de cambiarla más adelante, si es su parecer. Promover que menores de edad sí puedan comprar cigarros o alcohol sí sería un grave error y sí causaría daños; poner “Juan” en vez de “Juana” en un acta de nacimiento no le provocará cáncer ni cirrosis a la persona que lo decida.

Y no es un argumento decir que hay otros temas importantes, que los hay, pero no le resta importancia a éste. No hay que pasar de largo que los derechos de la comunidad LGBT+ son muy recientes, históricamente hay un adeudo para un sector de la población que lo mismo hemos trabajado que pagado impuestos, y cuya historia de represión, odio y violencia han quedado a la sombra. En 2019 apenas se abrió la puerta y los colectivos han sabido saltar a la escena política demandando derechos, que no privilegios.

Sasha Ceseña Guillins, del colectivo Trans BCS en San José del Cabo, en entrevista para este medio, dijo que en el último año se le han acercado alrededor de cinco familias y unos 25 adolescentes de Los Cabos para orientarse sobre qué deben hacer para el cambio de identidad. Hay padres y madres que apoyan el cambio de género de sus hijos e hijas. Aunque el mismo proceso se puede hacer, hay que ampararse y pagar abogados, y las familias no siempre tienen las condiciones económicas para ello. Contó el caso de un chico trans de 16 años, estudiante de preparatoria, hijo de una familia muy religiosa, quien tras un periodo de depresión finalmente logró la aceptación de sus padres, pero hasta la fecha no tiene el acta de nacimiento que desea. Está otro caso, de un niño trans de 12 años, quien ha tenido problemas con sus profesores porque le llaman por su nombre primigenio, y tampoco ha logrado obtener una nueva acta con el nombre con que desea ser llamado. La activista cuenta que a veces es en las propias escuelas donde más se resisten a respetar la identidad de género que asumen sus alumno/as.

Ella misma, como mujer trans, supo de su identidad de género antes de los 6 años, pero dice que eran tiempos de menos información y mayor represión, tiempos donde no se les creía y nadie les daba certeza. Por eso, Sasha es una de las promoventes de esta iniciativa, para mitigar eso que llama “borrado de identidades”. Al preguntarle su opinión sobre lo que el FNF ha gritado en el Congreso de BCS de que “las infancias trans no existen”, enfáticamente dijo: “claro que sí. Las infancias trans son una realidad. Si se acercan a personas que pasan por esta situación, verán que sí existen, que están sufriendo y teniendo limitaciones”.

Esto puede parecer increíble para muchas personas. Muchos adultos lo han de considerar extraño, hasta perturbador o indeseable, pero es cierto: hay personas que pueden sentir desde niños y niñas su diferencia y estar dentro de la diversidad sexual. Si la sola idea te parece angustiante, traslada esa ansiedad a un/a menor de edad que ya sienta que es diferente: ¿no es injusto que, de entrada, les nieguen la existencia? A esos infantes les quedan dos caminos: crecer reprimidos o crecer en un hogar que los comprenda y apoye.

El problema de fondo es concebir a las personas de la diversidad sexual como pervertidos, monstruos, enfermos, anormales, ciudadanos de segunda y personas indeseables. La propuesta de los diputados es facilitar un trámite administrativo, pero los oponentes ven abrirse las puertas del infierno; tal vez imaginen que irán hordas de niños y niñas a cambiarse el sexo, cuando se trata de ayudar a jovencitos/as que viven una enorme desventaja en algo elemental: su identidad de género. Los opositores no dicen qué harían ellos/as con un/una adolescente transgénero o LGBT+ en su hogar, quizás como han sido otros casos: confinamiento en clínicas o campamentos, o “terapias” para quitarles la idea de la cabeza y forzarlos a asumir una identidad con la que no están de acuerdo.

Recordemos el matrimonio igualitario: ¿a qué parejas heterosexuales afectaron las parejas homosexuales que se casaron? Por ello insisto en que el problema de fondo es cultural y es la homofobia, terror trans: un temor irracional de que personas LGBT+ avancemos en derechos y en visibilidad. Somos poco menos que el Diablo para estas personas que protestan por todo lo que tenga que ver con la bandera del arcoíris. Nos ven como un problema y una amenaza.

En resumen, la denominada Ley de Infancias Trans en BCS no es una obligación y no afectará en nada al infante cisgénero, es facilitar un trámite a los casos de infancia y adolescencia transgénero (y pongan este letrero en una pancarta: “PARA QUIEN ASÍ LO QUIERA”), además de dar el reconocimiento a su existencia. No vulnera en absoluto a los menores de edad y no descarta a los padres en el proceso —pero sugiere un camino en caso de que los padres no apoyen al menor en su decisión. No deberían decir que el Congreso del Estado es un enemigo de la familia, porque ese concepto no le pertenece a nadie, ¿quién dice que la única forma de familia es papá, mamá, hijos e hijas? Sí podrían decir que la legislatura es gay friendly, eso como que sí les va.

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