Invitan a niños y jóvenes a cursos de verano en la Casa de Cultura del Estado

FOTO: Archivo | ISC.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Con el objetivo de ofrecer un espacio de aprendizaje y recreación donde las y los participantes desarrollen sus habilidades y talentos en diversas disciplinas artísticas, el Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC) invita a la niñez y jóvenes de 4 a 17 años a los cursos de verano que se llevarán a cabo en la Casa de Cultura del Estado, del 21 de julio al 1 de agosto, de lunes a viernes en horario de 9:00 a 13:00 horas.

Los talleres que se ofertarán son manualidades, teatro infantil, guitarra (principiantes y avanzados), pintura, dibujo, ballet clásico, caricatura editorial, baile y música moderna, con un costo de 450 pesos por disciplina.

Cabe mencionar que la Casa de Cultura continúa con su tradición de ofrecer cursos de verano de alta calidad, dirigidos a niñas, niños y jóvenes de la entidad, combinando la teoría y la práctica para proporcionar a las y los asistentes una comprensión más alta de las disciplinas artísticas y culturales.

Quienes deseen participar deberán inscribirse a partir del 1 de julio, en la Casa de Cultura, ubicada en calle Francisco I. Madero #825 entre Juan María de Salvatierra y Manuel Torre Iglesias, Colonia El Esterito, o bien, comunicarse al número de teléfono 612 1229040.




Casi medio siglo del huracán Liza. Crónica a dos voces por sus sobrevivientes

FOTO: John Malmin | Cortesía.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Considerado el peor desastre natural en la historia de Baja California Sur, el huracán Liza causó miles de muertes en La Paz, la noche del 30 de septiembre de 1976. Medios como MetMex señalan que había pasado a 84 km al Este de la capital sudcaliforniana, como huracán categoría 4, con vientos de 225 km/hr, registrándose 137 mm de lluvia —en El Cajoncito cayeron 180 mm, en El Triunfo 259 mm y en San Bartolo 425 mm.

¿Cómo se vivió esa noche y sus días posteriores? ¿Se dio aviso a la población para desalojar sus viviendas? ¿Es cierto que se dinamitó el bordo de contención? Estos son los testimonios de dos sobrevivientes del huracán Liza: José Manuel Peralta Delgado, médico de 64 años, originario de Santa Rosalía, quien tenía 15 años cuando ocurrieron estos hechos en La Paz; y Víctor Manuel Valencia Cabrales, abogado de 65 años, originario del Distrito Federal, quien era un estudiante de 17 años en aquel entonces. Actualmente, el primero vive en Ciudad Constitución, y el segundo, en La Paz.

“Deleitándome con los relámpagos”

En 1976, José Manuel Peralta Delgado, procedente de Ciudad Constitución, estudiaba el bachillerato en el Tecnológico de La Paz. Vivía en la Cooperativa Puerto Chale, de la cual su tío, Saúl Peralta Mayoral, era el presidente; estaba ubicada en la calle Melchor Ocampo, cerca de la Padre Kino. Días antes del huracán había llovido bastante, y su tío, con todo y su familia, lo invitó a ver el arroyo al Sur de La Paz. “En un Estado como el nuestro, donde casi no llueve, un fenómeno como este era un espectáculo que todos quieren ver”. El agua era tal, que no se podía cruzar la carretera: “el arroyo producía un ruido ensordecedor, por la cantidad de piedra y árboles que arrastraba. Nunca imaginamos que unos días después el agua que llovería sería mucho mayor, y ocasionaría el peor desastre del que, hasta la fecha, tenemos memoria”.

La mañana del jueves 30 de septiembre fue a sus clases, pero al regresar a su casa, ya se sentían las fuertes rachas de viento. Ese día, desde temprano, la radio alertaba a la población de la llegada del huracán Liza. Su tío comunicaba lo que se iba decidiendo a los campos pesqueros a través de un radio de onda corta. A pesar de la alerta, Manuel dice que no se sentía preocupado en lo más mínimo: “ignoraba los daños que un ciclón podría ocasionar”. Sin embargo, en la noche el poderoso silbido del viento golpeaba las puertas y ventanas de la casa. A eso de las 9 de la noche, se fue la luz, y el señor Saúl salió a buscar un refugio para pasar la noche. “Seguramente escuchó por radio las llamadas de alerta que las autoridades emitían pidiendo a la gente, sobre todo a las colonias que estaban al pie del Cerro Atravesado: la Pancho Villa, la Guerrero y Los Olivos —que fueron las más afectadas—, que evacuaran sus casas y se dirigieran a los refugios”.

“Yo no lo escuché, pero dicen que antes que se reventara el muro de El Cajoncito, pasó un carro de sonido haciendo un último llamado para que la población evacuara sus casas, ante el riesgo de que el represo se reventara. Nosotros, obedeciendo las indicaciones, salimos en la camioneta de mi tío hacia el centro de la ciudad, bajando por la calle Ocampo hacia el malecón. A esa hora de la noche ya se sentían las fuertes rachas de viento y agua que sacudían la camioneta y dificultaban la visibilidad para avanzar. Por fin llegamos al hotel La Noria, en la calle 16 de Septiembre. Allí pasamos la noche, a salvo de la tormenta”.

Por su parte, Víctor Manuel Valencia Cabrales, se había instalado en La Paz desde 1968. En 1976 cursaba la preparatoria. Vivía con sus papás y hermanos en un domicilio ubicado en Allende y México, a espaldas del Palacio de Gobierno. La noche de Liza “era una noche de inquietud, porque, para tu servidor y amigo, fue la primera vez que vivía un meteoro de esa magnitud y, sobre todo, la impresión que traía. Ahí estaba en la sala de la casa, pegado a la ventana, deleitándome con los relámpagos”.

Víctor Manuel Valencia Cabrales.

Se les fue la luz; aunque su casa no se anegó de agua, por las calles corrían a toda prisa los arroyos. La Padre Kino como tal, no existía, todo era la colonia Los Olivos y la Guerrero, sin pavimentar. Serían las 4 ó 5 de la madrugada cuando sonó “el famoso estruendo”. No parecía el sonido de un relámpago, pero fue un ruido muy fuerte y diferente al que provocan los rayos. “Ahora sabemos que fue una explosión, porque las cosas, como estaban, quizá no hubieran llegado a tal magnitud. Desafortunada desgracia porque pues, así lo fue, la magnitud y el impacto del meteoro no fue tan tan fuerte como para que hubiera sucedido lo que sucedió”.

La famosa explosión de la presa

Se trataba de la explosión de la presa de la Buena Mujer. Aunque Víctor no recuerda con claridad todos los detalles, tiene en mente que por aquella época se estaba construyendo. “Posteriormente supimos que se había llenado, que había llegado a su máximo nivel y que no hubo manera de que le abrieran las compuertas para que se desbordara el agua de manera controlada. ¿Qué sucedió? Después supimos, y conforme hemos conocido la historia, que el ejército decidió dinamitarla para poder desahogar el agua de la presa. Existió esa gran cantidad de agua que corrió por el arroyo, principalmente, de El Cajoncito, en donde a final de cuentas cobró gran cantidad de vidas”.

“Pero sí no hay que perder de vista que el Ejército, sobre todo el Ejército y Protección Civil hicieron lo que tenían que hacer —sostiene Víctor, tras casi medio siglo de la tragedia—. O sea, invitar, convocar y andar en la cercanía invitando a los que estaban cerca del arroyo a que desalojaran. Los ciudadanos estaban instalados, viviendo en una zona que no era para ellos (…) De tal manera pues, que el ser humano y su comportamiento en cuanto al sentido de la propiedad los hizo que permanecieran allí. Tenemos conocimiento de que la gran cantidad de fallecidos, desafortunadamente, fueron gente de fuera”. El abogado enfatiza que los avisos se dieron por radio, como la de Francisco King, incluso, se hizo perifoneo. “Definitivamente, la labor de avisar sí se hizo”.

El médico también hace referencia al “tronido misterioso”. Dijo que fue la ruptura del muro de contención de El Cajoncito, que se había construido para contener el agua que bajaba por el arroyo mencionado, desviando su curso hacia el mar por detrás del Cerro Atravesado. El ciclón Liza provocó la caída de tal cantidad de agua que rebasó la capacidad del represo, y terminó rompiéndose. Sin embargo, “lo que antecedió a esta ruptura, fue el sonido de una fuerte explosión, como producido por una descarga de dinamita. Es decir, la ruptura del muro de contención pudo haber sido provocada intencionalmente, muy probablemente, con el uso de explosivos por parte de los militares de aquel tiempo”.

“A mí no me consta está información —declara Manuel—. Este rumor lo escuché de personas adultas, que a su vez lo escucharon de personas que sobrevivieron a la tragedia, y se convirtió rápidamente en un secreto a voces. Que yo recuerde nadie se manifestó exigiendo una investigación acerca de esto. Ningún reclamo o protesta. Tampoco mayor seguimiento por parte de los medios de comunicación de aquel tiempo. Nadie cuestionó la versión oficial de que la ruptura del muro fue ocasionada por la excesiva presión de una excepcional avenida de agua, que terminó venciendo su estructura del muro en algún punto, situación que las autoridades pudieron detectar en medio de la fuerte tormenta, alertando a la población por diversos medios, conminándola a desalojar sus domicilios para acudir a guarecerse en refugios previamente establecidos. De hecho, la mayor parte de la gente había obedecido está orden. Nosotros entre ellos. Aunque la devastación quedó bastante lejos de nuestro domicilio. No se podía saber con exactitud las partes que serían afectadas”.

José Manuel Peralta Delgado.

Y es muy cierto lo que señalan estos testimonios, en el sentido de que no hubo ni averiguaciones, ni informes oficiales sobre la explosión de la presa. Ha quedado como una leyenda urbana que fue dinamitada por los militares, pero ¿con qué fin, si parecía inminente su ruptura? ¿A qué o a quiénes beneficiaría acelerar la destrucción de la presa que, a su vez, fue la causa de la mayor mortandad de personas con el huracán Liza? Manuel opina: “no había manera de evitar que se rompiera. Y la parte más factible que lo hiciera, si se permitía que el agua tomara su curso natural, era por dónde había sido su cauce original, es decir, por el centro de la ciudad, la zona histórica y económica más importante. Por cierto, si se hubiera dejado que el cauce destructivo del arroyo siguiera su cauce natural, hubiera pasado a un lado del hotel La Noria, en el cual nos hospedamos aquella noche”.

“Parece que los habían desenterrado”

Manuel se despertó muy temprano el 1 de octubre de 1976, para ir a la escuela: no tenía idea del desastre que había ocurrido, hasta que, al no pasar nunca el camión, se fue caminando y allí constató la dimensión de la tragedia. Pasó por la parte posterior del Hospital Salvatierra, donde había una malla de alambre. “Para mi sorpresa observé una pila de cadáveres amontonados de forma desordenada, algunos boca abajo, otros boca arriba. No puedo saber con exactitud cuántos cuerpos eran, pero cálculo un número aproximado entre 30 y 40. Se miraban ya rígidos, llenos de tierra, como si los hubieran desenterrado. Se notaba que los habían depositado de prisa, pues no los cubrieron con alguna manta, dejándolos expuestos a la vista de la gente, a través de la malla de alambre. No vi a nadie cerca de los cuerpos (…) Después me enteraría que la mayor parte de las personas que murieron, que algunos casos fueron familias completas, no eran del Estado. No tenían familiares allí (…) Lo más doloroso era ver los cuerpecitos amoratados de los niños. Una gran cantidad de las personas que murieron no fueron reclamadas, y terminaron en fosas comunes en el panteón de los Sanjuanes. Después de varios días siguieron apareciendo cadáveres en el mar, que la corriente había arrastrado”.

Cerro Atravesado, al día siguiente del huracán.

“¿Cómo habrían muerto? ¿Quién los habría dejado amontonados de esa manera, como si fueran objetos sin importancia?”, se preguntó el hoy médico, quien pasaba de la pena a la curiosidad, y caminó fatigosamente, hasta donde pudo, a la parte alta de la ciudad. Ante sus ojos tenía la evidencia del daño: una gran avalancha de agua descendió la noche anterior, abriéndose camino en medio de las casas, devastando una zona de unos 60 metros de ancho, aproximadamente. “Para esa hora había muchas personas trabajando para rescatar víctimas, la mayoría militares. Trabajaban con palas y otras herramientas. También había máquinas, tratando de encontrar cadáveres bajo los escombros de las construcciones que se habían derrumbado sobre sí mismas, al escarbar el agua la arena bajo sus cimientos. Aquellos hombres se apreciaban cansados, con movimientos pausados. Sus ropas estaban mojadas, enlodadas. Yo no lo sabía, pero habían trabajado toda la noche rescatando víctimas. En la zona de desastre los escombros estaban por todas partes, había automóviles semienterrados, árboles arrancados desde la raíz. Caminé durante aproximadamente dos horas siguiendo el cauce del arroyo hacia el mar. Por todos lados encontraba cosas semienterradas: sillas, ropa, tablas, muebles, trastes de cocina, etcétera, que mostraban el terrible poder destructor del agua fuera de control”.

Víctor amaneció emocionado, sin saber, tampoco, lo que descubriría son sus propios ojos. Se fue caminando de la Allende a lo que sigue siendo la preparatoria Morelos. En un principio, sólo vio todo lleno de arena; poco a poco fue viendo desparramadas cajas de madera y basura. Al llegar a la prepa, una veintena de compañeros que habían ido a la escuela, se pusieron a disposición para ayudar. Les pusieron una vacuna contra el tétanos, y él mismo aprendió a vacunar porque fue parte del apoyo que brindó. Usó el carro de su papá, una Ford Ecoline, para acercarse a las colonias Los Olivos y la Guerrero.

También los militares llevaron un centenar de damnificados a la Morelos, donde los jóvenes los asistieron, metiéndolos a los salones de clases y brindando agua y desayuno. “Logramos mantener en la preparatoria durante más de 3 ó 4 días, o más, a ese grupo de damnificados que sí, fueron alrededor de 100, y fue tan entusiasmante el hecho de ayudar a ese grupo de ciudadanos que se formó un pequeño lazo de amistad, un pequeño lazo de camaradería, un vínculo fraterno, es la parte bonita de la labor que hicimos”.

Un día, dijeron que todos los damnificados que estaban allí en la prepa, los llevaron a un llano para darles un lote, que estaban solo delimitados con cal. Así nació la colonia 8 de Octubre en La Paz. “En la calle principal, que ahorita es la calle principal de la 8 de Octubre, que es la que está donde está la bajada del puente, ahí nos tocó a nosotros colocar a los primeros damnificados. Te digo que fue gratificante para mí y para nosotros que los mismos damnificados, en esa calle, pusieron letreros de que la calle se iba a llamar Preparatoria Morelos”.

A Víctor sólo le tocó ver un cadáver —el primero que vio en su vida—, pero fue simbólico y le quedó grabado para siempre en la memoria. Fue cerca del arroyo El Cajoncito. “No me acerqué, pero alcancé a ver la mano levantada de una persona fallecida”. El cuerpo estaba semienterrado, asomándose del pecho para arriba. “No le veo la cabeza, la cara, nomás es como un cadáver que está queriendo salir de la tumba”.

Con el paso de los días, escuchó las historias que eran del dominio público: la masa de cadáveres que hubo por toda la ciudad; que encontraron carros con familias completas, ahogados, en los arroyos; taxis que intentaron sacar gente en pleno huracán y fueron arrollados por la gran cantidad de agua, muriendo al instante.

¿La cifra de muertos? Nadie sabe con exactitud cuántos fallecidos dejó el ciclón Liza. Víctor escuchó el rumor que la cifra había alcanzado los 10 mil, pero cree que es exagerado, aunque sí está seguro que fueron más de mil. “Hubo mucha secresía”, comentó el hoy abogado, coincidiendo con Manuel en que este fenómeno dejó una tragedia con interrogantes que nunca han sido resueltas. “El gobierno no dio cifras oficiales sobre el número de víctimas, aunque que se calcularon, extraoficialmente, en miles”, señala el médico, quien también alimentó su imaginación con otros rumores: “que muchos de los que reclamaron y se les dieron casas en realidad no fueron víctimas, sino que aprovecharon la oportunidad para hacerse de una casa, fingiéndose damnificados. También corrió el rumor que muchas de las ayudas que llegaron fueron acaparadas por las autoridades que se encargaron de repartirlas, como recursos económicos y las mejores cosas”.

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Historia sin brújula. La materia perdida en la Nueva Escuela Mexicana

IMÁGENES: IA.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

La reestructuración curricular borra fronteras entre asignaturas,

pero deja sin rumbo claro la enseñanza de la Historia.

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el ciclo escolar 2022-2023, todas las escuelas públicas y privadas del país comenzaron a aplicar el nuevo plan de estudios de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), un modelo educativo que busca transformar la enseñanza desde la educación inicial hasta la secundaria. Esta reforma, nacida tras la promulgación de la Ley General de Educación en 2019, propone una educación integral, humanista y democrática. El documento rector, construido a partir de una propuesta de la Universidad Pedagógica Nacional y enriquecido por docentes de distintos niveles educativos, plantea una visión crítica y comunitaria del aprendizaje. La diversidad cultural, lingüística y social de México se ubica al centro del enfoque formativo, en un intento por responder a las realidades concretas del país.

Sin embargo, la implementación de este ambicioso modelo no ha estado exenta de controversias. Aunque la Secretaría de Educación Pública (SEP) lideró su desarrollo con el respaldo de autoridades educativas federales y estatales, el consenso con otros actores clave —maestros, padres de familia y especialistas— no fue total. La Nueva Escuela Mexicana avanza, pero lo hace entre cuestionamientos, resistencias y expectativas que aún no terminan de resolverse. A dos años de haber entrado en vigor el Plan de Estudios de la NEM, las aulas del país se debaten entre la promesa de un modelo transformador y la incertidumbre de sus resultados. Maestros, alumnos y padres de familia expresan dudas sobre su efectividad para alcanzar un aprendizaje significativo y duradero. La reforma educativa que planteó una ruptura con la enseñanza tradicional no ha logrado, hasta ahora, disipar el escepticismo que persiste en buena parte de la comunidad educativa.

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Uno de los cambios más profundos —y polémicos— fue la eliminación de las asignaturas como eje estructural del currículo. En lugar de materias como Español, Matemáticas, Geografía o Historia, ahora los contenidos se agrupan en “Campos Formativos”: Lenguajes; Saberes y Pensamiento Científico; Ética, Naturaleza y Sociedades; y De lo Humano y lo Comunitario. Esta reorganización pretende integrar saberes y contextos de forma más coherente, pero ha generado confusión en su aplicación práctica.

La enseñanza de la Historia, por ejemplo, ya no se aborda de forma independiente. Ahora comparte espacio con Geografía, y Formación Cívica y Ética dentro del campo formativo Ética, Naturaleza y Sociedades. La SEP argumenta que esta nueva configuración busca evitar una visión fragmentada del conocimiento, proponiendo en su lugar una formación que fomente el sentido de pertenencia y comunidad en un país profundamente diverso. Sin embargo, en la práctica cotidiana, la transición ha resultado compleja y no exenta de tensiones.

En medio de los cambios que trajo consigo la NEM, la enseñanza de la Historia ha sido una de las áreas que más desconcierto ha generado entre docentes de educación básica. A dos años de haberse implementado el nuevo plan de estudios, acudimos a diversas escuelas primarias de la ciudad de La Paz, Baja California Sur, para conocer directamente la percepción de los maestros sobre esta transformación educativa.

El arrebato de la Historia local

La pregunta fue directa: ¿Qué aspectos positivos y negativos ha habido en la enseñanza de lo que antes se conocía como la asignatura de Historia, comparado con la forma en que se imparte ahora en el Campo formativo de Ética, Naturaleza y Sociedades? Las respuestas que recogimos reflejan una mezcla de entusiasmo, preocupación y, sobre todo, una serie de dudas persistentes sobre cómo —y con qué resultados— se está enseñando ahora esta disciplina clave para la formación cívica y social de niñas y niños.

La profesora Laura (*), quien cuenta con 26 años de servicio y es maestra de un grupo de 6° grado de primaria, respondió: Ahorita tenemos la facilidad de acomodarnos a las fechas, al contenido en el momento que lo ocupemos, viene más abierto, que uno lo trabaje y se acomode a las fechas a los momentos. El problema es involucrarlo en los diferentes campos, en qué momento lo voy a trabajar, que muchas veces optamos porque hoy toca el tema de “La Revolución”, ahorita lo voy a meter y lo doy aparte, porque no sé  cómo lo voy a meter en este proyecto que tengo ahorita, entonces se me dificulta mucho y más, porque una ya tiene y llevaba todo este proceso con el plan anterior, se nos está dificultando más, entonces cómo lo meto, donde lo meto. Primero lo tengo que trabajar y lo voy a trabajar separadito, entonces el estarlo metiendo en los nuevos proyectos que me cuadre con todo lo que estoy haciendo ahorita, ¿cómo le hago? Esa es la dificultad. La respuesta evidencia una problemática central en la implementación del nuevo modelo educativo: la falta de capacitación clara y efectiva para integrar los contenidos históricos dentro de los nuevos proyectos interdisciplinarios propuestos por la NEM. Aunque se valora la flexibilidad del plan, esta apertura ha generado incertidumbre sobre el «cómo» y «cuándo» abordar temas clave como, por ejemplo, de La Revolución Mexicana. La docente recurre a estrategias del modelo anterior, mostrando que el cambio ha sido más teórico que práctico. Sin una guía pedagógica concreta, el riesgo es que los aprendizajes pierdan coherencia y profundidad, debilitando el objetivo formativo del nuevo enfoque.

El profesor Carlos, con 14 años de servicio y el cual labora en una escuela primaria impartiendo el 6° grado, comentó: Positivos, en nuestro nuevo plan es la necesidad de que el mismo docente se vuelva parte de la identidad del lugar en el que está trabajando, principalmente eso, cuando un maestro ya tiene esa identidad puede transmitir ese sentido a sus alumnos, me refiero con esto a que si yo soy una persona de otro estado y considero que mi estado es mejor que donde estoy, no puedo transmitirles identidad, no puedo transmitirle esa identidad porque yo estoy directamente transmitiendo mi identidad, pero no se las puedo brindar a ellos. Un decir, para que quede un poquito más claro, yo soy del Estado de Guadalajara, el Estado es el mejor en todos los sentidos, yo manifiesto que tengo una identidad, pero no puedo transmitirle a ti para que tengas lo mismo, porque yo siempre voy a decir que es mejor, ¿no? Tendremos que buscar la identidad nosotros y partir de esa conciencia y ese profesionalismo, y esa ética que tenemos qué tener para que el niño busque su propia identidad, pero nosotros somos los conductores para que lleguen a un lugar donde ellos digan es que yo me identifico de esta manera, no que me identifico con otros Estados que son mejores o que son peores, pero queda la perspectiva de cada maestro. A pesar de la entrada en vigor del nuevo plan de estudios de la NEM, la realidad en muchas aulas muestra que la transformación no ha logrado permear con claridad en el trabajo cotidiano de las y los docentes. La flexibilidad que propone el modelo, lejos de empoderar a los maestros, ha generado en muchos casos confusión sobre cómo abordar los contenidos y actividades dentro de los nuevos esquemas pedagógicos. Este panorama expone una falla en el acompañamiento institucional. Las autoridades educativas, en particular los equipos técnicos de la SEP en BCS, enfrentan el reto urgente de brindar un seguimiento más cercano, puntual y pertinente a las escuelas. Sin embargo, la duda persiste: ¿están los directivos y asesores técnicos realmente preparados para orientar e incidir de forma efectiva en la práctica docente bajo el enfoque de la NEM?

La falta de dominio teórico y metodológico por parte de quienes deberían liderar la implementación revela un vacío preocupante. La reforma, más allá de su diseño, requiere de una operación pedagógica sólida, sistemática y con sentido. Es un tema que, a juicio de muchos en el ámbito educativo, sigue pendiente y merece ser abordado con mayor seriedad por las autoridades responsables.

La profesora Karina, una docente con 7 años de servicio y que atiende un grupo de 6° grado respondió: Pues aspectos positivos, que se está enseñando, afortunadamente, no ha quedado completamente en el olvido, pero sí siento que le faltan más estructura, más organización de decir esto se va a enseñar así, porque queremos lograr eso. Y pues negativo se podría decir que nada más se está enseñando la Historia nacional, no se está enseñando la Historia local, no hay temas que las aborden. Con la implementación del nuevo plan de estudios de la NEM, la desaparición formal de la asignatura de Historia ha dejado una sensación de vacío entre muchos docentes. La estructura progresiva con la que antes se abordaban los contenidos —desde lo local hasta lo nacional— se ha diluido, según relatan maestras y maestros de educación básica. Hoy, denuncian, se priorizan temas históricos de alcance nacional, mientras que la historia estatal o comunitaria ha quedado relegada, sin un lugar claro dentro de los nuevos campos formativos. Para muchos educadores, esto representa una pérdida significativa: la oportunidad de fortalecer el sentido de identidad y pertenencia desde el contexto inmediato del alumno. La Historia de la comunidad, del Estado, parece haberse convertido en una materia olvidada dentro del nuevo enfoque educativo.

Identidades diluidas

Como parte de este recorrido, también se dio voz a quienes viven día a día los efectos del nuevo modelo educativo: los alumnos. Se realizaron entrevistas a estudiantes de 6° grado en diversas escuelas primarias de La Paz, y sus respuestas arrojaron puntos de vista reveladores. Lejos de ser ajenos a los cambios, los niños expresaron opiniones claras sobre cómo perciben ahora sus clases, qué entienden por Historia y qué temas les parecen importantes. Sus testimonios ofrecen una mirada fresca y directa sobre la aplicación real del nuevo plan de estudios en las aulas, y aportan elementos clave para comprender cómo está siendo recibida la NEM por parte de sus principales protagonistas: los estudiantes.

Al hacerles la pregunta ¿Me puedes decir qué estás estudiando actualmente de Historia en el campo formativo de Ética, Naturaleza y Sociedades? La alumna Camila, de 11 años respondió: De historia, pues ahorita no vemos mucho porque las materias se mezclaron y en los libros, nada más, o sea lo último que vi fue El Porfiriato.. Algo así… Y no me acuerdo mucho. La siguiente pregunta fue ¿Qué cambios has notado en lo que era la asignatura de Historia y lo que te enseñan ahora en el campo formativo de Ética, Naturaleza y Sociedades? Respondió: Ahora nos enseñan menos Historia porque se mezclaron las materias y en un libro vienen varias materias, entonces nos enseñan menos de cada materia.

Lo anteriormente expresado no sólo revela su capacidad para adaptarse a los cambios, sino también una sorprendente conciencia crítica sobre el contenido que recibe. La alumna expresó con claridad lo que muchos de sus compañeros también sienten: los nuevos libros de texto carecen de una estructura clara y organizada. Según su testimonio, la información parece desordenada y dispersa, lo que ha generado en ellos la impresión de que están aprendiendo menos que con el plan anterior. Esta percepción, compartida por otros estudiantes, pone en tela de juicio la efectividad del nuevo enfoque y abre una interrogante mayor: ¿están los nuevos materiales realmente cumpliendo con su propósito formativo?

Otro de los entrevistados, Jaime, respondió lo siguiente: ¿Has notado algún cambio en cómo te enseñaban Historia antes y ahora? Sí. Eh… Antes eran libros para cada… Para Historia y veíamos más cada día o algún día de la semana veíamos ese tema. Y ahora nos enfocamos más en… En otras cosas como lenguajes o saberes. ¿Has notado algo diferente en cómo se enseña ahora en comparación de antes? Pues… Sí, porque antes yo creo que era más… Más… Como… A detalle se veía más… Más… Cosas más… Era más… Sobre todo… Era más… Mucho más… Mejor la enseñanza, mucho mejor. Es claro que este alumno percibe un empobrecimiento en la forma de enseñar con la NEM, concluyendo que con el anterior plan de estudios se enseñaba mejor así como las temáticas eran muchas más.

Una entrevista más se aplicó a Perla, la cual nos expresó: ¿Has notado algún cambio de cómo te enseñaban antes en Historia, a lo que te enseñan ahora? Sí, pero se ha estado como degradando poco a poco, porque a veces te dan más Historia y ahorita es como menos, y menos, y menos, y menos, hasta no enseñar nada. ¿Qué cosas nuevas te han gustado y cuáles no? Me ha gustado que me han enseñado bastante Historia en primero y en segundo y tercero, pero del cuarto, quinto y sexto pues casi no he aprendido nada de Historia. Las respuesta obtenida no requiere un análisis extenso. Reflejan con contundencia la percepción que comparten numerosos estudiantes sobre la manera en que se les enseña y el contenido que reciben bajo la NEM, especialmente, en lo que respecta a la enseñanza de lo que antes era la asignatura de Historia. Estas opiniones revelan, sin necesidad de mayores interpretaciones, las inquietudes y preocupaciones que surgen en el aula frente a los cambios educativos recientes.

Ahora bien, ¿de qué manera repercutirá esta forma en que la NEM aborda lo que era la asignatura de Historia en la formación de la identidad de los alumnos y las alumnas. Ante esta pregunta, la profesora Laura comentó: Pues que en los otros planes tenían mayor conocimiento los niños, de Historia, mayor conocimiento de las fechas cívicas, mayor conocimiento de por qué se empezaron las huelgas de cuándo y cómo la mujer logró el voto, todo ese proceso lo iban aprendiendo, lo iban adquiriendo, porque llevábamos ese proceso, ahorita no llevamos el proceso porque aquí logré meter este contenido, pero en el siguiente proyecto no metí nada. Entonces esa secuencia nos hace falta, llevar esos pasos y ver que por más que queramos, le digo, no podemos meterlos por que no me cuadra este proyecto con el tema de darle esa secuencia, esa secuencia es lo que hace falta.

El profesor Carlos, contestó: Siento que los niños tienen una mala percepción de la identidad, se identifican con personas que tienen, digámoslo así, una vida resuelta, una vida, por así decirlo vacía, la identidad de ellos es con fulanito cantante, fulanito personaje, con alguien que un futbolista famoso, un artista famoso, más que con el anterior donde soy como mi papá, soy como mi abuelo, porque ya no existe identidad, después de varios eventos importantes de la libertad por ejemplo de las mujeres donde ya se les dio la oportunidad de trabajar de manera abierta y demás, afectó, afectó a las familias, ya no había una figura que siguiera los patrones de la identidad. Los niños pasan mucho tiempo solos, los niños buscan su propia identidad, no es culpa de ellos, pero no hay alguien que los guía, los niños siguen creciendo, no tienen una identidad, no tienen un piso firme, por lo cual pueden divagar entre si hoy quiero, hoy no quiero, mañana así, entonces no hay esa identidad, ¿qué pudiera hacerse? ¿Qué cosas pudiéramos rescatar? Que en su momento los niños eran atendidos desde casa, desde la escuela y su casa, los atendía la misma sociedad, la misma comunidad, no los absorbía lo digital, todo era vivencial, uno se identifica con lo que viven, no con lo que imagina que pudiera pasar. Entonces creo que los niños están careciendo de ese contacto directo, de esa realidad en la que viven, pero, tristemente, se puede decir que la realidad de la que viven es virtual, entonces los videos que ven son de otros lugares, no tanto de una visita virtual por mi Estado, no existe, hay muchos proyectos, hay muchos programas, pero todo queda en eso, proyectos y programas, no se bajan a las escuelas, no se bajan a las comunidades y sigue esta parte sin favorecer la identidad propia de los niños.

La profesora Sara, con 17 años de trabajo docente, manifiesta lo siguiente: Pues, insisto no se han trabajado muchos temas, no pudiera yo hacer mención como tal de que yo creo que tengan una identidad sólida, la verdad no, pero sí pudiera comentar que se observan que antes en cuestiones de Historia que se trabajaban, nos lo hacían ver como algo separado, como ver los de Oaxaca son los de Oaxaca, los de México son los de México, los de la Baja son, y ahorita como que es un conjunto de todo, como que dentro del tema que se está viendo nos damos cuenta que son nuestra identidades es nuestra, aún así compartimos muchas cosas en conjunto pues con personas de otros lugares, entonces pues sí es una identidad sólida como tal, pero no necesariamente como por el cambio de los temas de la historia, así lo veo yo, sí tienen su identidad porque incluso ese tema sí lo hemos manejado, ya se trabajó, pero no me atrevo a decir que sea por el cambio de la Historia.

Tras analizar las respuestas de varios maestros, queda claro que el Plan de Estudios de la Nueva Escuela Mexicana no ha logrado superar las problemáticas históricas ya presentes en la enseñanza de esta materia. La profesora Laura, una de las entrevistadas, señala incluso un retroceso en el aprovechamiento escolar en Historia, ahora el campo formativo de Ética, Naturaleza y Sociedades, atribuible, según ella, a una deficiente organización en la programación de los contenidos. Este testimonio pone en evidencia que, a dos años de su implementación, el nuevo modelo aún enfrenta importantes retos para consolidar una educación histórica efectiva y coherente.

Deseo concluir recordando una respuesta que me dio Juan Luis, un alumno de 6° grado de primaria, un niño muy maduro y reflexivo para su corta edad. La pregunta fue ¿Has notado algo diferente en cómo se enseña ahora la Historia, en comparación como antes? Y la respuesta que me dio me dejó sorprendido: Que ya no se toca mucho ese tema, ya casi no se habla de la Historia. Y es algo muy malo, algo muy triste, porque el pueblo cada vez se va a olvidar de su Historia, y ya en un futuro el pueblo ya no va a reconocer su Historia, ya no va a reconocer lo que fue la Independencia, lo que tanto se trabajó en luchar para la democracia, y las libertades, los saberes y la autodeterminación, pues ya se va a ir perdiendo con el paso de las generaciones futuras.

Este mensaje final revela que la Nueva Escuela Mexicana aún presenta áreas significativas que requieren ser atendidas. El éxito de sus reformas no será posible si sólo se escuchan algunas voces y no se considera la opinión de la totalidad del cuerpo docente, quienes son los responsables de traducir el currículo en aprendizajes reales dentro y fuera del aula. Ignorar su experiencia en futuras revisiones sólo profundizará la brecha entre lo que se planea y lo que se ejecuta en las escuelas. Además, es indispensable involucrar a la sociedad en general, principal beneficiaria del sistema educativo, para asegurar que las adaptaciones de la NEM respondan a las demandas de un mundo cada vez más complejo y exigente, garantizando así una educación sólida y pertinente para las nuevas generaciones.

Fuentes:

Plan de Estudio para la Educación Preescolar, Primaria y Secundaria 2022. Primera edición, 2024. Secretaría de Educación Pública.

Sugerencias para la concreción del Plan y Programas de Estudio 2022 en Educación Básica, 2023. Secretaría de Educación Pública.

Programa Sintético de las Fases 2 a 6, 2023. Secretaría de Educación Pública.

Un libro sin recetas para la maestra y el maestro fase 3, 4 y 5, 2023. Secretaría de Educación Pública.

(*) Los nombres de los profesores y alumnos entrevistados fueron cambiados para proteger su identidad. El autor de este reportaje cuenta con las grabaciones de las mismas.

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Recorriendo la historia: Un viaje dominical por los siglos XIX y XX en La Paz, BCS

FOTOS: Cortesía.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cada domingo, al despuntar el alba, un grupo de personas se reúne frente al antiguo muelle fiscal de La Paz, Baja California Sur, para emprender un viaje al pasado. No se trata de una simple caminata, sino de un recorrido histórico-cultural que revive los siglos XIX y XX a través de las calles del Centro Histórico de esta ciudad-puerto, rica en memoria, arquitectura y tradición. Este proyecto, que comenzó en 2012, ha sumado ya casi 300 recorridos y se ha consolidado como una de las más valiosas experiencias de enseñanza y difusión cultural de la región.

La iniciativa fue concebida como una innovadora metodología de práctica docente para la enseñanza de la historia local. Mediante el uso de fotografías de edificaciones antiguas y visitas in situ, los participantes logran vincularse con el pasado de una manera vivencial y crítica. Pero este esfuerzo va más allá de lo académico: se trata de una propuesta de vinculación social y extensión universitaria impulsada por el Centro de Documentación de Historia Urbana (CEDOHU), perteneciente al Departamento Académico de Economía del Área de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS).

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Lo que distingue a estos recorridos es su cuidadosa preparación y su compromiso con la CEDOHU. Cada domingo, durante unas dos horas y media o tres, los asistentes recorren a pie un entramado de calles llenas de historia: Ignacio Bañuelos Cabezud, Manuel M. Esquerro, Agustín Arriola, Ignacio Zaragoza, Artesanos, 16 de septiembre, Revolución, Independencia, Serdán, 5 de mayo, Francisco I. Madero, Belisario Domínguez y Paseo Álvaro Obregón, hasta llegar al emblemático hotel Perla. Cada paso es acompañado por relatos, imágenes y anécdotas que revelan los secretos de la ciudad que, de otro modo, podrían perderse en el olvido.

El equipo que conduce estos recorridos está conformado por el arquitecto Gilberto Piñeda Bañuelos y los historiadores Alma Castro Rivera y Homero Avilés, quienes con pasión y profundo conocimiento guían a los participantes por las huellas arquitectónicas y sociales que han definido la fisonomía de La Paz a lo largo de más de un siglo.

Este proyecto ha demostrado que el conocimiento no tiene por qué estar confinado a las aulas. Al contrario, salir a la calle, mirar los edificios, escuchar las historias que encierran y confrontarlas con imágenes del pasado convierte el aprendizaje en una experiencia transformadora. Además, se fomenta la apropiación del patrimonio urbano por parte de la comunidad, fortaleciendo así su identidad cultural.

La participación en los recorridos es completamente gratuita, aunque se requiere una inscripción previa con al menos 15 días de anticipación. El grupo debe contar con un mínimo de diez personas, un responsable del grupo y otro encargado de hacer el registro fotográfico de la actividad. Para registrarse, los interesados deben escribir al correo [email protected] o comunicarse a la extensión 3250.

A través de estos recorridos, CEDOHU no sólo difunde los frutos de sus investigaciones históricas, sino que también contribuye activamente a evitar la pérdida de la memoria urbana. En una época en la que el desarrollo urbano muchas veces pasa por alto el valor de lo antiguo, iniciativas como esta nos recuerdan que la historia está viva en los muros, en las calles y en los relatos de quienes habitan la ciudad.

La Paz, con su brisa marina y su calma aparente, guarda en sus rincones cientos de historias que esperan ser contadas. Y cada domingo, al amanecer, un grupo de ciudadanos y curiosos del pasado emprenden el camino para escucharlas, con la certeza de que conocer la historia de una ciudad es también conocerse a uno mismo.

Porque para comprender el presente y construir un futuro más consciente, es imprescindible mirar atrás. Y qué mejor forma de hacerlo que caminando por las calles de nuestra historia.

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¿Estamos listos para defender nuestra patria?

FOTOS: Pexels.

Vientos de Pueblo

José Luis Cortés M.

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). En la mañana del 4 de marzo de 2025, un llamado a la defensa de México resonó en todo el país. Las palabras «Es tiempo de la defensa de México y su soberanía» retumbaron en cada rincón, evocando el espíritu combativo que ha caracterizado a nuestra nación a lo largo de su historia. Pero, ¿estamos realmente preparados para responder a este llamado? ¿Tenemos la fortaleza y la determinación de nuestros antepasados?

La historia de México, especialmente en Baja California Sur, está repleta de ejemplos de valentía y sacrificio. Recordemos a José Antonio Mijares, quien dio su vida defendiendo San José del Cabo en 1847. En una noche de noviembre, Mijares lideró un ataque audaz contra las trincheras enemigas, buscando silenciar un cañón que diezmaba las filas mexicanas. Aunque cayó en batalla, su sacrificio inspiró a sus compañeros a resistir por tres meses más. ¿Estaríamos dispuestos hoy a arriesgar tanto por nuestra patria?

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O pensemos en el teniente coronel Manuel Pineda Muñoz, quien resistió el asedio de fuerzas superiores en La Paz durante la misma intervención estadounidense. Con recursos limitados y superado en número, Pineda Muñoz y sus hombres demostraron un coraje inquebrantable. ¿Podríamos nosotros, ciudadanos del México moderno, mostrar tal determinación frente a la adversidad?

Años más tarde, durante la intervención francesa, el coronel José María Rangel y sus hombres defendieron San José del Cabo contra los invasores en 1864. Su resistencia, aunque finalmente doblegada, dejó una huella indeleble en la historia de la península. ¿Encontraríamos hoy en nosotros mismos la fuerza para resistir contra todo pronóstico

Estos hombres no lucharon por fama o riqueza, sino por un ideal de nación libre y soberana. Sacrificaron su comodidad, su seguridad y, en muchos casos, sus vidas por defender esta tierra. Hoy, en nuestra aparente paz y comodidad, ¿estamos dispuestos a hacer sacrificios similares?

La defensa de México en el siglo XXI ya no se libra principalmente en campos de batalla, sino en arenas económicas, diplomáticas y culturales. ¿Estamos preparados para renunciar a ciertos lujos o comodidades en aras de fortalecer nuestra economía nacional? ¿Nos atrevemos a alzar la voz contra la injusticia y la corrupción, aun cuando hacerlo pueda ponernos en riesgo?

Cuando compramos productos extranjeros en lugar de apoyar la industria nacional, ¿no estamos, de cierta manera, cediendo terreno en la defensa de nuestra soberanía económica? Cuando permanecemos en silencio ante los abusos de poder o la violación de derechos, ¿no estamos traicionando el legado de aquellos que lucharon por nuestra libertad?

La verdadera pregunta que debemos hacernos no es si nuestros líderes están a la altura de las circunstancias, sino si nosotros, como ciudadanos, estamos dispuestos a asumir la responsabilidad que conlleva defender a México. ¿Estamos listos para sacrificar nuestra comodidad por el bien común? ¿Tenemos el coraje de enfrentar las consecuencias de defender nuestros principios y valores nacionales?

La plaza principal de San José del Cabo, que lleva el nombre de José Antonio Mijares, no es sólo un monumento a un héroe del pasado. Es un recordatorio constante de lo que significa defender a México. Cada vez que pasamos por lugares como este, ¿reflexionamos sobre nuestro papel en la defensa de la nación o simplemente seguimos con nuestras vidas, inmersos en nuestra burbuja de confort?

El himno nacional nos exhorta a prepararnos para la batalla con un solo grito de guerra. Pero la batalla de hoy no se libra con armas, sino con decisiones diarias. Cada vez que elegimos la integridad sobre la corrupción, la solidaridad sobre el individualismo, el bien común sobre el beneficio personal, estamos defendiendo a México.

¿Estamos realmente listos para defender nuestra nación como lo hicieron nuestros antepasados? ¿O preferiremos quedarnos en nuestra zona de confort, esperando que otros libren las batallas por nosotros? La respuesta a estas preguntas no solo definirá nuestro presente, sino el futuro que legaremos a las próximas generaciones de mexicanos.

La defensa de México está en nuestras manos. No en las de un líder, un partido o un gobierno, sino en las de cada ciudadano. ¿Estamos a la altura de este desafío? ¿O dejaremos que la comodidad y la apatía erosionen los cimientos por los que tantos héroes dieron su vida? La elección, y la responsabilidad, es nuestra.

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