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Opacidad y secrecía, pilares de la corrupción

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“La corrupción es el cáncer de la administración pública”. Foto: Internet.

Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La corrupción es el cáncer de la administración pública. Herencia postcolombina que tomó carta de naturalización en la vida pública nacional. Cinco siglos de permanencia en el plano funcional han permitido que la corrupción tenga un amplio margen de tolerancia social. El ocultamiento, la opacidad, el manejo de la información, han sido su cobijo natural.

El principal problema que enfrentamos en la lucha contra la corrupción, estriba en el control gubernamental de los órganos encargadas de combatirlos. Es el mismo gobernante corrupto el encargado de combatir la corrupción. En los cotos oficiales se generan los acuerdos y componendas que permiten al grupo en el poder utilizar estos órganos de control como herramientas de persecución política de aquellos que no simpatizan con su equipo.

El primer paso entonces, es crear una estructura de supervisión de la actuación pública, que escape al control directo del gobernante. Esto es: ciudadanizar los órganos de control administrativo, a través de la participación directa y efectiva de la sociedad civil organizada en los espacios de supervisión y auditoría del actuar público, principalmente en lo relativo a la toma de decisiones y el manejo de los recursos públicos.

Antes de pensar en crear más aparatos burocráticos ostentosos, costosos y de adorno, como el que se pretende construir a partir de la iniciativa de ley “anticorrupción”, habría que enfocar los esfuerzos en transparentar el quehacer oficial. De poco o nada servirán fiscalías y organismos anticorrupción, si no se obliga al aparato gubernamental a transparentar toda su actuación.

La transparencia gubernamental inicia desde el estatuto fundamental que la impone. Así las cosas, nuestra Constitución General de la República ha eliminado todo ejercicio de secrecía en el ejercicio público.

Si bien en sus orígenes nuestra Carta Magna permitía las sesiones secretas para la toma de ciertas determinaciones, ello encontraba justificación en los tiempos políticos y sociales que entonces se vivían, pero hoy, a cien años de distancia, resulta obsoleto y anacrónico suponer que el ejercicio de gobierno se realice a escondidas, en lo oscurito, de espaldas al gobernado y se decida en asuntos de interés general mediante “sesiones secretas”.

Es por eso que nuestra carta magna, siguiendo los lineamientos de la ONU, ha suprimido todo reducto de secrecía en el quehacer público.

Por lo anterior, lo único secreto que previene nuestra constitución, es el voto ciudadano al ejercer el derecho soberano de elegir a sus gobernantes y representantes populares. La secrecía entonces es un privilegio EXCLUSIVO del gobernado, y una PROHIBICIÓN para el gobernante, quien en todo momento habrá de producirse con claridad y transparencia en actuación.

Por cuanto hace a Baja California Sur, nuestra constitución estatal presenta un atraso de 100 años en materia de transparencia, pues aún previenesesiones secretas en la toma de decisiones para diputados y magistrados judiciales. Habrá que empezar por eliminar de nuestra Constitución local esos anacrónicos artículos, antes de pensar en institutos y fiscalías anticorrupción.

La toma de decisiones en sesiones secretas, propician la componenda, la complicidad, la corruptela.

Debemos desaparecer toda facultad otorgada en la constitución del estado, que permita la secrecía en el actuar gubernamental, para propiciar la transparencia, tal y como exige la moderna tendencia a exigir que se gobierne de cara el pueblo, de frente al gobernado.

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Si cambiamos la Constitución solo para darle el cargo al actual procurador –con los magros resultados que todos lamentamos—, con mayor razón podemos y debemos modificarla para erradicar todo vestigio, todo resabio de opacidad y secrecía.

Habrá que modificar entonces los artículos 72, 95 y 97 fracción XIV de nuestra Constitución, para eliminar las “sesiones secretas”, y desaparecer las mismas, de las leyes secundarias que las siguen previendo, tal y como ocurre con la Ley de Responsabilidad de los Servidores Públicos, el procedimiento que rige los juicios políticos, y la Ley Orgánica del Tribunal Superior de Justicia Estatal.

No podemos por un lado, exigir transparencia, y por otro, “legalizar” la secrecía decisoria oficial.

ARTÍCULOS CONSTITUCIONALES QUE PREVIENEN LA SECRECÍA: CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE BAJA CALIFORNIA SUR

72.- En caso de falta absoluta del Gobernador del Estado ocurrida en los dos primeros años del periodo respectivo, si el Congreso del Estado estuviere en sesiones, se constituirá inmediatamente en Colegio Electoral, y concurriendo las dos terceras partes del número total de sus miembros, designará por votación secreta y por mayoría absoluta de votos, un Gobernador Interino, expidiendo el propio Congreso del Estado, dentro de los diez días siguientes al de la designación del Gobernador Interino, la convocatoria para la elección del Gobernador que habrá de concluir el período correspondiente. Entre la fecha de la convocatoria y la que se señale para la verificación de las elecciones deberá haber un plazo no menor de seis meses, ni mayor de doce.

95.- El Tribunal Superior de Justicia funcionará en los términos que lo determine la Ley orgánica. El Tribunal, en escrutinio secreto, en la primera sesión que se celebre durante el mes de abril del año en que se haga la designación, nombrará de entre los Magistrados al que será Presidente del Tribunal Superior de Justicia. Este durará tres años en su cargo.

97.- Son facultades del Pleno del Tribunal Superior de Justicia:

XIV.- Designar, en votación secreta por la mayoría de sus integrantes al Magistrado y Juez de Primera Instancia que, conforme al numeral 100 de ésta Constitución, será miembro del Consejo de la Judicatura.

 




¡Cómo me da coraje ir al Carnaval de La Paz y tener que aplaudir!

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La costumbre de que los paceños casi nunca aplauden en el Carnaval. Foto: Internet.

Colaboración Especial

Por Rebeca Olachea

¡Ay, no hay que llorar, que la vida es un carnaval,
y es más bello vivir cantando!
Oh, oh, oh, Ay, no hay que llorar,
que la vida es un carnaval
y las penas se van cantando…

Víctor Daniel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Pronto será aquí, en su bella ciudad, el Carnaval. Ya se escuchan las frases típicas: ¿Vas a ir?; Uuuy, un gentío; yo nomás al desfile a llevar a los niños; ¿Quién se va a presentar?; de “esos” nadie me gusta; ¿Vamos? nomás para ver qué onda con la palomilla, mmm… No hay ni donde estacionarse, etcétera. Todos los años acudimos a esta gran celebración que ocurre desde 1888 en La Paz y que al principio solía ser sólo celebrado en las haciendas con las hijas de los ricos como las reinas. En 1988 retoma fuerza. En el libro Estar y no del escritor Miguel Ángel Avilés se menciona, sin especificar en qué año, que el carnaval se celebraba en el parque Revolución. Lo describe de igual forma como una gran fiesta de alegría y gozo para la comunidad paceña y sudcaliforniana. Lleva ya varios años que sólo se celebra en el malecón con gran audiencia y éxito.

Uno de los comentarios más comunes en estos días de fiesta es que los paceños, así como también todo sudcaliforniano que nos acompañe en la celebración,  por lo general, no aplauden. Asistimos a las variadas presentaciones en nuestro afamado escenario ubicado en el kiosco del malecón pero al estar enfrente del espectáculo, del artista y/o cantante que trata de animarnos, no aplaudimos. No bailamos, no nos emocionamos o entusiasmamos. Lo habrá usted notado en alguna ocasión. La inquietud aquí es: si va usted asistir al próximo Carnaval, ¿va aplaudir? ¡Meh! ¡Ya está el simple! Diríamos como respuesta todos en coro.

Precisamente es en esta celebración donde periódicamente se observa la personalidad única del sudcaliforniano al acudir a un evento de alegría. No aplaudimos, no nos entusiasmamos, no corremos detrás de ningún artista a pedir ni siquiera un autógrafo, no gritamos ni bailamos cuando el ejecutante nos lo solicita desde la tarima. Dónde haciendo su mejor esfuerzo pide que lo acompañemos con nuestras palmas. He sido testigo en variadas ocasiones del rostro de asombro y de frustración de artistas que se cuestionan qué pasa, ¿por qué no aplaudimos?

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Según Wikipedia, el aplauso es principalmente la expresión de aprobación mediante palmadas, para crear ruido. Suele esperarse que los espectadores aplaudan tras una representación. Como forma de comunicación no verbal de masas, el aplauso es un indicador simple de la opinión media relativa del grupo completo: cuando más ruidoso y prolongado, mayor aprobación. El término entusiasmo es aquél que se utiliza para hacer referencia a una actitud o forma de encarar las diferentes situaciones de la vida. Esta actitud se caracteriza por una demostración de excesivo interés o alegría por algo. Todo esto nos demuestra que aplaudir y/o entusiasmarse en una reacción social, colectiva. Por lo tanto, los paceños y sudcalifornianos somos parte de un colectivo, de una multitud. Ya lo dice Gustavo Le Bon “los aplausos no se relacionan con el gusto personal, sino con el dejarse llevar por la masa, donde abunda la impersonalidad y las decisiones se toman dejándose llevar por la corriente”. Todo sudcaliforniano comprenderá el sentido de que no aplaudir es una reacción colectiva. No es que se le indique, no requiere instrucciones, está en su inconsciente. En general no le gusta aplaudir, ni entusiasmarse. Desde personas de la tercera edad hasta niños pequeños la reacción ante un espectáculo casi siempre es la misma: mutismo. Lo aceptamos, lo disfrutamos, pero no nos deshacemos en aplausos y gritos. No se nos da.

Para darme a la tarea de saber el porqué de esta situación entrevisté a Martín Villavicencio Carmona quien es Director del Instituto Municipal de Cultura de La Paz. Él ha participado en innumerables ocasiones en el carnaval y actualmente es el encargado de la logística y organización del mismo. En su opinión la pregunta resulta ser un poco capciosa y complicada de explicar. ¿Por qué no aplaudimos? Él nos menciona que somos tranquilos, no somos muy expresivos. Esto no significa que seamos malos, en sí, somos muy amenos, pero en un sentido más íntimo.  El no aplaudir es un comportamiento general.

Primero llegamos a una pequeña observación en conjunto: el estado ha crecido. Ahora es un mosaico de varias ciudades nacionales y en la actualidad existe una intensa mezcla con personas de otros estados que de alguna manera nos aportan su presencia, usos y costumbres sobre todo en ocasiones como en está de fiesta. Todos en la escuela, trabajo, o lugares de entretenimiento convivimos con connacionales que nos invitan a ser más expresivos y nos contagian de su entusiasmo pero no al 100%, suele pasar por unos minutos, horas quizás, pero es relativo.  Pasada la motivación externa por parte del amigo de provincia volvemos a ser el sudcaliforniano típico. En su libro Paceño, yo, Mauricio Guillén Monsalvo menciona que el carácter paceño es uno de sus rasgos más distintivos, y que el paceño se distingue de los mexicanos porque se sabe de una cultura propia cuyos rasgos identitarios lo definen como único por su manera de ser.

Primera conclusión con Martín: el paceño y/o sudcaliforniano es Único. Eso sin duda. El sudcaliforniano no se impresiona. Si hay alegría, ese sabor de que si viene al carnaval va a prepararse con sus mejores ropas, va emocionarse entre sus iguales, entre sus amigos, entre sus familiares, pero en cuanto se pare enfrente del escenario y se le pida aplaudir simplemente no lo va hacer. Entre nosotros en ocasiones si nos alentamos, por ejemplo, en hacer burla o “barullo”. Eso sí. No es que no tengamos alegría, en eso estamos bastos. Solamente que nuestro júbilo no va ser compartido con todos, con los que llegan así nomás porque sí. Podemos soltar sendas carcajadas y escandalo a un compañero que nos quiere hacer reír. Pero allá en un escenario, un extraño pidiéndonos algo, en este sentido, que aplaudamos, ahí es cuando  no hay reacción.

Aparte de únicos, somos miembros de un pueblo, una ciudad con historia donde la enseñanza ha sido muy distinta a los demás estados de la república. Somos Aridoamérica. Somos “el otro México” ¿cómo esperar que seamos como los demás?, ¿qué hay en nuestra memoria colectiva que no aplaudimos?

En nuestra historia podemos encontrar pasajes donde el pueblo sudcaliforniano ha sufrido, ha luchado para ya no padecer hambre, por hacer fértil una tierra desértica. Somos también el resultado de una mezcla de muchas nacionalidades que se instalaron en la Baja en siglos anteriores. Parece ser pues, que a simple vista no hay respuesta, ni mucho menos una sola. Por alguna razón el inconsciente colectivo del sudcaliforniano no aplaude. Ni siquiera en el Carnaval, fiesta de suma importancia para nosotros. Lo primordial aquí es que donde vea a alguien que no aplaude, ahí tiene usted a un lindo sudcaliforniano orgulloso de sus raíces.  Si lo alienta aplaudirá, un rato, quizás poquito. Pero si lo hace su amigo, tendrá al más fiel y alegre compañero.

 

 

 

 

 




Inicia la Feria del Libro Sudcaliforniano en Santa Rosalía

 

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La Paz, Baja California Sur (BCS). Este viernes 17 y sábado 18 de febrero, se lleva a cabo la Feria del Libro Sudcaliforniano en la Plaza Benito Juárez en Santa Rosalía, cabecera municipal de Mulegé; la Secretaría de Cultura a través de la Coordinación de Fomento Editorial del Instituto Sudcaliforniano de Cultura hacen una cordial invitación para estar presentes en este evento con varias actividades literarias.

La Feria del Libro contará con la presencia de artistas locales y nacionales, y tendrá como invitada especial se encuentra Ana Clavel; la autoras tiene publicados los libros Fuera de escena (1984), Amorosos de atar (Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen1991), Paraísos trémulos (2002), Amor y otros suicidios (2012) y del libro de Minificciones Corazonadas (2014), además de sus novelas Los deseos y su sombra (2000) y Cuerpo náufrago (2005) que se han traducido al inglés, y El dibujante de sombras (2009) al francés.

Las violetas son flores del deseo (2007, traducida al francés y al árabe) obtuvo el Premio de Novela Corta Juan Rulfo 2005 de Radio Francia Internacional.¨Las ninfas a veces Sonríen fue galardonada con el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska; además cabe mencionar que sus libros han dado origen a proyectos multimedia que conjuntan fotografía, instalación, performance, intervención artística   y vídeo.

Además, en Santa Rosalía, Jorge Peredo y Pablo Lizaldi presentarán Una familia jurásica, y Modesto Peralta Delgado sus Prólogos a la muerte; se esperan diferentes actividades lúdicas y literarias para todas las edades en la plaza ubicada frente a las oficinas del Ayuntamiento de Mulegé.

 

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El periodo romántico de la astronomía

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Urano. Imágenes: Internet.

Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray Cosío

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Tenemos la costumbre de ponerle nombre a todo. Esto incluye los periodos históricos, como El Renacimiento, el Medievo y muchos otros. En el caso de la historia de la astronomía, también sus diversas etapas han sido separadas y (etiquetadas) nombradas dependiendo de la manera de ser desarrollada o por otras causas. Existe el llamado periodo romántico y lo mencionaremos brevemente, aprovechando la fecha. Cabe aclarar que, al ser una ciencia, objetiva como cualquiera, romanticismo como tal no aparece, sólo los que nos movemos en estas aguas somos capaces de ver algo romántico, así como aquellos que en serio buscan ese extra en todas las cosas. Sirva también este breve texto para hacer ver que, en ocasiones, a los científicos les gana su naturaleza humana oportunista y chapucera.

Antes del romanticismo ¿qué?

En esta época, unos 50 o 60 años previos a 1800, hubo una evolución de la manera de desarrollar algunas ciencias. La formalización y el deseo de realizar descubrimientos empleando principalmente la observación y la razón. Fue la época productiva de la familia Herschel, que dedujeron la forma lenticular de la Vía Láctea, nuestra galaxia.

En este periodo también se descubrió el planeta Urano, que ya había sido observado y aparecía en diversos mapas celestes como una estrella. Es curioso que fue el primero en descubrirse, pues los anteriores ya eran conocidos desde la antigüedad, por ser visibles fácilmente a simple vista. Por ello, Herschel obró con cautela y anunció un nuevo cometa. Noches de observación revelaron un disco bien definido y una órbita lenta para ser cometa, así que se admitió como el séptimo planeta del sistema solar. ¿Habrá otros? Era una pregunta válida.

La independencia con la que la astronomía comenzó a desarrollarse, alejada de influencias no naturales (cosas metafísicas o de orden religioso) la hicieron blanco de ataque de diversos grupos, particularmente de algunos filósofos positivistas, que creían razonable que fuera imposible poder conocer jamás la composición química de las estrellas, decían que sólo sería posible conocer sus distancias y posiciones geométricas.

El romanticismo

Luego de trabajar de manera racional ante todo, e incluso de exagerar en esta postura en algunos casos, rechazando otros métodos, comienzan los intentos por hacerlo a un lado tal racionalismo y llega el periodo romántico. Es un intento por hacer descubrimientos con mayor libertad, sin estar encasillados con un método único. Una apertura en la forma de desarrollar, que llamaba mucho la atención en las nuevas generaciones de astrónomos y científicos de ciencias afines.

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Los descubrimientos de esta época son muchos: catálogos más detallados de miles de estrellas, el periodo orbital de muchos cometas, la luz ultravioleta, la distancia de la primera estrella o el movimiento del Sol en la galaxia. Muchos pasaban horas observando el cielo y cotejando cartas celestes, tratando de descubrir otro planeta o algún fenómeno nuevo.

El polémico descubrimiento de Urano

De los más notables, y que habla de la manera como algunas cosas se desarrollaban, fue el descubrimiento del planeta Neptuno. Tras ser descubierto Urano, muchos comenzaron a observarlo y a comprobar las Leyes de Kepler del movimiento orbital, que todo planeta cumplía a excepción de Mercurio. De gran utilidad fueron las tablas astronómicas de Bouvard, que incluían la órbita de Urano.

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Urano.

Poco tiempo se necesitó para que encontraran que Urano no cumplía del todo con las famosas Leyes del movimiento, así que surgieron diversas hipótesis incluyendo la posibilidad de que estuvieran incorrectas las Leyes de Newton, particularmente la del inverso del cuadrado. La hipótesis de mayor peso fue que otro objeto lo estaba perturbando, tal vez otro planeta no descubierto aún. A partir de la segunda ley de Newton, Le Verrier calculó en 1846 la posición aproximada de nuevo objeto y Johann Galle, en el observatorio de Berlín, lo encontró el 23 de septiembre, la misma noche en que se recibió la solicitud de Le Verrier, a un grado de distancia de la estimación. Fue llamado Neptuno, primer planeta descubierto primero en el papel. Al igual que Urano, ya había sido observado desde al menos dos siglos antes y lo habían incluido en mapas celestes, como “34 Tauri”.

El problema mayor fue la disputa entre francés e ingleses por adjudicarse el descubrimiento. Un año antes de Le Verrier, John Adams ya había hecho cálculos de su posición. El joven matemático inglés, hijo de granjeros, se entrevistó con el astrónomo James Challis, director del observatorio de Cambridge, para que buscara el nuevo planeta en la dirección estimada. Challis dio poca importancia al trabajo y se lo quitó de encima dándole una carta de recomendación para que fuera a buscar a George Airy, astrónomo real. Adams no lo pudo ver jamás y lo único que hizo fue dejar sus cálculos en casa del importante personaje.

Tiempo suficiente para que Le Verrier y Gaulle descubrieran Urano. Curiosamente, Le Verrier también había acudido con James Challis, quien de nuevo se desatendió del asunto.

Una vez que se supo que los alemanes habían encontrado el nuevo planeta a partir de cálculos de los franceses, los ingleses comenzaron lo que sería una larga alegata con respecto a la prioridad del cálculo de Adams. Se trata posiblemente del mayor pleito que se ha dado en el mundo de la astronomía por la autoría de un descubrimiento.

En esa época, se optó por adjudicar el descubrimiento tanto a Adams como a Le Verrier, pero la historia no terminó ahí. Se sabe que quienes trataban de encontrar información al respecto en los archivos históricos ingleses encontraba que la información oral mencionaba al matemático Adams como el que sufrió una injusticia que fue resarcida adecuadamente.

La verdad sale a la luz

Esta imagen comenzó a cambiar a mediados del siglo XX, cuando ciertos documentos que se habían mantenido en secreto salieron a la luz. En 1954, el astrónomo Marshall Smart recibió algunos papeles que fueron revisados por Rawlins, quien anunció que los ingleses habían falseado algo de la información.

No todos los documentos estaban en dicha colección. Algunos sabían de un expediente llamado archivo Neptuno guardados en la biblioteca del observatorio de Greenwich. Curiosamente, esta información era negada cada que se solicitaba. Todo indica que el archivo había sido solicitado por un astrónomo que olvidó devolverlo y que se había mudado varias veces a diversos países y se encontraba trabajando en cerro Tololo, Chile. Tras morir de un ataque cardiaco, el observatorio de Greenwich fue informado y Adam Perkins fue a Chile, donde encontró el expediente perdido.

De los documentos se supo que Adams no era un matemático de bajo perfil, sino bien conocido y que sus resultados originales distaban 20 grados de la posición de Neptuno. Tras leer los de Le Verrier modificó los suyos.

Luego de este descubrimiento, quedan muchas preguntas. ¿La figura de Adams fue utilizada por ser un matemático notable para urdir un fraude? ¿Estaba Adams consciente de esto? ¿Quiénes idearon tal mentira?

Aún falta investigar algunas cartas personales de la época, pertenecientes a la familia Herschell, que hace pocos años se supo que existían. Por lo pronto, lo más importante es que ahora sabemos que quien descubrió Neptuno fue Le Verrier.

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Le Verrier.

 




Día del Amor y la Amistad; ¿cómo y porqué se enamora un paceño?

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Corazones y osos de peluche en puestos en las calles de La Paz, por el Día de San Valentín. Foto: Modesto Peralta Delgado.

SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hoy 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad —o Día de San Valentín— te explico que el enamoramiento de los paceños tiene que ver con cosas que van más allá de tener mujeres hermosas, hombres muy guapos, atardeceres espectaculares, así como playas y espacios solitarios que invitan al amor: La Eréndira, el terraplén de los cocos, el mirador del Pedregal, la playa del Cetmar, etcétera. Sin embargo, no sólo basta con comprar una nieve y caminar por el malecón para decir que se conoce la fórmula del amor paceño. No, ya no. Hoy tenemos que conocer la explicación que está detrás de todo esto.

El lenguaje del cerebro

En primer lugar, necesitamos saber que nuestras acciones están controladas por la voz de mando de nuestro cerebro. El cerebro es un órgano compuesto por millones de células, llamadas neuronas, que se comunican entre sí para generar diferentes respuestas. Esta comunicación se llama “sinapsis” y es el lenguaje de las neuronas. Al igual que en todo lenguaje donde las palabras o gestos nos indican algo, en la sinapsis existen algunas “palabras químicas” que se llaman neurotransmisores. Un neurotransmisor es una molécula que lleva información de una neurona a otra.

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Neurotransmisor (esferas amarillas) transmitiéndose de una neurona a otra. Imagen: Internet.

Pues resulta que, durante el enamoramiento, el neurotransmisor llamado dopamina se libera “mashín”. Es decir, cuando un paceño está enamorado, existen grandes concentraciones de dopamina liberándose lentamente. Es importante saber que la dopamina está relacionada con el deseo, la felicidad y la sensación de placer, todas presentes cuando uno está enamorándose. Además, los enamorados presentan estados de ansiedad (tiemblan las piernas) y estrés moderados que se manifiestan a través de un aumento en la sudoración, la presión arterial, el ritmo cardíaco y en los movimientos peristálticos intestinales (sí: las famosas “mariposas en el estómago”).

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El amor nos vuelve tontos

Pero ¿qué creen? Esta liberación alocada de dopamina tiene sus consecuencias. Por ejemplo, dicen por ahí, que cuando una persona está enamorada se “vuelve tonta”. Y esto tiene mucho de razón, porque resulta que, al aumentar la liberación de dopamina también aumenta la actividad del sistema límbico. El sistema límbico son las partes del cerebro encargadas de responder a ciertos estímulos y también, es ahí, donde se encuentran los instintos humanos. O sea que entre más dopamina hay, más respondemos a nuestros instintos. Y no sólo eso, cuando el sistema límbico “anda con todo” se inhibe el trabajo de la corteza prefrontal, que es la parte de “enfrente” del cerebro y que está involucrada en el razonamiento, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la regulación del comportamiento social adecuado en cada momento. Entonces, ya sabrán lo que pasa cuando alguien anda enamorándose y trae un relajo con la dopamina, el sistema límbico y la corteza prefrontal.

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Corteza prefrontal en rojo. Imagen: Internet.

¡Weeeey!, entonces hay que liberar constantemente un montón de dopamina y “puum” estamos enamorados para siempre

Desafortunadamente o afortunadamente, según como se vea, las concentraciones de dopamina disminuyen conforme avanza el enamoramiento. Algunos científicos afirman que, en promedio, la dopamina del enamoramiento se acaba en tres años. Ya sé, es súper poquito tiempo para que se acabe el cuento feliz. Sin embargo, después de este tiempo, contamos con nuestra amiga, la poderosa, la inigualable: oxitocina. Esta sustancia química es conocida como la “hormona de la unión” por la neurociencia, ya que es liberada en el cerebro de paceños y paceñas a través de interacciones amorosas íntimas. La oxitocina tiene un efecto calmante y disminuye la necesidad de más y más dopamina. Esta hormona es la responsable del sentimiento de calidez, relajación, seguridad e intimidad amorosa que la mayoría de la gente busca. Y lo mejor… nuestros cerebros nunca desarrollan tolerancia hacia ella, por lo tanto, una relación amorosa construida con “ladrillos” de oxitocina ¡puede durar para siempre!

Existen diversas técnicas psicológicas encaminadas a reforzar los patrones químicos en las parejas que desean mejorar sus relaciones amorosas. Sin embargo, antes de intentar cualquier cosa, considero que lo más importante es comprender los principios básicos que generan nuestro comportamiento. Ya que como dijo la genial y enamorada Marie Curie, “no hay nada que temer en la vida, sólo cosas por comprender”.

¡Feliz Día del Amor y la Amistad!