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Tres años de piratería en la antigua California

IMÁGENES: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Nuestra península ha tenido un papel muy importante en la historia marina de la humanidad. Su principal salto a este escenario lo tuvo con el inicio de los viajes del Galeón de Manila (o Nao de China), que en su viaje de vuelta de aquellas lejanas islas (conocido como tornaviaje) el último mes lo realizaban bordeando toda la península, e incluso algunas veces atracaron para descansar y reponer agua y alimentos así como curar a los exhaustos y enfermos viajeros. Los sitios seleccionados para este arribo fueron lo que se conoció como San Bernabé (hoy San José del Cabo) y el Cabo California (hoy Cabo San Lucas).

Sin embargo, siempre tiene que haber un “pintito” en el arroz. La fama que tenía el Galeón de Manila, que al regresar de este viaje de las tierras asiáticas, venía cargado de grandes riquezas, entre las que se contaba oro, plata y especias (que en aquel entonces su valor era equivalente al oro), se extendió por todo el orbe conocido y muchas potencias navales buscaron la forma de hacerse de estos tesoros a como diera lugar. Recordemos que en el periodo comprendido del siglo XVII y hasta muy avanzado el siglo XVIII, algunos de los imperios más importantes de Europa (Inglaterra, Francia, Holanda, Finlandia, etc.) utilizaban a los famosos piratas para que realizaran acciones de saqueo y bandidaje, tanto en los barcos como en los puertos importantes. Lo anterior les redituaba a estos imperios una ganancia rápida y con un mínimo de esfuerzo e inversión. Fue así como inició la era dorada de los corsarios, filibusteros y bucaneros (todos ellos ramificaciones del gran árbol de los piratas).

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En el caso que aquí nos ocupa, daremos cuenta de un pasaje muy poco conocido de un grupo de 80 piratas (filibusteros y bucaneros franceses) que fundaron y mantuvieron una base de operaciones en los puertos de Pichilingue y La Paz a finales del siglo XVII. La información de este suceso llegó a nuestras manos a través de un “Diario de abordo”, que de forma anónima fue elaborando uno de los rufianes integrantes de esta banda. Algo sumamente raro, ya que la mayoría de estos forajidos eran analfabetas y, además de ello, poco afectos a dejar evidencia de sus hazañas. Pero afortunadamente para nosotros, fue un hallazgo de primera línea. Este diario ha perdurado en la historia al ser convertido en libro en la obra “Journal de bord d`un flibustier (1686 á 1693)” elaborado por Edouard Ducere, impreso en el año de 1894. A su vez este diario fue consultado por Peter Gerhard en su ya famoso libro “Pirates of the Pacific, 1575-1742”.

Los bucaneros y filibusteros eran grupos de piratas que circunscribían sus acciones a las islas del Caribe, sin embargo, se aventuraron a introducirse hacia el continente americano (Centro y Sudamérica) debido a las constantes incursiones militares que realizaba en su contra la marina y ejército Español. Muchos de estos piratas ya conocían las rutas de navegación en el Océano Pacífico, así como los puertos más importantes, por lo que una vez que llegaron a las costas de este Océano empezaron a construir piraguas y barcos pequeños, con los cuales iniciaron acciones de saqueo tanto en alta mar como en los puertos. Debido a su ferocidad y entrenamiento en la pelea cuerpo a cuerpo y con armas, lograron victorias significativas que les permitieron apoderarse de barcos más grandes y con ellos iniciar acciones cada vez más audaces, en donde obtenían grandes botines.

 

En el año de 1686 se constituyó una gran alianza entre diversas flotas de bucaneros para atacar los barcos y puertos Españoles en América. La alianza estaba formada por los conocidos piratas Francis Townley, Edward Davis, Charles Swan, Peter Harris y Francois Groginet. Al principio tuvieron varias victorias, sin embargo, con el paso del tiempo los recelos y la desconfianza vino desbaratando esta unión y la armada se disgregó. En el caso de Francois Groginet, un grupo de aproximadamente 55 de sus hombres lo abandonaron y decidieron probar suerte “a bordo de 2 piraguas y una corteza podrida” (Ducere, E. (1894). Journal de bord d`un flibustier 1686 á 1693) y navegar hasta las costas de la Nueva España donde emprenderían acciones de saqueo.

Al finalizar su travesía llegaron a la isla más norteña del conjunto conocido como “Las islas Marías” y ahí fundaron una base que les permitió descansar, reponer fuerzas e iniciar la construcción de varias pequeñas naves para iniciar sus correrías. Durante ese año, 1687, realizaron incursiones a pequeños poblados como Mazatlán y la Bahía de Navidad (Barra de Navidad y Melaque), en donde secuestraban a un grupo numeroso de habitantes para posteriormente pedir rescate, el cual, por lo general, se pagaba con alimentos y metales preciosos. Para el año de 1688 un contingente de 40 filibusteros franceses se les une, convirtiéndose en una fuerza de casi 100 piratas, una de las más grandes que merodeaban la zona del noroeste novohispano.

En el mes de junio los piratas, preocupados por encontrar un mejor lugar para poder pasar los meses del invierno, que en breve se avecinarían, deciden viajar hacia la península de California. Durante varios días siguen la ruta noreste, bordeando la península, hasta que el día 26 de junio de 1688 localizan un puerto bastante protegido de los vientos y tormentas y con abundante cantidad de peces, mariscos y tortugas. A este puerto se le conoce en la actualidad como “Pichilingue” y, a decir de Gerhard, el nombre se le impuso para conmemorar la estancia de estos forajidos en el lugar. Los piratas le imponen el nombre de “Lillet de carenache”. En este punto existe un poco de confusión por parte de Peter Gerhard, ya que menciona que en el puerto de “Pichilingue” fue donde también desembarcó Cortés y años después Atondo y Kino; en la actualidad sabemos que los personajes mencionados desembarcaron en el puerto de La Paz y no en Pichilingue.

En una anotación del diario de abordo aparece una descripción de lo que percibieron los piratas en su estancia: un buen puerto… protegido de todos los vientos. Es un excelente lugar para carenar barcos, con madera y agua dulce. Hay indios salvajes que deambulan como bestias, completamente desnudos… Hay cantidades de ostras de perlas y minas de oro y plata que no se explotan. Permanecieron en este lugar durante tres meses, mismos en los que se alimentaron de la caza de las abundantes tortugas. También dejaron registrado que los Californios gustaban de alimentarse de las madre perlas, pero omiten comentar si establecieron algún tipo de comercio sobre las perlas. Interesantes son las descripciones que realizan de las embarcaciones de los naturales, las cuales dicen hechas de tres o cuatro troncos de madera muy suave [cardón] unidos por estacas de madera dura que son puntiagudas y empujadas a través de los troncos.

Los piratas también se dedican a explorar las costas del Golfo de California durante el mes de septiembre y octubre, registrando su entrada hasta llegar a lo que probablemente es la actual Isla Tiburón. Al final del viaje se les acabó el bastimento, por lo que tuvieron que cazar a un lobo marino del cual se alimentaron durante cuatro o cinco días, completando la dieta con aves marinas. Las semanas siguientes se dedican a reponer fuerzas y a planear su próximo golpe, el cual se llevó a cabo el 10 de diciembre de 1688 cuando atacan el poblado de Acaponeta y se apoderan de 50 cargas de plata y secuestran a 50 lugareños. Una vez lograda su fechoría, dejaron establecido que exigían de rescate cien mil piezas de oro y provisiones a cambio de regresar sanas y salvas a las personas secuestradas. La respuesta del virrey en turno, Gaspar de la Cerda, no fue nada pacífica. De inmediato ordena que partiera un barco de guerra comandado por Antonio de Mendoza, el cual iba armado con 20 cañones y 143 hombres para batir a los piratas.

Los filibusteros, cansados de esperar el pago del rescate, se embarcaron llevando consigo a los secuestrados y pusieron rumbo a su base en las Islas Marías. Sin embargo, el destino les tenía preparada una sorpresa. Cuando iban saliendo a mar abierto se encontraron de frente con el barco de guerra español que acudía a su encuentro y se entabló una batalla naval en la que los piratas llevaron la peor parte. Murieron 2 piratas y 18 más resultaron heridos. Afortunadamente para los piratas y gracias a un fuerte golpe de viento, lograron poner buena distancia entre ellos y la nave española, logrando huir y refugiarse en su guarida en la isla mencionada. Durante los siguientes meses se estableció una dura negociación entre ellos y las fuerzas militares españolas, que exigían la liberación de los cautivos. Los piratas, haciendo gala de su característica crueldad, iniciaron con la decapitación de varios de los secuestrados con lo que rápidamente lograron que las fuerzas españolas aceptaran pagar un rescate (nada de dinero, sólo provisiones) y, finalmente, los cautivos restantes fueron liberados.

Durante los meses siguientes, los piratas continúan construyendo pequeños barcos para continuar su rapiña y en el mes de mayo de 1689 zarpan con destino a Sudamérica, en donde realizan varios atracos a puertos que les redituaron grandes ganancias. Al año siguiente, en 1690, los piratas regresan a los puertos de Pichilingue y La Paz, a donde arriban el 22 de agosto. Durante su permanencia renuevan su amistad con los nativos y se hicieron cargo de sus barcos (Gerhard, P. (1990) “Pirates of the Pacific, 1575-1742”). Finalmente, a principios del mes de noviembre parten de nuestra península para reencontrarse con sus compañeros en las Islas Marías. La última incursión de este grupo de piratas en nuestra península se realizó a finales del mes de febrero del año de 1691. Esta vez, su llegada fue en el puerto de Cabo de San Lucas (hoy cabo San Lucas) a donde llegaron sabiendo que cerca de ese lugar había una “aguada segura” donde podrían surtirse del vital líquido. Permanecieron en el lugar por 3 o 4 semanas hasta que deciden partir el día 6 de marzo de dicho año.  Esa fue la última vez que se les vio por estas tierras de la California, ya que un mes después parten hacia Perú en su viaje de retorno a Europa.                                                                                   

Como un epílogo del viaje de estos filibusteros se sabe, por el diario de abordo que hemos citado, que continuaron sus aventuras en Sudamérica y que su barco naufragó cuando intentaron cruzar el estrecho de Magallanes (septiembre de 1694). Los sobrevivientes construyeron un nuevo barco y en él se trasladaron hasta el pueblo de Cayenne, en lo que actualmente es la Guayana Francesa.

Muy interesantes y dignos de relatar son estos sucesos que se vivieron antaño en nuestra península. Las nuevas generaciones deben conocerlos y preservarlos ya que ello constituye parte de su cultura y de la evolución de estas hermosas tierras Californianas.

 

Bibliografía:

 

Ducere, E. (1894 ). “Journal de bord d`un flibustier (1686 á 1693)”. Francia. P. 88

Gerhard, P. (1990). “Pirates of the Pacific, 1575-1742”. EUA. P. 274

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Felipe, El Oscuro, de Olga Wornat

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El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Ha llegado por fin a México el tan mencionado y esperado libro de Olga Wornat, Felipe, El Oscuro, escritora y periodista que fue censurada, perseguida y amenazada de muerte durante su creación, junto con su equipo de trabajo. Quienes vivimos ese sexenio bajo el yugo de la paranoia y el miedo generado por el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), al que accedió a través de un fraude electoral y amparado-respaldado por toda la elite empresarial y política de México, hemos devorado sus páginas para enterarnos de los entretelones que se jugaban detrás de cámaras.

No creo que nadie haya sido ajeno a la violencia suscitada por una guerra absurda contra el narcotráfico y de la que hoy nos estamos dando cuenta lo que en verdad fue: una gigantesca red de corrupción imbricada con el crimen organizado. Las noticias recientes sobre Genaro García Luna solo van confirmando que lo que suponíamos, leíamos, en realidad era mucho más grave.

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Con un estilo ligero, ágil y ameno, Wornat nos va narrando los pormenores de la vida de Calderón y de su esposa Margarita Zavala, además del grupo político que lo acompañó en la voracidad para robar el erario y vivir de los privilegios que el poder y el dinero dan. Cada personaje político vinculado con la pareja presidencial es exhibido por sus relaciones, sus tranzas y su inagotable sed de poseer un poder que creyeron sería para siempre. Nos narra las andanzas juveniles de Calderón, sus miedos, sus frustraciones, su creciente necesidad de ser reconocido a cualquier costo.

Por las páginas de Felipe, El Oscuro desfilan y danzan personajes de la vida nacional —políticos, religiosos neocristianos, empresarios, la ultraderecha— que podemos corroborar googleando a cada uno de ellos y confirmar que lo que nos dicen es cierto, que algunos y algunas se encumbraron sin el menor recato y sin escrúpulos, que detrás de la figura del presidente se libraron batallas de intrigas, chismes, chantajes, muertes (como las de Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora). Es decir, básicamente la naturaleza humana a todo lo que da, sin pudores, ni moral, ni restricciones, ni muchos menos sanciones o castigos legales.

También descubrimos que en ese viaje sexenal que produjo el rompimiento del tejido social, donde sólo importaba la satisfacción y la ganancia personales a toda costa, había personajes relacionados con el PAN que gozaban de la simpatía popular, que tenían un ideario, respeto y, en especial, una honestidad a toda prueba, algo que ese partido perdió durante 12 años de gobierno federal. De hecho, considero que la muerte política del PAN comenzó con la muerte del Maquío y el maridaje con el PRI.

Un libro revelador que ha sido leído por millones de mexicanos, agotado en su primera edición, quizá nos quede a deber en algunos aspectos, pero demuestra que la gente mayoritariamente no tiene ninguna empatía con quien convirtió nuestro país en un cementerio, además del negocio que significó para sus allegados y cómplices. Sin duda, será un referente para el estudio de la historia de México de las últimas décadas, y sí, un pasaje oscuro de nuestras vidas como sociedad.

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De rifas y colectas o el pulso de la Cuarta Transformación en el reflejo del pueblo

La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La disminuida oposición política y los civiles detractores del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) critican cualquier acción del gobierno federal, pero sobre todo aquellas en las que se involucra la participación de la sociedad, esas acciones político-sociales en las que si no se tuviera el apoyo de la gente, serían actos sin sentido como pregonan los opositores al régimen. Pero es esa reacción furibunda de la oposición a actos como la simbólica rifa del avión presidencial o la colecta de firmas para “enjuiciar a algunos expresidentes” lo que ratifica la importancia de esas acciones, no sólo por lo que en apariencia implican: rifar cien cachitos de veinte millones de pesos, monto económico obtenido de la venta de los mismos boletos, suceso en que no hubo sorteo de avión alguno; y reunir firmas para un hipotético y poco probable, pero posible juicio a expresidentes corruptos; escenario de justicia que dependerá del ambiente político conforme se acerquen las elecciones intermedias de 2021 o la renovación del mandatario presidencial en 2024.

Si algo debemos saber todos, obradoristas y opositores, es que con AMLO lo poco probable y hasta lo considerado imposible sucede; el mejor ejemplo es él mismo, antes de julio de 2018 muchos de los que trabajamos durante años para llevarlo a la presidencia considerábamos ese acto una proeza, inclusive una utopía, pero como gente de izquierda desde jóvenes nos acostumbramos a los sueños utópicos y no pocos de nosotros nos vimos sorprendidos con la respuesta del pueblo en las urnas. Nos costó tiempo, días, semanas y meses digerir el avasallador triunfo electoral: más de treinta millones de votos, cantidad que superó por varios millones de sufragios la suma de los votos priístas y panistas de esa elección. Y ahí está la razón de esos actos políticos y sociales, que es más simbólica y de salud de un movimiento que lo que implican per se.

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Mediante el movimiento social de la Cuarta Transformación (4T), que es impulsado por la militancia del partido político Morena y por millones de mexicanos sin filiaciones partidistas, es que se organizan actos sociales y políticos que pueden parecer triviales, como nos quieren hacer creer los personajes más mediáticos de la oposición, desde políticos caricaturescos hasta cómicos profesionales. Dicen ellos que la colecta de firmas no sirve para nada y que los que participamos en ésta somos unos ilusos. Y, por supuesto, se equivocan, pues no sólo es el acontecimiento de plasmar una firma, independientemente de que se consiga o no el juicio a los expresidentes, de ese acto lo importante es la presión social que se logra. Además, cabe señalar que mediante algunas colectas de firmas anteriores se ha logrado que se redacten leyes y/o que se apliquen las que ya existen, cuando a los gobiernos no les interesaba ceñirse a lo que marca nuestra Constitución Política y a otros documentos oficiales pertinentes para gobernar y administrar nuestra nación con justicia social y con base en la ley.

Hay ejemplos de colectas de firmas con las que se han cancelado establecimientos mineros que por ley estaban prohibidos, pero que habían sido aprobados por diversas corruptelas entre gobernantes y empresarios, o plantas de cerveza que habían sido ya autorizadas violando todas las leyes posibles; empresas que se orquestaron al amparo de la corrupción y el influyentismo político, y que sólo fueron detenidas cuando la sociedad organizada salió a firmar a la calle mandatos populares. He participado en varios actos así con resultados contundentes. Otros, como el de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), sólo han servido para justificar acciones ya determinadas, pero en todos ellos el motivo político va más allá del acto en sí. Es lo que hace a esos acontecimientos pertinentes en dos sentidos. Por un lado, son el resultado del clamor de un sector de la población que busca justicia y respeto en relación a algo que consideran violatorio de sus derechos y garantías individuales y colectivas. Por el otro lado, son actos de reafirmación de la popularidad de un grupo político o de un personaje político, en este caso de Morena y, principalmente, del presidente; pero lo más importante es que son actos vinculatorios y de reafirmación de los lazos de confianza y apoyo que existen entre la base social del movimiento o partido político y su dirigente más visible.

Actos como la colecta de firmas para enjuiciar a los expresidentes también sirven para amilanar al enemigo político, para desencajarlo de su papel respondón y duro, sobre todo cuando por ley algunos delitos ya prescribieron y será imposible castigar a los criminales de la política; el más claro ejemplo es el de Felipe Calderón, que rijoso y vociferante atacaba al presidente y que, con la colecta de firmas, le bajó de decibeles a sus desmesuradas agresiones mediáticas. Luego entonces, salir a firmar mandatos populares no es sólo eso, es estrategia política de fondo que sirve para avasallar aún más a los opositores y para cerrar filas alrededor de un personaje, movimiento o causa, para mantener al activista político activo, constante y contundente. No es tan simple como salir e ir a plasmar una firma o como comprar un cachito de la lotería.

En honor a la verdad, cable aclarar que en el caso de la aeronave de lujos de ensueño, el asunto del sorteo no obtuvo la respuesta esperada en gran medida debido a la crisis económica desatada por la pandemia de la COVID-19. Si se lograron vender más de cuatro millones de cachitos de los seis millones que se imprimieron se debió a la intervención de algunos empresarios y del gobierno en la compra de los mismos. Y aunque más de la mitad de los boletos vendidos fueron comprados por civiles, este acto solidario del pueblo con su presidente carece de sentido para los detractores, ellos no van a ver que la cancelación de una aeronave lujosísima es el símbolo de la transformación del régimen, al que devotamente antes daban continuidad inmersos en actos de vilipendio económico, corrupción y favores políticos bajo la mesa. Por supuesto, que la ingenuidad del detractor común no es compartida por los líderes de la oposición que ven en actos así un verdadero peligro para su supervivencia política dentro de un sistema que se está transformando. Podremos cantar victoria en el asunto del avión cuando este se venda y se recupere por esa vía su valor actual, que sumado a lo obtenido en la rifa ajuste un monto aproximado al costo total estimado de la aeronave para el erario mexicano desde su adquisición: alrededor de cinco mil millones de pesos, mucho más de su valor original, pues cabe aclarar que el gobierno de Felipe Calderón se comprometió a pagarlo a plazos y con intereses.

En el asunto de la colecta de firmas se logró la participación de dos millones cuatrocientas mil personas y el análisis del fenómeno no debe constreñirse a plasmar una firma y deben considerarse sus implicaciones. En política ningún acto es baladí o no debe serlo, y si es así no sirve, pero si genera reacciones furiosas de la oposición y de desprecio de algunos internautas que nos tildan de ilusos a los que participamos en un acto como ese, es entonces que se ha establecido la pertinencia del acto de las firmas en la calle; pues tal acción no pasó desapercibida y obligó a nuestros adversarios políticos a reaccionar. En todo caso, la realización de las firmas callejeras es vital para un movimiento que se nutre de la base poblacional, por lo que al firmar los individuos nos reafirmamos como parte de una colectividad que pugna en conjunto hacia algún lugar o meta.

Es así que la rifa y la colecta de firmas van más allá de su supuesto propósito y sirven para mantener el impulso de un movimiento social en torno a un líder; por cierto, el más aclamado y seguido en casi un siglo, si descontamos de la lista al general Lázaro Cárdenas del Río y a nuestros héroes revolucionarios. ¿Quién puede negar que AMLO es el político más fuerte que ha tenido México en las últimas décadas y que es de este siglo el presidente más poderoso que hemos tenido?, el que sin duda está marcando el devenir histórico de una nación, incluso con rifas que no lo son y con colectas de firmas que tal vez no logren su aparente propósito, pero que son en el pueblo el reflejo del régimen o el movimiento social predominante en turno y que en su conjunto y en el contexto de la 4T tienen un propósito fundamental y de largo plazo: transformar al país y sacarlo de la podredumbre en la que por desgracia aún se encuentra, pero de la que lo estamos salvando millones de mexicanos que respaldamos a nuestro presidente.

Polilla política: la política es fundamental para todos, pues dependemos de ésta; y en cualquier acto de análisis político va involucrada una postura política, creer lo contrario es verse en un espejo deformado que resalta nimios apéndices en volutas de humo y reduce prominencias a diminutos rasgos que al querer ser ocultados sólo se agrandan a la lente de un buen análisis.

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Terrorismo fiscal 2021

FOTOS: Internet

Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El 08 de septiembre de 2020, el presidente de la República presentó para su aprobación ante la Cámara de Diputados, el Paquete Económico 2021, que comprende los Criterios Generales de Política Económica, Ley de Ingresos de la Federación, el Presupuesto de Egresos de la Federación, Ley de Impuesto sobre la Renta, Ley del Impuesto al Valor Agregado, Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, Código Fiscal de la Federación, Ley Federal de Derechos. De ser aprobado en sus términos, o bien, una vez aprobadas las modificaciones y adecuaciones que realice el legislativo, el paquete normativo entrará en vigor el 01 de enero de 2021.

Inmersos en lo que muchos analistas consideran la peor crisis económica del país en los últimos cien años, el gobierno federal elige incrementar la presión a los causantes cautivos, en vez de pugnar por la ampliación del padrón de causantes, y sostiene e incrementa el gasto público en proyectos que no son prioritarios, cuando las estrategias de éxito, como en el caso de Alemania, indican que debe priorizarse el apoyo al contribuyente productivo, reorientando para ello el gasto público.

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El paquete económico, entendido como la propuesta de planeación económica del país, que elabora la autoridad hacendaria a partir de la proyección del análisis de las principales variables y expectativas del sector macroeconómico nacional, ha sido recibido por los expertos en temas financieros como un programa poco confiable, a partir de la incapacidad que ha demostrado la Secretaría de Hacienda, en sus predicciones en materia económica. En 2019 predijeron un crecimiento económico de +2.5%, y nuestra economía decreció -0.3%; y en este año prometieron un crecimiento de +2.0% cuando en realidad estamos viviendo el peor desplome: de por lo menos -10%.

Al margen de lo que pudiera estimarse como una estrategia equívoca en materia de distribución del gasto público, y un excesivo optimismo respecto al poco probable incremento del PIB (4.6%), control inflacionario (3%), estabilización cambiaria (dólar debajo de $22.2 pesos) y al incremento de los ingresos del sector público a partir del aumento programado de la producción petrolera, con la entrada en vigor de la reforma al Código Fiscal de la Federación, de aprobarse en sus términos, para el ciudadano promedio, causante cautivo o pequeño inversor buscando emprender, se cierne la amenaza de ser víctima de terrorismo fiscal, de aprobarse la propuesta de reformas al Código Fiscal de la Federación, que dota de facultades excesivas a la autoridad fiscal, algunas de las cuales devienen en graves violaciones a los derechos humanos de los contribuyentes actuales y/o potenciales, e incluso, a terceros ajenos al ejercicio empresarial que se estime causa generadora de gravamen, lo cual resulta inadmisible en un estado de derecho.

Entre otras medidas que plantea el proyecto de reforma fiscal, destacan:

  • Se amplían las facultades de auditoría y medidas de apremio contra el contribuyente y contra los responsables solidarios, pues ahora se pretende involucrar a terceros ajenos al acto generador del impuesto. Esto es: si un particular tiene un contrato de arrendamiento, subordinación laboral, contractual, o cualquiera otra actividad lícita que implique estar relacionado con el causante, sus bienes podrán ser embargados, e incluso confiscados, como medida de presión al causante, a pesar de que el tercero afectado no tenga obligación de tipo solidario respecto del causante a quien se le deba auditar. Por ejemplo, si Juan le renta un local a Pedro, y en ese local Pedro tiene dos empleados, la autoridad fiscal estará autorizada para confiscar bienes de Juan o de los empleados de Pedro, en caso de que Pedro se niegue a ser auditado, ello, como “medida de apremio” para que Pedro cumpla con su obligación fiscal. El único requisito para ser víctima de decomiso, es estar vinculado con el causante incumplido, lo cual es una verdadera barbaridad, desde el punto de vista del respeto a los derechos humanos.
  • Cuando un ciudadano se dé de alta ante el fisco, el verificador de Hacienda debe realizar una investigación para cerciorarse de la existencia y autenticidad del domicilio, lo cual tiene sentido, pues da certeza al procedimiento. El problema es que en la reforma se plantea dotar de facultades al verificador para utilizar herramientas tecnológicas de captación de datos, como cámaras para videograbar todo lo que se encuentra en el domicilio, lo cual constituye una grave violación a la privacidad domiciliaria.

Es cierto que debe combatirse la práctica ilícita de señalar domicilios falsos, pero ello no es justificación para invadir la privacidad domiciliaria, videograbando las pertenencias de los ocupantes. Entendemos que deben combatirse las empresas fantasmas, pero ello debe hacerse sin afectar los derechos humanos de personas ajenas a tal ilícito.

Es importantísimo generar una corriente de opinión que obligue a nuestros diputados federales a revertir las reformas en comento, pues no podemos hablar de un estado de derecho ni de democracia participativa, cuando se dota a la autoridad fiscal de facultades extraordinarias, violatorias de derechos humanos, y para ello, se vota en el Congreso de la Unión, sin escuchar el sentir y parecer del ciudadano, que al fin de cuentas es el que resiente los efectos de la reforma, y en el caso, será el receptor de los potenciales casos de abuso por parte de las autoridades fiscales.

Es muy bueno que se incremente la recaudación fiscal, pues todos los gobernados tenemos la obligación de contribuir de manera proporcional y equitativa al gasto público. Lo que no se vale, es dotar de facultades excesivas a los órganos encargados de la verificación y fiscalización de la actividad económicamente productiva.

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Neoliberalismo en el espejo

FOTOS: BBC.

Colaboración Especial

Por Raúl Carrillo Arciniega

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La función de la crítica debe ser apolítica. No contender más que con el pensamiento de la verdad o de la proyección de aquello que podría ser o no ha sido, aunque las ganas de que se hayan conseguido sean demasiadas. En un país como México, en el que las instituciones no han podido resolver el objetivo básico para lo que han sido creadas, hablar de poder y de crítica tiene visos problemáticos. Sobre todo ahora, cuando el cambio de poder ha sido dejado en manos de López Obrador, quien, sabemos, ha contendido a la presidencia en múltiples ocasiones con dos partidos distintos y este último creado por él mismo para seguir en la búsqueda del poder.

Pero entonces sería pertinente preguntarnos ¿qué busca en realidad López Obrador? Su dedicación por conseguir algo habla más de su entereza y afán por el poder que de su vocación de servicio hacia los mexicanos. Una vez más surge la pregunta, ¿qué es lo quiere realmente AMLO? ¿Sólo el poder? Esa es la respuesta más genérica que podríamos argüir: tener el poder, ejercerlo de alguna manera para su propio goce estético. Su megalomanía lo hace querer entrar a la historia mexicana como el mejor presidente de México.

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Él afirma que los dos mejores presidentes de México han sido Benito Juárez, un indígena oaxaqueño, y Lázaro Cárdenas, el responsable de la expropiación petrolera y el que abrió las fronteras a la segunda gran migración española a México. Para él, lo ha declarado hasta el cansancio, éstos son los mejores mexicanos de la política. Entendemos que quiere ser el tercero y que su cuarta transformación será su legado para entrar a la historia de México.

Todo parece indicar que es todo lo que quiere, el reconocimiento de la historia y la admiración de la gente, es decir, de los pobres, de los que llevan su humanidad a cuestas porque no pueden resolver más que su día a día. Ha dicho que tiene una cruzada y una empatía hacia ellos, que son cerca de 45 millones, que busca que lo vitoreen en todos sus encuentros, en todas las fotos que se ha sacado. Tiene una necesidad de hacer historia que debe estar en sintonía con su imagen de salvador. Pero en realidad no pretende salvar a nadie. Su amor, su empatía por los pobres, viene de su deseo de ser admirado, de ser reconocido como un salvador para poder poner en sus bocas algunos mendrugos de pan, algunas migajas que lo hagan crear un vínculo con aquellos a los que alimenta de cosas reales, de frijoles o de maíz, que pronto dejarán de ser transgénicos.

¿Está mal su cruzada de salvamiento? Depende desde qué posición estamos hablando. Si todo esto resultara en un desplazamiento de esa zona de pobreza, entonces sí que su labor sería encomiable; el problema es que no lo está haciendo desde ahí. Lo hace a partir de su propio narcisismo. Obrador no gobierna para más allá de esos 45 millones de pobres, no pretende traer una mejor educación para que el hijo del obrero deje de serlo y al final se convierta en un abogado prestigioso o un ingeniero del grupo ICA. Tampoco pretende establecer las instituciones en las cuales podría cimentarse la base de un bienestar posterior, porque para su ser político la política debería traer felicidad. Y esa felicidad ya está conquistada, según una declaración en la que arguyó que el pueblo de México era tres veces feliz. El Estado es el garante de esta posibilidad para que el pueblo sea feliz; el Estado debe invertir en la felicidad de sus gobernados. Una vez más entramos a la vieja fase de México donde nadie, salvo el Tlatoani, sabe lo que necesita el pueblo y tiene una idea específica de cómo debe llevar a cabo ese comportamiento.

Por todo esto, México ya está salvado. México, ese ser abstracto que es un México rural empobrecido sin acceso a educación pero sí a la multiplicación milagrosa de los panes en forma de despensas y vales, ya entró a una transformación que de seguro nos dirán que los seis años que han estado trabajando no son suficientes. El proyecto es a largo plazo; es un plazo donde todos los medidores, los baremos, han cambiado radicalmente. El bienestar ha dejado de medirse en indicadores económicos que sólo le hacen el juego al neoliberalismo y al conservadurismo. Un sistema que no ha producido nada de la derrama que decían iba a darnos, eso es verdad. El problema con México es que tampoco sabemos de qué podría ser capaz una recuperación económico neoliberal porque tampoco ha habido ese neo-liberalismo que reclama Obrador como el culpable.

Tendré que citar aquí a todos aquellos a los que AMLO descalifica cada vez que se puede articular una crítica, a Octavio Paz y Enrique Krauze, quienes han hablado de liberalismo y de modernidad. Pero ahora tampoco es posible citar a nadie que haya escrito algo en el diario Reforma como paradigma de nada. Denise Dresser ya ha sido vetada de todo sentido crítico, al igual de Silva-Herzog Márquez. Nadie que no hable desde la lealtad puede articular una voz de disenso, porque no se debe atacar al bueno, porque antes de la pandemia le “calentaba” que lo compararan con los que hacían lo mismo que él pero que él sí podía criticar. Vemos pues que no está abierto a la crítica, porque en lo que se está en desacuerdo se llama crítica y lo otro es ser parte de los corifeos.

No podemos tampoco negar que el PRI le ha hecho mucho daño a México en los últimos años, especialmente este último sexenio cuando el PAN a cargo de Calderón no pudo contener la violencia y la exponenció al máximo al hacer tratos con el Cártel de Sinaloa. Se votó por un cambio de guía impulsado, es cierto, por la televisora más famosa de América Latina. Fueron seis años de espectáculo y de robo a manos llenas. Años de desatinos constantes, frases estúpidas y célebres que hubieron de quedar en el inconsciente colectivo emitidas por Peña Nieto donde se exhibía una de las inteligencias más pedestres que el ser humano podría conocer.

Así, el poder era distribuido por el primero Secretario de Hacienda y luego canciller, que llegó con humildad a “aprender” sobre la marcha; hoy han sido desenmascarados todos por Lozoya y vinculados con tráfico de influencias y sobornos. Nada nuevo dentro del mundo de la política a todos los niveles. Todos aquellos que se han entregado a un puesto dentro del presupuesto del Estado lo hacen con miras a las prebendas que da una posición de esa naturaleza y el potencial que tienen para sacar dividendos de su tráfico de influencias. En eso no se equivoca Obrador, la corrupción es el sistema que ha imperado en México desde que se consolidó la Revolución Mexicana en el engendro del PRI, de donde salieron Cárdenas, López Obrador y el propio hijo de Cárdenas.

Pero también la corrupción somos todos, así como todos fuimos, en su oportunidad, indigenistas, zapatistas y Marcos. El sistema imperante es la corrupción desde sus raíces porque el capitalismo que derivó en tecnocracia y en neoliberalismo, no lo ha sido del todo. Hasta en eso, el neoliberalismo al que Obrador atribuye todos los males de México y del mundo ha sido un sistema corrupto. Ha corrompido el sistema liberal de una libre empresa en favor de otra cuyos amigos son los que se llevarán los contratos. Es lo que Dresser ha llamado un “crony capitalism”, o un capitalismo de cuates, de amigos que se hacen favores a diestra y siniestra. Crean compañías fantasmas para quedarse con los recursos del Estado al que deberían servir. Cuyo objetivo debería ser el invertir en acceso a la educación, creación de bibliotecas, subsidio de libros, que se reflejaran en una capacidad de abstracción mucho mayor para poder tomar decisiones mejor informadas.

Pero aquí es donde la crítica se debe entender como proceso para responsabilizar a quienes toman decisiones y disponen del presupuesto de los mexicanos. Aquí es donde se debe establecer lo que en inglés se llama accountability y enforcement. Por un lado, tomar la responsabilidad de un presupuesto que debe gastarse conforme a las necesidades del país para que su población goce de lo que debe de gozar, es decir, de un Estado que provea seguridad; que establezca esa responsabilidad para aquel que no hace su trabajo como debería ser.

De igual forma, saber que el sistema no está respondiendo bajo ningún esquema a las necesidades que debe solventar. Y que tampoco está proveyendo de educación escolar para poder salir del ciclo de la pobreza en donde el mexicano no debería de estar. La pobreza no es un lugar congraciado, tal vez dentro del esquema mesiánico tropical, pero no dentro de un mundo donde la ética es lo que se está poniendo en juego.

Ser humano no es una cuestión de alma o de ensoñación metafísica. Ser humano es aspirar a tener tiempo de pensamiento y reflexión, aspirar al confort del raciocinio. Ese lugar se paga y se ha pagado con dinero desde que fuimos expulsados del paraíso. Ser humano es tener el dinero suficiente para poder contemplar el mundo y reflexionar sobre lo que es por sí mismo y por qué ha llegado a ser lo que es. ¿No debería ser esa la realidad del ser humano? No lo sé. Sólo parto y comparto la evidencia de lo que pragmáticamente se necesita para ser humano.

Y ser humano es una pregunta que México, a través de algunos mexicanos, se ha hecho a lo largo de 500 años. ¿El mexicano es un ser humano? La respuesta es que no. Ha intentado serlo, ha luchado por serlo; ha tratado de definirse y con su definición ha tenido que reclamar muchas cosas que no eran suyas, ni la lengua ni el territorio. Pero eso debe dar pie a la reflexión sobre quién es ahora el mexicano y si esos 45 millones de pobres para los que gobierna Obrador quieren seguir siéndolo para que él continúe su cruzada: ser un admirador de la pobreza con la que pretende congraciarse y que nadie se mueva para salir bien en la selfi.

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