Reconoce ISC a artistas emergentes y consolidados de Baja California Sur

La Paz, Baja California Sur (BCS). Con el propósito de ofrecer al sector artístico de Baja California Sur una plataforma para compartir su obra y reconocer su talento, el director general del Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC), Víctor Hugo Caballero Gutiérrez, informó que se llevó a cabo el proceso de selección de las y los ganadores de la XII Bienal Sudcaliforniana de Artes Visuales.

Caballero Gutiérrez destacó que el jurado calificador, integrado por Juan Alberto Gerardo González de León Domínguez, Minerva Solano Moreno y Alfredo Rivera Sandoval, evaluó un total de 60 obras y determinó a las y los artistas galardonados en dos categorías.

En la categoría artistas emergentes, con un premio de 10 mil pesos cada uno, resultaron ganadores Rafael Sánchez Magaña, Manuel Eduardo Gaxiola Fausto, Rebeca Pérpuli Zertuche y Stephanie Casillas Castanedo.

Mientras que, en la categoría artistas consolidados, con un estímulo de 25 mil pesos, los reconocimientos corresponden a Manuel Salvador Rocha Higuera, María Fernanda Ruíz Durán, Edelmira Rodríguez Morales y Josué Cruz del Corral.

La ceremonia de premiación y la inauguración de la exposición de las obras se llevará a cabo el viernes 14 de noviembre, a las 20:00 horas, en la Galería de Arte Carlos Olachea Boucsiéguez, ubicada en Altamirano y Antonio Navarro, en la ciudad de La Paz.

Durante el evento también se otorgarán menciones honoríficas a Lucero Jimena Montes Murillo, Samuel Isasi Lieras Cortés, Ana Sofía Chi Carrillo, Daniel Amora Mora, Ana Xóchitl Pérez Enríquez e Iván Raymundo Manríquez López.

Finalmente, Caballero Gutiérrez invitó a la ciudadanía a asistir a esta muestra que reúne una selección del arte visual sudcaliforniano, al tiempo que reafirmó el compromiso del Instituto de seguir promoviendo espacios y convocatorias que impulsen la creación artística en todas sus manifestaciones.




Loreto, sede del Cuarto Festival Cultural Latinoamericano: ISC

FOTOS: Modesto Peralta Delgado | ISC.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Con el propósito de fomentar el intercambio y la diversidad cultural, así como fortalecer los lazos entre naciones, el director general del Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC), Víctor Hugo Caballero Gutiérrez, dio a conocer que se encuentra todo preparado para la celebración del Cuarto Festival Cultural Latinoamericano, que tendrá lugar en el Pueblo Mágico de Loreto, como parte de las tradicionales Fiestas de Fundación.

Durante una rueda de prensa, Caballero Gutiérrez subrayó que el festival busca fortalecer los vínculos culturales entre naciones hermanas y proyectar el trabajo de artesanas y artesanos, conferencistas, artistas visuales, grupos de danza, músicos y exponentes de la gastronomía regional.

Las actividades se desarrollarán del 22 al 25 de octubre, con dos sedes principales: la explanada de la Plaza Salvatierra y el Museo de las Misiones Jesuitas. En esta ocasión participarán Baja California como Estado invitado y California, EE. UU., además de la presentación especial de Los Barriletes de Zumpango, de Guatemala.

El titular del ISC invitó a la sociedad sudcaliforniana a participar en la inauguración de esta actividad, que se llevará a cabo el 23 de octubre a las 20:00 horas, en la Plaza Salvatierra de Loreto.

Agregó que, por primera vez, el festival se realizará fuera de la ciudad de La Paz, con el propósito de celebrar la unión de Las Tres Californias en Loreto, lugar donde inició la herencia cultural de Baja California Sur.




Loreto, la Virgen que dio nombre a la California jesuita

FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 1697, un puñado de jesuitas y soldados desembarcó en la ensenada de Conchó, en la península entonces llamada “California”. Al frente iba el padre Juan María de Salvatierra. Pocos días después, el 25 de octubre, llevaron en procesión la imagen de Nuestra Señora de Loreto y, bajo su amparo, quedó fundada la Misión que sería la “cabeza y madre” de todas las misiones de las Californias. Aquel asentamiento —hoy ciudad de Loreto, Baja California Sur— se convirtió en el primer enclave permanente de la colonización peninsular y el punto de irradiación del sistema misional hacia el norte.

¿Por qué los jesuitas eran tan “loretanos”? La devoción a la Virgen de Loreto venía cargada de símbolos potentes para la espiritualidad católica de la época: la “Santa Casa” de Nazaret, asociada al misterio de La Encarnación, y una narrativa de protección y movilidad que conectaba santuarios y fronteras. En el Noroeste Novohispano, los jesuitas impulsaron de manera sistemática la piedad mariana —incluida la advocación loretana— como estrategia central de su misión: imágenes, réplicas de la Santa Casa, novenas y fiestas patronales que cohesionaban a comunidades indígenas y mestizas en contextos de frontera.

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La especial devoción de Salvatierra

En el caso de Salvatierra, la relación con la Virgen de Loreto fue personal y programática. Ya en México, antes de cruzar a California, promovió la construcción de réplicas de la Santa Casa en colegios jesuitas (San Gregorio, Tepotzotlán, Querétaro, Guadalajara), y en sus cartas desde la península llamó a la Virgen “la gran conquistadora”, atribuyéndole su éxito inicial. En un pasaje célebre, relata cómo, “invocando a Nuestra Señora de Loreto”, se libraron de un peligro de mar que juzgaron evidente. Esa devoción explica en buena medida decisiones, gestos y símbolos del proyecto californiano.

¿Por qué la primera Misión se llamó Loreto?

El nombre fue una consecuencia natural de ese fervor. Tras el desembarco en Conchó, los jesuitas instalaron una capilla provisional y, el 25 de octubre de 1697, condujeron en procesión solemne la imagen de Nuestra Señora de Loreto; desde ese acto fundacional, el sitio se conoció como Real de Nuestra Señora de Loreto y, pronto, Misión de Nuestra Señora de Loreto Conchó. Desde allí partieron hombres, recursos e ideas para fundar las demás misiones de la península y, más tarde, las de la Alta California.

El culto loretano en Baja California Sur

Más de tres siglos después, el rastro de aquella devoción sigue vivo. La antigua Misión alberga hoy el Museo de las Misiones Jesuíticas, que resguarda arte y objetos sacros vinculados a la evangelización peninsular. La ciudad mantiene celebraciones religiosas y cívicas en torno a su fundación de octubre y a la memoria litúrgica universal de la Virgen de Loreto cada 10 de diciembre, instaurada en el calendario romano por decreto del papa Francisco en 2019. En el imaginario regional, la Virgen de Loreto conserva el título afectivo de “Patrona de las Californias”, y su fiesta reúne a fieles locales y visitantes en templos y plazas.

Una herencia que nombra y ordena el territorio

Nombrar fue un modo de fundar. Al llamar “Loreto” a su primera misión, los jesuitas trasladaron a la California novohispana un lenguaje espiritual que unía casa, camino y promesa. La imagen loretana marcó ritmos de fiesta, legitimó alianzas y sirvió de paraguas simbólico para una empresa que combinó catequesis, disciplina y organización social. Esa “madre de las misiones” quedó como capital de las Californias durante décadas, y su huella —arquitectónica, devocional e histórica— explica por qué la Virgen de Loreto no es solo un nombre antiguo en una fachada: es una memoria compartida que aún estructura la identidad loretana y sudcaliforniana.

Referencias:

Archivo Histórico de las Misiones de Baja California. Fundación de la Misión de Nuestra Señora de Loreto Conchó (1697). Disponible en sitios de divulgación histórica regional.

Ortega Noriega, Sergio. El sistema misional jesuita en el Noroeste de México. Estudios sobre la religiosidad mariana y las advocaciones promovidas por la Compañía de Jesús en los siglos XVII-XVIII.

Cartas del Padre Juan María de Salvatierra. Testimonios recogidos en crónicas jesuitas sobre la fundación de la misión y su especial devoción a la Virgen de Loreto.

Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Museo de las Misiones Jesuíticas de Loreto. Información institucional sobre la devoción mariana y el patrimonio material en Baja California Sur.

Vatican News. El Papa Francisco inscribe la memoria de la Virgen de Loreto en el Calendario Romano (2019). Referencia sobre la fiesta universal de la Virgen de Loreto.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




San Bruno: la misión que quiso fundar California

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la memoria colectiva de Baja California Sur, el nombre de San Bruno apenas aparece entre las piedras secas de la sierra y las aguas tranquilas del Mar de Cortés. Sin embargo, aquel sitio fundado en 1683 marcó el primer intento serio de colonización española en la península y dejó un legado tan frágil como decisivo en la historia del Noroeste de México. Detrás de esta empresa estuvieron dos figuras centrales: el almirante Isidro de Atondo y Antillón, hombre de armas y mar, y el jesuita Eusebio Francisco Kino, sacerdote, explorador y visionario.

Desde el siglo XVI, los intentos españoles de establecerse en la península habían fracasado por la dureza del clima, la escasez de agua, los enfrentamientos con las poblaciones indígenas y la falta de recursos para sostener colonias permanentes. Tras las expediciones de Hernán Cortés, Francisco de Ulloa y Sebastián Vizcaíno, la California seguía siendo un territorio inhóspito y en gran medida inexplorado. En 1683, el Virreinato de la Nueva España reactivó sus ambiciones. Isidro de Atondo, con experiencia militar y naval, recibió el título de Almirante de las Californias. Su misión era clara: colonizar y evangelizar el territorio, convirtiéndolo en una extensión segura del dominio español. Para ello contaba con un aliado de excepción: el jesuita Eusebio Francisco Kino, originario de Trento, matemático y astrónomo, pero sobre todo, un misionero convencido de que la fe podía abrir caminos donde la espada fallaba.

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El 1 de abril de 1683, la expedición desembarcó en la bahía de La Paz. Allí se fundó la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de las Californias, un pequeño asentamiento fortificado que buscaba ser semilla de la colonización. Los jesuitas levantaron una capilla improvisada, mientras los soldados construyeron trincheras y cañoneras. Pero el contacto con los pueblos pericúes y guaycuras pronto se tornó violento. La escasez de alimentos, los malentendidos culturales y las tensiones por el uso del agua desembocaron en choques armados. Apenas en julio de ese mismo año, los españoles dispararon contra indígenas que habían entrado al recinto, causando muertes y desconfianza irreparable. El proyecto fracasó y se decidió abandonar La Paz.

En octubre de 1683, la expedición volvió a intentarlo. Esta vez eligieron un sitio más al Norte, en tierras cochimíes, cerca de la actual Loreto. Allí fundaron el Real de San Bruno (el 6 de octubre que es el día del santo) y, junto a él, una pequeña misión que serviría como centro espiritual y cultural. San Bruno fue levantado con una fortificación triangular que contaba con tres puntos de artillería. Se construyó también una capilla de adobe y palma, y los jesuitas iniciaron la enseñanza de la doctrina cristiana. Kino no sólo catequizaba: plantó viñedos, tradujo oraciones a la lengua cochimí y elaboró un catecismo adaptado a la realidad local. Su visión integraba fe, ciencia y agricultura. Para los cochimíes, sin embargo, el contacto resultaba ambivalente. Algunos aceptaban las enseñanzas y el intercambio de bienes, otros resistían con recelo. El aislamiento y la rudeza del entorno hicieron el resto.

El clima fue el enemigo mayor. La tierra árida, las lluvias escasas y la lejanía de los centros de abastecimiento en Sinaloa y Sonora pusieron a prueba la resistencia de los colonos. La comida escaseaba, las enfermedades se propagaban y los envíos de provisiones desde el continente eran insuficientes. Kino se mostró renuente a abandonar la misión. Estaba convencido de que San Bruno podía convertirse en el faro de la evangelización en California. Atondo, más pragmático, veía las cuentas de hombres y recursos sangrar día tras día. Finalmente, en mayo de 1685, apenas año y medio después de su fundación, se tomó la decisión de levantar el campamento. El Real de San Bruno fue abandonado. Los pocos indígenas convertidos regresaron a su vida tradicional y la península volvió a quedar sin presencia española permanente.

El hubiera de San Bruno

Aunque efímero, San Bruno dejó huella. Fue el primer asentamiento jesuita en la península y sirvió de laboratorio para futuros intentos. Kino realizó desde allí importantes expediciones de reconocimiento, como la primera travesía documentada de la península de lado a lado, del Golfo al Pacífico. Sus informes y mapas demostraron que Baja California era una península, y no una isla como se pensaba en Europa. El fracaso enseñó a la Corona y a la Compañía de Jesús que la colonización no podía basarse únicamente en entusiasmo misionero ni en fuerza militar. Se requerían estrategias logísticas sólidas, apoyo financiero constante y una relación menos violenta con los pueblos originarios. Doce años después, en 1697, el jesuita Juan María de Salvatierra fundaría la Misión de Loreto, considerada la primera misión permanente de la península. Pero esa historia no se entiende sin el precedente de San Bruno.

Hoy, el sitio de San Bruno es apenas un paraje silencioso, con vestigios mínimos en medio del desierto sudcaliforniano. Para los cronistas e historiadores, sin embargo, representa un momento clave: el cruce entre la ambición imperial, la fe jesuita y la resistencia de la naturaleza. El almirante Atondo regresó al continente, marcado por la experiencia, y Kino fue destinado más tarde a la Pimería Alta, en Sonora y Arizona, donde alcanzó fama como “Padre de las Misiones”. Pero en las arenas de Baja California quedaron sembradas las primeras semillas de lo que después sería un vasto entramado misional. San Bruno no sobrevivió, pero demostró que la península podía ser recorrida, cartografiada y, con paciencia, evangelizada. Fue un fracaso que abrió el camino al éxito de otros. Y en la fragilidad de sus muros de adobe se esconde la fuerza de la historia: la que enseña más con sus caídas que con sus victorias.

Referencias bibliográficas

  1. Mathes, W. Michael. Californiana I: Documentos para la historia de la demarcación comercial de California (1679–1686). México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1970.
  2. León-Portilla, Miguel. Cartografía y crónicas de la Antigua California. México: UNAM / Instituto de Investigaciones Históricas, 1989.
  3. Nieser, Hans. San Bruno: El fracaso de la primera misión jesuita en Baja California (1683–1685). La Paz, B.C.S.: Gobierno del Estado de Baja California Sur / Archivo Histórico Pablo L. Martínez, 2000.

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Pericos en Baja California Sur: los visitantes inesperados en el desierto

FOTO: Inaturalist.Org.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En las calles y parques de La Paz, Los Cabos y otras ciudades de Baja California Sur, cada vez es más común escuchar un chillido agudo que rompe con la rutina del tráfico y el calor del mediodía. Se trata de los pericos, aves de colores brillantes que llaman la atención por su vitalidad y que, sin embargo, no forman parte de la fauna nativa de la península. Su presencia plantea preguntas y preocupaciones sobre la forma en que las especies viajan, se adaptan y alteran los ecosistemas. Durante un recorrido que realicé por la ciudad me tocó ver dos grandes comunidades de estas aves, una ubicada en las palmeras frente al edificio de biblioteca en la UABCS y otra, en los árboles del estacionamiento que se ubica a un costado de la colonia FOVISSSTE, frente al estacionamiento de la Casa Cuna del SEDIF.

El territorio sudcaliforniano es conocido por su clima árido, sus matorrales desérticos y su fauna especializada para sobrevivir con escasa agua. Ahí habitan aves endémicas como el colibrí de Xantus, el correcaminos o la calandria dorso negro. Sin embargo, los pericos, que requieren bosques tropicales o ambientes húmedos, nunca formaron parte del equilibrio ecológico natural de Baja California Sur. Su aparición en ciudades y zonas urbanas no responde a procesos naturales de migración, sino a causas humanas.

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Perico frente roja. FOTO: EBird

La causa principal se encuentra en el comercio y la tenencia de aves como mascotas. Durante décadas, en México fue común la venta de pericos en mercados y tianguis, a pesar de las restricciones legales para su captura y comercio. Muchos ejemplares llegaron a Baja California Sur como animales de compañía y, con el tiempo, algunos fueron liberados intencionalmente o escaparon de sus jaulas. Una vez en libertad, los pericos encontraron en las ciudades un espacio para sobrevivir: árboles ornamentales que ofrecen alimento y sombra, ausencia de depredadores significativos y la cercanía de fuentes de agua. Así, pequeños grupos empezaron a reproducirse y a consolidar poblaciones que hoy en día forman parte del paisaje urbano, aunque no deberían estar ahí.

Entre las especies que actualmente se observan en Baja California Sur destacan principalmente el perico monje argentino (Myiopsitta monachus), originario de Sudamérica, famoso por su capacidad de adaptación a ambientes urbanos y por sus grandes nidos comunitarios; y el perico frente roja (Psittacara holochlorus), nativo del Sur de México y Centroamérica, que ha sido trasladado como mascota a diversas regiones del país. En ocasiones también se reporta la presencia de perico atolero (Eupsittula canicularis), originario de la vertiente del Pacífico Mexicano, pero ausente de forma natural en la península. Estas especies, aunque coloridas y carismáticas, no pertenecen al ecosistema sudcaliforniano y su presencia es consecuencia directa de la intervención humana.

Perico monje argentino. FOTO: El Sol de México.

El establecimiento de pericos en Baja California Sur no está exento de riesgos. En primer lugar, al ser aves foráneas, pueden competir por alimento y espacios de anidación con aves locales, lo que amenaza a especies nativas y endémicas que ya enfrentan presiones por pérdida de hábitat. En segundo lugar, los pericos pueden transmitir enfermedades a otras aves, domésticas o silvestres, alterando el equilibrio sanitario de la fauna local. Además, su capacidad reproductiva y de adaptación les permite formar colonias numerosas que, en algunos casos, llegan a ser consideradas plaga en otras partes del mundo, pues dañan cultivos y generan problemas en la infraestructura urbana con sus voluminosos nidos.

En un ecosistema tan delicado como el de Baja California Sur, caracterizado por su aislamiento geográfico y sus recursos limitados, la presencia de especies invasoras como los pericos puede tener impactos difíciles de revertir.

Perico atolero. Foto: Inaturalist.Org.

Ante esta situación, la mejor estrategia es la prevención. Las autoridades ambientales y especialistas coinciden en varias recomendaciones para la población:

  1. Evitar la compra de pericos y otras aves silvestres como mascotas. El comercio ilegal es la principal causa de su presencia fuera de su hábitat natural.
  2. No liberar aves en espacios abiertos. Aunque parezca un acto de compasión, la liberación de ejemplares exóticos puede alterar ecosistemas y poner en riesgo tanto a especies nativas como al propio animal.
  3. Promover la educación ambiental. Informar a niños, jóvenes y adultos sobre la importancia de conservar la fauna local ayuda a construir una cultura de respeto hacia la biodiversidad.
  4. Apoyar programas de conservación. Participar en campañas de protección de aves nativas y en actividades de observación responsable fomenta la valoración de las especies propias de Baja California Sur.

La presencia de pericos en Baja California Sur es un recordatorio de que los ecosistemas no son impermeables a la acción humana. Las decisiones que tomamos al adquirir una mascota, al comprar en mercados ilegales o al liberar un animal en la naturaleza pueden transformar, para bien o para mal, la riqueza biológica de un lugar. Los pericos seguirán volando por los cielos de La Paz y Los Cabos, al menos por un tiempo, como testigos de la convivencia entre lo natural y lo introducido. La tarea de la sociedad sudcaliforniana será encontrar la manera de proteger sus especies nativas y aprender que la belleza de la fauna local no necesita ser complementada con visitantes que nunca debieron llegar.

Perico frente roja. Foto: EBird.

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