1

¿Es la luz la sombra de Dios?

FOTOS: Internet

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¿La luz es la diosa creadora? ¿Por qué hay algo y no más bien, nada? ¿Hubo una creación material o un ciclo de materia eterna e infinita?

La interrogación esencial sobre el origen de la materia, de la realidad, es una pregunta espectral, maldita —fantasma que nos atormenta y nos lleva al terror y al origen de las religiones como morfina. ¿Nunca se resolverá?

También te podría interesar: La concepción del hombre como el más racional 

El principio de conservación de la materia reza así: en un sistema aislado, durante toda reacción química ordinaria, la masa total en el sistema permanece constante, es decir, la masa consumida de los reactivos es igual a la masa de los productos obtenidos.

Esta idea de Lomónosov y Lavoisier inferida de procesos químicos implica que la materia no puede crearse ni destruirse, principio que avala cosmologías materialistas y ateas como las de Empédocles o Epicuro.

Por otro lado, la matemática alemana Emmy Noether formuló un teorema en 1915 que implica la conservación de la energía y la idea de que este principio de conservación se encuentra en cualquier sistema simétrico diferenciable en el universo.

Las evidencias sobre este principio implican una realidad material increada que aplasta los suspiros de cristianos, musulmanes, judíos y otros creacionistas.

Sin embargo, debido al desarrollo de la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad, —Planck y Einstein como las grandes mentes del siglo—, surgieron hipótesis dónde hay una creación de materia a partir de la energía sin acudir a entidades espirituales o divinas.

Una de ellas fue formulada por John Wheeler y Gregory Breit en 1934. Según ellos, si dos fotones colisionan de manera brutal y titánica podrían generar materia en forma de un par electrón-positrón (es decir materia-antimateria). Tal idea procede de la teoría de relatividad de Einstein donde la energía es equivalente a la masa.

Esto se nombra como Proceso Breit-Wheeler y según ellos, teóricamente es posible, aunque lo consideraron técnicamente inviable debido a que se requieren fotones extremadamente energéticos como los de rayos gamma y aun no se tiene la tecnología para construir un láser de rayos gamma.

Si esto es cierto, la materia habría surgido de la luz. Esa luz, proteica e ilógica, onda o partícula omnipresente, electromagnética y constante, que no se mueve y paradójicamente es lo más veloz para nosotros, que no envejece ni muere.

A pesar de la imposibilidad hoy de construir tales láseres algunos físicos del Acelerador Relativista de Iones Pesados (RHIC) Brookhaven National Laboratory en Upton, Nueva York, consideran una alternativa.

El doctor Zhangbu Xu explica que si se aceleran iones de oro cerca de la velocidad de la luz —núcleos atómicos sin electrones—, con 79 protones lo que otorga una fuerte carga positiva, se genera un círculo magnético circular tan fuerte como el campo eléctrico del colisionador. En el lugar en donde estos campos se intersecan podrían producir fotones.

El equipo de Xu logró acelerar los iones de oro al 99.9% cerca de la velocidad de la luz. Entonces las nubes de fotones interactúan y colisionan y se detectarían pares de electrones-positrones (materia-antimateria). ¡Si esto pudiera suceder el misterio de la Creación se revelaría, pero… ay! Esto no se logró.

Principalmente, porque los fotones producidos en el laboratorio son virtuales (no naturales) —tienen masa—, de los fotones reales. Los fotones reales no tienen masa. ¿Son pura energía sin materia?

Diagrama que muestra las colisiones de fotones virtuales gracias a iones de oro  (Brookhaven Lab)

Sin embargo, los físicos son optimistas, pues los cálculos son consistentes con la teoría y hasta que se logre tener una evidencia de colisión de fotones reales tan energéticos como los rayos gamma esto no sucederá.

Thomas Browne, insigne erudito a quien Borges elogió como el mejor prosista inglés, escribió en 1635 La religión de un médico, apología del cristianismo anglicano en donde reza: Lux est umbra Dei as actus perspicui, la luz es la sombra de Dios como acto transparente.

No, la luz no es la sombra de Dios, la luz es la misma Diosa, creadora y eterna. Poco a poco se revela el misterio de misterios.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Habrá lluvia de estrellas “Perseidas”; se podrá observar entre el 11 y 13 de agosto

La Paz, Baja California Sur (BCS). El Mtro. Miguel Ángel Norzagaray Cosío, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), dio a conocer que entre el 11 y el 13 de agosto serán fechas propicias para observar la lluvia de estrellas Perseidas que ocurre anualmente en agosto.

A través de un boletín de prensa de la UABCS se informó que, de acuerdo con el especialista, este fenómeno es observado gracias a que la Tierra se encuentra con los restos producidos por el cometa denominado 109P/Swift-Tuttle, mismo que fue descubierto en 1862.

Al igual que con otras lluvias de estrellas, esto no es más que el paso de nuestro planeta por en medio de una nube de desechos dejados por un cometa que, al entrar a la atmósfera, las partículas se queman, lo que se ve desde la superficie como un destello corto y de avance muy rápido.

Indicó que, durante las siguientes dos o tres noches de observación las personas podrán constatar que las Perseidas o “Lágrimas de San Lorenzo”, como también son conocidas, son siempre un espectáculo digno de no perderse. Para ello, basta tener una silla cómoda, de preferencia reclinable o incluso hacer un tendido en el piso para ver el cielo sin el esfuerzo de estar volteando para arriba.

En cuanto a la hora, comentó que ya desde las 22:00 horas, volteando al horizonte este (por donde sale el Sol), se comenzarán a ver y la observación puede durar varias horas, aunque en caso de encontrarse en una zona obstruida por edificios, árboles o cerros cercanos, lo ideal es buscar un sitio más despejado.

Dijo que, por lo general, el momento más adecuado es alrededor de las 1:00 horas, de preferencia en un sitio oscuro y sin estar viendo una luz brillante como la del celular para no cerrar nuestra pupila, aunque puede cubrirse con celofán rojo agarrado por un par de ligas para que no deslumbre. Con estos prácticos consejos, el catedrático de la UABCS reiteró el exhorto a toda la población a que no se pierda de este grandioso espectáculo, concluye el boletín de prensa de la Universidad.




El arcoíris no tiene siete colores

FOTOS: Internet

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Salga a la calle, lectorpe y pregunte al primer transeúnte cuantos colores tiene el arcoíris y le apuesto a que un porcentaje mayor al 50 por ciento le contestará que siete. El arcoíris puede definirse como un fenómeno meteorológico originado por la descomposición de la luz solar en el espectro visible. Y aunque infaustamente, ha sido secuestrado como un símbolo por los que creen en divinidades desérticas como un pacto o por grupos ideologizados que defienden sus posturas sexuales; el arcoíris —desde una visión estética—,  es un fenómeno óptico.

Isaac Newton, en 1667 colocó un prisma delante del rayo de luz, de modo que lo atravesara y reflejara la luz en la pared opuesta, a siete metros de distancia. En la pared aparecían los colores del arcoíris de forma alargada. Uno sobre otro identificó siete diferentes colores en él; rojo, naranja, amarillos, verde, índigo y violeta (púrpura). En aquel entonces regía una propuesta de Descartes: la luz estaba compuesta por pequeños corpúsculos; los colores eran mezcla de luz y oscuridad, en distintas proporciones. Newton concluiría lo mismo que Descartes, pero iría más allá. El 6 de febrero de 1667, envió a Oldenburg un escrito titulado Theory of Light and Colours que fue leído por los miembros de la Royal Society.

También te podría interesar: La visión jainista sobre la vida 

En él,  Newton afirmaba que los colores son propiedades originales e innatas que en rayos distintos son diversos y que la luz es un agregado confuso de rayos dotados de todo tipo de colores. Ese fue el trabajo que sacó a Sir Isaac del anonimato y lo catapultó a la fama en Europa como un filósofo natural revolucionario. Y aunque varios genios nunca estuvieron de acuerdo con su teoría como Robert Hooke, William Blake o Goethe, en la actualidad nos siguen enseñando los resultados de Newton como un parte aguas científico en la comprensión racional del mundo. Lo cual es cierto, pero… con un detalle. La interpretación de Newton estaba enmarcada en sus concepciones de alquimia y simbología mágica y no en deducciones matemáticas precisas.

¿Por qué describió siete colores? ¿Por qué se colocó a siete metros? ¿Es esto premeditado? Como relata Peter Ackroyd en su célebre biografía sobre el físico inglés, todas sus actividades evidencian la contemplación extática de los magos con la vista puesta en el universo. Dependiendo la concepción, hay un gradiente continuo de cientos de colores que conforman el “arcoíris”. La idea de siete colores es una simplificación esquemática para una mejor comprensión nos diría el viejo profesor de bachillerato desconcertado que no ha leído la obra ni la vida de Newton.

Lo cierto es que nuestro mago estaba usando el siete como un símbolo antiguo que partía de los siete astros que mantenían entre sí la posición relativa. De ahí tal número es como representación simbólica de los días de la semana, el nombre de las notas musicales, los siete dones del Espíritu Santo, los siete pecados capitales, los siete metales alquímicos, las siete plagas de Egipto, los siete sacramentos, los siete días de la Creación según la mitología hebrea, las sietes maravillas del mundo, los siete arcontes, los siete palacios celestiales, las siete vueltas a la Kaaba, los siete chacras, los siete mares, los siete sabios de Grecia, las siete edades del hombre según Shakespeare y hasta los siete enanos.

Se ha propuesto a Newton como un miembro de la secta rosacruz —algo que no se ha probado históricamente—, pero lo cierto es que la Royal Society sí fue una orden esotérica en sus inicios y Newton llegó a ser su presidente. Sea como sea en aquellos días Newton trabajaba concentrado en su arrianismo, las profecías bíblicas y estaba obsesionado con la alquimia. De esta forma no es que sus resultados ópticos fuesen “precisos”, sino que debían ser “simbólicos”.

Al reproducir, artificialmente, al arcoíris en su experimento, el simbolismo era doble. El arcoíris es el collar que usa la Gran Madre en la mitología sumeria, Iris era la mensajera oficial del Olimpo, es la promesa de Yahvé para no destruir de nuevo la Tierra tras el diluvio, el puente entre Asgard y Midgard, así como el camino en el que Lucifer cabalgará el día del juicio final. Todo esto no es ciencia, es mito y símbolo, pero para Newton mito y naturaleza estaban ligados.

Durante siglos se ha enseñado, popularmente, el experimento de Newton como una prueba empírica de un problema físico que no es tan sencillo de resolver y que se imbrica con la percepción de nuestros sentidos y la interpretación que le damos a la realidad. En 1810, Johann Wolfgang von Goethe publicó su Teoría de los colores, negando los resultados de Newton.

Goethe amplió el haz de luz y observó que se perdía el espectro donde se manifestaba un borde rojizo-amarillo y el otro borde de color azul, con tonos de blanco entre ellos, y el espectro sólo se visibilizaba cuando estos bordes se acercaban lo suficiente a la superposición de los colores. La teoría de Goethe era más fisiológica, sin embargo, los físicos la rechazaron aunque varios científicos de renombre la han defendido, como Heisenberg.

También en 1810, Philipp Otto Runge hastiado del espíritu ilustrado propuso su teoría de los colores en las que mezclaba arte y ciencia. Inspirado en las ideas del místico gnóstico Jakob Böhme, las teorías de Newton y de Goethe, Runge alegó la comprensión del fiat lux, conocimiento oculto para retornar a la Edad de Oro. Según Runge, esta era la misión de “arte verdadero” a través de una esfera de color —un astro de doce colores: tres primarios (azul, amarillo y rojo); tres mixtos (naranja, verde y violeta) y seis intermedios con el negro y el blanco en polos opuestos.


Esfera del color, de Runge

Dios había dado colores a la creación para revelar el camino a la unidad original. De esta manera el color es un símbolo trascendente. Runge mismo ilustró su teoría en un lienzo alegórico que pintó titulado Mañana en 1808. La Diosa al centro con Eros o el Mesías, ilustrando la Edad de Oro inmersa en la luz. En la base, la materia en colores oscuros y fogosos, en lo alto, el azul de la divinidad ya espiritual. Evolucionismo progresivo con Venus en el cenit. Runge es un claro exponente del romanticismo alemán, un idealismo que trata de imperar sobre un materialismo que se consideraba grosero.

Sin embargo, el materialismo grosero puede ser más objetivo. Debido a que Young y Fresnel realizaron los experimentos de la doble rendija que conllevaron a la extraña paradoja de que la luz podría comportase como una onda como defendía Hooke o Huygens, pero también podía relacionarse como corpúsculo como pensaron Descartes o Newton, los simbolismos se perdieron en la historia de las ideas científicas. La naturaleza de la luz sigue siendo uno de los grandes problemas de la física, enmarcada en la mecánica cuántica.

No obstante, en un nivel profano, la noción de los siete colores del arcoíris ilustra nuestra ignorancia y pasmo ante uno de los problemas de percepción más profundos: ¿Existen los colores? ¿Son interpretaciones de nuestro cerebro? ¿Qué es un color? Las diversas lenguas nos llevan a pensar en el problema ontológico de nuestra percepción. Por ejemplo, en shona —lengua hablada por etnias de Zimbabue—, solo existen tres palabras referentes a los colores: Cips uka (rojo o púrpura), Citema (verdiazul) y Cicema (amarillo verdoso). ¿Eso quiere decir que los miembros de esa etnia solo ven tres colores?

La etnia Dani de Papúa Nueva Guinea solo tiene dos términos a los colores: Mili (colores fríos) y Mola (colores cálidos). ¿Tienen ojos diferentes al resto de los humanos? En la actualidad suponemos que el color que percibimos es el rayo de luz reflejado gracias a las estructuras de nuestros ojos. Los fotosensores del ojo en la retina son los conos y bastones. Los últimos ayudan a distinguir los tonos grises mientras que los conos funcionan de día e interpretan el color. Los humanos tenemos tres principales tipos de conos sensibles a tonos amarillos, verdes y azules. Se calcula que la combinación de estos ayuda a distinguir cerca de 20 mil tonos de color.

Continuará…

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




El tiburón tigre

FOTO: Emmanuelle Camallonga

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

¡Oh, Dios impío! Tu bondad injusta me dio talento
Y has sido cruel con mis compañeros de barro
De quienes yo también he abusado
Si supero a todos los villanos que me precedieron
Sólo ha sido por tus dones caprichosos, ciegos.
Robert Burns

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Una sombra tornasol navega en agua claras. Pronto se destaca como un pez macizo, con hebras rayadas en su lomo, como un idioma atávico diseñado por un pincel de ninfas. Le dicen leopardo, tintorera, tigre. Estudia a sus presas, les rodea fijando su mirada abismal que a veces se cubre con una membrana blancuzca. Seduce su tonalidad verde azulada. Detecta una tortuga que se desplaza con lentitud. Acelera desde el fondo. Su poderosa mandíbula destroza el caparazón y el diseño moteado se llena de sangre.

El más grande y feroz miembro de los tiburones réquiem tiene un morro chato y conspicuo, debajo una sonrisa atravesada que enseña la punta de dientes curveados y filosos. Galeocerdo cuvier significa tiburón con piel de zorro. Es una de las criaturas más bellas del mar. Incluso más grande que un tiburón blanco, una hembra capturada en 1957 medía 7 metros y pesaba 3 toneladas. En promedio miden más de 4 metros y son escualos prolíficos, paren de 30 a 70 crías, la única especie de su familia, vivípara aplacentaria.

También te podría interesar: El hombre que perdió con El Diablo… Y lo venció 

El diente del tigre es más parecido a los hemigaleidos que a los carcharínidos. Curvo, con una profunda muesca y una serie de incisiones pequeñas en el borde distal del área aserrada y cortante. Morfología parecida a grupos más antiguos. Para cubrir sus necesidades energéticas se mueven miles de kilómetros entre islas oceánicas y en mar abierto.

Diletante de aguas tropicales abunda en el Atlántico, especialmente el Mar Caribe, las Bahamas, frente a Belice y la Península de Yucatán, patrullando los arrecifes coralinos. Es frecuente en las costas del Brasil y logra subir hasta Nueva Inglaterra. Algunos se dirigen hacia las costas occidentales y australes de África. En el Pacífico es un habitante migratorio y visita todas las islas desde Hawái hasta Australia.

Es un depredador solitario, hábil cazador. Cuando son juveniles se alimentan de pulpos y calamares, de peces pequeños que vagan por los fondos, de crustáceos, rayas y moluscos. Son noctívagos. Empiezan a crecer y sus demandas energéticas aumentan. Se atreven a batir en la superficie, devoran pelícanos, gaviotas, peces mayores, persiguen tortugas y hacen pedazos los caparazones. Pasan los años y adquieren experiencia, su fuerza y tamaño le permiten acosar delfines, ballenas, focas, lobos marinos, dugongos, manatíes, marlines, otros tiburones, incluidos a sus hermanos. Caníbales también.

En Sudáfrica, Dicken y otros analizaron el contenido estomacal de más de 700 tiburones tigre capturados en las redes de seguridad de las playas de 1983 a 2014. Se dieron cuenta de que el tiburón tigre no discrimina nada, como lo que puede de toda la cadena trófica, desde camarones y bivalvos hasta ballenas, pasando por pingüinos, delfines, calamares, sepias, pulpos y muchos tiburones. La principal presa de los juveniles son peces óseos y tiburones, pero conforme ganan tamaño y masa prefieren mamíferos marinos, reptiles —adoran a las tortugas— y aves, principalmente, los alcatraces. Incluso un pajarito como el abejuco, Merops apiaster fue hallado en su estómago. Los abejarucos tienen la costumbre de refrescarse haciendo pequeñas zambullidas. Uno de ellos se encontró un monstruo que jamás podría haber soñado.

En el 2010, Gallagher y otros capturaron en los Cayos de Florida a una hembra de 2.5 metros para tomarle biopsias. Mientras los científicos trajinaban, el tiburón vomitó los restos de un ave terrestre. Fue identificada como la focha Fulica americana, un ave fornida que habita los pantanos. Drymon en 2019 publicó que el 40% de neonatos de tintoreras registrados a lo largo de la costa del Missisipi en el Golfo de México tenían pájaros terrestres en sus tripas como golondrinas, pitirres, chochines, chipes, turpiales, gorriones, entre otros.

Que le fascinan las aves de todo tipo lo muestra el hecho de que los tiburones tigre viajan miles de kilómetros hacia los atolones de Hawái específicamente, para devorar albatros en sus épocas de anidación. William Young dijo que la vida de un tiburón capturado en un palangre junto a un tiburón tigre duraría 30 segundos.

Por cierto, en ningún otro tiburón se han encontrado más restos humanos.  Abro el periódico del 7 de septiembre del 2010 y leo: “Pescadores de las Bahamas vieron como un tiburón tigre escupía un pie humano. Le capturaron y llevaron al animal a Nassau. Cuando le abrieron el vientre encontraron el costillar, los brazos y las piernas de un hombre”. En el 2002 encontraron una pierna humana en un espécimen de 4 metros. En el 2001 el cráneo del anciano Arthur Applet se encontró en otro de 3 metros. O los de Kyle Dickens, una quinceañera que se ahogó en aguas de Carolina del Norte en 1995. O los del buzo Richard Peter Bisley, encontrado en un tigre capturado seis días después de su desaparición y así, hasta no dormir. De niño leí y miré una fotografía de los pies de un hombre negro encontrados en las tripas de un tiburón tigre. Las pesadillas se acumularon.

Y es que Galeocerdo no sólo es un cazador pertinaz sino un ávido carroñero. Pantagruélico y limpiador dentro de su barriga se han hallado: piedras, remos, bolsas de plástico, basura orgánica, hot-dogs, pijamas, huesos de buey, sacos de carbón, llantas, placas de automóviles, trapos, hamburguesas, cabezas de renos, caballos, cables, rollos de papel, zapatos y la cabeza de un cocodrilo. En el estudio de Dicken, los investigadores encontraron paquetes de papas fritas, condones, cigarros, piel de gamuza, mollejas de pollo, y restos de mataderos. ¡Incluso encontraron a un cefalofo, un pequeño antílope!

No todo este bagaje puede ser digerido. Al igual que otros escualos, tienen una capacidad de regurgitar lo nefasto. Esta destreza hace que algunos tiburones cuando se encuentran en la agonía de la pesca lleguen a expeler hasta sus propias vísceras. Además, existe un comportamiento debido a la curiosidad llamado “mordidas de prospección”. El tiburón no puede manipular las cosas, así que las muerde para estudiarlas y a veces las engulle. Después de horas o días vomitará el contenido.

Algunas anécdotas parecen grotescas. Un barco de la guardia costera norteamericana programaba cargas de profundidad del tamaño de un coco para realizar sondeos geológicos en el fondo del Pacífico. Cuando lo arrojaron, un tiburón tigre engulló el explosivo y segundos después explotó. Fin sombrío que nos enseña a no meternos todo a la boca. Lo que le sucedió a una mujer en 1949 fue igual de macabro. La joven nadaba en la costa occidental australiana cuando un tigre le arrancó el brazo. Pudo sobrevivir. Días después pescaron al agresor, abrieron su estómago y encontraron el brazo cuya mano llevaba un anillo, se lo devolvieron a la señorita que se lo puso en su único miembro.

En Cuba, todavía se habla sobre la leyenda de Don Pepe, un tiburón tigre que arribó a la bahía de Nipe en 1930. Según los pescadores que lo avistaron durante veinte años, medía 5 metros y era un animal astuto que esperaba los barcos que se acercaban a Punta Salinas para devorar cualquier basura que cayera de ellos. Las autoridades prohibieron arrojar basura para alejar al depredador, pero Don Pepe aumentó su radio de acción a El Ramón, Felton, Saetía y Nicaro. Cuando los pescadores no le alimentaban, el tigre mordía sus embarcaciones. Una vez devoró a un burro que cayó al mar con todo y carreta. El 6 de noviembre de 1943, dos lanchas de pasajeros colisionaron y Don Pepe devoró a varios. Por dos décadas escapó de los que deseaban matarlo y desapareció en 1950.

En Hawái, representa un icono de peligro. Con un promedio de cuatro ataques por año, mantiene el suficiente miedo para ser considerado un enemigo. De 1959 a 1976 el Estado propuso un programa de matanza selectiva —así como el gobierno de Canadá designa a la masacre de focas. Se mataron 4 mil 688 tiburones, entre ellos, 554 tigres. Los ataques no disminuyeron. Cada tiburón capturado le costó a los contribuyentes 182 dólares. La lógica detrás de esta estrategia: los tiburones tigre vagan por ciertas áreas pequeñas.

Varios ataques fatales durante la década de los noventas hicieron que el gobierno reconsiderase las matanzas selectivas. A partir de esto se disparó la investigación sobre sus migraciones. Los científicos le pusieron sondas y transmisores satelitales. Los resultados indicaron que el tiburón tigre no se queda en el área de alimentación sino que se desplaza rápidamente, en pocas horas alejándose de cualquier punto donde ataca. Su fama de asesino también ha sido exagerada, de más de cuatro mil ataques a humanos documentados, cerca de 60 han sido efectuados por nuestro amigo. El primero confirmado en el cual se identificó a la especie fue en 1853 en el puerto de Charleston, Carolina del Sur, cuando un hombre murió al ser mordido por una tintorera preñada.

Hoy existe una atracción ecoturística en Tiger Beach, cerca de Gran Bahama, muy popular entre los que pueden pagarla. Se conoce como wrangling; esta palabra en México se conoce como curracaneo. A bordo de una embarcación los buceadores esperan nerviosos. Usan capucha, guantes y aletas negras, está prohibido usar algo de colores para no confundirse con los peces.  El instructor lanza carnada al agua, utiliza un cabo que lleva en su extremo una boya embadurnada con cebo de pescado. Cuando aparece el animal, el instructor lo atrae a la embarcación y puede que los turistas se diviertan en alejar el cebo y disputárselo a tirones. Entonces los buzos se arrojan al agua en una formación en “U”, llevan bastones de plástico para alejar a los depredadores. Los buceadores descienden al fondo arenoso para fotografiar a los tigres que nadan en círculos. A veces se juntan hasta nueve ejemplares.

Su capacidad reproductiva y su gran tamaño hacen pensar que seguirán en este mundo tremendo, como otra pieza en una biosfera formidable. Se ha calculado que pueden parir de 40 a 80 crías. Los recién nacidos miden unos 70 centímetros y crecen rápidamente. Los neonatos tienen forma de anguila, son largos y esbeltos. No tiene placenta. Sus embriones ganan un 2119% en peso húmedo durante la gestación.

Tan impresionante crecimiento hace que la energía del huevo fertilizado no sea suficiente para desarrollar por completo al embrión así que cuando la yema se termina la madre secreta un fluido por el revestimiento uterino para terminar de nutrirlos. Tal estrategia se conoce como embriotrofía. Conforme crecen se van haciendo masivos. Al año de vida ya han doblado su tamaño, en promedio crecen unos 30 centímetros al año. Después de alcanzar los 2 metros, el tiburón tigre comienza a engordar y a aterrorizar a sus posibles enemigos.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Franz Inama, S.J.: Padre de la herpetología en Baja California (II)

FOTOS. Internet

Colaboración Especial

Por Francisco Draco Lizárraga Hernández

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Poco antes de partir hacia la California, a Baegert e Inama se les unió otro joven jesuita alemán, oriundo de Düsseldorf, que igualmente había sido elegido por el padre Balthasar gracias a su carácter fuerte y laborioso, el padre George Retz, quien eventualmente se convirtió en la mano derecha y continuador de las exploraciones de Fernando Consag hacia el norte de la península de Baja California. Una vez alistada la comitiva de los tres alemanes, los nóveles misioneros dejaron la Ciudad de México para dirigirse hacia Guadalajara el 16 de noviembre de 1750; al llegar a esta última ciudad el 19 de diciembre de ése mismo año, se les unieron otros jesuitas que también habían sido asignados para evangelizar en la California. Finalmente partieron en caravana hacia el río Yaqui, de donde pasarían a la misión de Nuestra Señora de Loreto, capital de las Californias.

Una vez que llegaron a la península de Baja California, los tres jesuitas alemanes tuvieron que separarse porque se les asignaron diferentes zonas a lo largo de todo el territorio de la California. Al padre Retz se le envió a San Ignacio de Kaadakamaán, la más septentrional de todas las misiones, para que auxiliase al padre Consag en sus exploraciones hacia el norte peninsular; a Johann Baegert se le encomendó la alejada misión de San Luis Gonzaga, en el país de los guaycuras, para que desahogase las obligaciones del padre Lambert Hostell, quien estaba encargado de esta misión y de la de Nuestra Señora de los Dolores; y finalmente, a Inama se le confió la refundación de San José de Comondú, tarea en la cual contó el apoyo del ya experimentado y vivaz misionero Miguel del Barco.

También te podría interesar: Franz Inama, S.J.: padre de la herpetología en Baja California (I)

San José de Comondú era un paraje que fue visitado por primera vez en 1684, durante la expedición del padre Kino y el almirante Isidro Atondo y Antillón, aunque fue hasta 1708 cuando el misionero español Julián Mayorga asentó una misión en la zona; sin embargo, apenas dos años después, una epidemia de viruela mató a la mitad de los indígenas. Esto forzó al jesuita a desplazar el asentamiento unos 50 km hacia el suroeste, siendo éste último lugar él que le fue encomendado al joven austríaco. Cuando Inama llegó a la población anteriormente mencionada, lo que encontró fue una sencilla iglesia de adobe construida hacia 1736 —año en que murió el padre Mayorga—, en un paraje de tierra poco trabajado, pero con buen potencial productivo gracias a que se encontraba a un costado de un arroyo. Fue así que, casi después de instalarse en su nuevo hogar, Franz Inama inició la edificación de una iglesia de piedra a fin de que esta sustituyera a la de adobe, además de que se empeñó en construir un sistema de almacenaje de agua y riego para impulsar la agricultura en la misión. Debido a lo anterior, el austríaco realizó muchos viajes hacia la Sierra de La Giganta y las partes altas del arroyo de La Purísima a fin de traer las rocas y maderas necesarias para la obra. Por otra parte, su misionero vecino, el padre Del Barco, le envió trabajadores desde su misión para que colaborasen en la construcción del nuevo templo. Gracias a esto último, se comenzó a gestar una profunda amistad entre Inama y Miguel del Barco, la cual se vio reforzada por su interés mutuo hacia la historia natural.

Tras tres años de arduas labores, Franz Inama fue llamado a Loreto para que ahí profesase los votos solemnes de la Orden y que con ello pudiese ser ordenado como sacerdote, lo cual ocurrió en febrero de 1754. Un año después, Inama recibió al padre visitador general de las misiones del Norte de la Nueva España, José de Utrera, quien quedó muy sorprendido por los progresos del misionero en relativamente poco tiempo. Esto se debió a que encontró que la nueva iglesia estaba ya muy avanzada en su construcción, y el sistema de riego ya se encontraba operando. Adicionalmente, el padre Utrera observó con admiración el gran progreso que Inama había logrado en la educación y evangelización de los cochimíes que habitaban en la región, para los cuales había fundado dos escuelas separadas —una para niños y otra para niñas—, donde les impartía clases de manera muy similar a la de los seminarios católicos de la época. Esto último habla del gran interés que el padre Inama sentía por la educación de los Californios, a quienes los instruía en las doctrinas católicas y en los oficios más esenciales hasta que estos se casaban y formaban una familia, luego de lo cual los integraba al sector productivo de la misión.

En tan sólo unos pocos años, la misión de San José de Comondú, que hasta entonces había sido poco más que un sitio periférico y muy dependiente de la misión de San Francisco Javier de Viggé—Biaundó, pasó a ser uno de los asentamientos más productivos de la California jesuítica gracias al talento y arduo trabajo del padre Inama, contando con una de las iglesias más grandes de la península y una cantidad sustancial de ganado. Consecuentemente, el misionero austríaco no sólo consiguió un alto grado de autosuficiencia en su asentamiento, sino que pronto comenzó a proveer de víveres a las misiones cercanas en caso de que estas pasaran por períodos de escasez. Asimismo, en numerosas ocasiones pudo auxiliar a su desdichado amigo el padre Baegert, quien en repetidas veces le hizo saber su amarga frustración de que se le relegara a una misión en una tierra tan estéril y miserable como la de los guaycuras, a quienes Inama llegó a acoger en Comondú para que no muriesen de hambre cuando en San Luis Gonzaga se presentaban sequías más intensas de lo normal.

Durante todos estos años, el que posiblemente fue el mayor pasatiempo del padre Franz Inama, cuando descansaba de sus ocupaciones sacerdotales y misioneras, era la observación de la abrasadora y peculiar naturaleza de la península de Baja California; llevó a cabo numerosas descripciones de flora y fauna que comunicó a su buen amigo el padre Del Barco, quien retomó parte de la información proveída por el austríaco para la elaboración de su obra, Historia Natural y Crónica de la Antigua California. Por otro lado, se sabe que, en muchas ocasiones, Franz Inama escribió extensos reportes sobre los animales que observaba alrededor de su misión para luego enviárselos a sus colegas jesuitas, tanto dentro de la California como en las provincias de Sonora y Sinaloa. Sin embargo, pocos seres cautivaron tanto a Inama como las víboras de cascabel, las cuales causaban un gran temor debido a su veneno y a que todos los años generaban pérdida de vidas humanas y de ganado. Debido a esto, tal vez con el fin de entender mejor la manera en cómo estos reptiles ocasionaban daño, y con ello tener las bases para eventualmente afrontar éste problema con mucha mayor precisión y eficacia, el padre Inama se dio a la tarea de colectar a crótalos vivos a fin de estudiarlos con gran detalle.

En una carta que escribió al padre Miguel del Barco en 1765, el misionero austríaco relata los experimentos y observaciones que realizó con las víboras de cascabel a lo largo de varias semanas. Primeramente, Franz Inama planteó dos hipótesis sobre el origen de los efectos de la mordedura crotálica: la primera, defendida por el jesuita checo Ignaz Tirsch y bastante anticuada aún para la época, proponía que las serpientes no inyectan un veneno como tal, sino que los colmillos de estas tenían una textura microscópicamente irregular, la cual era contraria a la de la sangre de cualquier animal. Esto último, aunado a que la irritación de la víbora supuestamente exaltaba la aspereza en la textura del colmillo, ocasionaría un desbalance en los humores corporales, generando los síntomas del envenenamiento en la víctima. En contraste, Inama y Del Barco planteaban lo que ya se conocía desde los tiempos de Galeno, que las serpientes cuentan con un órgano —en éste caso, una glándula— productor de sustancias venenosas, que son inyectadas a través de sus colmillos al momento de morder. Después, el austríaco se dedicó a estudiar y describir con gran lujo de detalles la anatomía y comportamiento de los crótalos, para lo cual recolectó a 12 ejemplares vivos de estos ofidios.

Para darse una idea de la minuciosidad con la que Inama realizó sus estudios sobre las víboras de cascabel de la California, basta con mencionar que el padre Miguel del Barco sólo pone el fragmento más importante de la carta que le envió el austríaco, el cual se extiende a lo largo de 6 páginas de su Historia Natural y Crónica de la Antigua California. Entre las principales descripciones realizadas por Inama, destacan particularmente las siguientes:

Las cabezas de ellas —las víboras— son anchas, las bocas romas, las mejillas como hinchadas con un hueso especial en cada lado y por la multitud de los colmillos. Los oídos están junto a las ventanas de la nariz, esto es, inmediatamente arriba del dicho hueso con providencia singular quizá para que el oído esté cerca de las armas, que son los colmillos. Dicho hueso se halla fuera de la encía superior, y está entre dicha encía superior y la mejilla; y en él está encajado uno o dos colmillos, de suerte que en algunas víboras se encuentran cuatro encajados […] Los colmillos son corvos, pero no sobresalen fuera de la boca como los de los puercos, ni están levantados o derechos como los de cualquier animal; sino que están como acostados a lo largo de las encías, mirando la punta de cada colmillo hacia el tragadero. La víbora los mueve porque, al querer morder, los levanta. Y yo mismo, por medio de una navajita muy sutil, moví los colmillos para saber en dónde está el movimiento. Y para explicarme, digo que los colmillos acostados se parecen a navajas cerradas; y levantados, a navajas medio abiertas. […] Para comer tienen en las encías inferiores dos hileras de dientecillos algo corvos, cuyas puntas están hacia el tragadero; y así sirven también para no poder escapárseles la presa. Además de esto, en donde otros animales tienen el hocico, estas víboras tienen, así arriba como abajo, algunos dientecillos derechos y, fuera de estos dientecillos, no tienen otros en las encías superiores. Los colmillos no les sirven para comer, por ser muy largos en comparación de los dientecillos; de suerte que solamente son armas para picar e instrumentos para agarrar mejor a la presa.

Gracias a todo esto, es posible darse cuenta de lo exhaustivas que fueron las observaciones anatómicas realizadas por Inama. A todo esto, se suma el hecho de que el austríaco utilizó su microscopio traído desde Viena para comprobar si los colmillos de las víboras tenían una textura irregular como lo proponía el padre Tirsch; esto último resultó ser falso, pues Inama observó que, tanto en piezas recién extraídas como en secas, que las armas de los crótalos son “casi totalmente redondas, sin filo, sin aspereza, antes bien con mucha lisura y aun lustre”. Con esto, el jesuita austríaco se convirtió en el primer hombre del que se tenga registro que empleó un microscopio en la península de Baja California. Gracias a todo lo anterior, la hipótesis propuesta por el misionero checo quedaba en vías de ser refutada al no cumplirse una de sus suposiciones principales, la aspereza de los colmillos; sin embargo, el padre Franz Inama decidió dar la estocada final a la teoría de su colega de una manera empírica y elegante: mediante la experimentación con el veneno crotálico y los colmillos.

Inama, luego de haber extraído los colmillos de algunas víboras, procedió a picar en diversas partes del cuerpo a gallos y gallinas que criaba dentro de su misión; no presentaron ningún daño adicional a los piquetes que se les dieron, aun si muchos de estos fueron hechos con mayor fuerza a la que pueden propinar estos reptiles. Sólo en tres pollos hubo algún perjuicio un poco más significativo al presentarse una leve hinchazón; además, en uno de estos ejemplares ocurrió un sangrado fuerte, aunque esto se debió a que Inama a propósito le picó una vena de un costado, a manera de una sangría de barbero. El jesuita repitió el proceso con colmillos secos, y tampoco tuvo resultados destacables. Gracias esto, el austríaco afirmó que “es esto último de una sangría, hecha con un colmillo de víbora, una prueba real de que el colmillo solo no hace herida mortal”. Luego de deducir esto último, Franz Inama quiso corroborar que el veneno crotálico es el agente causal del daño generado por las mordidas de estas serpientes, para lo cual extrajo dicho fluido con ayuda de una navaja y una jofaina; el austríaco lo describió como un líquido poco denso de un color amarillo casi transparente.

Una vez que extrajó el veneno, Inama mojó los colmillos y un cortaplumas con éste fluido, y con ello procedió a picar nuevamente a gallos que tenía en su misión. En esta ocasión, el jesuita sí observó un daño mayor en las heridas, las cuales presentaron un sangrado abundante, una fuerte hinchazón y supuraciones a lo largo de varios días. Por otro lado, una de las víboras alcanzó a morder a uno de los pollos en un pie, causándole una gran inflamación en toda su pata que al final terminó con la pérdida del dedo en que recibió la mordedura. Con esto, Inama infirió correctamente que el veneno de las víboras ingresa al torrente sanguíneo de la víctima no sólo por acción de la mordida, sino que también los colmillos actúan de manera semejante a jeringas que impelen el letal fluido hacia la sangre. Finalmente, para corroborar que el veneno tiene un efecto mucho más mortífero cuando entra en contacto directo con los tejidos, el austríaco tomó una paloma y le suministró unas 4 o 5 gotas del fluido oralmente, después de lo cual se retiró a rezar el rosario junto con los indígenas de su misión; una vez que regresó, aproximadamente 45 minutos después, Inama encontró que la tórtola ya había muerto y que de su boca salía espuma. De esta manera, el párroco de San José de Comondú reafirmó concluyentemente su hipótesis sobre los daños ocasionados por el veneno crotálico.

Gracias a todas estas observaciones y experimentos, el padre Inama refutó la teoría defendida por Tirsch sobre las mordidas de serpientes de cascabel; además, todas estas observaciones las comunicó a sus colegas de otras misiones, a quienes les envió sus apuntes y muestras de colmillos. Tanto Miguel del Barco como Johann Jacob Baegert quedaron realmente impresionados por la claridad y minuciosidad de su estudio, por lo cual ambos encomiaron con gran reverencia al austríaco en sus respectivas obras que versan sobre la Antigua California. Considerando todo lo anterior, no es aventurado decir que Inama fue un hombre no sólo con curiosidad por la naturaleza, sino que hay fuertes atisbos de que poseía un verdadero interés científico, el cual lo llevó a realizar observaciones, descripciones y experimentos que recuerdan a los de los grandes naturalistas de su época. En conclusión, si pudiera hablarse de un verdadero pionero en el estudio de los reptiles de la península de Baja California, éste sin duda alguna sería el brillante Franz Inama.

Bibliografía:

Ávila-Villegas, H. (2017). Serpiente de cascabel: Entre el peligro y la conservación. Ciudad de México: Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

Baegert, J.J. (2013). Noticias de la península americana de la California. La Paz: Archivo Histórico Pablo L. Martínez.

Clavijero, F.X. (2007). Historia de la Antigua o Baja California. Ciudad de México: Editorial Porrúa.

Crosby, H.W. (1994). Antigua California: Mission and Colony on the Peninsular frontier, 1697-1768. Albuquerque: University of New Mexico Press.

Del Barco, M. (1988). Historia Natural y Crónica de la Antigua California. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Grendler, P.F. (2014). Jesuits schools in Europe. A Historiographical essay. Journal of Jesuit Studies 1: 7-25.

Hausberger, B. (1997). La vida cotidiana de los misioneros jesuitas en el Noroeste novohispano. Estudios de Historia Novohispana 17: 63-106.

McPeak, R.H. (2000). Amphibians and Reptiles of Baja California. San Diego: Sea Challengers.

Ponce-Aguilar, A. (2011). Misioneros jesuitas en Baja California, 1683-1768. Tijuana: Bubok Publishing.

 

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.