Lo que callamos las ciruelas del monte

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SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El ciruelo del monte, también conocido como ciruelo cimarrón, es un árbol silvestre ampliamente conocido en Baja California Sur que  forma parte de la flora iconográfica de nuestro Estado. Lleva por nombre científico Cyrtocarpa edulis y representa una de las plantas características que habitan la región del Cabo de la península de Baja California, la cual se extiende de la punta sur de la península (Cabo San Lucas) hasta el paralelo 25° N (cerca de Agua Verde-Loreto). De hecho usted, Querido Público Lector, puede contribuir al conocimiento del área de distribución de esta planta informando, de manera sencilla y gratuita, en la plataforma Naturalista cuando encuentre alguno de estos árboles.

Los ciruelos del monte, plantas endémicas —que únicamente habita en un área restringida— de Baja California Sur, prefieren suelos arenosos profundos y terreno llano, pero también se encuentran marginalmente en condiciones más áridas en las dunas posteriores —detrás de las dunas que dan frente al mar— y en las islas en el sur del Golfo de California. Cyrtocarpa edulis también habita marginalmente el bosque tropical seco en las montañas de la región del Cabo, pero allí es menos abundante. Probablemente su distribución restringida sugiere una intolerancia al frío y a la sombra y una necesidad de las temperaturas cálidas de verano y de las primeras lluvias de otoño —así como nosotros pueh’.

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Anatomía del ciruelo

Seguramente, la mayoría de los lectores sudcalifornianos podrán traer a su mente, casi de forma inmediata, la imagen de un ciruelo en cuanto escucha su nombre. Sin embargo, tal vez sean menos aquellos que conozcan los aspectos técnicos de su apariencia, es decir, aquellas características que utilizan los científicos botánicos para describir a las especies de plantas. Así que, antes de entrar en detalles, les comparto dos ligas que les llevarán a un glosario de términos sobre vegetación y a una maravillosa guía de plantas icónicas sudcalifornianas que, casi al final, contiene dibujos muy ilustrativos sobre los diversas características de las hojas, flores y frutos.

El ciruelo de monte es un árbol de tallos gruesos y suculentos de hasta 10 metros de altura, con una corteza lisa de color gris claro y una copa abierta y redondeada. El tronco hinchado constituye un órgano de almacenamiento de agua, ya que el contenido de agua de la madera puede variar entre 60% y 80%, y representa una estrategia de la planta para afrontar la época de sequía. Las hojas alternas, pubescentes —cubierta de vello o pelusilla fina y suave— y cortas — de 5 a 10 centímetros de largo— son secas y deciduas —es decir, que se pierden durante una parte del año. Evidentemente, la humedad en la corteza es usada para mantener a la planta en los largos periodos de sequía en lugar de mantener hojas siempre verdes. Las flores discretas, blanquecinas o verdosas están en panículas axilares —racimos ramificado de flores, en el que las ramas son a su vez racimos— y aparecen en abril y mayo.

Flor del ciruelo del monte.

Las frutas de los ciruelos, las ciruelas, se pueden encontrar en verano y en otoño y son una de las principales características que buscamos en estos árboles, ya que constituyen un manjar para los habitantes de esta tierra. Pertenecen al tipo de frutos conocidos técnicamente como drupas, ya que poseen un epicarpio (“cáscara”) delgado, un mesocarpio (“pulpa”) carnoso o fibroso que rodea un endocarpio leñoso (“hueso”) y que, generalmente, contiene una sola semilla. Las ciruelas del monte son drupas ovoides, amarillas —cuando están deliciosamente maduras, aunque también se pueden comer así verdes, no le hace—, aterciopeladas, ovoides de 1.5-2 cm de largo con semillas muy duras conocidas por los choyeros como chuniques.

Ciruelo lampiño

Hace varios años, en el 2004-2005, los investigadores José Luis León de la Luz y José Juan Pérez Navarro del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR) recolectaban plantas en las dunas posteriores a lo largo de la costa del Pacífico entre la ciudad de Todos Santos y las Planicies de Magdalena, y fue ahí que encontraron varios individuos del ciruelo del monte Cyrtocarpa edulis que atrajeron su atención debido a la condición glabra —lampiña, sin pelos, tricomas o estructuras similares en la superficie externa— de sus hojas, flores y frutos. Después de no poder encontrar plantas glabras entre los especímenes de esta especie en los herbarios (archivos de plantas) de diversas instituciones nacionales y extrajeras, decidieron proponerlos como una nueva variedad de C. edulis.

Si no has probado las ciruelas de El Mogote…

La famosa leyenda que explica lo que pasa aquellos foráneos que osan comer ciruelas de El Mogote es parte del folclor de muchos habitantes de Baja California Sur, particularmente para los de la ciudad de La Paz. Sin embargo, existen otras características menos conocidas que también hacen realmente importante a los ciruelos del monte que habitan en El Mogote.

El ciruelo del monte Cyrtocarpa edulis es la especie más conspicua y dominante en las dunas posteriores de la barrera costera frente a la ciudad de La Paz, conocida popularmente como El Mogote. Los individuos del ciruelo Cyrtocarpa edulis de El Mogote son una variante fisonómica de la forma arbórea distribuida tierra adentro y se diferencian por la ausencia de un tallo principal bien definido que se ramifica a menos de un metro de altura; presentan tallos tortuosos que adoptan un hábito postrado en el suelo, lo cual promueve la propagación vegetativa. De esta forma, se pueden generar individuos clonados que se extienden alrededor del árbol madre, alcanzando coberturas de hasta 100 m², así como familias de clones, de porte arbustivo que raramente alcanzan 3.5 m de altura. Así, el ciruelo en El Mogote presenta una forma particular de reproducción principalmente asexual mediante la presencia de tallos capaces de generar raíces adventicias, al contrario del medio peninsular donde la propagación ocurre básicamente por semilla que son dispersadas en las heces de los diversos animales que se alimentan de esta planta como vacas que pastorean libremente, iguanas de cola espinosa (Ctenosaura hemilopha) y coyotes (Canis latrans).

Símbolo de identidad

Al compararse con el Centro y Sur del país, el Noroeste Mexicano es relativamente pobre en especies de plantas, pero la proporción de especies endémicas es relevante. Un análisis del conocimiento florístico actual del Noroeste de México (Baja California, Baja California Sur y Sonora), publicado en septiembre de este año, muestra dentro de la región a 941 especies, de las cuales 391 se encuentran restringidas a BCS —incluido el ciruelo del monte Cyrtocarpa edulis—, lo cual equivale a que un 42% de las especies registradas son endémicas de nuestro Estado.

Así, ante los riesgos actuales de deforestación derivada de diversas actividades antropogénicas, es prioritario establecer programas de protección para las especies exclusivas de Baja California Sur, como nuestro ciruelo de monte, ya que gran parte de estas, al tener una distribución restringida, pueden verse gravemente afectadas por la destrucción y modificación de su hábitat.

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¿Qué es la vida? Si ya sabes, no leas este artículo

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La Paz, Baja California Sur (BCS). La vida, la vida, la vida, ¿qué es la vida? En tratar de entenderla, se nos va la propia vida… dice El Gran Silencio en su famosa canción de 1998, Dormir soñando. Y tienen razón. El periodo de vida de muchos científicos se ha agotado tan sólo en el intento por definirla; desafortunadamente, aún no existe una definición ampliamente aceptada. De hecho, algunos aseguran que existen más de 100 definiciones y casi todas están erradas.

La vida se puede definir desde muchos y variados enfoques, entre los que generalmente se incluyen: los religiosos, morales, jurídicos, filosóficos y científicos. Dentro de los enfoques científicos, parecería perfectamente lógico que fuera la Biología la encargada de darnos la deseada respuesta. Sin embargo, del mismo modo que comprendemos que la ciencia no puede estudiar a la ciencia, la primera consideración que hay que anotar es que la definición de vida, debería construirse desde afuera de la Biología, pues lo que esta ciencia es deberá corresponder a dicho concepto. Entonces, definir el concepto de vida concierne a la Epistemología que es la rama de la Filosofía que estudia las ciencias y más precisamente a la Filosofía de la Biología.

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Sin embargo, no es pretensión de quien escribe, incursionar en los densos territorios filosóficos y decide continuar el camino bajo la luz que arrojan las ciencias biológicas. Una vez establecido que no analizaremos ni favoreceremos a ninguno de los múltiples conceptos, podemos continuar con algo que la Biología sí puede hacer: definir las características de los seres vivos. De hecho, algunas de estas características son tan intuitivas que incluso los niños pequeños sin conocimientos científicos formales, pueden basarse en ellas para distinguir que un gato es un ser vivo y una roca no lo es. Asimismo, estas características también están sujetas a cierto nivel de controversia y se modifican cuando se hacen nuevos descubrimientos, como es común en la ciencia.

Checklist de un ser vivo

Los seres vivos tienen propiedades que los distinguen de la materia inerte (no viva) y que, generalmente, se engloban en las siguientes:

Organización. Las unidades básicas de un organismo son las células. Un organismo puede estar compuesto de una sola célula (unicelular) o por muchas (pluricelular).

Homeostasis. Los organismos mantienen un equilibrio interno.

Irritabilidad. Es una reacción ante estímulos externos.

Metabolismo. Los organismos o seres vivos consumen energía para convertir los nutrientes en componentes celulares (anabolismo) y liberan energía al descomponer la materia orgánica (catabolismo).

Desarrollo. Los organismos aumentan de tamaño al adquirir y procesar los nutrientes. Muchas veces este proceso no se limita a la acumulación de materia sino que implica cambios mayores.

Reproducción. Es la habilidad de producir copias similares de sí mismos, tanto asexualmente a partir de un único progenitor, como sexualmente a partir de al menos dos progenitores.

Adaptación. Las especies evolucionan (cambian) y se adaptan al ambiente.

Una vida diferente: la vida humana

El dilema se vuelve particularmente complejo cuando hablamos de vida humana. Sin lugar a dudas, aquí aparecen con más fuerza y determinación los enfoques legales, morales, éticos, y demás, concernientes a nuestra especie. En este sentido, el momento que define el inicio de la vida en los seres humanos es crucial para abordar un tema de actual controversia en diversos países, incluido México: el aborto.

Carl Sagan, reconocido científico y divulgador de este tipo de conocimiento, escribió en 1998 un artículo titulado: Aborto: ¿es posible tomar al mismo tiempo partido por «la vida» y «la elección»? Donde describe cuidadosamente los argumentos en contra y a favor de la interrupción del embarazo que ofrecen los defensores de ambas posturas y analiza conceptos biológicos aplicables para ambos casos. Algunos de los aspectos clave de su análisis incluyen la vida de las células reproductoras (espermatozoide y óvulo), el momento de la fecundación y el desarrollo embrionario.

Asimismo, el médico José Halabe Cherem hace algunas apreciaciones médicas que coquetean un poco con la Filosofía, y analiza la presencia de la molécula de la vida, el ADN (ácido desoxirribonucleico), en los seres humanos y la noción de persona en un óvulo fecundado y en un feto.

Finalmente, en este sentido, es muy interesante comentar el trabajo del investigador argentino Eduardo Rivera-López, quien este año publicó en una revista científica especializada en Bioética y derecho sobre “El papel de las ciencias empíricas en el derecho: el estatus del embrión humano”. Aquí, Eduardo plantea que, en muchas circunstancias, las ciencias naturales pueden ayudar a realizar buenos argumentos normativos, morales o jurídicos. Un argumento normativo suele tener componentes fácticos y es relevante que esas premisas fácticas estén bien corroboradas por la ciencia respectiva. Sin embargo, existen situaciones en las que los jueces o la doctrina utilizan el conocimiento científico de modo abusivo, inadecuado. Dado que la ciencia posee un prestigio y una autoridad superior a la del sentido común, la apelación a la ciencia suele revestir a los argumentos de una fuerza aparente, de un poder de convicción mayor que el que realmente tienen. Esta tendencia es particularmente frecuente en aquellas discusiones en las que se trata de cuestiones relacionadas con la Bioética, es decir, la ética aplicada a las ciencias biomédicas.

El propósito del trabajo de Eduardo es mostrar de qué modo opera este abuso a través del análisis de dos sentencias judiciales en lo que respecta al estatus jurídico del embrión humano. Ambas decisiones poseen un contenido normativo o ideológico diametralmente opuesto: una de ellas sostiene que los embriones humanos son, antes de la implantación, personas con un derecho a la vida, mientras que la otra sostiene que no poseen dicha protección. Sin embargo, ambas cometen, en opinión del autor, el mismo error. Por lo cual, se pretende mostrar y explicar este uso inadecuado de la ciencia en la argumentación jurídica y Bioética en este caso específico puede también ser útil para detectar el mismo tipo de error en casos referidos a problemas diferentes.

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