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Las casas que vuelan

La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Las casas de campaña vuelan al ritmo de los remolinos que juegan en el zócalo capitalino, tres manifestantes corren por la explanada para intentar detener a las que se arrastran a ras de suelo inducidas por los vientos; otros opositores se dirigen al sur, al norte, al este y al oeste, van a recoger las casitas de trapo plástico que volaron alto y cayeron lejos. El campamento del Frente Nacional Anti-AMLO (Frenaaa) sigue ahí: implacable, invencible, irrisible.

Desde uno de los balcones de Palacio Nacional el presidente tras la ventana observa a lo mejor de la oposición, a los más aguerridos de sus adversarios, a esos valientes que piden su renuncia y han acampado infinidad de días; una docena de hombres y mujeres convencidos de que estamos a punto de descomponer al país con nuestras ideas progresistas y de refundación nacional. Algunos rezan para exorcizar del presidente al demonio chairo que le usurpa sus funciones mentales como a Francisco I. Madero el espíritu de la democracia en sus sesiones ocultistas.

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El dios del viento sopla de nuevo, las mallas y las lonas se elevan y desnudan la acampada. ¿Opositor estás ahí?, toca el viento en cada casa, ¿opositor estás ahí? No hay nadie adentro. Los mismos diez o doce activistas, algunos empleados de patrones ausentes, que hacen guardia y cada tarde venturosa van tras las casas escapadas, repiten la faena con cada jugueteo del viento. Cada ocaso el presidente se asoma por la ventana y tiembla, ahí esta la incansable oposición persiguiendo casas de campaña.

El campamento del Frenaaa es la mejor oposición que pudiera desear el presidente, un movimiento ligero desde sus cimientos, con pocos integrantes y líderes vociferantes pero ausentes en el acampe. Un puñado de bien pensantes que piden la renuncia del presidente más popular de México en mucho tiempo, el que con más de treinta millones de votos fue respaldado en las urnas, sufragios que lo justifican y lo mantendrán en Palacio Nacional hasta el último día de su mandato. Los demócratas, incluidos los de izquierda, nos preguntamos por la oposición, una de verdad que pueda hacer contrapesos al mandatario y a su partido; por que no es sano que un sólo hombre detente todo el poder; por desgracia la oposición en México se refleja en casas de campaña vacías y otras que, de tan ligeras, vuelan.

Para alivio de los que hoy se sienten avasallados por la aplanadora del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en las cámaras, es ahí donde el presidente encuentra hoy la oposición más robusta y contundente, en las filas del partido que fundó. Si a alguna debacle debemos temer es a la propia, a la que se puede desatar desde el interior del partido, ese en el que hoy está la verdadera confrontación política nacional: por su dirigencia, por sus comitivas, por sus bancadas, por los puestos de poder a los que se puede acceder desde el Movimiento de Regeneración Nacional. Hoy, el problema del presidente es Morena y no la disminuida oposición que se acopla en orgias políticas de tres o cuatro partidos que intentarán quitarle un poco de poder a la 4T en las próximas elecciones intermedias. Mientras tanto, en el campamento las casas vuelan.

Polilla política: El presidente les marca el paso a los del Frenaaa: los reta a concentrar cien mil personas en su contra y ellos muy obedientes lo intentan y logran cinco mil detractores, exponiendo más la pequeñez de su movimiento y complaciendo al mandatario que detestan.

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