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Thomas Cavendish y el asalto a la Nao de China

FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). De acuerdo a lo relatado en su libro Memorias del Vigía. Cabo San Lucas en su historia, el joven escritor sudcaliforniano Gustavo de la Peña Avilés nos narra que fue a los hombres de Hernán Cortés a quienes que les tocó el honor de haber descubierto este lugar en el año de 1535. Esta primera expedición que llegó por tierra al lugar, nombró al sitio como California. Francisco Javier Clavijero comenta en su libro Historia de la Antigua o Baja California lo siguiente: Añadiremos aquí la opinión del docto ex-jesuita don José Campoi sobre la etimología del nombre California o Californias como dicen otros. Este padre cree que el tal nombre se compone de la voz española cala, que significa una ensenada pequeña del mar, y de la latina fornix, que significa bóveda; porque en el cabo San Lucas hay una pequeña ensenada, en cuyo lado occidental sobresale una roca agujerada de modo, que en la parte superior de aquel gran agujero se ve formada un bóveda tan perfecta, que parece hecha por el arte. Observando pues Cortés aquella cala y aquella bóveda y entendiendo de latín, es verosímil que diese a aquel puerto el nombre de California o Cala-y-fornix, hablando medio español y medio latín. En algunos mapas de los años de 1589 (Ortelius), 1592 (Diego Gutiérrez) y Jaducus Handius (1640), se señala como “C. de California” o “C. California” a la punta de la península.

Sin embargo, aún faltaban muchos sucesos por ocurrir en esta parte del mundo para que se quedara un nombre definitivo para este bello lugar de la geografía californiana. En el año de 1539, Francisco de Ulloa recorre en un viaje de exploración este mismo sitio al cual denomina como Plaia Ballena y es con este nombre que aparece en el mapamundi que fue diseñado y construido por Agnes en el año de 1542.  El explorador español Juan Rodríguez Cabrillo arriba a este puerto el día 3 de julio de 1542 y tras una estancia de tres días, antes de partir le da el nuevo nombre de “Puerto de San Lucas”. El nombre original del puerto en comento era “Yenecamú”, palabra de origen pericú que significa “Lugar donde se unen dos aguas”. Posterior a la llegada de los colonizadores españoles y debido a la gran afluencia de expedicionarios, los cuales cada uno se sentía como descubridor de este sitio y con la facultad para colocarle el nombre que le viniera en gana, el sitio tuvo varios nombres a saber: Nueva Albión, Puerto Seguro, Reino de Nueva Andalucía y Villa San Felipe. Sin embargo el nombre que tuvo un mayor impacto y por el cual fue nombrado y conocido por propios y extraños fue el de Cabo San Lucas, nombre puesto el 18 de octubre de 1541 por el soldado español Francisco de Bolaños en el preciso día dedicado en el santoral católico a San Lucas Evangelista.

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Hasta este hermoso paraje arribó uno de los corsarios más jóvenes de la historia y que tenía como intención llevar a cabo el atraco de uno de los barcos más legendarios en los anales de la literatura marina: La Nao de China o Galeón de Manila. Este personaje fue nada menos que Thomas Cavendish (o Candish), un inglés el cual había nacido dentro de una de las familias aristócratas de la antigua Inglaterra y pese a que su familia se esmeró por darle una brillante educación en las más caras y prestigiadas escuela de su reino, él siempre demostró una propensión hacia la vida disipada y de lujo. Una vez que hubo dilapidado su fortuna, con lo poco que le quedaba mandó construir una nave con la cual viajó a las riquísimas tierras recién descubiertas de América en donde pudo admirar y ser testigo de la inmensidad de oro, plata y demás mercancías que se podían obtener de forma fácil y rápida a través de la rapiña en el mar. Regresó a su patria y mandó construir un barco al cual llamó “Deseo” y con él se aprestó a viajar hacia las costas de la Nueva España, en espera de capturar y saquear el Galeón de Manila, al regresar de su viaje por oriente, y donde vendría lento, y su tripulación hambrienta y cansada, cargado con miles y miles de toneladas de oro, plata y mercadería invaluable.

A continuación hago un relato de cómo fue que se llevó a cabo este atraco el cual le valió a Cavendish ser considerado como el corsario más rico de la historia.

A finales del siglo XVI, el territorio de la Antigua California era una tierra inhóspita y casi virgen. Fue a principios de ese siglo que el explorador español Hernán Cortés arribó al puerto, que en aquel entonces bautizó como “de la Santa Cruz”, sin embargo, nuestra península solamente fue ocupado con pequeños enclaves de colonos españoles por periodos muy breves y que al final terminaban en tremendas pérdidas no sólo de haberes sino de vidas humanas.

Fue en ese entonces que la Corona Española se encontraba en pleno auge expansionista y que su llegada a Norte, Centro y Sud América simplemente eran la antesala al dominio de todo el mundo conocido y por conocerse. En uno de esos viajes imperialistas y que viene a colación en esta historia, se descubrió una ruta rápida para transportar las riquezas que se obtenían de los dominios que tenía España en las tierras asiáticas, y traerlos hacia el virreinato de la Nueva España en espera de concentrarlos en España. Me refiero a los viajes que realizaba una de las naves más imponentes por su tonelaje (algunos de 2000 tn.) y capacidad de maniobra y transportación (algunos llevaban 1000 personas) conocida coloquialmente como “La Nao de China”. Este “Galeón de Manila” como también se le conocía, realizaba sus viajes desde las tierras del lejano oriente que estaban bajo el dominio español (Filipinas, Guam, Malasia, Islas Saavedra, Islas Marianas) en donde recolectaba diferentes productos como eran: oro y plata en barra o monedas, telas y objetos de seda; alfombras persas, algodón, abanicos, cajoneras, arcones, cofres y joyeros laqueados, peines y cascabeles, biombos y porcelanas, especias, lana de camello, cera, marfil labrado o tallado, bejucos para cestas, jade, ámbar, piedras preciosas, madera y corchas de madreperla, fierro, estaño y pólvora. En su regreso a América lo realizaba utilizando un fenómeno marino natural llamado “Corriente de Kuroshio” la cual había sido descubierta accidentalmente por el marino Andrés de Urdaneta en el año de 1565. La mencionada “corriente de Kuroshio o Kurosivo” arrastra con mucha fuerza a los barcos que llegan a ella desde Japón y lugares aledaños, y desemboca en el sitio que hoy conocemos como estado de California, EUA. Una vez que los españoles dominaron el arte de navegar utilizando esta ruta, iniciaron un gran intercambio comercial llevando y trayendo productos de América hacia Oriente, y viceversa, con el propósito de establecer su hegemonía sobre los demás países europeos que ya la buscaban.

Sin embargo la preciada carga de estos barcos se convirtió pronto en un tesoro codiciado por todas las potencias de aquella época e incluso los reinos más poderosos como Inglaterra y Portugal patrocinaban a piratas a los cuales otorgaban una “patente de corso” para que pudieran atacar y saquear estas naves, y que al regresar a las tierras bajo sus reinados no fueran perseguidos ni mucho menos juzgados por sus fechorías, siempre y cuando compartieran con sus “contratantes”, la mayor parte de los tesoros obtenidos por este bandidaje más o menos “legalizado”.

Uno de estos famosos atracos se llevó a cabo frente a las costas de Cabo de San Lucas el 14 de noviembre del año de 1587. Como es bien sabido una vez que la “corriente de Kuroshio” depositaba a la “Nao de China” a la altura de la que después se conocería como la Alta California, bajaba “bordeando” toda la península de California hasta llegar al puerto de San Blas y finalmente su punto de llegada que era Acapulco. Cuando pasaba por Cabo San Lucas, por lo general se detenía a surtirse de agua potable y víveres los cuales ya casi se les habían agotado a estas alturas del viaje (por lo general el viaje de vuelta duraba 7 meses). Desde principios del mes de octubre de 1587 el conocido filibustero Thomas Cavendish había llegado a las playas de Cabo San Lucas a bordo de su poderoso barco “Desire” (“Deseo) con la aviesa intención de capturar a uno de los “Galeones de Manila” más grandes y cargado con una de las mayores riquezas que hasta el momento se podían transportar desde tierras orientales: se decía que el mencionado Galeón solamente en barras de oro y plata transportaba un valor de 122 mil dólares (algunos documentos mencionan que eran 700,000 pesos de plata), una cantidad jamás vista en esas épocas, y eso sin contar el valor en más de 1 millón de pesos en mercancía.

Durante más de un mes, el temible capitán Cavendish, se ocultó en la bahía del Cabo de San Lucas en la espera de que se avistara el Galeón. Cuando se tuvo a vista la nave, se pudo apreciar que llevaba el nombre de “Santa Anna”. En ese momento Cavendish dio la orden de iniciar el ataque y después de una persecución de varias horas, empezó a disparar sus cañones, y unos cuarenta de sus hombres abordaron el barco español. Sin embargo debido a la férrea resistencia de los españoles, los ingleses tuvieron que retirarse, hasta que al cuarto ataque dañaron al galeón y el “Santa Anna” alzó su bandera de tregua, logrando Cavendish capturar la “Nao de China”. Cavendish y sus corsarios no cabían de gusto al percatarse que habían logrado una hazaña colosal al convertirse en los piratas más ricos que surcaban los mares en esos años. El 19 de noviembre de 1587, ciento noventa españoles, incluyendo mujeres, fueron abandonados sin prenda alguna en la playa de Cabo San Lucas, únicamente les dieron las velas del “Santa Anna” para usar como casas de campaña. Entre los sobrevivientes se encontraba el que después se convertiría en un extraordinario navegante y explorador: Sebastián Vizcaíno, al cual debe su actual nombre el puerto de La Paz.

Thomas Cavendish tomó algunos prisioneros, como Alonso de Valladolid, el piloto del galeón, quien conocía las rutas del Pacífico, y un sacerdote. Según se sabe, este último lo ofendió por lo que procedió a colgarlo y luego arrojar su cuerpo al mar, partiendo después, rumbo a Gran Bretaña a bordo del “Desire”. Se cuenta que como una muestra del desdén que sentía hacia la corona española, entregó a los sobrevivientes que dejó en suelo californiano, la bitácora de navegación donde se consignaba la carga que llevó el Galeón de Manila, y en la que al calce estampó su firma como una especie de “agradecimiento” por el tesoro concedido. El destino del “Galeón de Manila” fue mucho más triste, el barco de Cavendish era demasiado pequeño como para llevar todo el tesoro, y no tenía suficientes hombres para hacer navegar el galeón español, por lo que procedió a incendiarlo, y lo envió con el resto del tesoro, al fondo del puerto de Cabo de San Lucas. Thomas Cavendish contaba con 27 años de edad cuando realizó este acto que le dio fama mundial.

Sin embargo, este no sería el primero ni el último ataque pirata al Puerto de Cabo de San Lucas o a los Galeones de Manila, los cuales tuvieron la supremacía de los viajes entre los continentes asiático y americano por más de 200 años.

Bibliografía:

Memorias del Vigía. Cabo San Lucas en su historia – Gustavo de la Peña Avilés.

Historia de la Antigua o Baja California – Francisco Javier Clavijero.

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