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Los de antes

FOTOS: Roberto Morales Hirales

Colaboración Especial (*)

Por Roberto Andrés Morales Hirales

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En febrero del 2021 fue publicado el cortometraje Más allá del recuerdo, una charla con la familia Lucero acerca de las raíces culturales en la subdelegación El Cardonal. Tres personas de allí compartieron un fragmento de su vida. De todo el trabajo documental surge la denominación Los de antes, a las generaciones pasadas, refiriéndose a una temporalidad, aproximadamente, de 1930 para atrás.

Las personas de las generaciones anteriores tienen un espacio particular entre los sentimientos y los recuerdos de las personas, porque en el rancho permanecen nociones de habilidades y la historia de sus antepasados, un gesto de honor de pertenecer, reconocer, amar y trabajar el territorio natural que sus ancestros han cuidado, desarrollado, amado, durante muchos años. Las anécdotas perduran en la ranchería.

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Este racimo histórico y generacional fue con la idea de retratar —mediante una cápsula audiovisual—, algo muy curioso que sucede en las personas como narrar una anécdota. Parece sencillo, pero no lo es. La labor de mantener el hilo y el tono, es ya una disciplina, así que me di a la tarea de hacer una grabación.

¿Qué es un ranchero sudcaliforniano?

Lo más cercano que es posible definir esta identidad es una pieza fundamental: un narrador de historias. Esta es una pieza de la dinámica cultural. Un ejemplo recurrente de su presencia en las actividades, es el hecho de sentarse frente a la fogata y escuchar las historias que las personas mayores ofrecen. Momentos así cultivaron el recuerdo, el conocimiento y las nociones de lo que hoy existe en la ranchería.

¿Cómo se ha desarrollado la familia Lucero en la ranchería?

La familia vibrante con el corazón honroso, se originaron hace más de cuatro generaciones entre senderos de terracería, caminos que trabajaban con pico, pala y machete. Un lugar que tiene características con las prácticas del ranchero de la región, una variedad de enfoques de la vida para desarrollar la pesca, la ganadería, la herrería, la recolección de madera, la caza, incluso cuenta Juan —uno de los testimonios—, se vendían hasta las ardillas con la intención de generar un ingreso.

La cultura sudcaliforniana tiene el ingrediente particular de la facilidad del relato oral. Un almacén de una gran cantidad de anécdotas acerca de las generaciones pasadas, desde historias de los oficios, la música, el origen, las migraciones, entre otras. Estos relatos forman parte sustancial para la dinámica de la historia y cultura. La ranchería es una arquitectura social e histórica en la región, un vínculo social entre la naturaleza y lo histórico que se ha forjado en la memoria de cada participante.

En este sentido, es que podría afirmar que existe la identidad forjada en un proceso oral, pero no en la historia escrita de la mayoría de las rancherías y es un proceso de archivo que los testimonios de El Cardonal afirman al aceptar como motivo: la conservación de la historia que ya no podrán contar. En este lugar los sucesos históricos transcurren de boca en boca. Su proceso social continúa hasta que una generación deje de contarla, solo así, la memoria que circula en la comunidad perdería eslabones hasta el momento de encontrarse con el olvido.

Por ello es que el patrimonio oral importa, para reconocer a sus participantes y la historia como un proceso de esfuerzo, disciplina, risas y mucho decoro, es por ello su importancia. Y si lo dejamos en el olvido, ¿qué pasaría? En algún momento llegué a escuchar: “Roberto, lo que me pides es difícil de escribir. Dame la oportunidad de sentarme a meditar, porque si quiero recordar algo, hago todo mi esfuerzo de ir desde la A a la Z”. Otro testimonio, Silvino Lucero, desde que lo conocí, tiene la convicción al narrar que es importante “conservar este conocimiento para las siguientes generaciones”.

El trabajo y la familia son dos de muchas palabras que tienen profundidad en este lugar. Rubén Lucero y Silvino aseguran que ya no hay personas parecidas a los de antes. Los pozos, los molinos, el ganado, el parto, las plantas, los batequis, el transporte de rocas enormes, las herramientas y las migraciones estacionarias que eran necesarias para conseguir comida, el vasto conocimiento que conforma la ranchería se encuentra en las anécdotas, en la memoria de El Cardonal.

¿Qué tanto tuvo que narrarle un hombre a su hijo, para que esté a su vez le hiciera entender al suyo, la forma de cómo no perecer ante la primera sequía? Ahora, parece difícil recordar caminos sin GPS, una historia sin un libro, un número sin agenda, una dieta sin una receta, un rostro sin foto, una palabra sin escritura. Pasan los años y la sabiduría se hace necesaria en un presente. Un narrador que nos cuente algo de aquellos recuerdos, para los que somos nuevos en estas tierras, conozcamos las premisas del porvenir. Como un viejo de la Ciudad de México decía: “somos hijos de nuestros recuerdos”.

(*) Este es un resumen de un ensayo que obtuvo Mención Honorífica en el Primer Certamen de Ensayo de Divulgación sobre Temáticas Sociales y Ecológicas “Mtro. Luis Alberto González Sotomayor”, en la UABCS.

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