Lluvia y sus amores perros. Las dificultades de los animalistas en La Paz

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Lluvia Castañeda acudió a la entrevista con un perro, uno que justo esa tarde había rescatado. FOTO: Modesto Peralta Delgado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Lluvia Castañeda lleva más de 20 años rescatando gatos, perros y otros animales en situación de maltrato, sin embargo, no quiere ser etiquetada como rescatista. Su razón es comprensible: a ella como a otros animalistas en La Paz le ha tocado padecer la inconsciencia y conductas abusivas por parte de ciudadanos. En el marco de la propuesta de CULCO BCS para celebrar un Día por Nuestras Mascotas Fallecidas, ella nos contó, sí una parte noble y tierna de su labor altruista, pero también lo que quizá para muchas personas es insospechado: los abusos de algunas personas hacia esta labor, y claro, hacia los propios animales.

Ella tendría unos 11 años —recordó— cuando empezó a llevar estas criaturas heridas o abandonadas a su casa. Era una niña que aún no tenía suficiente información sobre el cuidado de los animales; tuvo que aprender acerca de la esterilización de mascotas cuando su primer gato, “Güido”, era muy atacado por otros felinos cuando entraba en celo. Hasta la fecha —ahora tiene más de 30 años—, es una promotora de este proceso que ayuda a evitar la sobrepoblación de animales en La Paz, con toda la problemática social que ésto conlleva.

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“He rescatado varios, realmente no tengo la cuenta exacta, pero fácilmente rebasan los 30, hasta me han dejado afuera de mi casa una java llena de gatitos o varios perritos; no sé el número exacto pero sí es un número bastante grande”, dijo.

FOTOS: Cortesía.

De forma especial recuerda a “Habibi” un ‘perrote’ que hace unos diez años llegó a la casa de su abuela. Le llamaron por que todos le tenían miedo, sin embargo, en cuanto ella le habló con cariño “el perrote empezó a mover la cola y empezó a acercarse. Le hacía falta amor, era muy juguetón, me di cuenta que tenía un ojo lastimado; estaba muy mordido, estaba maltratado, a pesar de que era un perro muy grande”. Lo llevó a su casa a darle comida y curarlo, y se quedó con él. No sabía ni su raza, y buscó en el Internet, resultando ser un dogo de Burdeos. Lo llevaba a pasear al malecón y todos le abrían paso —sonrió divertida—, porque intimidaba su tamaño pero “era un animal noble que nunca atacó a nadie”. En una ocasión, un perro french poodle, de la casa de su vecino, entró a su patio donde esta “Habibi”, y a pesar de que éste no le hizo nada, su dueño entró al patio de Lluvia y golpeó al segundo hasta quebrarle una escoba en la espalda. Ella, finalmente, y por temor a que le hicieran daño a su mascota, lo donó. “A ese perro la verdad lo amé mucho, pero al final lo tuve que dar en adopción a un rancho”.

¿Qué te mueve a ayudar a los animales? Le pregunté, y dijo que “simplemente es como ver a un ser humano sufriendo (…) Si alguien te puede querer sinceramente es un perro o un gato, allí tienes un amor incondicional, estés como estés, hagas lo que hagas, ellos estarán esperándote. ¡Es terapéutico!, puedes tener muchos problemas, llegas  los abrazas y puedes tranquilizarte”. No ha faltado quien le cuestione que así como ayuda a perros y gatos, por qué no ayuda a personas, pero ella tiene una respuesta: “muchas veces me preguntan ‘¿porqué no ayudas personas?’ Pero cuando tú ayudas a una persona no lo publicas, porque se supone que las cosas buenas no las haces buscando fama, en cambio con los animales sí lo haces porque quieres que la gente tome conciencia“. En efecto, durante la charla comentó que “cada quien tiene derecho a sumarse a la causa que quiera” y en su caso, ésta no es la única, pues le interesan otros temas sociales como la equidad de género o la seguridad pública, entre otros.

“Estoy en contra del tráfico de animales —subrayó—, la compra y venta y reproducción de animales, con intención, se me hace algo terrible. El día que se deje de traficar con animales, que se dejen de reproducir a propósito, que la gente deje de ser negligente, pues ese día va a terminar la sobrepoblación y el descuido de los animales de convivio”.

Animalistas en La Paz

A pesar de tener una veintena de años ayudando a animales, Lluvia no quiere ser catalogada como rescatista “porque no quisiera esa etiqueta. Un animalista es una persona que está en pro de los derechos de los animales; que no sean torturados; que no sean dañados con intención; que no se trafique con ellos; de tratarlos con dignidad; porque todas las vidas merecen dignidad, y un trato humano, decente. Simplemente, el cómo tratemos a otras criaturas indica el grado de compasión que podemos tener. Es algo así como comprender que no somos las únicas criaturas, que tenemos un estatus privilegiado en este mundo. A lo mejor los animales no tienen sentimientos, pero algo sí es seguro: sufren, les duele, las cosas que les provocan dolor existen. Tenemos algo en común con ellos y es que podemos sufrir dolor igual”.

Uno de los mayores problemas que enfrentan los rescatistas de animales en La Paz es que muchas personas en vez de ayudarlas, les ‘cargan la mano’, y hasta los chantajean. “Desgraciadamente a los rescatistas se les ha dado una tarea y un trato que ya los rebasa a muchos y es insostenble, además de que muchas personas se quitan la responsabilidad de cuidar a su animalito o a cualquier otro que esté en la calle, simplemente, respetarlo, porque van y se lo dejan a un rescatista (…) Estoy a favor de los derechos de los animales y no provocarles un sufrimiento en vano, pero tampoco quiero verme rebasada; debemos hacer algo en conjunto, en las leyes, si no es una labor interminable”.

Hay varias asociaciones animalistas en La Paz —comentó—, por citar algunas: Huellitas del Corazón, Miau Gatito, Comunidad Patitas, Dog Clean, Yo amo a mi mascota, Sociedad Humanitaria, Canino y Canimx, entre otros. “Aunque algunos son albergues, uno no puede llegar pensando que va ayudar con donar un perro o un gato, ¡no, le estás dando más problemas! Se apoya con croquetas, con medicamento, no ayuda donar perros, sobretodo a los que ya están sobrepasados (…) Hay gente que cree que te hace bien dejándote los animales y hasta creen que es tu obligación cuidarlos, te hacen chantajes, y ya no sabes qué hacer. Realmente se aprovechan de tus sentimientos y de tu situación, hasta te dicen que si no haces algo va a ser tu culpa”.

Está también el problema del dinero, pues aunque algunas personas ayudan a todos estos grupos rescatistas, muchos no sólo no ayudan, sino que desconfían de ellos, y algunos incluso los ven como negocio. “Uno no recibe ninguna bonificación por esto, al contrario, uno lo hace de todo corazón pero rebasas los límites (…) Y cuando pides ayuda, aparte creen que sacas beneficio”. En redes sociales —alertó— hay quienes muestran fotos de perros y gatos lastimados para pedir dinero a otras personas, siendo los mismos usuarios quienes los dañaron intencionalmente. “Una vez di en adopción a un perro, luego me llamaron para decir que les diera dinero, y luego más”.

¿Sabías que también hay secuestro de mascotas? Le pasó a Lluvia. Contó que alguien dio con su gatito, que traía una placa con sus datos, afortunadamente en este caso, ella reconoció la voz y dio con la persona, recuperando a su mascota. “Sí pretendía sacarme dinero, pero ya no pude ceder, pues te agarran a cargo y te empiezan a pedir dinero por ellos”. Sin embargo, es un hecho que algunos aprovechan el amor que se siente por estos animales para pedirles dinero a sus dueños; y legalmente, no se puede hacer nada.

Vacíos legales

Un grave problema en torno al maltrato de los animales en BCS es que no hay leyes para su protección. Por ejemplo, el secuestro de mascotas no está tipificado como delito, explicó, “no te dejan rescatar al animal y lo dejan morir, y si tu pones la denuncia desaparece”; en otra ocasión, una asociación rescató a un perro, y ya que estaba curado ‘apareció el dueño’ y lo recuperó, resultando que éste lo maltrataba pero no pudieron hacer nada, porque, de nuevo, no hay nada que puedan hacer las autoridades.

Según Lluvia, se trata de un problema social que requiere exigir al gobierno una legislación; “hace poco tuvimos una reunión y al parecer vamos prosperando, se están formando los comités municipales”. Y subrayó que “hay que saber que el maltrato animal es un delito, lo quieras o no, así como asaltar a un Oxxo, quieran los policías o no, las autoridades, es un delito, y no es porque ellos estén de acuerdo o no, porque es su obligación, y si no te atienden, puedes denunciarlo (…) Siempre exigir al gobierno, no quitar el dedo del renglón. A veces los que trabajamos en gobierno nos autocensuramos, porque trabajamos ahí, ese es otro fenómeno (…) No es apatía, no es compadrazgo, es miedo, es prudencia (…) El maltrato en animales en Baja California Sur está muy propagado, es muy grave, y esto nos hace una sociedad muy poco empática, y una sociedad poco empática es una sociedad violenta, de cangrejos, en la que uno jala al otro”.

Hoy en día, Lluvia Castañeda tiene cinco gatos y tres perros en su casa. A veces da clases extras o hace páginas web para ayudarse en los gastos que le genera esta actividad —ya que toda sale de sus ingresos. No te pasamos sus datos para que no le envíes animales a las puertas de su casa, el propósito de compartir su caso es conocer la historia altruísta de una mujer que desea que las personas tomemos conciencia sobre el maltrato animal en BCS y también sobre las dificultades de quienes voluntariamente les ayudan.

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Escritor y periodista. Nació en Ciudad Constitución, BCS, el 26 de febrero de 1978. Licenciado en Cs. de la Comunicación, por la UABC, en Mexicali, BC, en 2002. Autor de “Prólogos a la muerte”, Premio Estatal de Cuento “Ciudad de La Paz” en 2013, y de “Caperucita Roja, muy roja”, Estatal de Dramaturgia en 2015. Fue reportero web y editor de medios digitales. Es director y fundador de CULCO BCS. Premio Estatal de Periodismo 2017 en la categoría de “Entrevista”.

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