Huyeron del narco de Sinaloa, y Lidia en Los Cabos los dejó en la calle. Crónica

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Brutal, el impacto de la tormenta tropical Lidia en Los Cabos. FOTOS: Bernardo Martínez.

Colaboración Especial

Por Leónidas Alfaro Bedolla

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). “Nacho” (1), el tortillero de mi barrio, en la colonia El Zacatal de San José del Cabo, sufrió la peor pesadilla de su vida en la más larga noche de este año : el pasado jueves 31 de agosto que la azotó la tormenta tropical Lidia en Los Cabos. El arroyo que nunca le había llegado tanto, ¡vaya, ni cuando el Odile!, ciclón que nos dejó tristes recuerdos el 14 de septiembre del 2014. Esta vez, la tormenta tropical Lidia lo dejó sin casa, sin camioneta, sin muebles, sin ropa y sin máquina para hacer tortillas. Su mujer, “La Tencha” y sus cinco plebes que tienen en escalerita, desde 2 hasta 11 años, tuvieron que ir a un albergue.

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Me acerqué a ellos, y esto fue lo que pude escuchar de sus cuitas.

—¿Por qué lloras mujer?

—¿Cómo qué por qué? ¿No ves lo jodidos que nos dejó el ciclón? ¿Ora, qué vamos a hacer? Nos hemos quedado en la vil chilla.

—No te priocupes, el dinero va y viene.

—¡Qué va y viene y ni qué madres! ¿Qué vamos a hacer? Ni siquiera tienes crédito en el banco, tas metido hasta el cuello con ellos y con los prestamistas. Son unos buitres, ¿no me digas que ellos te van a sacar del hoyo? En cuanto sepan lo que nos pasó, nos van a echar los licenciados; en un descuido hasta el bote vamos a parar.

—Cálmate vieja, todo se va componer; ya verás.

—Pues no veo cómo. Yo bien clarito te lo dije: a qué carajos vamos a Los Cabos. Allá en Mazatlán estábamos rebien. Ya la estábamos haciendo…

—Pero acuérdate. Los cabrones narcos ya nos traiban bien jodidos con eso del cobro de piso, ya ni me alcazaba pa pagar el nixtamal. ¿Ya se te olvidó la chinga que me pusieron?, y además, las amenazas de muerte.

—Pero nunca quisiste ir a denunciarlos.

—Si lo hubiera hecho, ya no estuviera en este mundo. Los policías son parte de ellos, y tú lo sabes bien.

—Hubieras ido a los Derechos Humanos.

—Tampoco les tengo confianza. Ya vites,  “El Miguelillo” era asaltante, la vez que lo agarraron, los primeros que fueron a defenderlo fueron ellos, dizque porque lo torturaron pa´ que se echara la culpa. Allá en “El Venadillo”, todo mundo sabía que era malviviente.

—Lo que pasa es que eres muy terco. Cuando compraste el terreno, yo te dije que estaba en el arroyo, pero te empeñaste; y ya ves, el agua desgració casi toda la casa, los muebles, la máquina, la ropa, las vasijas. ¡Todo se lo llevó la chin!.. Lo que debes hacer es llamarle a mi suegro; pídele que nos reciba en su casa.

—¡Aaah no! ¡Eso sí que no!, porque si en algo tienes razón: ¡Es que soy muy terco! Yo tengo fe en que aquí todo se va a componer, le tengo fe a este lugar porque aquí se puede trabajar sin la presión que hay allá.

—Pero en Mazatlán

—No me refiero sólo a Mazatlán; también Acapulco, Vallarta, Veracruz y el mismo Can Cún están que arden; son un verdadero desmadre.

—Pues aquí no está tan blandita la cosa…

—Si te refieres al narco, tienes razón, esos cabrones ya también les llegaron al precio a los cuicos de aquí, pero sigo teniendo fe, que hasta eso se puede arreglar. He escuchado el Plan “Vivir en paz” del góber, ya empezó a hacer limpia de polis malandros; la bronca está, en que no se deje mangonear.

—Pues la veo muy cabrona. Los billetes y el poder marean a los políticos, y no se diga a los policías. Pero… ¿qué con la casa? Yo en ese lugar ya no quisiera vivir, está en el arroyo. Cada vez que veo las nubes cargadas, me agarra el desosiego. Esta vez ni los rezos a Malverde me valieron.

—Vieja. Yo tengo fe en que el gobierno, con este desmadre que nos dejó la mentada Lidia

—¿Cuál Lidia, tú? Qué se me hace “Nacho”, que tú…

—No seas mal pensada. Me refiero a la tormenta, se llamaba Lidia. Si lo miras por el lado bueno, nos dejó mucha agua, ora sí, creo que no vamos a tener tanto corte.

—No te digo, “Nacho”, eres terco, pero también muy despistado. El agua se la dan a los hoteles, a ellos aseguran primero. Aquí lo que es turismo tiene prioridá, dizque que porque son la fuente más importante de trabajo. Estoy de acuerdo, pero que no chinguen, deben tener compasión con la gente jodida. Allá, siempre están trabajando los de mantenimiento, y eso sí, tienen muy bonito todo. Y acá ni madres, siempre tenemos un atascadero; y deja tú los baches en las pocas calles pavimentadas, sino la gran cantidad de calles de tierra que es arroyada cuando llueve y hace burros que aumentan el toperío. Y las constantes fallas del drenaje y agua, que por cierto nos cobran bien caro.

—No te voy a discutir, pues tienes razón. Pero de todos modos; aquí nos quedamos.

—¡Claro! Lo terco, nadien te lo quita. Pero eso sí te digo. Otro ciclón que nos haga esto, aunque sea nadando, pero yo me retacho pa´ Mazatlán.

—Pues yo no. Aquí me quedo. Aquí la cosa se va a poner buena, este lugar promete mucho. No ves cómo llega gente. Yo tengo fe en que este destino turístico, como dicen en el radio, va a superar a Can Cún y todos los demás. Los gobernantes deben tener presente los errores que allá han tenido, y no creo e sean tan idiotas y quieran repetirlos aquí.

—Pues que Malverde te oiga, y los ayude… Por que lo que es yo. Yo estoy muy arisca.

El próximo día 15, viernes, se cumplirán cuatromeses del bestial asesinato de nuestro compañero Javier Valdés Cárdenas. Señor gobernador Quirino Ordaz Coppel, ¡exigimos responda a nuestro llamado: ¡Justicia!

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*Leónidas Alfaro Bedolla, escritor de la novela “La Selección”.

(1). Los nombres de las personas fueron cmabiadas para proteger su identidad.

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Leónidas Alfaro Bedolla

Nació en Culiacán, Sinaloa en octubre de 1945. Actor experimental de teatro, vendedor, aventurero trotamundos y escritor por necesidad existencial. Autor de la novela “Las amapolas se tiñen de rojo” y “La agonía del caimán”. Vive en San José del Cabo. 
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