¿Conoces la leyenda de El Sobarzo, en La Paz?

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Actual Biblioteca “Justo Sierra”, ubicada en la zona centro de La Paz. Fotos: Archivo Histórico “Pablo L. Martínez”.

Colaboración Especial

Por Gamaliel Valle Hamburgo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Sobre la calle Altamirano esquina con Constitución, en el Centro Histórico de La Paz, se encuentran las instalaciones de la Biblioteca Pública Estatal “Maestro Justo Sierra”. El edificio construido en 1918 por el ingeniero Manuel Balarezo se erige en paredes de piedra cantera y techos de madera, y en su primera función fungió como casa habitación para el general Manuel Mezta; en la década de 1930, la viuda del General vendió el lugar al Gobierno del Estado y es así que se convierte en un hospital antituberculoso con el nombre del “General Manuel Sobarzo”.

Así, comentan sus trabajadores, que tal vez por su pasado histórico el sitio guarda cierta vibra mística en donde con cierta regularidad se observan fenómenos paranormales como ruidos de pasos y siluetas que avanzan. ¿Es posible que este sitio sea un punto de encuentro para vivos y muertos?

Al caer la noche algunos vecinos comentan que se pueden escuchar varios sonidos que provienen del interior del recinto sin que nadie esté dentro de él. Llantos, gritos y temibles sombras pueden ser divisadas por los grandes ventanales con vista a la calle Altamirano. En sus inicios cuando aquel hospital era anti tuberculoso murieron docenas de personas debido a la tuberculosis, enfermedad que abrazaba al entonces Territorio Sur; algunos años más tarde aquel recinto de piedra cantera se convirtió en cárcel pública, barandilla y más tarde en Delegación de gobierno.

Los empleados, así como los presos, fueron presa del terror en innumerables ocasiones, ya que se decía que en los pasillos de aquel lugar merodean las almas de aquellos que no descansaron en paz.

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El relato más conocido ocurrió en 1932 al sargento Agustín Loera, encargado de la Policía, y muy querido en el entonces denominado Territorio Sur. Agustín dijo haberse sentido muy mal una noche mientras estaba de guardia, pues unos incesantes ruidos parecían provenir de todas direcciones, escuchó llantos, golpes en el techo y en más de una ocasión las farolas se apagaron. Varios —entre ellos los internos—, se burlaron de él e incluso estuvo a punto de perder su trabajo, sin embargo, días después al tocarle la guardia, de nueva cuenta, le tocó ser participe de esta manifestación paranormal, pues por la mañana un segundo guardia llegó para tomar el turno y al ver que Loera no estaba alertó a los presentes diciendo que Agustín había abandonado la guardia sin autorización.

Un gendarme, finalmente, encontró a Loera en el calabozo número cinco. Se encontraba muerto bocabajo recostado en el piso. Lo impresionante de este asunto es que las llaves de aquel calabozo tenían por lo menos dos años perdidas y estaba cerrado en su totalidad, fue necesaria una veintena de hombres y un automóvil para tirar la reja y de esta manera sacar al Sargento Loera, pero lo que todavía era más notable el rostro de aquel hombre se encontraba desfigurado y con la cara desencajada de dolor perpetuo.

Aquella fue la historia más comentada entre la sociedad paceña, sin embargo otra historia tiene que ver con una de sus ilustres internas llamada Nastia Pavionovera Pondolovoc, quien fue detenida por enriquecimiento inexplicable y que escapó poco antes del huracán Liza, para jamás volver. Aquella mujer tenia lujos en la cárcel y según algunos documentos de época se descubrió un túnel que conectaba su celda al exterior por el cual ella salía y entrada mientras todos dormían.

Actualmente, el inmueble es la biblioteca pero se dice que aún ocurren situaciones poco explicables: que en más de una ocasión han hecho partícipe a los empleados quienes pensando que se trata de un lector más, lo ignoran, hasta que a la mala se dan cuenta de que es un alma en pena.

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Gamaliel Valle Hamburgo

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