Benito Juárez, el indígena zapoteco que llegó a la Presidencia de México

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Detalle del mural de José Clemente Orozco, Juárez “El clero y los imperialistas”. Museo Nacional de Historia – Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Érase una vez

Por Pablo Reynosa

“A propósito de malas costumbres había otras que sólo servían para satisfacer la vanidad y la ostentación de los gobernantes, como la de tener guardias de la fuerza armada en sus casas y la de llevar en las funciones públicas sombreros de una forma especial. Desde que tuve el carácter de gobernador, abolí esta costumbre usando de sombrero y traje del común de los ciudadanos y viviendo en mí casa sin guardia de soldados y sin aparato de ninguna especie, porque tengo la persuasión de que la respetabilidad del gobernante le viene de la ley y de un recto proceder, y no de trajes ni de aparatos militares propios, sólo para los reyes de teatro. Tengo el gusto de que los gobernantes de Oaxaca han seguido mi ejemplo”, Benito Juárez en Apuntes para mis hijos.                                                                                              

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¿Quién ha pasado de largo frente a alguna de las pinturas de Benito Juárez, el Benemérito de las Américas? Es probable que nadie; su cara regordeta, su peinado impasible, al que tantas madres intentaron revivir en sus hijos en la década de los ochenta, pero sobre todo su proeza: pasar de ser un humilde indígena zapoteco, que pastoreaba borregos y que tocaba la flauta (según cuenta la historia) a ser el 27º Presidente de México —desde donde impulsó el respeto a la Constitución de 1857, la separación de la Iglesia y el Estado (Leyes de Reforma), la educación gratuita y laica, entre otros decretos y acuerdos—, son motivo suficiente para conmemorar su natalicio cada 21 de marzo.

El camino que transitó Benito Juárez en la presidencia estuvo lleno de vicisitudes, ahí están, para muestra, la Revolución Francesa, el cargo ejercido a bordo de una carreta, el intento de asesinato, hechos que para Juan Villoro en el relato Un sueño burocrático, contenido en el libro ¿Hay vida en la tierra?, implican, junto a otros, que “Nadie se ha superado tanto entre nosotros”, y tiene razón —de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), siete de cada diez personas hablantes de lengua indígena se encuentran en situación de pobreza (CONEVAL, 2015)—.

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El paso que vivenció Benito Juárez, de un humilde indígena zapoteco a Presidente de México, está en relación con la educación que se procuró en la Ciudad de Oaxaca, donde convergieron, por un lado, las ideas liberales de la época, que suponían al indio ignorante sólo mientras estuviera sujeto a la vida comunal, toda vez que el quehacer cotidiano se nutría con prácticas mágico-religiosas y, por el otro, de la masonería, a través del Rito Nacional Mexicano, cuyos mandamientos son, a decir del historiador del Valle de México, Luis J. Zalce y Rodríguez: “amor fraternal, socorro y verdad”.

Para quienes vivimos en Baja California Sur, el temple de Benito Juárez se hace notorio cuando en 1859, Estados Unidos de América quiso comprar el territorio de Baja California, como parte del Tratado McLane-Ocampo, por el cual proporcionaba cuatro millones de dólares a Juárez, que en ese entonces combatía en la Guerra de Reforma contra los conservadores, a cambio del paso de mercancías y militares estadounidenses por el territorio mexicano, y el prócer se negó.

Así de grande fue el talante de Benito Juárez, hombre de un metro 37 centímetros de altura, en cuyo cuerpo se albergó un pastor de borregos, un flautista, un abogado, un político, un Presidente de México, al que los soldados se negaron a asesinar un 14 de marzo de 1858, cuando Guillermo Prieto les gritó, mientras cubría el cuerpo de Juárez con el suyo: “¡Alto, los valientes no asesinan!… sois unos valientes, los valientes no asesinan, sois mexicanos, éste es el representante de la ley y de la patria”.

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Pablo Reynosa

Pablo Nemesio Reynosa Colín es un estudioso del sistema político electoral mexicano. Nació en la Ciudad de México en 1980 y reside en La Paz, B.C.S., desde 1984.  Es Licenciado en Derecho por la UABCS,  maestro en Derecho y con doctorando en Ciencias Políticas y Sociales, por la Universidad Mundial.

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