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100 días de encierro. Crónica del hartazgo

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Hilo de media

Por Elisa Morales Viscaya

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Desde que comenzó la cuarentena en México —oficializada como Jornada Nacional de Sana Distancia (JNSD)—  el 23 de marzo, han pasado ya cien días. Aunque las medidas de restricción de movilidad han variado según la autonomía estatal, lo cierto es que en mayor o menor medida, todos hemos sufrido un cambio de rutina que para muchos ha sido duro de sostener.

Para los mexicanos, todo comenzó el 28 de febrero, cuando el gobierno de la Ciudad de México confirmó al primer enfermo por COVID-19 en el país: una persona de género masculino que había viajado a Italia, donde se contagió. Desde ese momento, las autoridades y medios de comunicación comenzaron a monitorear y comunicar diariamente el avance de la pandemia en este país. Tuvimos el primer fallecido por esta enfermedad el 18 de marzo.

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En una primera instancia, la JNSD implicaba la suspensión temporal de las llamadas actividades no esenciales, dando inicio como un adelanto del periodo vacacional de Semana Santa para las escuelas y muchas oficinas de gobierno. Al día siguiente de iniciada, el gobierno federal decretó el comienzo de la fase 2 de la pandemia, tras registrarse los primeros contagios locales. En aquel entonces, se dijo que el confinamiento concluiría el 19 de abril. Las primeras preocupaciones de la población no se hicieron esperar, el turismo y la aviación fueron los sectores golpeados inmediatamente.

De inicio el gobierno federal manejaba un mensaje positivo, casi rayando la inconsciencia cuando el 19 de marzo el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) muestra una estampa como “escudo protector” ante la pandemia; el mismo fue captado en diversas ocasiones rechazando gel antibacterial o no respetando la “sana distancia” durante sus apariciones públicas. El mensaje era claro.

En esta primera etapa comenzaron los actos de pánico en algunos sectores de la población, entre los que fueron virales las compras masivas de papel higiénico y productos desinfectantes, iniciando la psicosis del desabasto en la población, que significó que personal médico tuviera serias dificultades para adquirir equipo de protección sanitaria y desinfección.

El 30 de marzo se catalogó al COVID-19 en México como emergencia sanitaria, la JNSA se alargó por primera vez al 30 de abril, para postergarse hasta el 30 de mayo. El 21 de abril inició la fase 3 del coronavirus en nuestro país, con un incremento notable en el número de contagiados y fallecidos.

Sin embargo, a pesar de que la pandemia se recrudecía, también fue en esta temporada que comenzó a ser evidente que un buen sector de la población no estaba dispuesta a sacrificar ciertas cosas no esenciales, con pandemia o sin ella. La escasez de cerveza, por ejemplo, fue un factor que desató aglomeraciones en los sitios que vía redes sociales informaban que aún contaban con este dorado líquido. Incluso, en su desesperación, murieron más de 130 personas por consumir bebidas alcohólicas adulteradas.

De igual manera, las fechas especiales de la temporada como el Día del Niño y el Día de las Madres, fueron motivo suficiente para que muchas personas decidieran dejar de lado las precauciones para organizar reuniones y festejos, aunque estuviera indicado no realizarlos. Por supuesto, esta conducta masiva derivó en un repunte de los casos de contagio por COVID-19.

Para el 30 de mayo, la JNSD oficialmente concluyó, aunque algunos municipios llamados “de la esperanza” —aquellos que no presentaron contagios—, dejaron la cuarentena y pudieron regresar a sus actividades cotidianas días antes, el 18 de mayo.

A partir del 1 de junio, México implementó un sistema de semáforo en los estados y municipios de acuerdo a su índice de contagios, este semáforo señala quienes pueden volver a las actividades y quiénes no.

BCS a la alza

Baja California Sur el 1 de junio regresó la actividad minera y de la construcción, con medidas sanitarias específicas, dando el primer paso hacia la “Nueva Normalidad”, aún a pesar que los contagios de coronavirus, lejos de disminuir, aumentaban. Para el 16 de junio, el Comité Estatal de Salud autorizó la reapertura de las actividades económicas no esenciales, incluyendo la apertura de playas y algunos espacios públicos, con un límite de aforo.

De nueva cuenta, tal como sucediera en abril y mayo, un amplio sector de la población decidió no cumplir con las medidas de seguridad y, en consecuencia, para el 18 de junio el número de contagios aumento al 100% en BCS, y el de fallecimientos un 34%.

El pasado fin de semana, en redes sociales se viralizó la evidencia fotográfica de que el límite de aforo de las playas no es respetado. En la vía pública se aprecian muchas personas circulando sin cubrebocas, y al asistir a los comercios muchos nos hemos visto en la necesidad de recordarle amablemente a otras personas que guarden su 1.5 metros de distancia.

Foto: Bismarck Moyrón

FOTO: Bismarck Moyron

A 100 días de iniciado el confinamiento, un sector de la población está en la calle sin protección y no por motivos prioritarios de trabajo, salud o alimentación. Todavía, circulan memes ridiculizando el hecho de que la curva no llega al famoso pico, cuando lo cierto es que no se alcanza este punto álgido de contagio porque a cada semana continúan en aumento los casos. Y aumentan porque seguimos repitiendo los errores de marzo, minimizando la pandemia. Repetimos los errores de abril y mayo, aglomerándonos e ignorando las medidas de seguridad sanitaria.

¿Qué más tiene que pasar para que tomemos conciencia?

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