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El Misionero Jesuita Clemente Guillén de Castro, Expedicionario y humanista

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). A partir del año de 1697, dio inicio la gran epopeya misional, en donde empezaron a llegar los misioneros de la Compañía de Jesús, los cuales paulatinamente cambiarían el rumbo de la historia de esta península de California. Uno de los sacerdotes más destacados fue Clemente Guillén de Castro, el cual desarrolló una gran tarea en la exploración y atención de los grupos indígenas en las regiones más inhóspitas y apartadas que existían.

El ignaciano Guillén de Castro, nació en el año de 1677 en el Reino de la Nueva Galicia, dentro del Virreinato de la Nueva España, en el poblado que actualmente es la capital del estado de Zacatecas. A los 19 años ingresó al colegio de Tepotzotlán en donde realizaría sus estudios que lo investirían al final como integrante de la Compañía de Jesús. Su primero encargo fue ser maestro de gramática y filosofía en la región de Oaxaca, y posteriormente misionar por un tiempo en la región de Sinaloa. A finales del año de 1713, contando con 36 años, se embarca junto con 2 jesuitas más rumbo al puerto de Loreto, para iniciar con su trabajo de misionero en la península. Debido al mal tiempo que imperaba en el Golfo de California, en dos ocasiones emprendió rumbo a su destino pero fue desviado, hasta que en el último viaje naufragó costándole la vida a uno de los misioneros que lo acompañaban y a otras personas a bordo. Puesto a salvo en tierra firme, repone sus fuerzas y finalmente se traslada al puerto del Yaqui, del cual parte hacia Loreto, a principios de 1714, llegando con bien a su destino.

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Como solía ocurrir en esos años, debido a la gran escasez de misioneros y la gran necesidad que de ellos se tenía para consolidar los pocos enclaves misionales que se habían fundado, después de unos pocos meses que pasó el padre Clemente en Loreto aprendiendo la lengua Guaycura y algunos datos sobre la geografía de la península, se le comisiona para que pase a ser el sacerdote titular de la misión de San Juan Bautista Ligüí-Malibat, en sustitución del sacerdote Francisco Peralta. Durante los siguientes años, el padre Clemente se esmeró por tratar de atraer hacia su misión a los indios que merodeaban por el lugar, pero debido a la escasez de agua y la renuencia de los naturales a vivir en el sitio, hizo que la misión, muy a su pesar, se fuera despoblando.

Mientras tanto, en el mes de marzo de 1719, el virrey Baltasar de Zúñiga y Guzmán, ordena a los jesuitas de la península de California, que realicen una exploración por el rumbo de Bahía Magdalena, con el propósito de identificar un sitio que ofreciera un buen puerto al Galeón de Manila, así como que contara con una fuente de agua permanente y abundante para dar refresco a la tripulación. El designado para llevar a cabo esta misión fue el padre Clemente Guillén.

La expedición estaba comandada por el capitán del Presidio de Loreto, esteban Rodríguez Lorenzo, así como algunos soldados e indios, los cuales les servirían como intérpretes y para asistirlos en sus necesidades. Esta hazaña les llevó 43 días en donde recorrieron la distancia que hay desde Loreto, hasta un sitio indeterminado que se encuentra frente a Isla Santa Margarita. Durante este viaje estuvieron a punto de perecer por la falta de fuentes de agua suficiente, además de que los Guaycuras que habitaban estos sitios se mostraban muy recelosos de ellos y, en varias ocasiones parecía como que se iban a abalanzar sobre ellos, sin embargo, utilizando toda su destreza diplomática, así como una que otra hazaña de amedrentamiento, lograron mantener una tensa calma con todos, hasta el fin de la exploración. En términos de éxito del objetivo del viaje, todo fue un fracaso ya que ni se encontró un puerto adecuado para el galeón ni fuentes de agua abundante, más sin embargo para efectos de la conquista misional fue muy provechoso ya que se descubrieron nuevos parajes, nuevas rutas y sobre todo se puso en contacto con grupos de indios que podrían ser evangelizados.

El siguiente año, en 1720, se envía al padre Clemente Guillén, al frente de un grupo de indios de su misión de San Juan Bautista y, unos cuantos soldados, a que tracen una ruta de exploración, desde su misión de San Juan Bautista, hasta el puerto de La Paz. Sobra decir que este viaje fue uno de los más peligrosos al que se enfrentaron los colonos, principalmente por lo abrupto de la serranía que se tuvo que traspasar, así como por el carácter belicoso y aguerrido de los Guaycuras, los cuales los veían como un peligro por ser competidores por la poca agua y el poco alimento que había en estos parajes. Durante los 26 días que duró esta expedición, a cada paso se encontraban precipicios infranqueables, abruptas y escarpadas montañas, y el azote siempre presente de la falta de agua. Debido a estas dificultades, a las que se sumaban los constantes asedios de grupos de guaycuras que buscaban amedrentarlos y que desistieran de su marcha, casi todos los indígenas amigos desertaron. Cuando llevaban un poco más de la mitad de los días que duró el trayecto, y ante la falta de agua y carencia de una ruta clara para poder sobrepasar la intrincada sierra, se convocó a una reunión en donde se analizaron las posibilidades de seguir a La Paz o regresarse, y finalmente después de no pocas objeciones, se decidió continuar.

Finalmente, el 6 de diciembre de 1720, Guillén de Castro y sus acompañantes, llegan a la bahía de La Paz, sitio al cual habían llegado en tan sólo dos días, por mar y embarcados en la balandra El triunfo de la Cruz, los misioneros Bravo y Ugarte, desde Loreto. Pasado unos días en el puerto y repuestas las fuerzan deciden regresar a la misión de San Juan Bautista, partiendo de La Paz el 10 de enero y llegando a su misión el 23 del mismo mes.

En el transcurso de este año, y tras los informes del padre Clemente sobre los parajes descubiertos dentro de la serranía que cruzó rumbo a La Paz, se le ordena que pase a formar una Misión en el paraje conocido como Apaté por los Guaycuras. El nombre que llevó esta misión fue Nuestra Señora de los Dolores, y contó con el presupuesto de diez mil pesos, los cuales fueron obsequiados por el marqués de Villapuente. Coincidió el poblamiento inicial del sitio con el cierre de la Misión de San Juan Bautista Malibat-Ligüí, debido a la escasez de naturales. Durante los años en que esta misión estuvo en el paraje de Apaté se vivieron condiciones muy adversas ya que el agua era salobre y de mala calidad, lo que impedía su uso para el cultivo. Sin embargo, se decidió mantener esta Misión principalmente porque servía como puente de ayuda y socorro para la Misión de La Paz, así como las otras que se fundaron en esta región austral de la península, decisión que demostró ser acertada por los sucesos que ocurrieron a partir del 1734 durante la gran rebelión de los pericúes.

En 1734, cuando el padre Clemente contaba con 57 años de edad, en el mes de octubre, dio inicio una rebelión encabezada por el grupo de los pericúes, pero que trascendió las fronteras de su región y se extendió a toda la península explorada por los misioneros, estando a muy poco de que concluyera con la salida y, en plan de huida, de los misioneros de la Compañía. Cuando por fin el gobierno virreinal decide enviar al gobernador de Sinaloa encabezando a un numeroso grupo de soldados e indios yaquis y mayos, para aplacar este movimiento indígena, deciden establecer su cuartel general en esta misión de Los Dolores. En 1737, sofocada esta insurrección, el sacerdote Guillén de Castro decide cambiar el asiento de su misión a otro sitio con mejor agua. El lugar designado fue un paraje conocido por los Guaycuras como Tañuetiá y, por los españoles como la Pasión. Este sitio estaba en el cajón que se formaba por el arroyo de Chillá. En este sitio continúa con su apostolado este sacerdote el cual ya para estas alturas 1744, se encontraba casi ciego.

En el año de 1746, y debido a su ancianidad y su ya casi total ceguera, se decide retirar al padre Clemente Guillén al Presidio de Loreto, en donde se conservó con gran actividad y siempre tratando de ser de utilidad para el sostenimiento de sus queridas misiones. Se cuenta que durante los días en que falleció, había llegado al Presidio de Loreto una anciana indígena que hablaba un tipo de lengua desconocida, y que buscando su bautismo se acercó al padre Guillén, mismo que le pidió el enseñara se lengua. En esta ocupación lo encontró la muerte en el año de 1748, a los 71 años de edad, y tras 34 años de trabajo duro e intenso entre sus amados Californios.

Bibliografía

Ponce A., A. (2012). Misioneros Jesuitas en Baja California. 1683-1768.

Guillén de C., C. [Diario de la] Expedición a la nación guaycura en Californias y descubrimiento por tierra de la gran Bahía de Santa María Magdalena en el Mar Pacífico, hecha por el Capitán Esteban Rodríguez Lorenzo, su primer conquistador: 3 marzo-14 abril 1719.

Guillén de C., C. [Diario de la] Expedición por tierra desde la misión de San Juan Bautista Malibat hasta la Bahía de La Paz, en el Seno Califórnico [por el padre Clemente Guillén]: 1720.

Zambrano, F. Diccionario Bio-Bibliográfico de la Compañía de Jesús en México.

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