Molotov en el Carnaval La Paz. Chavorrucos y millennials ¡juntos!

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FOTOS: Gabriel Larios Heredia.

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Se portaron como unas divas con los reporteros, al no acceder a ofrecer una rueda de prensa; sin embargo, al menos cumplieron con tocar algunas de sus rolas más clásicas que, de forma preocupante, pasada una hora del concierto ¡parecían no llegar! La noche de este viernes, Molotov se presentó en el Carnaval La Paz 2018 y fue un punto de encuentro entre chavorrucos y millennials. Los primeros, quizá hasta con dolor de espalda de tanto esperar —algunos, cargando a sus niños en los brazos—, y los segundos ni sabrían quién diablos fue Zabludovsky, pero les valió madre y echaron slam con Que no te haga bobo, Jacobo.

Desde temprano, Comunicación Social del Ayuntamiento de La Paz nos hizo saber a los reporteros que la banda no iba a realizar una rueda de prensa, como usualmente lo hacen los artistas —por lo regular, a un lado del camerino una hora antes del concierto. A pesar de ser una banda consentida que se esperó el año pasado —como se recordará, en su lugar entró al quite El Tri—, esta vez no hubo chance de preguntar nada. ¿Hartos de preguntas de política? Quién sabe, pero sus letras —hay que admitir—, no han pasado de moda y de polaca debía preguntarse. Yo me quedé con ganas de preguntarles si realmente escuchaban a José José, ahora que se sabe muy delicado de salud, o participaron en aquel legendario tributo sólo por sumarse a ese discazo que resultó —y sigue siendo— la mamá de todos los tributos.

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Poco antes de las 10 de la noche los anunciaron. Llegué barridito, y rápido, pues en las cuadras cercanas al kiosko no se abarrotó la gente. Fue fácil colarse casi hasta el frente. Ni bien empezaba el espectáculo cuando me llegó un hilito de mota que se fue convirtiendo en bufanda cuando llegó el Frijolero; el olor a tabaco y cerveza hizo otro tanto en el ambiente, y el sudor que desprendió la raza que pasadas las 11 de la noche se aventaban al ruedo. No faltó la muchachita con cara de espanto ante el slam: lo sentimos, pero no era un concierto de Anahí; en estos casos no queda más que sujetarse bien y usar los codos como escudo.

En general, vimos a un Molotov un poco cansado. No se puede negar que su música es energía pura, pero suponemos que debe ser agotador dos décadas de gritar sus rimas. Casi no se les entendía —el volumen de sus micrófonos eran ahogados por los de la batería, guitarra y bajos—, aunque en ocasiones, no hacía falta, pues hay canciones que ya sabemos de memoria. Eso sí, los instrumentos reventaron el aire y su ritmo es potente. Tal vez tuvieron sus aires de diva, pero, ¡bueno, es Molotov!

Tras una hora y una pausa un tanto larga y sospechosa, no entraban en sus temas gloriosos. Ni una sola rolita de ¿Dónde jugarán las niñas? ¿Qué? ¿Ya están muy aburridos de tocarlas? Pero fueron apareciendo. Un momento cumbre fue corear el Gimme the power a todo pulmón. Porque somos más, jalamos más parejo / Porque estar siguiendo a una bola de pendejos / Que nos llevan por donde les conviene / Y es nuestro sudor lo que los mantiene / Los mantiene comiendo pan caliente / Ese pan, es el pan de nuestra gente… Un himno a la política mexicana podrida de corrupción que sigue vigente. Fue una versión desangelada, pero no importó, igual la cantamos por catarsis: estamos en pleno tiempo de ver la insaciable hambre de poder.

Molotov cantó por hora y media, y abarcó prácticamente toda su discografía, desde la potente Mátate tete de su primer álbum hasta Lagunas mentales de su Agua maldita. No podía faltar el clásico Chinga tu madre, y sí, Todos chingamos igual; y ante el grito de ¡Puto, puto! de los paceños que se escuchó desde antes de su concierto, fueron complacientes, y sí, fue un putear a todo dar.

Según el taxista que me trajo de vuelta, hizo frío un ratito, pero yo no me di cuenta. Le conté del concierto de Molotov y que estaba rodeado de gente y yo todo el tiempo tuve calor. Calor del baile de los millennials que los chavorrucos observamos lejos y con cierta nostalgia; y queda un buen sabor de boca de que esta enorme banda nos junto esta noche del viernes en el Carnaval La Paz. No sé ni cómo no fumé en todo el concierto, aunque como dije líneas arriba, me llegaron olores de todo tipo de sustancias. Así siendo casi las 2 de la mañana, terminando este texto, debo admitir que en esta nota los errores han sido míos, y los aciertos, del teclado…

20 Años rayándosela a todo el mundo

Molotov está conformada por “Micky” Huidobro, Ismael “Tito” Fuentes, Paco Ayala y Randy Ebright. En 1997, publicaron su ópera prima, ¿Dónde jugarán las niñas?, de manera que el año pasado cumplió 20 años. Desde sus inicios, la banda de rock mexicana se caracterizó por la controversia, como la portada de ese primer disco —la foto de las piernas de una colegiala con los calzones hasta abajo, que por cierto, se dejó ver en el concierto (la foto, no la colegiala)—, razón por la que fue censurado; o lo irreverente de sus letras, con una franca crítica política, aderezado con las groserías y vulgaridades que pocos han cantado con tanto ingenio. Hasta la fecha, ¿Dónde jugarán las niñas? puede considerarse uno de los mejores discos de la historia del rock mexicano.

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Escritor y periodista. Nació en Ciudad Constitución, BCS, el 26 de febrero de 1978. Licenciado en Cs. de la Comunicación, por la UABC, en Mexicali, BC, en 2002. Autor de “Prólogos a la muerte”, Premio Estatal de Cuento “Ciudad de La Paz” en 2013, y de “Caperucita Roja, muy roja”, Estatal de Dramaturgia en 2015. Fue reportero web y editor de medios digitales. Es director y fundador de CULCO BCS. Premio Estatal de Periodismo 2017 en la categoría de “Entrevista”.

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