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Canoa: un espejo de la convivencia digital

FOTOS: Internet.

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El pasado 16 de octubre de este 2021, murió en la Ciudad de México, Felipe Cazals, uno de los cineastas más relevantes de la historia cinematográfica mexicana. Esa historia la cimentó, entre otras producciones, con Canoa,  película que escribió y dirigió y fue estrenada en el año de 1975, y que a 45 años de su estreno nos trae de golpe a la realidad actual. Un filme que bien podría interpretarse como una fábula de terror donde el fanatismo y la polarización son los catalizadores de la barbarie y la muerte, pero no: esto sí sucedió.

El filme cuenta los hechos ocurridos en septiembre de 1968 en San Miguel Canoa, un poblado ubicado en ese entonces a 12 kilómetros de la ciudad de Puebla. Ese día, cinco trabajadores de la Universidad de Puebla organizaron una excursión para subir el cerro La Malinche, sin embargo quedaron varados en el pueblo, donde fueron acusados de ser comunistas y linchados por los pobladores. Y esto no es ningún spoiler ni con ello se atrofia la experiencia cinematográfica, ya que el valor narrativo se centra en la construcción que Felipe Cazals hace del hecho y de la descripción de múltiples ángulos y personajes que fueron creando el escenario de la tragedia. De hecho, desde un principio el director tiene claro su objetivo, pues la escena inicial es la un reportero que recibe la nota de la masacre por teléfono mientras teclea en su máquina de escribir. El objetivo no es dar a conocer el hecho, sino ahondar en las causas que lo originaron.

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Y es precisamente esa premisa la que convierte a Canoa en un film trascendental y atemporal. Porque conforme avanzan los minutos, ya sea por medio del narrador que a forma de falso documental explica el contexto del pueblo, o por medio de la ficción cuente los hechos centrados en los excursionistas, es aterrador sentirse inmerso en una realidad que puede semejarse mucho a la vista en pantalla.

Una realidad que nos está limitando dentro de un nicho específico y nos enfrenta a los que no encajan en esa forma de pensar. Que nos va arrinconando cada vez y nos encoge la visión del mundo, que nos torpedea con enorme cantidad de información pero centrada en un solo punto de vista de tema. Una realidad que estamos enfrentando en el ámbito digital y que en buscar de acrecentar los clics y los likes, nos va aislando a cada uno en un San Miguel Canoa digital, donde los altavoces del pueblo es lo único que se escucha y repiten solamente los laudos aprobados por el cura o las noticias que encajan en el perfil que un poblador de Canoa debe tener. Desde el púlpito, todo se reduce a ciertas pautas a seguir, a ciertas conductas por aceptar, a verdades irrefutables por predicar, y a ciertos enemigos por destruir.

El filme de Cazals queda como un recordatorio siniestro del poder de la manipulación y la desinformación. Una reflexión audiovisual que puede explicar en gran medida la polarización que se vive hoy día y la violencia digital que emana en las redes sociales. Y esto es para tomar nota, porque los linchamientos digitales pueden llegar a ser tan dañinos como el ocurrido en 1968 en San Miguel Canoa.

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