Rosaura Zapata, la única mujer en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres

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FOTOS: Facebook Rosaura Zapata Cano

Sexo + Psique

Por Yaroslabi Bañuelos 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Empecemos por el final. Rosaura Zapata Cano, la única mujer cuyos restos descansan en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres, murió el 25 de julio de 1963. En aquellos días, más de mil 500 kilómetros de montañas y mar separaban su cuerpo de la reseca tierra que albergó su infancia. Apenas ocho veranos antes, el 3 de julio de 1955, las mujeres mexicanas acudieron a las urnas y gozaron del derecho al voto por primera vez en la historia de este país, después de una ardorosa lucha que convirtió el sufragio femenino en una realidad.  No era una época fácil para las mujeres, pero, ¿cuándo lo ha sido?

La familia Zapata Cano vivió la misma trama que muchos hogares de la etapa prerrevolucionaria: un padre ausente, dificultades económicas y una madre que hizo milagros para no zozobrar en el hambre y el abandono. Por esta razón, a los 6 años, la pequeña María Rosaura partió a la Ciudad de México junto a su madre, Elena Cano, para así reencontrase con don Claudio Zapata, militar de profesión, quien hacía tres años había participado en la sublevación del general Manuel Márquez de León contra el régimen de Porfirio Díaz.

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Casa donde nació la maestra Rosaura Zapata

El libro Sudcalifornianos Ilustres de la Rotonda de Leonardo Reyes Silva, nos narra un detalle triste de este pasaje familiar; ya que cuenta que en aquellos años, cuando explotó el “Plan Revolucionario de El Triunfo”, el gobierno culpaba a Elena Cano de la actitud revolucionaria de su marido. Lamentablemente, no es raro que en la actualidad se siga responsabilizando a las mujeres de ciertas conductas por parte los hombres. Quizá la presión social fue el motivo principal, sumado a la serie de carencias que sufrían en La Paz, por el que la señora Elena y su hija se fueron a radicar a la Gran Ciudad, escapando de las penurias y reuniéndose con el capitán Claudio Zapata, que ya había sido indultado.

En el antiguo Distrito Federal,  la joven Rosaura estudió en la “Escuela Nacional para Profesores”, graduándose como maestra de educación primaria y convirtiéndose a través de los años en una pionera en la creación y consolidación de los primeros jardines de niños en México. En 1902 obtuvo una beca de capacitación pedagógica en San Francisco y Nueva York. En 1904, apoyada por Justo Sierra, viajó a Alemania, Francia, Bélgica, Suiza e Inglaterra para estudiar los sistemas de educación preescolar creados por Johann Heinrich Pestalozzi y Friedrich Fröbel. Cuando regresó a México, la maestra continuó con la promoción educativa e instaló un gran número de jardines de niños a lo largo del país, asimismo, aplicó en la enseñanza la metodología pedagógica que había aprendido en Europa.

Además de ser educadora y autora de diversos libros sobre educación preescolar, Zapata Cano fue Inspectora General de los jardines de niños de la Secretaría de Educación Pública (SEP). En 1952 fue distinguida con la “Medalla Ignacio Manuel Altamirano” por sus 50 años de servicio docente, y en 1954, año de su jubilación, se le concedió la “Medalla Belisario Domínguez” del Senado de la República, en reconocimiento a sus méritos en favor de la educación.

Cabe señalar que en el libro de Reyes Silva citado anteriormente, se indica que el gasto autorizado por el gobierno para los viajes de capacitación de Rosaura sólo fue de 400 pesos, mientras los consentidos del Porfiriato disfrutaban de paseos alrededor del mundo derrochando el erario público. También se dice que hubo un jefe que restringió los viáticos de la profesora, porque según él, ella tenía que consultárselo previamente.

Pionera entre la desigualdad

El hecho de que este funcionario desconocido haya relegado a la maestra no se refleja un comportamiento aislado ni fortuito, sino un fenómeno estructural en el ámbito social, académico y laboral que todavía se observa. Aunque hoy en día se ha avanzado en materia de equidad de género y derechos laborales a comparación de la situación que se vivía en el país hace algunas décadas, hay cifras que alarman y confirman que en México persiste la brecha salarial y la desigualdad entre hombres y mujeres. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en nuestro país el 60% de las mujeres trabajadoras carece de seguridad social y de protección a sus derechos laborales.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran que en La Paz, la tasa de participación económica por parte de la población masculina económicamente activa es de 74.1%, en cambio la participación femenina es sólo del 49.6 %. Por otro lado, la tasa de ocupación en el sector informal —aquellos trabajos que no cuentan con prestaciones ni seguridad social, como el ambulantaje— por parte de las mujeres representa el 22.3%, resultando más alta que la tasa que presentan los hombres, la cual es del 19.5%. Y en el caso de los sudcalifornianos que sufren de desempleo y tienen una edad entre 25 y 44 años, el 37.4% son hombres, pero un 50.3% de las personas desempleadas son mujeres. Es por ello que los logros y las luchas de mujeres profesionistas y trabajadoras adquieren una relevancia mayor ante estas condiciones sociales que hacen más duro el camino en la búsqueda de una mejor calidad de vida y el goce pleno de sus derechos.

La profesora Rosaura Zapata nació y creció en una época en la que las oportunidades de desarrollo intelectual, laboral y social para las mujeres, eran muy limitadas. Sin embargo, Rosaura logró desprenderse de las fauces de esta desértica península —casi isla— donde no existía más opción que pasar los días tejiendo el hastío o esperando noticias de ultramar; a principios del siglo XX, el destino habitual para las mujeres era únicamente ser la bonita mujer florero de un hombre acaudalado o la perfecta imagen de la “buena esposa” y la “buena madre”. Zapata Cano sorteó la soledad, las carencias y los desplantes machistas, pero sobresalió digna y luminosa en un mundo gobernado por la desigualdad.

No tuvo hijos y jamás se casó. Abrazar sus sueños y dedicarse con pasión a perseguir los propios ideales, construir un desarrollo profesional impecable y entregarse al quehacer comunitario fue un acto valiente, sobre todo al estar inmersa en una sociedad que desdeña a las mujeres “solas”, aquellas que eligen otra ruta de vida diferente a la maternidad y el matrimonio.

No obstante, ¿la maestra Zapata Cano es la única mujer ilustre que ha nacido en tierras sudcalifornianas? Baja California Sur alberga extraordinarias científicas, artistas, deportistas, profesoras, investigadoras, activistas y luchadoras sociales que, pese a las adversidades y a veces desde la invisibilidad, intentan construir una comunidad saludable, diversa y justa. Conviene reflexionar y reconocer a aquellas mujeres que tejen utopías y que crean con sus acciones un mundo menos hostil.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Yaroslabi Bañuelos 

Psicóloga, poeta y escritora. Cuenta con experiencia en el área clínica y en la consulta psicoterapéutica privada, así como en el diseño e impartición de diversos talleres literarios y de gestión emocional. Ha sido profesora de diversas materias de la carrera de Psicología en la Universidad de Tijuana, Campus La Paz y en la Universidad Internacional de La Paz. Desde 2013 ha escrito artículos de sexualidad y salud mental para distintos medios locales. 

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