De noche por la 16 de Septiembre. Una crónica que quiso ser reportaje

image_pdf

FOTO: Internet.

Colaboración Especial

Por Ezequiel Lizalde Rodríguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando ha caído la oscuridad y empiezan a sonar los tacones altos por la famosa calle 16 de Septiembre y sus alrededores —por el centro de La Paz—, recorro esa avenida, tan caliente de día como de noche. El objetivo: platicar con las chicas trans o travestis que se dedican a la prostitución para un reportaje.

Como lo esperaba, nadie quiere compartir su historia de vida conmigo para publicarla, pese a que les juro anonimato y respeto absoluto. La mayoría de las chicas a las que abordo se interesan un poco en mí; les saludo y propicio la charla; el trato es cordial y ameno; conversamos sobre cuestiones sexuales y otros temas. “¿Eres activo o pasivo?”, la pregunta constante.

CULCO BCS convoca al concurso literario “Carta al Padre” ¡Participa! Consulta las Bases aquí.

“¿Por quien vas a votar?”, me preguntó Vane, una chica muy alta y guapa, delgada, de piernas flacas pero torneadas, bien vestida. Huele rico.

Todo fluye de maravilla. Ya en confianza le respondo que todos los candidatos me parecen patéticos y aprovecho para lanzar la pregunta incómoda. Luego “no busco sexo, requiero otro tipo de servicios y quiero que me ayudes. No es nada malo”, recalco.

La chica fija su mirada en mí y coquetea, sonríe, guarda silencio, pasan minutos y no hay reacción… Su respiración es acelerada, excitada; me esquiva la mirada y voltea para todos lados; se chupa los labios; chocamos las miradas; la veo fijamente a los ojos; la quiero seducir; quiero su testimonio en video, así que insisto; quiero a como dé lugar que nos sentemos y conversar.

“Estás bien loco, ¿y de qué vamos hablar?”, cuestiona. “De ti, de tu día a día, ¿qué buscas? ¿a donde vas?, ¿qué te gusta del oficio?” No hay respuesta, sonríe incrédula, nos encontramos otra vez la mirada en medio de la noche, pero ahora es diferente, su delicadez se esfumó y el coqueteo también, su tono de voz cambió a ser más varonil, me miró fijamente pero ahora, en segundos, todo ha cambiado. No sé qué hacer; me intimida su mirada, reconozco que tengo miedo, un estremecimiento en el cuerpo y el pulso acelerado. La adrenalina actúa en mi cuerpo.

De pronto suelta una carcajada que se prolonga por varios segundos, prende un cigarro. “¡Estas bien loco, Verga! ¿Qué puedo tener de interesante?, ¿qué puedo platicarte de mi vida? Pues soy puta y ya, eso no es importante, si fuera doctor o diputado, a lo mejor. Cuando era chico soñaba con ser doctor, hubiera sido el chingón, pero no se pudo, salí jotito y cuando mi papá se entero me corrió de su casa. Tenía 16 años, mi mamá no me defendió, a lo mejor sí le importaba pero nada hizo, ahora tengo 32. Ya estoy vieja, no sé hacer otra cosa, así me gano la vida”.

“¿Y para que quieres saber?”. Hasta ganas de llorar me dieron. “Soy reportero”, respondo en seguida. “¡Ay no!, la gente de por sí es culera con nosotras. Somos mal vistas, las autoridades nos chingan, los policías nos tratan mal, los clientes, algunos, se pasan de verga. No gracias, Mijo”.

Se aleja caminando apresurada por la acera, cuando llega a la esquina, un pick up rojo se detiene, Vane dialoga con el copiloto, se sube a la camioneta y se alejan. No logro ver quién maneja. Me pasan por un lado y sólo alcanzo a escuchar en el estéreo del carro: Mister Pi… Em… Ou… Es.. Eich…

Sigo caminando por la calle 16 de Septiembre hasta llegar al malecón. Es la una de la mañana, mi cuerpo sigue invadido de esa adrenalina, por mi mente pasan mil cosas. Pido un Uber: es tiempo de ir a casa, regresare otro día quizá tenga más suerte.

Compartir en
Descargar
   Veces compartida: 68

Ezequiel Lizalde Rodríguez

Reportero, activista, facebookero amateur, fotógrafo de celular.

Compartir
Compartir