¡Cómo me da coraje tener propósitos de Año Nuevo!

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¿Tienes propósitos de Año Nuevo… que incluyan a los demás? ¡Feliz 2017! Fotos: Internet.

Colaboración Especial

Por Rebeca Olachea Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Como es bien sabido por todos ustedes ya inició el Año Nuevo, dígase con más claridad el 2017. Todo el mundo festejó a distintas horas el comienzo de un nuevo ciclo. Nosotros, como estamos de éste lado del mundo fuimos de los últimos, más los paceños porque estamos en uso horario del Pacífico, y a diferencia del centro del país somos una hora menos, —hasta para estos grandes eventos. Estaba tratando de darle doce mordidas a una sola uva por aquello de los atragantamientos —por cierto, es imposible: tienes que dividir la tarea en tres uvas— cuando vino a mi mente la tarea difícil que nos proponemos cada 31 de diciembre a medianoche. Planear propósitos de Año Nuevo.

¿De dónde proviene esta idea de torturarnos con planes casi imposibles en cuestión de minutos?

Nos regimos por el calendario gregoriano y de generación en generación ha perdurado la bonita tradición de proponerse mejorar año tras año. Ancestralmente, lo más importante era tener mejores cosechas para los próximos meses. Todo estaba relacionado con la siembra, la pesca, la Tierra, la Luna, el Sol. Ahora está directamente relacionado con nosotros. Yo y sólo yo. Aquí algunos de los más comunes:

  • Bajar de peso —En la ciudad más obesa del país en el país más obeso del mundo. ¿Ya se había dado cuenta de ello?—
  • Aprender otro idioma.
  • Terminar la tesis y/o estudios.
  • Conseguir pareja.

¿Nota usted, estimado paceño, algo en común en estas metas? Sólo está incluido el interesado/a.

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Nuestros propósitos pocas veces incluyen ayudar al otro, convivir con los demás o acciones que ayuden a la sociedad. Porque el que  logre por fin su cuerpo soñado, comunicarse en japonés o por fin terminar la tesis es beneficio propio y está por demás decirlo: hace mucho que debió haberlo hecho. ¿Desde cuándo? Desde que su misma lista de deseos se repite año tras año como el bendito calor eminente del verano. Es beneficio propio más no para los que están a su alrededor.  Pero la duda es qué tal le va con sus aspiraciones anuales a sus padres, vecinos, compañeros de trabajo, hermanos,  ¿no hay nada para ellos?  Los propósitos deben ser benéficos para todos, pero sobre todo para usted pero de una manera práctica, ¿y por qué no?, feliz.

Renovarse o morir. Los propósitos de Año Nuevo pueden sustituirse por planes diarios o semanales. Porque no cuando prende el Netflix y ve de un solo tirón las doce temporadas de su serie favorita, entre capítulo y capítulo se toma cinco minutos y piensas cuál es su meta para esa semana. Quizás tenga ante sí un sinfín de ideas: ver menos televisión, leer otras diez páginas del libro que esta empolvado en el buró al lado de la cama, tomar refresco sólo un día a la semana, llevarse una ensalada al trabajo en vez de comerse  tres burritos, checar el Facebook sólo tres veces al día en vez de 47 ocasiones cada hora. No solamente tienen que ser actividades que para usted representen un esfuerzo, tal vez podrían ser esas acciones que le gusta realizar pero que ha olvidado; esas ideas y sueños que han quedado olvidados en nuestra mente y que eran el disfrute antes de los celulares con cámara. Ir a ver el atardecer al bello malecón de La Paz, caminar por el centro, disfrutar de  un café a solas, rezar, ver el amanecer, visitar parientes, sacar tus juguetes de la infancia, escuchar ese CD que era tu predilecto, jugar un deporte y no solo verlo en la tele, andar en bici… Podría hacer una larga lista pero cada quien sabe lo que lo hace sentirse dichoso.

Recuerde que no es pensarlo y hacerlo todo en un solo momento, en un minuto antes de las doce. Tiene 365 días, 12 meses, 52 semanas. Si hacemos un propósito por cada dos semanas al finalizar el año sentirá que ha hecho demasiado, mucho más de que lo que planeo los últimos diez años. La filosofía no se equivoca al recordarnos el “aquí y ahora”. Si en vez de planear un año entero en unos instantes mintiéndonos sobre lo que podemos lograr, nos sentamos a analizar lo que realmente necesitamos, queremos, deseamos, con plena conciencia de lo que es favorecedor para mi persona. Entonces la felicidad no sólo de iniciar un año sino de estarlo viviendo será plena día a día. Cuando esto suceda usted sentirá que hace más y así también lo percibirán las personas a su alrededor.

Ya les dejo porque la luz vespertina de los inviernos paceños es divina como para perdérsela enfrente de un monitor. He decidido por hoy disfrutarla minutos de mi día. ¡Sayonara!

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Rebeca Olachea Pérez

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Nació en La Paz, BCS, en 1977. Licenciada en turismo: no le gusta mucho viajar. Licenciada en Psicología: le encanta la mente humana. Media misántropa, medio apasionada del sarcasmo, tiene exceso de imaginación desde tempana edad. Inició su carrera de escritora en el 2010. Sueña con conocer Barcelona.

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