Jovenear o renovarse. ¿En qué momento te perdimos, Denise?

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FOTO: UniradioInforma.Com / Interior: Nación321.Com

La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¿Qué te sucedió, Denise? Tú, que eras, entre politólogos e intelectuales de la opinión y el cuestionamiento, una estrella “que todo se lo imagina”, proclive a defender desde la socialdemocracia al pueblo y a la Patria, pero sobre todo al razonamiento y a la elegancia para cuestionar y al refinamiento para argumentar, incluso frente a otros intelectuales de altos vuelos tirados a la izquierda.

Recuerdo, aún con enorme emoción, una marcha por el esclarecimiento de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa –marcada por los mal llamados anarquistas que lanzaron petardos bajo la mirada de granaderos que sólo perseguían manifestantes y los golpeaban. De esa pequeña batalla, sobre todo, rememoro el mitin al pie del Ángel de la Independencia, en el que algunos te reconocieron y te pidieron que subieras al templete; gente que te coreó y aplaudió. Yo te grité con ellos para que subieras y nos dijeras algo, eras tú Denise Dresser, esa eras tú la que yo aplaudí aquel 1 de diciembre de 2014.

¿Qué fue de ti Denise, de la maestra del razonamiento y la arquitecta del argumento en las formas más simples? ¿Qué fue de ella en la que ahora eres también tú? Y me asusto al ver esa nueva cara en cuerpo maduro, que para “argumentar” descalifica por minoría de edad a su adversario en un debate, cuando tú mucho hablas de historia; y es que la historia no siempre se vive.

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Denise, no es necesario haber nacido cuando cayó el meteorito para hablar de dinosaurios. No es indispensable tener más de cien años para opinar del porfiriato. No es requisito ser mayor de edad para sufrir el Fobaproa. Denise, Gibrán Ramírez no necesita tener tu edad para saber que Zedillo más que equilibrar poderes hizo una limpia de salinistas; y con la mitad de tus años puede ver la podredumbre en la que se mueven los integrantes de la Suprema Corte de “Justicia” de la Nación (SCJN). No es necesario más de medio siglo de vida para ver que entre los pesos y contrapesos de los poderes, es más pesada la injusticia que del judicial emana.

Denise, a tu edad hacer esos desplantes de chiquilla en cadena nacional y decirle vocero a un joven politólogo sólo hace que diluyas más tu credibilidad, y mira que te he leído hasta El país de uno; pero hoy que dirimes tus batallas al estilo Araiza-Legorreta me entristezco y me pregunto ¿en qué momento te perdimos, Denise? Cuando firmaste el manifiesto del 3 de agosto de 2006 para avalar el calderonato y todo lo que después se nos vendría encima, cuando Gibrán publicó Denise Dresser o la sofisticada manera de ser tan simple, o cuando Fernández Noroña expuso lo que cobras por dar una charla en algunas universidades públicas.

Y replanteo la pregunta: ¿cuándo te perdimos como crítica razonadora y razonable? Denise, antes la gente, la multitud, la masa no intelectual te percibíamos más justa aunque adversa a nuestros sueño de bien general. “Nosotros peleamos cuando tú tenías ocho y diez años” le dijiste a Gibrán al rememorar tu amoroso y longevo combatir. Denise, si hablas de pelear, Paco Ignacio Taibo puede hablarte de mil batallas escritas ya en la sábana histórica que envuelve a esta nación, él y muchos más que vienen de más atrás que tú; y otro puñado de menores a tu mayoría de edad, pero que no brillan como estrellas en horario estelar, una cátedra te podrían dar.

Denise, si tú que estás en contra de descalificar a la ligera, descalificas por menos arrugas a alguien que sin canas te hace perder el estilo al argumentar, tal vez es que nunca fuiste nuestra y siempre fuiste de ellos, de los profetas soberbios que todo lo saben o lo avizoran, que todo lo cuestionan, que todo prevén, menos que un joven intelectual te pudiera desencajar y hacerte perder las buenas formas de proceder; esas que tanto dices le faltan a los impulsores de la cuarta transformación al cuestionar los enormes salarios del Poder Judicial. Denise tal vez sea hora de renovarse para no “jovenear”.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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La Última Trinchera

Roberto E. Galindo Domínguez

Sudcaliforniano por decisión. Escritor. Maestro en Apreciación y Creación Literaria (Casa Lamm) y en Ciencias en Exploración y Geofísica Marina (Instituto de Geofísica-UNAM). Licenciado en Diseño Gráfico (Facultad de Artes Plásticas-UNAM), en Arqueología (ENAH) y en Letras Hispánicas (UAM). Investigó barcos hundidos y restos culturales sumergidos (INAH). Fue profesor en la ENAH y la UnADM. Tiene un libro y ensayos científicos en publicaciones nacionales e internacionales. Escribe en “Contralínea” y “El Organismo”. Ha colaborado en “Gatopardo”, “M Magazine” y otras revistas. Red Voltaire Internacional (París) seleccionó y publicó 29 de sus textos. Doctorante en Investigación y Creación de Novela (Casa Lamm). Miembro del Taller de la Serpiente y Mar Libre.

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