El día en que Quetzalcóatl se robó la navidad

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Quetzalcóatl ¿en Navidad? Imagen: Internet.

Colaboración Especial

Por Pablo Reynosa

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Llegaron las fiestas decembrinas y con ellas el árbol de navidad, el delicioso pavo y Quetzalcóatl… ¡Hombre, no se extrañe de las palabras de un servidor!, que traigo a colación a dicha deidad indígena, en vez de al bonachón de Santa Claus, porque así fue decidido, hace algún tiempo ya, por instrucción presidencial.

En 1930, Pascual Ortiz Rubio, en su calidad de Presidente de México, consideró que una buena manera de contribuir a la construcción de una identidad nacional sería la de sustituir el símbolo de aquel extranjero del traje rojo, por el de una figura de nuestra cultura y nuestra raza: Quetzalcóatl, quien sería representado no como una serpiente emplumada sino como un hombre barbudo y rubio, ataviado con un moderno atuendo.

Para dar cumplimiento a sus fines, Pascual Ortiz giró la instrucción de que en las escuelas se difundiera la nueva imagen de quien en náhuatl llevara el nombre de “serpiente hermosa” y anunció un magno evento para el 23 de diciembre por la tarde en el Estadio Nacional —que en ese entonces se encontraba en la colonia Roma, cerca de las calles de Orizaba y avenida Cuauhtémoc, de la Ciudad de México—, en el que Quetzalcóatl en persona repartiría juguetes a los niños que se hubieran portado bien.

Desde luego, el suceso provocó todo  tipo de burlas de un sector de la población, así como indignación de parte de los más religiosos, quienes se escandalizaron porque un dios prehispánico iba a conmemorar la Navidad, que es una celebración católica por el nacimiento de Cristo.

Con todo, la figura del nuevo personaje navideño empezó a ser utilizada y difundida no sólo por la prensa oficialista y la Lotería Nacional, que el 4 de diciembre anunció el “gran sorteo extraordinario” de 600 mil pesos en honor de Quetzalcóatl, sino también por las casas comerciales, que capitalizaron su aparición en la publicitación de sus productos; así, por ejemplo, un anuncio muy reproducido rezaba: “De los magos, de Santa Claus o de Quetzalcóatl, no puede haber obsequio como éste: el refrigerador General Electric”.

En el evento del Estadio Nacional, al que asistieron alrededor de 15 mil personas, se montó la escenografía de una pirámide y un moderno Quetzalcóatl con rasgos occidentales apareció, hizo honores durante el Himno Nacional y luego subió a su templo. Los regalos prometidos fueron entregados a los niños y se presentaron bailes tradicionales. Al final todos se fueron a su casa y el singular episodio no se volvió a repetir.

Sin importar la campaña emprendida para que Quetzalcóatl se encumbrara como la nueva figura de la navidad, la sociedad nunca llegó a sentir que fuera suya, además, para 1930 México era ya un collage de tradiciones, provenientes de diversas partes del mundo.

A partir de 1931 la figura de Santa Claus sería impulsada por The Coca-Cola Company, tal y como la conocemos hoy.

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Pablo Reynosa

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