Asexualidad: cuando el sexo no es la gran cosa

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“Se pueden formar relaciones de pareja no convencionales con otras personas asexuales donde el vínculo se basa en motivaciones intelectuales y no en la atracción física”. Fotos: Internet.

Sexo + Psique

Por Yaroslavi Bañueños Ceseña

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Una de las motivaciones más poderosas en el comportamiento humano —debido a su carácter primitivo e innato— es el instinto sexual. Éste ejerce una fuerte influencia en el estado de ánimo, en la conducta social, en las relaciones de pareja y en la toma de decisiones, por lo que no es extraño que muchas veces la publicidad, el espectáculo, la industria musical y los medios de comunicación se hallen plagados de mensajes directos o indirectos que estimulan las pulsiones sexuales para modificar o fortalecer actitudes de consumo.

En la jerarquía de las necesidades humanas se considera a la satisfacción sexual como uno de los aspectos más básicos que el individuo debe de atender para alcanzar la plenitud, ésta se halla en el primer escalón de la pirámide de Maslow junto a otras necesidades fisiológicas como la alimentación, el descanso, el sueño y la respiración. La teoría sostiene que una persona tendría que satisfacer dichas necesidades biológicas para después desarrollar metas más elevadas que le lleven finalmente a la autorrealización. Por ello, generalmente la actividad sexual es sinónimo de inmenso placer y goce, no obstante, para algunas personas las relaciones sexuales pasan a segundo plano o simplemente el tema del sexo carece de toda prioridad en su vida, ya sea por motivos religiosos, espirituales, culturales o intelectuales. Quizás esto pueda suscitar que vengan a nuestra mente una serie de imágenes de personas castas y célibes: un grupo de monjas dedicándose por completo a la vida del convento, un monje budista meditando en una montaña lejana, un filósofo ermitaño, un santo de la antigüedad o la cara de alguien que espera a la “indicada” o al “indicado” para adentrarse en el salvaje mundo del sexo. Sin embargo, no podemos decir que se trate necesariamente de casos de individuos asexuales, entonces ¿qué es exactamente la asexualidad?

La asexualidad se define como la falta o ausencia de atracción sexual hacia otras personas; esto no se trata de un celibato autoimpuesto, ya que el célibe elige concientemente abstenerse de todo contacto sexual, mientras que la asexualidad es una orientación que consiste en la ausencia de la gratificación ante los encuentros sexuales.

Esta condición tampoco se trata de un trastorno de aversión al sexo; la persona asexual no padece de ansiedad o de alguna fobia hacia las relaciones sexuales, es sencillamente un sentimiento de indiferencia o desinterés en la práctica sexual.

El sexo no me ofende y no me parece mal que otros lo practiquen. Simplemente me es totalmente indiferente”, señala una usuaria de La Red de Visibilidad y Educación Asexual (Aven, por sus siglas en inglés, Asexual Visibility and Education Network), una comunidad virtual internacional donde interactúan más de 100 mil miembros que buscan informar, informarse y promover el respeto hacia la asexualidad. Por dichas razones, conviene dejar claro que la asexualidad como orientación sexual no es igual a represión psicológica, enfermedad, trastorno o mojigatería; es una identificación plena y una parte intrínseca de la personalidad del individuo, lo cual no representa ninguna disfuncionalidad en la vida de quien se considera asexual. Cabe mencionar que las personas asexuales pueden sentir impulsos románticos hacia personas del sexo opuesto, de su mismo sexo o de ambos, incluso se pueden formar relaciones de pareja no convencionales con otras personas asexuales donde el vínculo se basa en motivaciones intelectuales y no en la atracción física, dejando de manifiesto que el universo de la sexualidad humana es muy complejo.

En una sociedad donde la cultura de masas realza y promueve el sexo como sinónimo de éxito social y donde somos constantemente bombardeados por estímulos pornográficos, las personas asexuales pueden sentirse aisladas e incomprendidas, sobre todo porque hasta ahora este ha sido un tema poco estudiado y difundido, y en ocasiones los demás pueden mostrarse poco empáticos debido a la confusión que causa el entender la asexualidad. Es importante señalar que todavía hace un par de años, la asexualidad era considerada una patología y se encontraba en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM IV) bajo el nombre de Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo. Sin embargo, cuando este manual iba a ser actualizado para su nueva publicación, un grupo de La Red de Visibilidad y Educación Asexual presentó al comité de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) una investigación médica en la que se concluía que la asexualidad no debe ser etiquetada como un trastorno mental.

A partir de esto, la APA propuso que un impulso sexual ausente fuera considerado un trastorno sólo si causa estrés o malestar significativo para la persona, pero no cuando una mujer o un hombre se identifican como asexuales.

Por lo tanto, la asexualidad es una orientación y no una disfunción como aún muchos creen, y al igual que cualquier otra orientación e identidad sexual merece respeto aún si no la comprendemos por completo.

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Yaroslabi Bañuelos Ceseña

Nació en La Paz, BCS, en 1991. Psicóloga. Cuenta con experiencia en el área clínica, en consulta psicoterapéutica privada, así como en el diseño e impartición de diversos talleres sobre gestión de emociones; ha sido profesora de diversas materias de la carrera de Psicología en la Universidad de Tijuana, Campus La Paz. Desde 2013 ha escrito artículos de sexualidad y salud emocional para distintos medios locales.

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