¿Por qué México no gana un Mundial?

image_pdf

FOTO: Internet.

Colaboración Especial

Por Leónidas Alfaro Bedolla

 

El fútbol es un juego tan perfecto, que ni Einstein lo pudo haber inventado;           provoca una locura que ni Sigmund Freud pudo entender”.  Anónimo.

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). La vigésima primera edición del Mundial de Fútbol inició el 14 de junio y terminará el 17 de julio de este 2018. Para los millones de aficionados a este deporte tiene un significado, que en algunos fanáticos raya en la locura; es su fiesta máxima, el anhelo de sus más grandes satisfacciones, es ver en las pantallas de televisión a sus ídolos conseguir la hazaña de anotar un gol. Para los que tienen la fortuna de asistir a este magno evento, es la gloria.

Para la gran mayoría de los mexicanos, me refiero por supuesto, a los aficionados a este deporte, será una decepción más, es decir, me refiero también, y por su puesto, a que la Selección de México quedará rezagada. Acepto las mentadas, pero la historia no miente. Desde aquel lejano año de 1930 que fue cuando se jugó el primer Mundial, fueron las selecciones de Francia y México las que inauguraron aquella justa; memorable para Uruguay, que siendo el país anfitrión, la selección que los representó dio a sus paisanos el primer campeonato. Cosa que ni remotamente ha logrado nuestra selección; aquel primer partido lo perdió México 4 a 1, el gol del “honor”, lo metió Juan Carreño. Cuando los mexicanos fueron anfitriones en 1970 quedaron fuera en el cuarto partido;por cierto, Brasil fue campeón y se llevó la copa Jules Rimet al completar tres campeonatos. En 1986 vuelve México a ser sede, pero sólo alcanza un quinto Juego. Esta vez Argentina se llevó el campeonato.

La pregunta que salta es: ¿por qué México no ha sido campeón mundial de fútbol? La respuesta es sencilla y rotunda: a la mafia que está a cargo de este deporte, no le interesa que nuestro país sea campeón, sólo les interesa hacer dinero. Los principales conductores de los destinos del fútbol mexicano, son  los dueños de los equipos, y también de Televisa y TV Azteca; ellos son los que dictan las órdenes de qué y cómo deben formarse las selecciones. También son los que conforman los calendarios y los torneos del fútbol profesional mexicano, un sistema que sirve para explotar económicamente tanto a los jugadores como a los aficionados. Todo ello con la complacencia de los representantes de las instituciones gubernamentales a los que les importa un rábano lo que ocurra con el deporte mexicano. No existe pues, en ninguna de las organizaciones el sentido patrio, sólo el interés por el dinero.

Desde luego, los fanáticos al fútbol, envueltos en el iluso sentimiento triunfalista del tricolor, son seducidos por la perenne verborrea de los también enajenados comentaristas, que haciendo eco del mandato de la mafia, cada cuatro años se aceleran para hacer creer a la fanaticada que ¡Ahora sí! México tiene todas las posibilidades de alcanzar no nada más un tercero o cuarto lugar, sino ¡el mismísimo campeonato mundial! “Los expertos” como el ex mundialista mexicano, paisano nuestro, para honra de los fanáticos sinaloenses, en especial para los de Culiacancito: Jared Borgetti, afirmó en La Jornada, el pasado día 5: “el combinado tricolor podrá hacer un buen papel en el Mundial, porque cuenta con jugadores de mucha experiencia. La mayoría ya ha participado en alguna justa de este tipo o en diversos torneos internacionales y ya están acostumbrados a la presión que se vive en estas competencias. Además, creo que la preparación ha sido muy buena, el equipo está por competir al más alto nivel. El avance futbolístico que ha experimentado México, así como tener más jugadores en Europa a permitido al Tri tener ese crecimiento en todos los aspectos, estimó”.

Como estas declaraciones, más menos, son las de la mayoría de los estrategas verborreicos que a medida que se va acerando el Mundial arremeten para envolver en ese mundo de fascinación a la manada que ciegamente gritan ¡México! ¡México! ¡México!, porque en eso sí, para gritar son campeones reconocidos, el grito: ¡PUuuuuuuuuTO! Va muy acorde al nivel de la ralea.

Sin embargo, debe consolarlos que han existido individuales, nuestro que han brillado en el firmamento de las patadas, empiezo por el gran Hugo Sánchez que destacó en Europa jugando con lo más granado del fútbol mundial, en donde impuso su jerarquía al imponerse con cinco Pichichis. Por eso está reconocido como uno de los mejores delanteros que han pisado las canchas del mundo.

Antonio La Tota Carvajal logró escribir con letras de oro su participación como arquero, al imponer un record: jugar en 5 ediciones del mundial, de 1950 a 1966. Manuel Negrete, en el Mundial México 86, ante sus paisanos metió uno de los goles más espectaculares de los mundiales. Según los expertos, el segundo mejor de todos. Jared Borgetti impuso un récord de goleo como centro delantero en el Tri que duró varios años; fue el primer jugador fichado en el mejor fútbol del mundo: la liga mayor de Europa.

O sea, elementos de gran valía en el futbol, igual que en otros deportes, México cuenta y siempre ha contado con grandes atletas, pero son los organizadores, quienes atendiendo otras razones, corruptas las más, no eligen a los que verdaderamente pueden lograr una representación que nos dignifique. El espectro de la corrupción nos persigue, lo llevamos pegados como lapa, de esto, sólo el nivel cultural nos puedes salvar, situación que por ahora se antoja lejana.

Como lejana está la capacidad de los representantes de la ley para que detengan a los autores intelectuales que mandaron asesinar a nuestro compañero y amigo JAVIER VALDÉS CÁRDENAS, por eso seguimos exigiendo: ¡JUSTICIA! ¡JUSTICIA! ¡JUSTICIA! También para los más de 130 mil asesinados en este sexenio.

*Leónidas Alfaro Bedolla. Escritor de La Selección (novela en la que el Tri logra el campeonato mundial), algo nos debe consolar. ¿No? La encuentras en librerías México, Educal y Gonvill.

Compartir en
Descargar
   Veces compartida: 14

Leónidas Alfaro Bedolla

Nació en Culiacán, Sinaloa en octubre de 1945. Actor experimental de teatro, vendedor, aventurero trotamundos y escritor por necesidad existencial. Autor de la novela “Las amapolas se tiñen de rojo” y “La agonía del caimán”. Vive en San José del Cabo. 
Compartir
Compartir