‘Miss Apocalipsis’, de Jorge Peredo

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IMAGEN: ISC / Interior: Cortesía.

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hay escritores que se forman desde la constancia y la terquedad, desde la creencia de que lo que hacen tiene el sentido primordial de darse significado a sí mismos. Porque escribir es eso: una especie de terapia interior que cierra círculos, pero aviva y exhibe las obsesiones sin pudor y sin miedo. Digo, a veces no tanto. Y vencer justamente los propios prejuicios para ser capaces de construir un discurso literario que exponga personajes contradictorios y al mismo tiempo de carne y hueso, envueltos en un escenario paradójico, extraño y oscuro, es una de las tareas más profundas y regenerativas.

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Los cuentos de Jorge Peredo en Miss Apocalipsis son la vivencia pura de cómo se extrae y se expone la violencia cotidiana, real, gráfica y cinematográfica, del acontecer en las relaciones humanas, de tal modo que todos podamos embarcarnos en sus historias sin salir indemnes, sin heridas, bajo la corrosiva narración de un escritor que a veces se abre y otras utiliza el sarcasmo como un modo de que pongamos los pies en la tierra, para que nadie se vaya con la finta de que sus personajes son de utilería, un pretexto para nombrar las locuras de un instante, antes bien el modo en que se resuelven las visiones de un escritor que ha dedicado todo su ímpetu, su entrega, su poder de cómo ve el mundo desde la ficción.

Las criaturas que deambulan por Miss Apocalipsis son seres encarnados en sus frustraciones, miedos, paranoias, desilusiones, narcisismos, incapaces de poder redimirse, no obstante la exacta manera en que Peredo los desnuda de un modo cruel, con quienes no tiene piedad, que los pone como frutos de sus lecturas y de sus andanzas por la vida misma. Hay una gran influencia del cine, es notorio, pero logra destrabar esa ilusión momentánea con una narrativa propia, dicha con un estilo personal, que es algo que no puede afirmarse de muchos escritores noveles al momento de presentar su primer libro.

Al leer nos topamos con un suicida extremo, una tullida y un cerdo (que me recuerda escenas de la infancia nada agradables), una perra astronauta (la que todos conocemos, Laika), un apocalipsis muy particular que tiene que ver más con el cómo visualizamos la solidaridad humana; un pastelero fracasado ¿o un pastelero honesto?, donde se exhiben las clases sociales maravillosamente doloroso y sarcástico; un médico y un adicto en la ola de una historia sórdida; un abogado importamadrista; un poeta burócrata contado dentro de un experimento narrativo, y un Mauricio Garcés muy personal, un vampiro narcisista que nos trae a la memoria los mejores películas de este actor mexicano.

Hay motivos para dejarnos conducir por los relatos de Jorge Peredo. Descubriremos un universo que siempre ha estado frente a nuestros ojos, pero que muy probablemente nos hemos negado a ver. Y Jorge insistirá con sus historias, con la aventura de contarnos algo insólito, con profundas raíces ancladas en la vida diaria, que es de donde viene el mundo de la literatura.

A Jorge lo vi crecer desde hace seis años cuando asistió a un taller de narrativa que comencé a impartir en la UABCS. Apasionado, estridente, vigoroso para encauzar sus palabras en un cuento, a veces trastocado por las formas del cine, a veces trastocado por sus propios delirios y obsesiones. Era capaz de llevar un cuento en una sesión y a la siguiente el mismo cuento revisado y corregido a profundidad, casi con otras palabras. Jorge es, ante todo, un escritor comprometido con su obra, con sus dichos. Siempre quiere estar seguro de que lo que escribe está diciendo lo que piensa y quiere. Es, con mucho, uno de los narradores más entusiastas y tesoneros que he conocido, además de ser uno de los lectores más meticulosos y constantes, cosa que se ve reflejado en su obra.

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Ramón Cuéllar Márquez

Nació en La Paz, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña como productor y guionista en Radio UABCS, donde dirige el programa “Letras Vivas, la voz de los escritores sudcalifornianos”. Ha publicado los libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”, “Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.

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