Mirreyes vs Godínez: el cine que nos merecemos, ¿no?

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FOTOS: Internet

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación: ****Sólo si no tienes otra opción

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  No hay cosa que le cause más gracia al espectador mexicano que escuchar “pendejo”, “puto” o “chinga tu madre” en la gran pantalla. O peor aún, no hay manera de que el público evite su risa cuando un próximo funcionario cultural dice “se las metimos doblada” en una presentación editorial. Y esto, Videocine, la distribuidora de la película y filial de Televisa, lo sabe.

Como audiencia, somos un cliché y no podemos y no queremos quitarnos esa estampa de nuestros hombros; venimos arrastrando una cultura cinematográfica que fue dinamitada en los setentas con estrellas como Alfonso Zayas, Charly Valentino, Lyn May y Angélica Chaín, y pues, hay que decirlo, ya pasamos de ser verduleros y albañiles, a Mirreyes y Godínez. Dejamos el mandil, la cuchara y la mezcla para armarnos con el Whats, el Excel y el cafecito, pero en el fondo, la cosa sigue siendo la misma.

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Burlarse de los estereotipos es una fuente de comedia muy socorrida y es válida. De hecho, la premisa pudiera parecer interesante: una lucha de clases entre los burgueses y el proletariado situada en nuestra cultura mexicana corporativa. Una cultura que ha emergido rápidamente vía memes, grupos de WhatsApp y redes sociales, y que se ha afianzado ahí, en la inmaterialidad de las nubes informáticas, tan fuerte y tan débil como la señal pirata del Wi Fi o el saldo de tu Amigo.

Al igual que esos memes, chistes, piolines y demás ocurrencias que causan risa una vez y son reciclados ad infinitum en los grupos de WhatsApp hasta convertirse en basura digital, este filme establece de manera ocurrente su premisa, y lo único que su director, Chava Cartas, es capaz de hacer es estirar la liga, repitiendo su fórmula en cada escena una y otra vez, hasta que la liga se rompe y deja a la historia sin coherencia, sin rumbo, y hasta sin guión; después de un rato, el filme se torna predecible y pesado como cualquier lunes de oficina.

La película está tan afincada en la cultura corporativa y burocrática mexicana, que la producción inicia de manera prometedora, audaz, aceptando lo que es e intentando ofrecer algo genuino y fresco. Pero eso sólo era la apariencia, era el pitch, el anzuelo, la presentación para la licitación. A la hora de la verdad, caemos en cuenta que el proyecto no tenía nada sólido, salvo algunos gags ingeniosos y algunos miembros del reparto que logran hacer salvable la experiencia; sin embargo, al final son inevitablemente arrastrados a la incongruencia e inmadurez de una producción que no es capaz de dotar con un mínimo de sentido a su historia, lo cual buscan sustituir con trajes de baño, cameos de pena ajena y albures.

Para acabar pronto, hay escenas mejor logradas en La risa en vacaciones que el supuesto clímax de la historia, donde terminan por exponerse todas las carencias del director del filme. Pese a todo, lleva dos semanas como la película más taquillera de México. ¿Es este el cine que nos merecemos?

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

Los invito a seguirme en Twitter y hablar de cine en @marcoaric

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Kinetoscopio

Marco A. Hernández Maciel

Nació en La Paz a inicio de los 80’s. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Tec de Monterrey. En 2006 dirigió el corto “Maldito Murphy” con la beca “Jóvenes Creadores”. Ha sido docente en la UABCS, Universidad de Tijuana y Universidad Mundial en guionismo y producción audiovisual. No puede evitar decir “I’m Batman” con voz rasposa, balbucear diálogos de “Volver al Futuro”, elogiar a Hitchcock o llorar al ver “Toy Story 3”.

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