Reflexiones en torno al libro de Araceli Bastida. Sobre la educación

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FOTOS: Cortesía.

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Uno mira el mundo y nos percatamos de que no funciona, de que al parecer no ha funcionado nunca por el deterioro en que estamos sumidos desde siempre. Grandes pensadores han hablado al respecto y han hecho patente la necesidad de transformarlo. Y afirman que dicha transformación sólo se logrará con educación, el verdadero valor sustentable de una sociedad. Y cuando vemos que el sistema educativo mexicano es disfuncional, que se utiliza con fines políticos y económicos para tener a una sociedad más sumisa y temerosa, no podemos sino voltear hacia otro lado para reflexionar qué estamos haciendo mal. Aquí es cuando entran maestras luminosas como Araceli Bastida de la Toba para compartirnos su visión y balance de lo que se puede cambiar, y de modo radical. Es todo un reto que una maestra sea capaz de cuestionar los valores, que busque los principios regentes para una educación real y efectiva. Eso sucede en su libro de ensayos Reflexiones en torno a la educación. Permítanme unas reflexiones para celebrar este libro, que recomiendo a los docentes con fines autocríticos.

Al leer este libro de Araceli Bastida, uno no puede sino emocionarse de ver que aunque parezca que todo está en contra, hay maestras que son verdaderas pigmalionas de la realidad, que observan que el acto de vivir es un acto inteligente y cargado de profundidad. Sin embargo, uno observa el mundo y vemos que tal acto desaparece ante lo contradictorio, atroz y violento que se presenta. Ésa es la realidad, no una opinión que pudiera aparecer como parcial. También, por otro lado, el hecho mismo de ser humanos es un acto por demás único y maravilloso, como la vida misma, que está cargada de sentido, energía e inteligencia.

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La sociedad es una respuesta de lo que es el ser humano: la sociedad es uno, y uno es la sociedad. Todo lo que hay en ella es producto de nuestros deseos y actividades. Por tanto, tal y como el mundo hoy se presenta, es como el individuo es en realidad. La violencia es la respuesta neurótica de la inestabilidad del individuo, y este individuo, al convivir en el mundo, proyecta o refleja esa violencia. Pareciera que esa condición fuera inmutable y parte de la naturaleza misma del hombre y de la mujer. La especie humana tiene miedo, no entiende lo que se le presenta como realidad, y lejos de enfrentarla, busca métodos para evadirla, para no ponerse frente a frente con el miedo. Este miedo psicológico nos ha afectado profundamente, porque no nos permite relacionarnos con el otro, porque creemos que no es igual a nosotros. La relación que entablamos la establecemos en los parámetros de la información, creando así imágenes de las personas, de tal forma que al relacionarnos no nos relacionamos con el individuo, sino con la imagen que tenemos de él. Y uno se pregunta: ¿por qué sucede eso?, ¿cuál es el origen de la imagen, cuál su naturaleza?

El mundo moderno vive hoy graves problemas de deterioro social, como especie y como individuo. El planeta mismo está en peligro a causa de los conflictos interminables en que la humanidad está sumida. ¿Cómo ha de solucionar uno tal afrenta? ¿Cómo hemos de resolver tan profundo desgaste? Y uno tiene que voltear invariablemente hacia la educación, tal como lo hace Araceli Bastida. Es en la educación donde uno encuentra una posibilidad de mutar al individuo hacia un mundo por completo diferente. Sin embargo, la educación actual sólo atiende a las necesidades de sobrevivencia, donde el individuo aprenda un oficio o tenga una carrera para que pueda consumir lo que la sociedad ofrece. Así, la educación se torna en la fórmula estudiar para trabajar y luego consumir. Centramos nuestra vida en consumir no sólo lo básico, sino lo que no necesitamos. Ésta hace a los individuos egoístas, clasistas, racistas, limitados y carentes de todo sentido por la vida. Buscan en la realidad no una manera de entender la existencia, sino un método que les permita sobrellevarla sin contratiempos: buscan la seguridad a toda costa, así sea a través de las guerras o el asesinato, el robo o la violación. Uno ve este mundo y uno se pregunta si habrá alguna salida a toda esta locura que pareciera no tener fin.

La educación moderna ha producido la sociedad moderna, es decir, es una educación que parte de una sociedad en crisis y enferma, de una sociedad violenta y fragmentada: desde ahí queremos arreglar el mundo con nuevos programas de educación, sin darnos cuenta cabal de que lo de afuera es lo de adentro. No es haciendo reformas y modificaciones a los sistemas, a la educación, como lograremos hacer humanos más despiertos e inteligentes; tampoco haciendo métodos de conducta (con memoria) que haga de los individuos seres mecánicos y condicionados dentro de una estructura determinada.

Creo firmemente en el ser humano. Sin embargo, pareciera que este asunto de vivir en verdad es muy complicado, pues el medio social no es muy prometedor. Lo que parece nuestra naturaleza destructiva ha cambiado: porque el ser humano tiene esa capacidad inherente de mutarse a sí mismo: es un ser inteligente. La inteligencia es parte de los hombres y las mujeres: somos eso. Por tanto, la inteligencia no es aprendida, sino que se desarrolla a través de la convivencia y la observación. Es en la interacción, la integración, que la inteligencia se activa, no en la enseñanza de algún método específico o programa para un gran número de personas, pues ya se ha visto que tal situación resulta muy limitada, dado que sólo unos cuantos responden a los estímulos, respuestas, que a la larga son sólo condicionamientos. Y si la inteligencia sólo consiste en que el educando repita unas cuantas fórmulas de conducta, unas cuantas reglas técnicas para que sobreviva, ¿qué sentido tiene ser humanos?

Es en la observación del pensamiento donde la inteligencia está despierta. Según puedo ver desde mi óptica el pensamiento es toda la carga cultural que arrastramos desde hace milenios, es decir, la memoria de todo lo que somos. Sin embargo, el pensamiento está cargado de contradicciones, de conceptos, de ideas que no embonan unas con otras. Por eso digo que el pensamiento difícilmente podrá solucionar la crisis en que estamos sumidos como especie. El pensamiento no es inteligente, y esto lo podemos constatar viendo nuestra realidad individual, pues a más información adquirida, hay más contradicción. Enseñar a un niño que la inteligencia es parte de él, que él es la inteligencia, no es un acto de métodos o programas, sino que el educando debe ver la inteligencia en los otros, para que pueda verla en sí mismo. La inteligencia no se enseña, se activa por sí misma en la convivencia con seres inteligentes igual que él.

Para que el alumno vea la inteligencia adentro y afuera de él, uno supone que el lugar de estudios será un lugar donde puede sentirse seguro, libre de heridas psicológicas, donde el profesor o profesora son personas libres de vicios, de adicciones, de relaciones tormentosas y conflictivas. Uno supone que tal educación debe ir encaminada no a enseñar una profesión, sino a que el alumno sea libre, que aprenda a observarse a sí mismo, que sepa que la vida es un acto maravilloso porque él y ella están vivos. El alumno debe crecer en un medio propicio para que sea capaz de desarrollar su inteligencia, sin miedo a ser juzgado, o culpado, o golpeado física y psicológicamente. Si el niño es herido, esto acarreará graves problemas y conflictos en su vida adulta, e impedirá que su inteligencia se desarrolle con libertad. Es en un medio propicio que el muchacho entenderá profundamente que no es el conocimiento libresco el que le permitirá vivir una vida, sino el conocimiento de sí mismo. La acumulación de información es parte del pensamiento, de la memoria, y el alumno debe ser capaz de observarlo como un suceso que le permite relacionarse con el mundo.

Así que celebremos y recomendemos este libro Reflexiones en torno a la educación, de Araceli Bastida de la Toba, que increpa, cuestiona y propone transformar la educación para transformarlo todo.

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Ramón Cuéllar Márquez

Nació en La Paz, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña como productor y guionista en Radio UABCS, donde dirige el programa “Letras Vivas, la voz de los escritores sudcalifornianos”. Ha publicado los libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”, “Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.

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