Crítica: Baby Driver (“El aprendiz del crimen”)

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FOTOS: Internet.

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación: ****Bien actuada, escrita y dirigida

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hoy haré como que no me dí cuenta del nombre que le pusieron en español mexicano a este filme y no comentaré nada de ello, a excepción claro de estas primeras líneas que anteceden a este punto. Baby Driver dirigida por el talentoso director inglés Edgar Wright, es un homenaje y a la vez una recreación de las películas de acción que proliferaron por ahí de los 70’s, 80’s y 90’s, hasta que el CGI hizo su monstruosa aparición sustituyendo a los efectos prácticos por pixeles.

Un homenaje que inicia de manera espectacular, haciendo gala de técnica cinematográfica con el estilo desenfadado pero a la vez preciso de Edgar Wright, que nos regala secuencias dignas de estudiarse en la academia fílmica con una utilización vasta e inteligente de los recursos cinematográficos, y como ejemplo está el plano-secuencia que se fabricó en los primeros 10 minutos cuando alguien va a la tienda por café, una escena para desmenuzarla cuadro a cuadro y que te paso un tip que no llega a ser spoiler: no pierdas de vista las paredes y los postes que se atraviesan.

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Pero dejando de lado mi obsesiva compulsión hacia los planos-secuencia, la primera mitad de Baby Driver es una obra maestra del desarrollo de personajes, establecimiento de la historia, ritmo de edición, diálogos y puesta en escena. Todos los elementos se conjugan a la perfección para narrar una historia que va subiendo el ritmo de forma audaz y nos atrapa en su desarrollo, dejando a su paso escenas que quedarán en la mente colectiva como la primera interacción entre Baby y Débora; la escena de las máscaras de Halloween, y desde luego, las delirantes persecuciones entre buenos, malos y peores que hace que fluya la adrenalina en la pantalla, sin olvidarnos del soundtrack, que está perfectamente sincronizado con cada acción en cuadro y que de hecho, da la impresión que el filme está construido sobre un armazón musical.

Aunado a ello, pocas producciones en Hollywood pueden presumir de tener un casting tan poderoso como el que se nos presenta aquí con nombres como Kevin Spacey, Jamie Foxx, Jon Hamm y Jon Bernthal, cuatro monstruos que se apoderan del show, pero dejan que el protagonista Ansel Elgort sea el que lleve las riendas cumpliendo con creces el reto de soportar bajo su actuación el peso de la historia. De igual forma, Lily James logra ser el dueto perfecto de Baby y Eiza González no desentona mostrando que tiene tablas para hacer una carrera en Hollywood.

Pero… pero, pero, pero, pero. Sí… Hay un pero. Después de la primera mitad, la historia se estanca  y hasta se torna repetitiva. Ese ascenso en emociones que nos entregaban los personajes se desvanecen en clichés y lugares comunes. El evento se hace predecible y aunque la técnica, los recursos, el ritmo y las buenas interpretaciones continúan, el desencanto prevalece y la experiencia se va degradando hasta perder una gran cantidad del hype que nos entregó al inicio. Los personajes se desdibujan y sus motivaciones se vuelven ambiguas, en una experiencia similar a subirse a una montaña rusa solo que empezando por la caída libre y terminando con el acarreo del carrito a la base de control. La experiencia sin duda fue genial, pero el cierre no fue lo espectacular que se esperaba.

Aún así, por todo lo comentado en los primeros párrafos, nadie que se precie de ser un cinéfilo puede perderse esta aventura en la gran pantalla. Edgar Wright demuestra que es un director de respeto y que está listo para impregnar su estilo en cualquier reto que le pongan enfrente. Y sin duda trae a colación de nuevo, aquel debate de no hace mucho que nos hacía preguntarnos ¿que habría pasado si hubieran dejado dirigir a Wright la película de Ant-Man? Si Marvel lo dejó ir, hay un relámpago o una linterna que sin duda, brillarían mucho más fuerte bajo la tutela de este genial director.

Ahora, vayamos a la tienda más cercana y compremos un Cornetto en su honor.

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

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Marco A. Hernández Maciel

Nació en La Paz a inicio de los 80’s. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Tec de Monterrey. En 2006 dirigió el corto “Maldito Murphy” con la beca “Jóvenes Creadores”. Ha sido docente en la UABCS, Universidad de Tijuana y Universidad Mundial en guionismo y producción audiovisual. No puede evitar decir “I’m Batman” con voz rasposa, balbucear diálogos de “Volver al Futuro”, elogiar a Hitchcock o llorar al ver “Toy Story 3”.

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